viernes, 17 de mayo de 2024

Qué le pasa a nuestro cuerpo cuando sufrimos por desamor, según la ciencia

 


"Me jode que me hayas dejado darte toda esa juventud de gratis", canta Taylor Swift en su nuevo álbum.

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El tan anticipado albúm lanzado recientemente por el coloso cultural que es Taylor Swift resultó ser una epopeya de dos horas y 31 canciones que explora esa fuente inagotable de inspiración: el desamor.

The Tortured Poets Department” ("El Departamento de los Poetas Torturados") se suma a ese océano de bellas y conmovedoras obras de todos los tiempos que nacen de lo que sientes cuando alguien te desgarra el corazón.

O lo rompe, o lo hace pedazos o cualquiera de esas metáforas que usamos para tratar de expresar la miseria absoluta y abyecta que se siente al ser rechazado por alguien a quien todavía estás profundamente apegado.

A pesar de que lo que estás padeciendo es dolor emocional, muchas de esas descripciones apelan a sensaciones físicas, pues, confirmarían muchos, así se siente.

Como escribió en "Renacida" Susan Sontag, "amar duele. Es como entregarse a ser desollado y saber que en cualquier momento la otra persona podría irse llevándose tu piel".

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Eso constató Florence Williams, cuando, tras una relación de tres décadas que incluyó matrimonio y dos hijos, se topó con un correo electrónico escrito por quien fue su pareja desde que su adolescencia.

Era un mensaje de amor... para otra mujer.

Nunca antes le habían roto el corazón pero pronto aprendió que "los clichés del desamor no son para nada melodramáticos".

"Sentí como si me hubieran hachado el corazón, como si me faltara una extremidad, estuviera a la deriva en un océano, en medio de un bosque aterrador. Me sentí en peligro", escribió.

"Me quedé realmente anonadada por lo profundamente que lo sentí, no solo emocionalmente, sino también físicamente", le dijo al programa BBC Inside Science.

"Sentí una ansiedad intensa. Sufrí de insomnio. Perdí alrededor de 20 libras de peso en pocos días".

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Duele, profundamente, ¡y de tantas maneras!

Cuando se hizo exámenes de laboratorio, encontraron que "tenía problema con mis bacterias intestinales, los niveles de glucosa estaban muy bajos, mi páncreas dejó de funcionar bien por lo que 5 o 6 meses después de la separación, me diagnosticaron una enfermedad autoinmune: diabetes tipo 1".

Eso también es desamor, apuntó, y dado que Williams es escritora y periodista científica, la experiencia la impulsó a buscar respuestas pues "tenía tantas preguntas sobre por qué me sentía como me sentía".

"Me interesaba mucho investigar por qué mi sistema inmunológico de alguna manera estaba escuchando mi estado social o emocional y cómo todo estaba conectado".

Así que se dedicó a hablar -y hasta a involucrarse en experimentos- con científicos.

A nivel celular

Entre las primeras cosas que descubrió fue que, aunque se ha investigado mucho sobre cómo nos enamoramos, la ciencia no le ha dedicado tanto tiempo al final de esa historia.

Pero hay varias piezas de investigación que empiezan a armar ese rompecabezas.

Una de las más interesantes la encontró de la mano de Steve Cole, profesor de Medicina, Psiquiatría y Ciencias Bioconductuales en la Facultad de Medicina de UCLA, EE.UU., quien lleva décadas investigando la genómica social.

La genómica es un campo interdisciplinario que estudia la función, estructura, evolución, mapeo y edición de todo el ADN de un organismo.

En 2007, Cole, con John Cacioppo, profesor de Psicología y Neurociencia Conductual de la Universidad de Chicago, entre otros, identificaron un vínculo entre la soledad y la forma en que se expresan los genes en un pequeño estudio, repetido desde entonces en ensayos más grandes.

Todos estos años después, Cole le dijo a Williams que la soledad es uno de los factores conocidos más tóxicos.

Le describió el desamor como "la mina terrestre oculta de la existencia humana", pues cuando explota puede ser devastador para nuestra salud física y mental, pero que sigue sin ser debidamente reconocido.

