sábado, 8 de diciembre de 2018

El fin del sexo reproductivo: llega la técnica que permitirá tener hijos sin la intervención del varón




MIGUEL ÁNGEL MARTÍN


Una investigación japonesa ha creado células germinales humanas a partir de sangre de mujer, de modo que quienes tengan útero podrán reproducirse sin necesidad de un varón


«En lugar de en una cama, en el asiento trasero de un coche o bajo un letrero de no pisar la hierba, los niños serán concebidos en clínicas». El deseo y el sudor sustituidos por la frialdad del laboratorio y las batas blancas. Así ve un futuro no tan lejano Henry T. Greely, profesor de Derecho de la Universidad de Stanford, experto en bioética y autor del libro The End of Sex and the Future of Human Reproduction (2016).

¿El fin del sexo con fines reproductivos? Probablemente, sí.

El polémico caso del científico chino He Jiankui y sus presuntos bebés modificados genéticamente ha vuelto a poner sobre la mesa el estado de estas prácticas en todo el mundo. Aunque haya detenido sus experimentos, todavía en entredicho, la noticia ha coincidido en el tiempo con la intención del gobierno japónés de aprobar, a principios de 2019, un borrador de ley elaborado por expertos que no sólo permitirá la edición genética en embriones con fines científicos (no destinados a la reproducción), sino que la incentivará.

Japón no pretende seguir los pasos de China, Reino Unido y EEUU, países en los que está permitida la manipulación genética de embriones con fines científicos, previa autorización por parte de diversos comités, sino adelantarlos por la derecha. Si finalmente sale adelante en el parlamento japonés, la ley plantea que los investigadores no necesitarán la aprobación gubernamental para llevar a cabo modificaciones en el ADN embrionario.

La polvareda mediática por el caso Jiankui ha eclipsado otra investigación, también japonesa, que plantea una revolución en la reproducción asistida que evita la edición genética. El avance, publicado en la revista Science en septiembre, lo ha realizado un equipo liderado por el biólogo Mitinori Saitou, que ha conseguido crear células germinales humanas, el estadio anterior a un óvulo, a partir de células de la sangre de una mujer.

LA GAMETOGÉNESIS PUEDE ABARATAR LOS PROCESOS DE FECUNDACIÓN IN VITRO, PORQUE NO HABRÍA QUE ESTAR CRIOPRESERVANDO O RECURRIR A DONANTES. CON HACER UNA PEQUEÑA BIOPSIA DE PIEL O EXTRAER SANGRE BASTARÍA.

Carlos Simón, catedrático de Obstetricia y Ginecología

Todavía no se ha llegado a obtener un óvulo maduro, preparado para ser fertilizado in vitro, pero hay otros ensayos clínicos con ratones que sí han logrado células reproductoras completas. El resultado es una adorable camada de pequeños ratoncitos provenientes de células de la cola de dos ratones adultos. Lo que plantea la gametogénesis in vitro, que así se llama el proceso, es llevar la magia de la reproducción a una placa de Petri sin donación de óvulos ni de esperma.

Uno de los escenarios más extremos, si finalmente la gametogénesis in vitro llega a convertirse en una realidad, es el de un planeta en el que el hombre ya no sea necesario para la reproducción. Si ambos gametos, masculino y femenino, pueden ser obtenidos a partir de células de la piel o de la sangre, el género masculino en su totalidad sería prescindible. Lo que sigue siendo indispensable para la reproducción humana es la implantación del embrión y el útero de la mujer... de momento. Un útero artificial para ayudar al desarrollo de niños prematuros ya es una realidad, ¿llegará el día en que pueda gestar un embrión desde el principio? «Es posible», señala Henry T. Greely, «aunque yo diría que es una hipótesis lejana en el tiempo. Este órgano externo podría crearse a partir de células madre y estar conectado a máquinas que le proporcionen oxígeno, nutrientes y sangre con los niveles correctos de hormonas».

Greely lleva años estudiando las posibles alteraciones sociales, legales y éticas de unos avances de semejante magnitud. Lo primero es tener un marco temporal: «Yo diría que pasarán entre 15 y 30 años antes de que se apruebe su uso clínico, ya que garantizar que el proceso sea seguro para los bebés resultantes requerirá un estudio sustancial».

Carlos Simón, catedrático de Obstetricia y Ginecología de la Universidad de Valencia y director científico de Igenomix, empresa española pionera en genética reproductiva, se muestra de acuerdo: «Es cuestión de tiempo y de mucho trabajo, comprobaciones y análisis. Estamos hablando de un tema muy delicado, hay que asegurarse de que no haya ninguna posibilidad de que algo salga mal, pero tiene un potencial enorme. La gametogénesis puede abaratar los procesos de fecundación in vitro, porque ya no habría que estar criopreservando o recurrir a donantes. Con hacer una pequeña biopsia de la piel o extraer sangre bastaría»".

Los posibles beneficiados serían, según Greely, «aquellas parejas que quieren tener hijos con su propia carga genética pero no pueden por enfermedad o problemas congénitos. También es plausible que el proceso pueda invertir el reloj biológico y permitir que mujeres de 45, 50 o 60 años produzcan sus propios óvulos viables». Un tercer uso, todavía por explorar, podría «tratar de convertir las células de la piel de hombres en óvulos y células de la piel de mujeres en esperma». Es decir, que parejas homosexuales puedan tener hijos con carga genética de los dos, o incluso que de las células de una sola persona se obtengan gametos tanto masculinos como femeninos.

