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Mercado de solteros en Chongqing.
(Fran Sánchez Becerril)
Aunque la ciudad de Chongqing sea más conocida por el metro que atraviesa uno de sus rascacielos, también se puede asistir a este espectáculo tradicional de emparejamiento
Son las once de la mañana de un sábado veraniego en Chongqing y un parque cercano al Monumento a la Liberación del Pueblo (Jiefangbei, en chino), en pleno centro de la ciudad china, está a rebosar. No es una protesta, ni una clase colectiva de tai chi. Aunque la megalópolis es más conocida por su metro que atraviesa un edificio, estamos en el corazón de otra curiosidad del país asiático: el mercado de solteros.
El parque construido a varias alturas, como toda la ciudad, está albergando un ritual social semanal tan fascinante como desconcertante donde los propios interesados, padres, madres y hasta abuelas exponen a sus hijos como si fueran perfiles de una app de citas, aunque en este caso en papel.
A nuestro alrededor, centenares de personas pasean entre carteles plastificados colgados en cuerdas o directamente tirados en el suelo. La mayoría de ellos incluyen una fotografía, edad, altura, peso, nivel de estudios, sueldo, signo zodiacal y estado civil. En algunos casos incluso hay bonus track: si el interesado tiene coche, piso o expectativas de ascenso laboral.
"Soy varón, nacido en 1985, buey, mi altura es de 178 cm, peso 85 kilos, estoy divorciado, graduado universitario, con un rango salarial cercano a los 350.000 yuanes, poseo dos empresas, dos apartamentos y un Mercedes-Benz", reza uno de los carteles.
También hay simples portafolios, fotografías enmarcadas y hasta hojas manuscritas donde se describen las virtudes de jóvenes candidatos al matrimonio. Todos ellos con un código numérico o un QR con el que identificar al ofertado para ponerse en contacto con ellos.
Aunque la mayoría sean simples folios desprotegidos para tener una primera impresión, como si de Tinder se tratara, también hay familiares que sostienen las ofertas de sus hijos y los venden a los interesados. Este último es el caso de una madre que anuncia a su hijo nacido en 1998, cuyo signo es tigre, tiene un título universitario e “ingresos laborales de 5.000 yuanes”.
La amplia mayoría de ofertas que se pueden leer son de hombres jóvenes, aunque también aparecen algunas de mujeres.
Chongqing, una de las mayores megalópolis de China, hierve de contradicciones. A pocas calles del skyline futurista, este parque ofrece un viaje antropológico a la tradición, al papel de la familia y a la presión social que aún impera sobre los jóvenes solteros. Lo curioso es que muchos de ellos ni siquiera saben que sus datos circulan por este mercado.
La autoventa de los más mayores
Aunque en menor medida, también es posible encontrar a solteros que se ofertan a sí mismos cartel en mano, como es el caso del Sr. Liu, que se describe como “experto en masajes de medicina china, alegre, vital y saludable”. Este hombre de 1979 busca “una dama nacida en 1983, 1987 o 1990”. Años elegidos porque su signo zodiacal, la cabra, es compatible con los de esos años: el cerdo, el conejo y el caballo, respectivamente.
En una escalera, se sientan señoras más talluditas que parecen ofertarse a sí mismas mientras sonríen a los turistas occidentales que pasa por allí. Con mucha efusividad, señalan el cartel que sostienen e intentan interactuar, sin mucho éxito, por la barrera idiomática.
El espectáculo es hipnótico en este parque situado entre las calles Minzu y Wusi. Todo el mercado parece estructurado como un tablón de anuncios humano, sostenido por los nervios (y la esperanza) de una generación que no está presente físicamente. A menudo, los protagonistas del deseo matrimonial ni siquiera están allí.