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Para Cole, el desamor es como una mina terrestre que al explotar es devastadora.

En su pesquisa, Williams se sometió a un experimento con Cole, que hicieron con muestras de su sangre.

"Medimos ciertas células de mi sistema inmunológico en diferentes momentos después del divorcio.

"Lo que buscaba eran marcadores de inflamación, porque ha descubierto en sus décadas de investigación que aumentan en personas que se sienten amenazadas, y también en personas que se sienten solas", contó Williams.

Cole hizo el hallazgo tras analizar por qué algunos homosexuales seropositivos morían mucho más rápido que otros: descubrió que aquellos que estaban encerrados, o que eran muy sensibles al rechazo social, corrían mayor riesgo.

Su estrés hacía que sus células T inmunológicas fueran más vulnerables al ataque del VIH, y el virus se propagaba 10 veces más rápido.

Estudios posteriores de Cole de personas solitarias también demostraron que eran más vulnerables a los virus y producían más células inmunes que generan inflamación.

"Parece que, cuando hemos sido abandonados, nuestros cuerpos lo interpretan de la misma manera que si nos hubieran dejado literalmente solos en la sabana: es ese mismo proceso, de nuevo, profundamente evolucionado".

Se refiere, por supuesto, a esa sabana de nuestros primeros ancestros, en la que si un cazador-recolector estaba aislado tenía más probabilidades de contraer una enfermedad transmisible que de ser atacado por un depredador.

De ahí el sentido evolutivo de esa respuesta inmune: el cuerpo aumenta las defensas para combatir heridas físicas, y reduce otras.

"Es un instinto de supervivencia, porque cuando sentimos que nos han dejado solos, lo interpretamos como que estamos a punto de ser atacados. Así que regulamos ciertos genes".

Esto podría explicar por qué las personas solitarias tienen un mayor riesgo de demencia, enfermedades cardiovasculares y otras afecciones crónicas, y se estima que un 26% más de probabilidades de morir más jóvenes que sus pares socialmente conectados.

Y podría haber contribuido a que Williams desarrollara una forma autoinmune de diabetes.

Al final

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Pero al final, (casi) todo tiene remedio.

Además de esa fascinante visión de cómo evolucionamos para responder a ese tipo de pérdida y abandono, Williams se enteró de otras formas en las que nuestros cuerpos responden a este tipo específico de dolor.

Una de las cosas más interesantes, cuenta, es que cuando nos enamoramos, las actividad de partes de nuestro cerebro que producen hormonas del estrés aumenta.

Es como si desde el principio se estuviera preparando para el final.

Posiblemente sea para que si nuestra pareja se va o desaparece, la angustia nos motive a ir a buscarla o nos sintamos muy agradecidos cuando regrese.

Algunos investigadores, por otro lado, han analizado el divorcio y el desamor observando el cerebro de personas que están pasando por eso con escáneres para estudiar sus ondas cerebrales.

Una de las científicas a las que Williams consultó fue la antropóloga biológica Helen Fisher, quien en 2011 ella hizo algunos estudios de resonancia magnética, y descubrió que las partes del cerebro activadas están asociadas con la adicción y el anhelo.

Desde entonces, otros investigadores en estudios de resonancia magnética han descubierto que el dolor social del desamor se procesa cerca de partes del cerebro que lidian con el dolor físico, lo que, para Williams, demuestra que el dolor social se toma tan en serio en nuestro cerebro como el dolor físico.

Hablando de dolor físico, "aprendí que hay un tipo literal de corazón roto llamado miocardiopatía de Takotsubo", le dijo a la BBC.

"Sabemos que las personas que experimentan esto a menudo han pasado por algún tipo de crisis emocional profunda y sienten que están teniendo un ataque al corazón.

"Van a la sala de emergencias y no se ven los signos típicos -como arterias bloqueadas- sino un abombamiento del ventrículo izquierdo, y eso sucede en presencia de grandes cantidades de hormonas del estrés".

