sábado, 8 de noviembre de 2025

China consigue una fuente de energía virtualmente infinita, limpia y segura



El reactor de torio chino. 
(Xinhua)


Por primera vez en la historia, científicos chinos afirman haber convertido torio en uranio dentro de un reactor experimental de sal. Un avance que les acerca a una fuente de energía limpia, segura y prácticamente ilimitada



Si lo que afirman es cierto, China ha dado un paso decisivo en su carrera para conseguir energía virtualmente infinita, segura y limpia: científicos e ingenieros chinos afirman haber convertido torio en uranio dentro de su reactor de sal. Un logro que parece de ciencia ficción o un cuento de la piedra filosofal, pero que es física pura aunque no se haya conseguido hasta ahora.

El Instituto de Física Aplicada de Shanghái (SINAP) ha culminado las pruebas iniciales de su reactor experimental de sales fundidas y torio (TMSR-LF1), ubicado en Wuwei, en el desierto de Gobi. Su conclusión es inequívoca: funciona. No es una tecnología nueva, sino la resurrección de un concepto que Estados Unidos abandonó hace medio siglo. Según el profesor Yan Rui del SINAP, "se espera que los reactores a pequeña escala desempeñen un papel clave en la futura transición a la energía limpia". Para Pekín, este no es solo un experimento, sino el primer paso hacia una nueva era para su sector energético.

La historia del éxito chino comienza con una decisión estratégica de Occidente. En la década de 1960, el Laboratorio Nacional de Oak Ridge en Estados Unidos operó con éxito un reactor de sal fundida durante cinco años, demostrando que el concepto funcionaba. Sin embargo, el proyecto fue cancelado por la administración Nixon. La política de la Guerra Fría favoreció los reactores que producían plutonio, material para armas nucleares. El ciclo del torio no genera plutonio armamentístico, por lo que fue descartado. China, con una necesidad acuciante de energía, ha retomado la tecnología que EEUU desechó.


La piedra filosofal nuclear

Para entender lo que China ha conseguido, hay que imaginar una transmutación a nivel atómico. El torio, un metal plateado abundante en la corteza terrestre, es un elemento 'fértil', pero no fisible. No puede iniciar una reacción en cadena por sí mismo, de la misma forma que un leño húmedo no arde con una sola cerilla. Lo que los científicos chinos han hecho es 'cocinar' ese torio bombardeándolo con neutrones. Al absorber neutrones, el torio-232 se transmuta en uranio-233, que sí es fisible y puede sostener una reacción nuclear para generar calor. En esencia, han convertido un material abundante en combustible nuclear. Sólo uno de los depósitos de torio en China tiene suficiente material para 1.000 años de producción energética.

El diseño del reactor es distinto al de las centrales nucleares convencionales. En lugar de utilizar barras de combustible sólido de uranio, el reactor chino disuelve el torio en una sal de fluoruro líquida. Este cóctel de sal y combustible fluye a través del núcleo, donde se produce la fisión. El calor generado se transfiere a otro circuito de sal (sin combustible), que a su vez calienta agua y genera vapor para mover una turbina y generar electricidad. Este diseño líquido permite que el combustible se queme de forma más completa, aprovechando más del 99% de su potencial energético, frente a menos del 5% en los reactores tradicionales.


Seguridad pasiva e intrínseca

Una ventaja clave de esta tecnología es su seguridad intrínseca. Los reactores de agua presurizada operan a presiones 150 veces superiores a la atmosférica. Un fallo en esa contención puede provocar una explosión, como ocurrió en Chernóbil. El reactor de sal fundida, en cambio, opera a presión atmosférica. No hay riesgo de una explosión por sobrepresión.

Su sistema de seguridad es pasivo y se basa en la física, no en sistemas activos. En la base del reactor hay un 'tapón de congelación' ('freeze plug'): una válvula hecha de la misma sal, mantenida en estado sólido por un ventilador. Si el reactor se sobrecalienta o se produce un corte de energía, el ventilador se apaga, el tapón se derrite y el combustible líquido se drena por gravedad a tanques de contención subterráneos. Allí, la geometría de los tanques impide que se alcance una masa crítica y la reacción se detiene por sí sola, sin intervención humana ni sistemas electrónicos. El combustible se enfría y solidifica, atrapando los productos radiactivos.

