miércoles, 1 de mayo de 2024

ADIÓS AL FUTURE OF HUMANITY INSTITUTE: Los filósofos de Elon Musk echan el cierre en Oxford: "Hay algo más detrás"



Sede del Instituto del Futuro de la Humanidad en Oxford. (FHI)



Nick Bostrom y los suyos anuncian su disolución después de 19 años en activo, aunque las razones oficiales no convencen, sobre todo a Antonio Diéguez, filósofo español que les ha seguido de cerca





Se acabó: la humanidad se ha quedado sin futuro. Los grandes pensadores de nuestro tiempo, encargados de garantizar la supervivencia de nuestra especie en las próximas décadas (¡o siglos!), como vienen a ser los largoplacistas radicales y los altruistas eficaces se han quedado sin su mayor referente académico, el prestigioso Instituto para el Futuro de la Humanidad (FHI, por sus siglas en inglés) de la Universidad de Oxford. Estas corrientes filosóficas relacionadas con la lógica, la moral y, sobre todo, con la tecnología, han sido muy alabadas por los amos de la industria de la inteligencia artificial, la robótica o la exploración espacial, como Elon Musk o el rey caído de las criptomonedas Sam Bankman-Fried, el joven de tan solo 32 años que fundó un gran imperio para luego ser condenado a 25 años de prisión por fraude en Estados Unidos.

Todos ellos seguro que han lamentado (o se han alegrado, el tiempo lo dirá) del cese de actividad del FHI, dirigido por Nick Bostrom, el filósofo que desde hace veinte años empezó a hablar de riesgos existenciales y a lanzar hipótesis de que todos vivimos en una simulación informática, y que luego las mentes más brillantes de Silicon Valley asimilaron, dando lugar a una cultura tecnooptimista que llevó sus presupuestos lógicos, éticos y políticos hasta extremos insospechados, en algunos casos delirantes, como el ya mencionado largoplacismo radical, representado por uno de los discípulos de Bostrom, el joven William MacAskill.

Fue el propio Bostrom quien atribuyó a meras razones burocráticas la disolución del grupo. "Es la culminación de un proceso que ha durado varios años", explicó en declaraciones recogidas por el rotativo The Guardian. "Con el tiempo, la presión por conformarnos formalmente como grupo empezó a aplastarnos (estábamos alojados administrativamente en la Facultad de Filosofía, incluso cuando la mayoría de nuestro equipo de investigación en aquella época no eran filósofos) y hubo una muerte por burocracia". Sin embargo, como opina el filósofo español Antonio Diéguez, especialista en transhumanismo y literalmente vecino de este famoso grupo de estudios británico, todo indica a que "hay algo más detrás".


"Eran personas muy influyentes que atraían mucho dinero. Hay muchas cosas que nunca llegaremos a saber, al menos de forma oficial"

"Fue una enorme sorpresa, para mí y para todos los que les seguimos y conocemos", afirma, en conversación telefónica con este diario. "Yo he ido un par de veces a Oxford, en concreto al Centro Uahiro por la Ética Práctica, que está en el mismo edificio que el Instituto del Futuro de la Humanidad. Ellos estaban en el piso de abajo. Una vez fui a hacer una entrevista a Anders Sandberg, discípulo de Bostrom. Eso fue hace un año, y supuse que les iba francamente bien, a nivel económico y de influencia, eran bastante poderosos desde el punto de vista filosófico y empresarial, por eso me ha sorprendido mucho la noticia. Eran personas muy influyentes que atraían mucho dinero. Hay muchas cosas que nunca llegaremos a saber, al menos de forma oficial".