Después del final

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Florence Williams (foto de Casie Zalud) plasmó su penosas pero también iluminadora experiencia en el libro "Desamor, un viaje personal y científico".

Williams descubrió que hay varias otras consecuencias físicas asociadas con el desamor, habló con muchos científicos y examinó innumerables estudios, al tiempo que experimentaba con varias de las estrategias con las que se topaba.

Pero, ¿le pareció terapéutico y catártico explorar lo que sucedía con su cuerpo cuando estaba sintiendo tanto dolor emocional?

"Fue tan perturbador como, de alguna manera, tranquilizador.

"No me gustó escuchar los datos de que las personas que se divorcian corren un riesgo mucho mayor de enfermedades crónicas y de muerte prematura, pero al mismo tiempo, fue reconfortante saber que esta es la forma en que se supone que funcionan los cuerpos humanos, y que muchos de nosotros sufrimos de esta manera".

Williams no estaba segura, cuando comenzó su investigación, si podría estar entre el estimado 15% de las personas que no se recuperan después de una ruptura importante.

Pero "ahora estoy muy bien", aseguró.

"Lo genial saber es que, así como estamos programados para experimentar dolor emocional y desamor, también estamos programados para recuperarnos.

"Y lo que me ayudó fue realmente conectarme con los demás, y una forma de hacerlo es ser vulnerables y honestos sobre el sufrimiento que estamos experimentando".

Para ella, un gran bálsamo fue la naturaleza, pues los antídotos contra la soledad, señaló, no son sólo conectarse con las personas sino con el mundo y la belleza.

"Y finalmente, la tercera pieza realmente es encontrar algún sentido en esa dolorosa experiencia: ¿qué puedes aprender de ella y, mejor aún, puedes encontrar una forma de ayudar a otros cuando están pasando por eso?".

Con ese propósito escribió "Heartbreak: A Personal and Scientific Journey" ("Desamor: un viaje personal y científico"), en el que describe las diversas sendas por las que la llevó su búsqueda.


  • BBC News Mundo
  • Role,Redacción
  • 04/05/2024
  • https://www.bbc.com/mundo/articles/crgy9e6el33o

Ya sabemos quién es el sucesor más probable de Tim Cook a la cabeza de Apple: John Ternus

 




  • Apple busca a una persona que pueda ejercer el cargo por lo menos durante una década



Tan solo hay un puñado de empresas en el mundo que con decir su nombre o mostrar su logo todo el mundo conoce, y Apple es una de ellas. La compañía tecnológica no es solo líder en su sector, sino que su influencia va más allá y por lo tanto cada día tiene un prestigio que defender, por ello la cuestión de quién está al frente es tan importante.

Por ello la lista de CEOs que ha tenido la compañía de la manzana ha sido bastante reducida, y de hecho, en lo que llevamos de siglo tan solo hemos conocido a dos, el mítico Steve Jobs (también fundador de Apple) que lo fue durante 14 años, y el que está ahora, Tim Cook que lleva en el cargo desde el 2011.

Esto es algo que le gusta a la compañía, y es que según su política, creen que lo mejor es que al frente esté una persona de confianza, de dentro de la compañía y alguien que vaya a estar mucho tiempo al frente.

Y a pesar de que a Cook todavía le queda fuelle, el hecho de tener 64 años y llevar 13 años al frente de la compañía hacen pensar que más pronto que tarde abandonará dicho cargo. Por ello, la especulación sobre quién será el próximo CEO de Apple es un tema habitual dentro del sector, y desde Bloomberg acaban de señalar al candidato con más posibilidades de sucederle.

En un informe que se basa en conversaciones con "varias personas familiarizadas con el funcionamiento interno de Apple", afirma que si se produjera pronto un cambio, el director de operaciones Jeff Williams tomaría casi con toda seguridad las riendas como consejero delegado.

No obstante, esto sería en un caso extremo y por fuerza mayor, ya que Williams tiene 61 años, y como decíamos, Apple quiere un CEO para la próxima década, y debido a su edad no parece que vaya a tener el fuelle para aguantar tanto. Por eso, ahora el gran señalado es John Ternus, el vicepresidente Senior de Ingeniería de Hardware de Apple.