El problema de los residuos nucleares también se reduce. Los reactores de torio producen hasta 1.000 veces menos residuos de larga duración que los de uranio. La mayoría de los subproductos tienen una vida media de unos 300 años, en lugar de las decenas de miles de años de los residuos convencionales. Esto transforma un problema de gestión geológica casi eterno en uno manejable a escala humana. El reactor chino abre la puerta a que futuros reactores de este tipo puedan 'quemar' los residuos existentes de centrales nucleares antiguas.

Este renacimiento tecnológico no habría sido posible sin la visión estratégica a largo plazo de Pekín, que ha apostado fuerte por estos reactores. Mientras Estados Unidos se centraba en reactores que servían a sus intereses militares, China, enfrentada a una contaminación atmosférica severa y a su dependencia de los combustibles fósiles, invirtió miles de millones desde 2011 para desarrollar la tecnología que EEUU dejó de lado. El éxito del TMSR-LF1 ha sido el resultado de una apuesta estratégica gestada durante más de una década.

Este reactor experimental de 2 megavatios es solo el comienzo. China ya planea construir un reactor de demostración de 373 megavatios para 2030, con el objetivo de iniciar un despliegue comercial. Para un país que consume más carbón que el resto del mundo, la promesa de una fuente de energía nacional, limpia y casi inagotable supone un punto de inflexión. Significaría la independencia de los mercados internacionales de petróleo, gas y uranio, y una herramienta para cumplir sus objetivos de neutralidad de carbono. Si China decide exportar esta tecnología, podría ofrecer al mundo una solución al cambio climático y una fuente de energía capaz de impulsar el desarrollo global.


El derecho a proteger la mente

 


Imaginemos que alguien logra acceder a nuestro cerebro del mismo modo en que hoy se hackea un ordenador. No hablamos de ciencia ficción: la neurotecnología ha dejado de ser un asunto de laboratorio para convertirse en una realidad con aplicaciones médicas, educativas y laborales. Las oportunidades son enormes, pero también los riesgos: por primera vez, el ser humano ha creado tecnologías capaces no solo de registrar la actividad cerebral, sino también de modificarla, influyendo en emociones, recuerdos o decisiones.

"Hackeo cerebral" es la intrusión no consentida en los procesos neuronales o cognitivos de una persona para acceder, alterar o condicionar su conducta o sus emociones. El paralelismo con el artículo 197 bis del Código Penal —que sanciona el acceso no autorizado a sistemas informáticos— es evidente, solo que aquí el sistema vulnerado es nuestro propio cerebro. Si la mente es el último reducto de libertad, ¿qué ocurre cuando esa libertad se ve comprometida por medios tecnológicos?

El Derecho necesita respuestas y, para encontrarlas, debe empezar por precisar qué debe proteger. Durante demasiado tiempo se ha pensado en términos de "actividad cerebral", como si el cerebro fuera un conjunto de impulsos aislados. Sin embargo, lo que nos define no es una actividad puntual, sino la capacidad de dirigir de manera autónoma nuestros actos, prever consecuencias, reflexionar sobre nosotros mismos y autorregular nuestra conducta. Albert Bandura, desde la psicología social, denominó a esta facultad agencia humana, entendida como la capacidad de intencionalidad, previsión, autorregulación y autorreflexión. Trasladada al ámbito jurídico, hablamos de agencia mental: el núcleo de la libertad individual.

La agencia mental va más allá de los procesos conscientes. Incluye también los estados pasivos —el sueño, la inconsciencia o los automatismos cotidianos— que forman parte de nuestra vida psíquica. Protegerla significa garantizar la continuidad libre y natural de esos procesos, sin interferencias externas que los alteren. En definitiva, preservar la agencia mental es preservar la autenticidad de nuestra experiencia interior y la capacidad de ser autores de nuestros pensamientos y decisiones.

Si la agencia mental es la capacidad de la mente para obrar libremente, la integridad mental es la condición que la hace posible. Sin integridad que la proteja frente a interferencias tecnológicas, la agencia se vacía de contenido. Puede definirse como el desenvolvimiento natural y autónomo de la mente en ausencia de influencias artificiales. No hablamos de interacciones sociales propias de la vida, sino de intervenciones diseñadas para penetrar directamente en el ámbito neuronal y cognitivo.

