domingo, 7 de abril de 2019

De utopía a distopía, ¿qué le está pasando a Internet?



Las nuevas herramientas tecnológicas han cambiado la comunicación política, para bien o para mal


En 1992, Bill Clinton fue el primer político en utilizar el correo electrónico para comunicarse con los votantes. En las elecciones presidenciales de 2008, por primera vez, la red superó a los periódicos como segunda fuente de información política (después de la televisión) y, sobre todo, le dio a Barack Obama dos tercios de los más de 750 millones de dólares recaudados para su campaña.
La del ex presidente estadounidense y, dos años antes, de la entonces candidata socialista a la presidencia de la República Francesa, Ségolène Royal, fueron las primeras campañas electorales jugadas en las redes sociales. Hoy, según un estudio realizado por Burson-Marsteller, el 97% de los 193 países miembros de las Naciones Unidas tiene una presencia oficial en las redes sociales.

El 97% de de los 193 países miembros de las Naciones Unidas tiene una presencia oficial en las redes sociales


La red tuvo un papel fundamental en la promoción y organización de grandes movilizaciones ciudadanas, como aquellas contra la guerra en 2003. A raíz de esas experiencias, nacieron verdaderos partidos, que veían en Internet la herramienta ideal para expandir la democracia desde abajo: el Partido Pirata en el norte de Europa, el Tea Party en los Estados Unidos y el Movimiento Cinco Estrellas en Italia.
De alguna manera, Podemos también cosechó los frutos del movimiento 15-M, que convirtió el hashtag en su principal instrumento de convocatoria. En el mismo período, 2011, las redes sociales se utilizaron durante los días más tensos de la primavera árabe, para anunciar manifestaciones, recaudar fondos o publicar vídeos para denunciar la brutalidad de la represión.

En las elecciones presidenciales de 2008, por primera vez, la red superó a los periódicos como segunda fuente de información política


Solo unos pocos años más tarde, en la era de @realDonaldTrump, de la brutal propaganda de organizaciones como Dáesh, de los escándalos de Facebook, de las ‘fake news’ y los mitológicos hackers rusos, la inocencia y el entusiasmo de los primeros quince años delWorld Wide Web parecen perdidos. Hace pocos días, su inventor, el ingeniero Tim Berners-Lee, admitió con dolor que el Internet que tenemos no es el que él tenía previsto crear.
Tanto es el grado de saturación percibido que la desconexión digital empieza a ser tendencia incluso entre los líderes de Silicon Valley. Más allá de un evidente esnobismo de élite, el problema del exceso informativo y sobreuso, o mal uso, de las herramientas tecnológicas existe. Así como de unas expectativas exageradas destinadas a fracasar y a generar decepción y rechazo.
After many years (decades), Mexico is apprehending large numbers of people at their Southern Border, mostly from Guatemala, Honduras and El Salvador. They have ALL been taking U.S. money for years, and doing ABSOLUTELY NOTHING for us, just like the Democrats in Congress!

Cuando pensamos en Internet como un excepcional ‘virus de la libertad’, tendemos a olvidar que la red nunca ha sido una pradera salvaje, sino un espacio regulado por organismos técnicos, privados y gubernamentales. Siempre con la huella dominante de los Estados Unidos. En particular, del Pentágono, que creó la red de redes y la guardó celosamente, hasta convertirla, después del final de la Guerra Fría, en una herramienta útil a la globalización Made in USA.
La idea libertaria y universalista de la red quizás haya muerto definitivamente tras las revelaciones de Edward Snowden. Como avisa Julio César Herrero, director de CESCOMPOL (Centro de Estudios Superiores en Comunicación y Marketing Político): “Por prudencia conviene no fascinarse nunca con las cosas. No deberíamos ni sacralizar, ni considerar Internet y las redes sociales herramientas que destruyen los procesos electorales y democráticos.Las redes pueden ser utilizadas bien o mal”.