Quién es John Ternus: el gran candidato para ser el próximo CEO de Apple

John Ternus (49 años), se unió a Apple en 2001 como miembro del equipo de diseño de productos, poco a poco fue escalando posiciones para en 2021 ser nombrado vicepresidente Senior de Ingeniería de Hardware de Apple.

En el informe que comentábamos antes se describe a Ternus como "muy querido dentro de Apple,", además de que cuenta con el apoyo de Tim Cook, Eddy Cue y muchos otros directivos.

"A Tim le gusta mucho, porque sabe hacer una buena presentación, es muy apacible, nunca pone nada polémico en un correo electrónico y es muy reticente a la hora de tomar decisiones", dice una persona cercana al equipo ejecutivo de Apple. "Tiene muchas características directivas como Tim".

Si bien a finales del año pasado, Tim Cook aseguró durante una entrevista en un podcast que estaban preparando a su futuro sucesor, Ternus no apareció entre los nombres destacados, pero ahora mismo, fuentes internas de Apple aseguran que es quién tiene más papeletas.


¿Qué es la comida 'queer'?


Hay quien entiende la comida 'queer' como un verbo, ya que se refiere a cómo el colectivo se relaciona con la alimentación Queer Food Foundation


Este término quiere poner sobre la mesa cómo el colectivo define la comida y se relaciona con ella y está protagonizando conferencias y festivales en Estados Unidos 



Explican desde la Queer Food Foundation que la comunidad ha sido fundamental para la industria alimentaria estadounidense, pero que su representación ha sido muy limitada en los grandes debates alrededor de la comida. De ahí nace este organismo, de las ganas de llenar ese vacío y de dar voz a los agricultores, sommeliers, camareros y cocineros que no se identifican con las ideas establecidas de sexualidad y género, especialmente las normas heterosexuales, a través de una plataforma que quiere abordar la alimentación desde una perspectiva queer. 

Su objetivo es similar al de la Queer Food Conference, recientemente celebrada en la Universidad de Boston, donde a través de varias actividades, desde paneles a mesas redondas y talleres, se intentó definir un término que es desconocido para el público general: la comida queer.

¿Se puede relacionar un tipo de alimentos específicos con este colectivo? ¿O el concepto responde a cómo las personas queer se relacionan con la alimentación? Parece que un poco de todo. Lo explican estudiantes, profesores y organizadores de la Queer Food Conference consultados por The New York Times en un reportaje. Para Sasha DuBose, por ejemplo, la palabra queer para hablar de comida debe usarse como un verbo, ya que se refiere a “cómo definimos la comida y cómo nos relacionamos con ella, dándole la vuelta, haciéndola más divertida”, explica esta lesbiana transgénero no binaria que está a punto de graduarse. 

La comida queer desafía la categorización, y esa es su belleza

Megan J. Elias Organizadora de la Queer Food Conference

Para Megan J. Elias, organizadora de la Queer Food Conference junto al profesor asistente en el Instituto de Género, Sexualidad y Estudios Feministas de la Universidad McGill en Montreal, Alex D. Ketchum, “la comida queer desafía la categorización, y esa es su belleza”. Al encuentro asistieron 160 académicos, escritores, estudiantes y profesionales de la industria de la alimentación que, señala el diario estadounidense, consideraron la comida (pasteles, algas), la cultura alimentaria (comidas compartidas, libros de cocina) y los espacios alimentarios (una cooperativa, almejas) a través de perspectivas queer, marxistas, feministas y anticolonialistas.

Imágenes de la Queer Food Conference

Imágenes de la Queer Food Conference

 Instagram @queerfoodconference

Entre las actividades, se impulsó una ponencia con académicos y organizadores comunitarios queer con sede en la zona rural central de Washington, que discutieron sobre los proyectos de restaurantes emergentes dirigidos a una comunidad LGBTQ2IA+/SOGIE; una mesa redonda sobre la enseñanza de la comida queer a nivel universitario; o un taller de elaboración de chocolate artesanal Do It Queer Bean-to-Bar. También asistió John Birdsall, biógrafo del cocinero y escritor James Beard, que publicará el libro ¿Qué es la comida queer?  la próxima primavera. Para él, el término no se refiere a recetas o platos específicos, “sino a todo lo relacionado con esos platos, cómo llegaron a la mesa, quién los come, quién los sirve”.

