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(Fuente: Artic Train)
Viajar por el extremo norte escandinavo en pleno invierno se convierte en una experiencia única gracias a un tren que atraviesa paisajes helados y cargados de historia mientras conecta dos rincones fascinantes
La Navidad tiene destinos capaces de hacer disfrutar de la magia del invierno, pero pocos lugares igualan la sensación de subir a un tren que avanza entre fiordos helados, montañas blancas y un cielo que, si hay suerte, permite ver auroras boreales. Eso es lo que ofrece, precisamente, el Tren Ártico que conecta Noruega y Suecia, un recorrido que se ha convertido en una de las experiencias invernales más buscadas en Europa y que promete una postal perfecta en cada ventanilla.
Este ferrocarril, que parte desde Narvik, en la costa norte noruega, y avanza hacia el territorio sueco hasta llegar a Bjørnfjell o incluso Kiruna, no es solo un trayecto turístico. Se trata de una pieza clave de la historia escandinava y una de las líneas ferroviarias más asombrosas del continente. Para quienes sueñan con nieve, naturaleza y un viaje diferente, este tren se ha convertido en una joya navideña imprescindible.
El llamado Tren Ártico circula por la famosa línea de Ofoten, considerada la más septentrional de Noruega. Desde Narvik, la vía serpentea durante kilómetros entre paisajes que parecen diseñados para un catálogo de invierno: fiordos azul hielo, cumbres envueltas en nieve y cascadas que en diciembre ya están casi petrificadas por el frío.
La primera parte del trayecto bordea el fiordo de Narvik, que desde el tren se despliega como una lámina de cristal congelado bajo un cielo pálido. Después el paisaje cambia hacia un terreno alpino elevado, donde la nieve se vuelve casi cegadora. Es habitual ver cómo las ventiscas se arremolinan alrededor de la vía.
En pleno invierno, además, hay un aliciente extra: la posibilidad real de ver auroras boreales. Las noches son largas y las temperaturas extremas favorecen que las luces verdes aparezcan ondulando sobre las montañas. Muchos viajeros, de hecho, eligen el horario de última hora solo para intentar cazarlas desde el vagón, con la cámara lista.
Aunque hoy el viaje se disfrute en un vagón climatizado, esta línea ferroviaria esconde una historia dura y fascinante. Su construcción comenzó a finales del siglo XIX y se prolongó hasta los primeros años del XX. Más de 5.000 trabajadores levantaron túneles, puentes y tramos imposibles bajo tormentas de nieve, temperaturas bajo cero y una logística que desafiaba la tecnología de la época.
Su objetivo era estratégico: conectar los yacimientos de mineral de hierro del norte de Suecia con un puerto que nunca se congelara durante el invierno. Ese puerto era el de Narvik, clave para exportar toneladas de hierro en plena revolución industrial. La obra se convirtió en un imán para trabajadores itinerantes —los llamados navvies— que llegaron desde varios puntos de Europa en busca de oportunidades. Sus historias, aún hoy, forman parte del folclore local.
La línea también fue decisiva durante la Segunda Guerra Mundial. En 1940, el control del mineral de hierro era un asunto crucial y la batalla de Narvik enfrentó durante 62 días a tropas nazis y fuerzas aliadas. Buena parte del conflicto se libró cerca de la vía, convirtiendo el trazado del tren en un testigo silencioso de uno de los episodios bélicos más duros del norte europeo.
Viajar hoy por el mismo recorrido permite contemplar esa mezcla de naturaleza extrema e historia reciente mientras el tren cruza puentes imposibles, se adentra en túneles horadados en la roca y avanza por zonas que solo se pueden alcanzar en ferrocarril.
Horarios, precios y lo que debes saber
El trayecto más popular es el que realiza la ruta circular Narvik–Bjørnfjell, que dura entre dos y tres horas, dependiendo del horario. Hay tres salidas diarias —a las 09:00, 11:35 y 15:00— aunque la recomendación es comprobar siempre el calendario en tiempo real, ya que las condiciones meteorológicas pueden modificar las frecuencias.
El precio suele rondar los 60 euros, una cifra que convierte esta experiencia en una de las excursiones invernales más accesibles del Ártico. Los trenes cuentan con plazas para usuarios en silla de ruedas y el ambiente a bordo es muy tranquilo, con un guía que va contando detalles sobre la historia, la geología de la zona y las peculiaridades del clima polar.
La parada final antes de regresar a Narvik es Bjørnfjell, una pequeña localidad en la frontera sueca rodeada de nieve hasta las ventanas durante casi todo el invierno. Este tren no es un trayecto cualquiera, sino una experiencia diseñada para quienes disfrutan de los paisajes helados, la luz azul del Ártico y los viajes que tienen un punto de aventura.
Si buscas una excursión navideña distinta, este recorrido entre Noruega y Suecia es una opción ideal: accesible, sorprendente y perfecta para quienes sueñan con nieve hasta donde alcanza la vista. Y si la suerte está de tu lado, quizá vuelvas a casa con una fotografía de las auroras boreales pintando el cielo ártico.
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