Curiosamente, la disolución del FHI coincide casi en el tiempo con el lanzamiento del nuevo libro de Bostrom, titulado Deep Utopia: Life and Meaning in a Solved World, que sin duda parece ser el culmen de sus reflexiones filosóficas durante las dos décadas de vida del instituto. Las dos mayores aportaciones en el mundo de las ideas del grupo se pueden resumir en dos conceptos: el largoplacismo radical, del cual hablamos ampliamente en un artículo, y el altruismo eficaz (conocido por sus siglas EA), el cual ha sufrido una campaña de descrédito en medios de comunicación tras la ya comentada caída en desgracia de uno de sus mayores adalides, Sam Bankman-Fried y la demostración de que muchas de las asociaciones vinculadas al desarrollo de sus principios operaron de manera fallida, como las agencias de altruismo eficaz que evalúan las donaciones privadas.

Nos preguntamos si esta merma reputacional ha supuesto el cierre del FHI, pero Diéguez lo duda. "Es muy posible que no estuvieran muy contentos con ciertas ideas sobre ellos que se estaban difundiendo", asume el profesor, quien también ha colaborado en varias ocasiones con este periódico. "Pero en realidad en Oxford surgen ideas mucho más polémicas y atrevidas que las del Instituto del Futuro de la Humanidad. Promover debates arriesgados es parte de la intención de las universidades de élite, da igual lo polémicos que sean".


Defensores de una eugenesia "liberal"

Otro de los mayores descréditos fue un mail que envió Bostrom siendo adolescente en el que reconocía que "los negros son más estúpidos que los blancos"; un mensaje que podría pasar por una payasada racista sin maldad de no ser por venir de alguien que años más tarde acabaría alentando debates sobre la eugenesia o el hipotético perfeccionamiento de la especie humana a partir de la manipulación genética de alta tecnología. Un tema sobre el que precisamente está investigando Diéguez.


"Encontrarán salidas, porque tienen mucho prestigio dentro y fuera de Oxford. Se está hablando de un instituto similar en Suecia"


"Ellos son partidarios de una eugenesia liberal, que se distingue de la vieja eugenesia porque no viene impuesta desde el poder político o desde un gobierno", explica el profesor, quien se encuentra actualmente investigando en los aspectos no solo bioéticos de este tipo de tecnologías, sino también biopolíticos. "La eugenesia liberal postula que los padres son libres de elegir qué fenotipo quieren darle a sus hijos, lo que se traduce en una serie de cualidades respecto a los demás".

Si algo distingue a este grupo de filósofos es la reivindicación de la libertad individual a expensas del resto de factores morales o éticos, lo que puede acercarles al credo anarcocapitalista del que tanto hacen gala algunos grandes empresarios del ámbito tecnológico. "Sería como en la película Gattaca, ¿no?", asume Diéguez. "Si solo un pequeño y selecto grupo social puede permitirse cierto tipo de alta tecnología para perfeccionar sus habilidades y las de sus congéneres, ¿qué sucede con esa otra gran parte de la población que no pueden acceder a ese tipo de herramientas de perfeccionamiento humano?".


Un 'futuro' cargado de futuro

El hecho de que el FHI haya cesado su actividad no quiere decir que de ahora en adelante no vayan a realizarse estudios que amplíen o desarrollen sus líneas de investigación. "Ellos querían tener influencia en el mundo empresarial y la consiguieron, pero están muy ligados a la actividad académica y así lo estarán", opina Diéguez. "Encontrarán salidas, porque tienen mucho prestigio dentro y fuera de Oxford. Se está hablando de un instituto similar en Suecia".

Sea como sea, el tecnooptimismo cuenta con un gran desarrollo dentro de las élites filosóficas y empresariales. Diéguez sigue sin encontrar una explicación factible a la disolución del grupo, pero el impacto de sus ideas y de las cabezas que las pensaron seguirá creando debates urgentes en la sociedad, sobre todo en todo lo relacionado con el uso de la inteligencia artificial y los conflictos que planteará a la hora de combatir la desinformación. "En el futuro, habrá que instaurar una especie de pruebas de verificación básicas para que el ciudadano sepa distinguir qué es una noticia verdadera de un deepfake hecho con inteligencia artificial", vaticina el filósofo. A Bostrom y a los suyos les queda mucho camino por delante, al igual que las personas que quieran refutar sus planteamientos.