Parece que había ganas de conversar sobre lo queer y su relación con la alimentación, ya que este no ha sido el único evento de la ciudad que ha puesto en el centro una comida que desafía lo binario y cualquier tipo de normatividad. El salón High Street Place, en pleno centro de Boston, asimismo, acogió el Big Queer Food Fest coincidiendo con la conferencia, donde se sirvieron “sopa de almejas gay” y “costillas pegajosas sáficas”.

La Dr. Alex Ketchum fue una de las invitadas a la conferencia

La Dr. Alex Ketchum fue una de las invitadas a la conferencia

 Instagram / @queerfoodconference

Y es que, pese a que aquí no se ha conversado demasiado sobre el tema, la comida queer ya ha protagonizado varios artículos de medios estadounidenses. En 2020, la revista Food and Wine exploraba el rol de la comida en las comunidades LGBTQ+ y  conversaba, por ejemplo, sobre cómo el escritor John Birdsall ha escrito sobre comida gay, documentando las contribuciones de autores de libros de cocina masculinos y observando “que la comida gay busca el placer”. 

La publicación americana BonAppetit también exponía en otro artículo que los chefs queer de hoy están reclamando su poder como nunca antes y que cada vez surgen más espacios donde lo queer y la comida confluyen, tanto restaurantes como cafés y clases de cocina. En España todavía no se habla demasiado del tema, pero parece que el gran interés que está generando la comida queer podría traspasar en poco tiempo las fronteras estadounidenses y extenderse al resto del mundo. 


BARCELONA

 

jueves, 16 de mayo de 2024

El auge de los superricos en Suecia, país famoso por los impuestos altos y la igualdad social

 


Konrad Bergström hizo su fortuna en negocios que incluían la venta de auriculares y parlantes.

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Suecia tiene fama mundial de defender los impuestos altos y la igualdad social, pero también se ha convertido en el lugar de moda en Europa para los superricos.

En la isla de Lidingö hay enormes villas de madera rojas y amarillas en lo alto de acantilados rocosos y mansiones blancas minimalistas con ventanales del suelo al techo.

Ubicado a menos de media hora en coche desde el centro de la ciudad de Estocolmo, este es uno de los barrios más ricos de Suecia.

Cuando el empresario Konrad Bergström enciende el interruptor de la luz de su bodega aparecen las 3.000 botellas que tiene guardadas allí.

"Burdeos francés, es lo que me encanta", dice, mostrando su brillante dentadura blanca.

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Más allá, hay una piscina exterior, un gimnasio tapizado con piel de reno y un taller convertido en discoteca, que incluye un enorme urinario de metal.

"Tengo muchos amigos músicos, por eso tocamos mucho", explica Bergström.

Obtuvo su dinero cofundando empresas, incluida una de auriculares y parlantes, y esta casa es una de las cuatro propiedades que posee en Suecia y España.

No es un estilo de vida que sorprende con un empresario exitoso, pero lo que podría asombrar a los observadores en todo el mundo es cuántas personas se han vuelto tan ricas como Bergström -o incluso más ricas- en Suecia, un país con reputación mundial por su política de izquierda.

Aunque actualmente está en el poder una coalición de derecha, durante la mayor parte del siglo pasado han estado al frente de la nación gobiernos liderados por socialdemócratas, elegidos con promesas de hacer crecer la economía de manera equitativa, con impuestos que financien un sólido estado de bienestar.

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La isla de Lidingö es el hogar de varios superricos de Suecia

Pero Suecia ha experimentado un auge de superricos durante las últimas tres décadas.