Y así llegamos al que ambos consideran como el uso más extendido, el de «parejas fértiles que preferirán usar esta técnica para hacer muchos embriones, digamos 100, y luego usar el diagnóstico genético preimplantacional (DGP) para saber los rasgos genéticos de cualquier hijo resultante y elegir el que prefieran». Y es aquí donde nos topamos con lo que podría parecer una distopía, a medio camino entre Gattaca y Un mundo feliz: saltarse la lotería genética para ofrecer bebés a la carta, seleccionados por sus potenciales características físicas y/o intelectuales.

Para comprender los obstáculos éticos y morales de la gametogénesis in vitro también contamos en este debate a tres bandas con la participación de Federico de Montalvo, presidente del Comité de Bioética de España y miembro del Comité de Bioética de la UNESCO, donde actualmente trabaja en un informe sobre nuevas formas de paternidad y maternidad. «Esto abriría muchas posibilidades, un campo enorme en el terreno de la infertilidad», admite. «Pero también supondría que ya no es necesario el sexo para tener hijos».

La gametogénesis se suma a otras técnicas polémicas, como la donación mitocondrial (reproducción asistida con ADN de tres progenitores) o la gestación subrogada. Los tres plantean cómo la ciencia puede transformar un concepto cultural con miles de años de tradición: que madre no hay más que una (Mater sempre certa est), uno de los hechos biológicos más evidentes desde los inicios de la humanidad. «La reproducción humana y toda la investigación vinculada a ella es una de las áreas que más está cambiando nuestra sociedad, aunque no nos demos cuenta», señala.

El fin, permitir la paternidad de personas que no pueden tener hijos usando para ello sus propias células, puede ser plausible. Pero, ¿cuáles serían los medios para conseguirlo? «El problema con estas cosas no suele estar tanto en el uso principal, que es positivo, sino en los usos secundarios o no previstos. En todo lo que es selección embrionaria, el debate que se plantea es dónde está la frontera entre editar una enfermedad, como el Huntington, y el mejoramiento. ¿Hasta dónde podemos llegar eliminando embriones? ¿De qué objetivo estamos hablando? Si lo que buscamos es una supuesta perfección, entramos en terreno peligroso». Esta técnica abriría la puerta a casos extremos, como señaló el experto en bioética Ronald Green en la NPR: «Una mujer que quiera tener un hijo con George Clooney podría recurrir al peluquero del actor para comprarle sus folículos. Éste podría incluso venderlos online. De pronto podríamos tener una progenie muy numerosa de descendientes de George Clooney sin su consentimiento».

Hacen falta más George Clooneys en el mundo, qué duda cabe, pero probablemente a él no le haría ni puñetera gracia.

Y aquí es donde entraría en juego un desafiante marco legal especialmente complejo, todavía por desarrollar, en el que la eugenesia sobrevuela peligrosamente. «Esta técnica nos ofrecería muchas alternativas, pero la gente transforma automáticamente esas posibilidades en derechos. Y eso depende, porque afecta a terceros y a una herencia genética. Ahí está el gran dilema», concluye.

En el mejor de los casos, la gametogénesis in vitro ahorrará a miles de mujeres el sufrimiento de someterse a carísimos y no siempre exitosos tratamientos, prevendrá enfermedades, reducirá costes de atención sanitaria y dará a las familias no tradicionales nuevas oportun idades de tener hijos. En el peor, aumentará las diferencias entre países ricos y pobres, hará disminuir aún más la tasa de adopción, desincentivará la investigación de enfermedades raras y promoverá un nuevo tipo de gestación subrogada.

De momento, en España este tipo de prácticas serían ilegales, ya que la Ley de Reproducción Asistida de 2006, la Ley de Investigación Biomédica de 2007 y el Convenio de Oviedo firmado en 1997 prohíben expresamente que los embriones humanos sean usados en investigación. Pero, como todo lo relativo a la ciencia, es sólo cuestión de tiempo y muchas pruebas. La fecundación in vitro se consideraba hace 40 años como algo contra natura y hasta peligroso para el futuro de la raza humana. Hoy, España es líder europeo en reproducción asistida.

Carlos Simón espera que no tardemos mucho en dar el paso definitivo, siempre desde el rigor científico, porque «lo que ahora ocurre es que Dios o la naturaleza, me da igual en lo que creas, actúa de manera aleatoria en muchos casos, lo que supone que siguen naciendo niños con cardiopatías severas, malformaciones o enfermedades incurables. Estas técnicas ayudarían a evitar este tipo de casos».

Greely califica como imposible que «estos procesos se usen para hacer superbebés o X-Men, porque no conocemos las secuencias de ADN de los superpoderes y, probablemente, nunca lo haremos. Si se utilizan, será para convertir variaciones genéticas raras que causan enfermedades en variaciones comunes y seguras».

Un discurso tranquilizador, sin duda. Pero, como ya sabemos por propia experiencia, el mundo nuestro de cada día tiene una obstinada tendencia a acercarse a las distopías de escritores como Aldous Huxley. Todavía está en nuestras manos decidir hacia dónde y hasta dónde llegar.


ISMAEL MARINERO
Madrid
7 DIC. 2018 02:16
https://www.elmundo.es/papel/historias/2018/12/07/5c095a18fdddff4f568b46fb.html

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