Vagón piano bar. LLeva el nombre de la Marca, una planta que sobrevive a 4.500 metros.
La joya de los trenes Belmond dio sus primeros pasos en Australia antes de ser llevado en barco hasta Perú. Ahora el Andean Explorer recorre el Altiplano con un vagón spa, otro panorámico, dos restaurantes... Alcanza los 4.330 metros de altitud y no viaja de noche para que sus nada más que 48 pasajeros no se pierdan ni una vista
Picaporte de la puerta del aseo de una de las cabinas. Todas ellas tienen su propio cuarto de baño.
El lugar de los encuentros, de los pisco sours, de contar las anécdotas del día, de hacer las fotos de grupo, de hablar de la procedencia de unos y otros es el último vagón. El pequeño vagón panorámico. Conviene abrigarse, está abierto por los lados y a la espalda, y lo cierto es que entra algo de frío a 4.000 metros de altitud, pero aquí, este paisaje a veces lunático y siempre indómito se cuela en el tren como en ningún otro rincón del lujoso expreso de los Andes. También es el sitio de los selfies y de pensar en soledad mientras la locomotora avanza por las llanuras andinas y nos adentramos en paisaje y paisanaje, y vamos poniendo matices.
Es curiosa la especial camaradería que se desarrolla en este tipo de viaje. Al llegar, todos somos extraños en tierras extrañas de Cuzco, el lago Titicaca, el cañón del Colca... Sólo tres días después es como si formáramos parte de una misma familia y estas tierras parte de nuestra existencia. Viajan 48 pasajeros como máximo y 50 tripulantes. Entre los primeros, unos cuantos norteamericanos e ingleses. Los segundos, peruanos de aquí y de allá: Lima, Piura, Arequipa, Puno, Cuzco... La edad media de los viajeros es ligeramente inferior a la de los del célebre Venice Simplon Orient Express, de la misma compañía. Fue este el primer tren del grupo fundado por Jim Sherwood, quien rescató viejos vagones de los desguaces y lo reflotó en los años 80. Su imperio ha ido creciendo con hoteles emblemáticos, como los italianos Cipriani, Villa San Michele o Splendido y los repartidos en otras latitudes, desde el Copacabana Palace, de Río de Janeiro, al Gran Hotel Europa, de San Petersburgo, o La Residencia, en Mallorca. En estos años ha ido ampliando también su oferta de lujosos trenes y barcos.
Perú es un país fundamental para el grupo. La compañía llegó al país andino en 1999 gracias a una gestión del embajador peruano en Londres, cuando Fujimori entendió que el turismo de lujo podía desempeñar un papel importante en la recuperación económica del país. Y Sherwood vio la oportunidad. "En aquel entonces, Perú era un gran desconocido. En términos turísticos sólo existía Machu Picchu", señala Laurent Carraset, responsable de Belmond en Sudamérica. Dos décadas después de la gestión del diplomático peruano, la compañía del veterano y visionario Sherwood es el referente indiscutido en el turismo de lujo en el país. En sus manos está la gestión de seis hoteles de referencia en Cuzco, Lima, Machu Picchu y Valle Sagrado, y del famoso tren Hiram Bingham. La inauguración hace ahora un año del Andean Explorer es la guinda perfecta de una oferta sin competencia en el país y el primer tren de lujo nocturno en toda Sudamérica.
Cabina con cama doble. Las hay también con dos camas individuales o con literas.
Segunda vida
El Andean tiene su propia historia. Fabricado en Townsville (Australia) en 1994, operó entre 1999 y 2003 la ruta entre Kuranda y Sydney. Su escasa rentabilidad fue el motivo del cese de las operaciones. En 2016 llegó a Perú, tras un costoso y complejo viaje de tres meses en barco hasta arribar al puerto de Matarani, cerca de Arequipa. Se adaptaron los rieles y la carrocería de madera a las nuevas condiciones climáticas y de altura. También se redecoró, manteniendo los elementos tradicionales pero añadiendo algunos toques locales. "La idea era diseñar un lugar para pensar y soñar, un espacio respetuoso al mismo tiempo con la belleza del paisaje", explica la diseñadora Inge Moore, responsable de un proyecto donde no faltan alpacas, piezas de artesanía local y esos coloridos tejidos locales que siempre sorprenden al visitante en lugares como Cuzco. El leit motiv es la chacana, o cruz andina, uno de los símbolos del imperio incaico, emblema oficial del Belmond Andean Explorer, y que veremos en uniformes, vajillas, toallas...