En 1996, había sólo 28 personas con un patrimonio neto de mil millones de coronas o más (alrededor de US$91 millones al tipo de cambio actual), según una lista de ricos publicada por la antigua revista de negocios sueca Veckans Affärer.

La mayoría de ellos procedían de familias que habían sido adineradas durante generaciones.

En 2021, había 542 "multimillonarios en coronas", según un análisis similar del diario Aftonbladet, y entre ellos poseían una riqueza equivalente al 70% del PIB del país, una medida del valor total de los bienes y servicios en la economía.

Suecia, con una población de sólo 10 millones, también tiene una de las proporciones más altas del mundo de "multimillonarios" per cápita.

Forbes incluyó a 43 suecos valorados en US$1.000 millones o más en su lista de ricos de 2024.

Eso equivale a alrededor de cuatro por millón de personas, en comparación con aproximadamente dos por millón en Estados Unidos (que tiene 813 multimillonarios -la mayor cantidad de cualquier nación- pero alberga a más de 342 millones de personas).

"Esto ha ocurrido de una manera tan sigilosa que uno no se da cuenta hasta después de que sucedió", dice Andreas Cervenka, periodista de Aftonbladet y autor del libro “Suecia avara”, en el que explora el constante ascenso de los superricos de Suecia.

"Pero en Estocolmo puedes ver la riqueza con tus propios ojos y el contraste entre la gente súper rica en algunas zonas de Estocolmo y la gente bastante pobre en otras partes".

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El periodista y autor Andreas Cervenka es un experto en los superricos de Suecia

Los unicornios

Una de las razones del ascenso de los nuevos superricos es la próspera escena tecnológica de Suecia.

El país tiene reputación de ser el Silicon Valley de Europa, ya que ha producido más de 40 empresas emergentes denominadas unicornio (compañías con un valor de más de US$1.000 millones de dólares) en las últimas dos décadas.

Aquí se fundaron Skype y Spotify, así como las empresas de juegos King y Mojang.

Las historias de éxito globales más recientes incluyen la nueva empresa de tecnología financiera Tink, que Visa adquirió por alrededor de US$2.000 millones durante la pandemia, la firma de atención médica Kry y la empresa de scooters eléctricos Voi.

En Epicenter, un espacio comunitario de oficinas compartidas con un atrio de cristal gigante, el veterano empresario Ola Ahlvarsson remonta este éxito a la década de 1990.

Dice que una devolución de impuestos sobre las computadoras domésticas en Suecia "nos conectó a a todos en internet mucho más rápido que en otros países".

Ahlvarsson, que también ha cofundado varias empresas, apunta a una fuerte "cultura de colaboración" en la escena de los emprendimientos, en la que empresarios consumados a menudo se convierten en modelos a seguir -y en inversores- de la próxima generación de empresas tecnológicas.

El tamaño de Suecia también lo convierte en un popular mercado de prueba. "Si quiere comprobar si funciona en un mercado más grande, puede probar cosas aquí, con un coste limitado y sin demasiado riesgo para su marca o para el precio de sus acciones", afirma Ahlvarsson.

Pero Cervenka sostiene que hay otra narrativa que merece más atención: las políticas monetarias que, según él, han ayudado a transformar el país en un paraíso para los súper ricos.

Suecia tuvo tasas de interés muy bajas desde principios de la década de 2010 hasta hace un par de años.

Esto hizo que pedir dinero prestado fuera barato, por lo que los suecos con efectivo de sobra a menudo optaban por invertir en propiedades o en inversiones de alto riesgo, como nuevas empresas tecnológicas, muchas de las cuales se dispararon en valor como resultado.

"Uno de los grandes factores que ha impulsado este enorme aumento de multimillonarios es que hemos tenido, durante varios años, una inflación bastante fuerte en el valor de los activos", dice Cervenka.

Aunque en Suecia las personas con mayores ingresos pagan más del 50% de sus entradas personales (una de las tasas más altas de Europa), el periodista sostiene que los sucesivos gobiernos (de derecha e izquierda) han ajustado algunos impuestos de una manera que favorece a los ricos.