La integridad mental no se agota en la intimidad, la protección de datos o la integridad física: las trasciende. Y, aunque se vincula con la identidad personal, no son equivalentes.

Pueden producirse agresiones a la integridad —como las técnicas subliminales o la manipulación emocional— que no alteren la identidad, pero sí limiten la libertad de decisión. Por eso, su protección actúa como primera línea de defensa frente a las influencias que amenazan nuestra autonomía interior.

Nuestro ordenamiento aún no reconoce expresamente la integridad mental como derecho fundamental, a pesar de que el artículo 10 de la Constitución, al situar la dignidad de la persona y el libre desarrollo de la personalidad como fundamento del orden político y de la paz social, ofrece el marco idóneo para hacerlo. Sería coherente elevar ese libre desarrollo al rango de derecho fundamental autónomo, capaz de ofrecer una tutela real frente a riesgos tan invasivos como los que plantea la neurotecnología.

La cuestión no se limita a las intervenciones médicas. Existen técnicas indirectas, aplicadas en la publicidad, las plataformas digitales o los entornos virtuales, que también pueden influir en la mente. La prohibición de la publicidad subliminal en nuestra legislación es una muestra de que el legislador ha intuido el peligro, pero la evolución de la inteligencia artificial y los sistemas de personalización demuestra que la amenaza es más amplia. Los neuroderechos no son un debate reservado a médicos y pacientes, sino un desafío transversal que afecta a consumidores, trabajadores y ciudadanos en general.

Desde el punto de vista penal, resulta oportuno configurar un tipo específico, tecnológicamente neutro, que sancione los ataques a la integridad mental con proporcionalidad. El bien jurídico protegido debería ser precisamente esa integridad, con agravantes concretas —como la afectación a menores, la escala masiva o los daños persistentes—.

La respuesta, sin embargo, no puede limitarse al castigo. Tan importante como sancionar es establecer mecanismos preventivos, de gobernanza ética y de compliance para las empresas y laboratorios que desarrollan neurotecnologías. Ello exige cooperación entre juristas, científicos y responsables públicos capaces de crear estándares que aseguren que la innovación no erosione la libertad ni la dignidad humana.

Proteger la agencia mental no es un lujo teórico. Es una necesidad urgente si queremos preservar el núcleo de libertad que sustenta nuestras democracias. A medida que la tecnología avanza y las neurociencias ofrecen herramientas capaces de penetrar en la intimidad de la mente, se abre un campo inédito de vulnerabilidad humana. Frente a ello, el Derecho debe anticiparse, definir con precisión el bien jurídico y ofrecer garantías efectivas. Porque, si la agencia mental es el núcleo de nuestra libertad, protegerla no es solo una cuestión jurídica: es una cuestión de dignidad humana.


Obsesión por el consumo de proteínas: por qué más no siempre es mejor



Foto: iStock.


Aunque son esenciales para mantener la masa muscular y numerosas funciones del organismo, un superávit sostenido de proteínas no aporta beneficios adicionales y, en algunos casos, puede suponer perjuicios



En los últimos años, las proteínas se han convertido en protagonistas de muchas dietas y estrategias nutricionales, tanto para perder peso como para ganar masa muscular. Pero ¿puede su consumo excesivo tener efectos negativos en la salud? La clave, como casi siempre, está en el equilibrio y en saber de dónde proviene ese aporte proteico.

Las proteínas, explica el doctor Esteban Jódar, jefe del Departamento de Endocrinología y Nutrición de los hospitales universitarios Quirónsalud Madrid, Ruber Juan Bravo, del Hospital Quirónsalud San José y de Olympia Centro Médico Pozuelo, “son nutrientes esenciales formados por cadenas de aminoácidos que actúan como los ladrillos del cuerpo. Juegan un papel vital: son necesarias para construir y reparar tejidos como músculos, huesos, piel y órganos, además de intervenir en la producción de hormonas, enzimas y defensas del sistema inmune. Incluir proteínas cada día en la alimentación ayuda a mantener la masa muscular, la energía y el buen funcionamiento del organismo, por lo que son un pilar fundamental de una dieta equilibrada y saludable”.