El Andean Explorer, el tren que recorrer los paisajes andinos.
Son en total 16 vagones los que serpentean a más de 3.000 metros, lo que le convierte en uno de los trenes más altos del mundo. Médico a bordo, por cierto, para aquellos que teman el soroche. Y todas las comodidades, incluidos un vagón spa, de nombre Picaflor, donde recibir masajes y tratamientos con un toque tradicional peruano. Se trata del segundo vagón spa de Belmond, pues el Belmond Royal Scotland también cuenta con uno similar. Sus trenes han ido añadiendo nuevos niveles de confort, su célebre Venice Simplon Orient-Express inauguró meses atrás tres nuevas y lujosas cabinas. Las de su pariente peruano pueden ser cabinas con camas dobles, individuales y con literas, cada una con su propio cuarto de baño y ducha. Cada vagón lleva un nombre alusivo a la flora o fauna de la región: Cantuta, Capulí, Chilca, Tara, Ichu... Llama y Muña son los vagones restaurantes, con platos frescos e ingredientes locales y menús diseñados por los chefs del Belmond Hotel Monasterio de Cuzco.
A diferencia del Orient Express, el Andean no circula por la noche, en parte para garantizar el mejor descanso de sus pasajeros, en parte para no perder nada de estos parajes extraordinarios. En algunos tramos curvos, se puede observar como sus elegantes vagones bicolor -azul y marfil- se van comiendo el paisaje. Un paisaje que llama la atención por su variedad y que nos sorprenderá con criaturas y momentos inolvidables: alpacas, llamas, vicuñas, cóndores, aldeas remotas, islas que flotan...
La Raya es el punto más alto de la ruta, a 4.338 metros. Es un lugar frío y remoto desde el que observar las nieves de los Andes, donde nacen los ríos que van a Cuzco, dando origen al Amazonas y los que van a Puno y terminarán en el lago Titicaca. Un paisaje que se asemeja a Islandia, en nada similar al cañón del Colca, imponente unión de montañas y depresiones, llamado con razón Valle de las Maravillas por Mario Vargas Llosa. Cuentan las leyendas que allí se unen el río y el cielo, el sol y la luna. Hay algo mágico en el ambiente.
Una de las habitaciones del tren. Sólo circula de día para que los pasajeros no se pierdan ningún paraje.
Hay mucho más Perú que Machu Picchu, no cabe ya ninguna duda a estas alturas del viaje. "Ahora estamos descubriendo la magia del lugar, la mística de las ciudades y paisajes andinos", me comenta el prestigioso chef limeño Virgilio Martínez, al que me encuentro por casualidad cuando escribo estas líneas en Hong-Kong, donde he venido a hacer un reportaje y él inaugura un restaurante este mes de septiembre, el primero en Asia. "¿Y cómo se llama el nuevo proyecto?", le inquiero entre estos rascacielos, a miles de kilómetros de nuestros respectivos países. "Ichu", me responde. Ichu: pasto del altiplano andino. Precisamente el nombre del vagón de observación del Andean Explorer. Vaya, no sólo descubro lamagia andina, creo que voy a empezar a creer en ella.
De Cuzco a Titicaca
Uno de los paisajes naturales que se pueden apreciar desde el Andean Explorer.
Hay cuatro posibles itinerarios de diferente duración (desde 550 euros). Peruvian Highlands es el más extenso, tres días y dos noches entre Cuzco, Puno y Arequipa. Si la ruta escogida es la Andean Plains & Islands of Discovery el punto de partida será Arequipa hasta llegar a Maranganí, en Cuzco. La tercera ruta, Spirit of the Water, es una escapada nocturna de dos días desde Cuzco por las llanuras de los Andes, pasando por la montaña de La Raya y llegando al Lago Titicaca. La última de las opciones es Spirit of the Andes, desde Puno, Lago Titicaca, hasta Cuzco en dos días y una noche en la que se visita el distrito de Cusipata.
Vicky Vilches
Actualizado: 05/10/2018 09:55 horas
http://www.expansion.com/fueradeserie/viajes/2018/10/05/5b98df34268e3ef03a8b458f.html
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