El país eliminó los impuestos sobre la riqueza y la herencia en la década de 2000. Y las tasas impositivas sobre el dinero obtenido de las acciones y los pagos a los accionistas son mucho más bajas que los impuestos sobre los salarios.

La tasa del impuesto corporativo también ha caído de alrededor del 30% en la década de 1990 a alrededor del 20%, ligeramente por debajo del promedio europeo.

"No es necesario que te vayas de Suecia si hoy eres multimillonario. Y de hecho, algunos multimillonarios se están mudando aquí", dice Cervenka.

"Ni jet privado ni nada por el estilo"

De vuelta en la isla de Lidingö, Konrad Bergström coincide en que Suecia tiene "un sistema fiscal muy favorable para las empresas de construcción".

Sin embargo, dice que su riqueza tiene un impacto positivo porque sus negocios -y hogares- proporcionan empleo a otros.

"Tenemos una niñera, un jardinero y personal de limpieza... y eso también genera más puestos de trabajo. Así que no debemos olvidarnos de cómo estamos construyendo la sociedad".

Bergström señala que los empresarios y capitalistas de riesgo suecos adinerados también reinvierten cada vez más en los llamados emprendimientos "de impacto", que se centran en mejorar la sociedad o el medio ambiente.

En 2023, el 74% de toda la financiación de capital riesgo destinada a empresas emergentes suecas fue dirigida a empresas de impacto.

Se trata del porcentaje más alto de la UE y muy por encima de la media europea del 35%, según cifras de Dealroom, que recopila datos sobre empresas emergentes.

Quizás el inversor de impacto más destacado del país sea Niklas Adelberth, cofundador de la plataforma de pagos unicornio Klarna.

En 2017, utilizó US$130 millones de su fortuna para lanzar la Fundación Norrsken, una organización que apoya e invierte en compañías de impacto.

"No tengo las costumbres de los multimillonarios en términos de poseer un yate o un jet privado ni nada por el estilo", afirma Adelberth. "Esta es mi receta para la felicidad".

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El multimillonario Niklas Adelberth dice que no le interesan los yates ni los aviones privados

Pero otros argumentan que a Suecia le falta un debate público matizado sobre la riqueza de los multimillonarios, más allá de una dicotomía de bueno-malo sobre cómo los empresarios gastan sus fortunas.

Una investigación reciente de la Universidad de Örebro concluyó que la imagen mediática de los multimillonarios suecos es predominantemente positiva y sugirió que sus fortunas rara vez se explican en el contexto de las cambiantes políticas económicas de la nación.

"Mientras se considere que los superricos encarnan los ideales de la era neoliberal, como el trabajo duro, la toma de riesgos y una actitud empresarial, no se cuestiona la desigualdad detrás de esto", afirma el investigador de medios Axel Vikström.

Cervenka añade que los debates sobre el cobro de impuestos a los superricos no son tan pronunciados en Suecia como lo son en muchos otros países occidentales, como Estados Unidos.

"Es una especie de paradoja. Se podría pensar que, teniendo en cuenta nuestros antecedentes, el que se nos perciba como un país socialista, eso sería lo más importante", dice el autor.

"Creo que tiene que ver con [el hecho] de que más bien hemos adquirido una mentalidad de 'el ganador se lo lleva todo'”.

"O sea que, si juegas bien tus cartas, también puedes convertirte en multimillonario... Y creo que eso es un cambio bastante significativo en la mentalidad sueca".

La lista de ricos de Suecia también revela que la riqueza del país sigue concentrada en gran medida en manos de hombres blancos, a pesar de la gran población inmigrante del país y décadas de políticas que defienden la igualdad de género.

"Sí, es donde la gente puede crear nuevo dinero, crear nueva riqueza, pero todavía está muy cerrado y los estándares dobles son bastante altos en términos de quién financia las ideas", dice Lola Akinmade, novelista y empresaria nigeriano-sueca.

"Suecia es un país increíble que es líder en muchos sentidos, pero todavía hay mucha gente excluida del sistema".


  • Maddy Savage
  • Role,BBC News, Estocolmo