“Las redes pueden ser utilizadas bien o mal


Desde luego, son muchos los casos en que la red no ha significado democracia. En China o Singapur, por ejemplo, ha sido utilizada por los gobiernos tanto para el desarrollo económico como para el ejercicio de la autoridad y el control. Internet cambiará China, profetizó Bill Gates hace unos años. Hasta ahora, sin embargo, ha ocurrido lo contrario: ha sido el gobierno de Beijing quién ha cambiado Internet.
Cuando el Kremlin obligó a Pavel Durov, creador de la red social rusa, Vkontakte, a entregarle el control de su criatura, el que más tarde fundaría Telegram, probablemente la plataforma más libertaria entre las disponibles actualmente, dijo: “Rusia es incompatible con Internet”. Tal vez estaba equivocado, porque Internet y democracia no son sinónimos y su conexión no es tan inmediata y exclusiva, depende de quién y cómo se use.

“Rusia es incompatible con Internet”


No hay duda de que Internet ha ofrecido una barrera de participación frente a la deriva de indiferencia e insatisfacción, debida a la pérdida de interés y confianza en la política. Sin embargo, aún no está claro si realmente ayudó a formar nuevas pasiones y opiniones o simplemente fortaleció las que ya existían en personas motivadas anteriormente.
Como observa el periodista venezolano Moisés Naim en su libro ‘El fin del Poder’: “Es innegable que Internet, las redes sociales y otras herramientas están transformando la política, el activismo, la economía y, por supuesto, el poder. Pero ese papel, importante, se exagera y malinterpreta con demasiada frecuencia. Las nuevas tecnologías de la información son eso, herramientas, que para causar efecto necesitan unos usuarios que, a su vez, tienen objetivos, dirección y motivación”.

El papel de las redes sociales es importante, pero se exagera y malinterpreta con demasiada frecuencia”


El riesgo es de “predicar a los conversos”, como escribe la politóloga Pippa Norris, en una ‘burbuja de filtros’ donde todos ya piensan igual. Es una trampa en la que a menudo caen incluso los medios de comunicación, incapaces de interpretar a la sociedad más allá de sus referencias culturales. Véase la elección de Donald Trump, imprevista y considerada imposible por los grandes periódicos estadounidenses. La red solo registra y amplifica fenómenos ya presentes en la sociedad.
Obviamente, la eficacia de la actividad política en línea se ve afectada ante todo por el nivel de digitalización y por las variables internas de cada país. “Es cierto que en España el uso político de Internet llega con algo de retraso, pero ahora las redes se usan con bastante más criterio y de manera más provechosa, también para establecer hacia dónde se tiene que dirigir la propaganda”, asegura el profesor Herrero.

Existe el riesgo de predicar a los conversos”



Si la red no crea los hechos, puede que sí modifique en parte su forma. Y a veces la forma es sustancia. Muchas de las herramientas utilizadas en la nueva dialéctica política provienen del mundo del comercio y la publicidad. El efecto es una redefinición de los códigos lingüísticos y comunicativos, como ya sucedió con el advenimiento de la televisión, a partir del debate electoral entre John F. Kennedy y Richard Nixon en 1960.
La televisión obligó a la política a seguir el ritmo y el lenguaje del medio, personalizando los contrastes entre los partidos, acelerando y seleccionando las declaraciones, proponiendo imágenes seductoras e intentando que cada evento fuera espectacular. Las redes sociales, cada una con sus diferencias específicas, han acentuado y distribuido entre muchas más personas, y más allá del ámbito político, este mismo código.
“La necesidad de adaptarse a un nuevo medio obliga a cambiar el discurso, para que este sea útil y efectivo. En el caso de las redes sociales, no sé si causarán una deriva simplista en general, pero es cierto que los políticos se han sabido adaptar rápidamente a las nuevas exigencias y oportunidades, unos mejor que otros”, explica Herrero.
La comunicación desintermediada ofrece muchas ventajas para involucrar a la audiencia, especialmente en un período en el que lo que más falta es el tiempo. Por esto y por su propia naturaleza tiende a simplificar los conceptos. Desafortunadamente, las respuestas simples, aunque quizás provoquen cierta felicidad, a menudo son incorrectas, pese a lo que diga la navaja de Ockham.

“La necesidad de adaptarse a un nuevo medio obliga a cambiar el discurso político”




No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.