Además, las proteínas tienen un papel clave en la regulación del peso: “Favorecen la sensación de saciedad, lo que ayuda a controlar el apetito y, por tanto, a reducir la ingesta calórica”. Otro punto clave es que durante la pérdida de peso contribuyen a preservar la masa muscular y a evitar que el cuerpo utilice los músculos como fuente de energía. “En el ámbito del ejercicio, aportan los aminoácidos necesarios para reparar y construir fibras musculares tras el esfuerzo, lo que facilita el aumento de masa y fuerza”.

Ahora bien, el auge de los productos high protein -desde yogures y postres hasta barritas y batidos- ha hecho que muchas personas superen sin darse cuenta las necesidades reales de su organismo. “Aunque un aporte adecuado es fundamental, un exceso sostenido no aporta beneficios adicionales y, en algunas personas, puede suponer una sobrecarga para órganos como el riñón o el hígado”, advierte el doctor. La mayoría de las personas, añade, pueden cubrir perfectamente sus requerimientos con alimentos cotidianos -como carnes magras, pescado, huevos, legumbres o lácteos- sin recurrir de forma sistemática a suplementos o productos enriquecidos.


Síntomas y señales de alerta

En este sentido, explica que un exceso proteico “puede causar molestias a nivel digestivo como hinchazón, estreñimiento o diarrea, sobre todo si desplaza otros nutrientes como la fibra”. Si la dieta es muy rica en proteínas animales y grasas, también puede elevar el colesterol y el riesgo cardiovascular. “En personas con función renal normal el exceso no suele ser un problema puntual, pero a largo plazo o en quienes ya tienen enfermedad renal puede acelerar el deterioro de los riñones”, añade.

Entre las señales de alerta de un exceso de proteínas se encuentran la sensación frecuente de sed y la necesidad de orinar más, consecuencia de la sobrecarga renal. También pueden aparecer molestias digestivas, gases o mal aliento por el aumento de metabolitos derivados de su descomposición. Si la dieta, además, es pobre en hidratos de carbono y fibra, pueden sumarse el cansancio o los cambios de humor.


¿Y cuánta proteína necesitamos?

Las necesidades de proteínas dependen de múltiples factores: la edad, el género, la actividad física o incluso determinadas etapas vitales como el embarazo o la lactancia. “En la infancia, adolescencia o vejez se requiere un aporte especial para crecer o mantener la masa muscular”, indica Jódar. Quienes practican ejercicio intenso o buscan aumentar masa muscular “suelen necesitar más, aunque siempre dentro de unos márgenes saludables”.

Por otra parte, la fuente de la proteína es tan importante como la cantidad. “Las de origen animal -carne, pescado, huevos o lácteos- suelen aportar todos los aminoácidos esenciales de forma completa, mientras que las vegetales -legumbres, frutos secos o cereales- pueden necesitar combinarse entre sí para lograr el mismo efecto”. Ambas son saludables y complementarias dentro de una dieta equilibrada.

En cuanto a los suplementos, como la proteína en polvo, pueden ser útiles en situaciones concretas -por ejemplo, en deportistas o personas con dificultades para alcanzar los requerimientos diarios solo con la comida-, pero no son necesarios para la mayoría. “Lo importante es la variedad y adaptar la fuente de proteína a las necesidades y estilo de vida de cada persona”, concluye el doctor Jódar.


viernes, 7 de noviembre de 2025

La secta azul de LinkedIn: ‘coaches’, gurús y el nirvana neoliberal

 



LinkedIn ya no es un tablón gris donde colgar currículos, sino la peste social de nuestro tiempo. Una red que comenzó como una herramienta aburrida y anodina y que ha terminado convertida en la secta digital más tóxica del mercado. No porque robe datos -que también- ni porque convierta la precariedad en norma -que lo hace-, sino porque ha aprendido a mercantilizarlo todo: el trabajo, el sufrimiento, el duelo, incluso la muerte de un perro.



El ejemplo más reciente fue un post viral que se presentaba con sirena de alarma: 🚨El cofundador de LinkedIn acaba de hablar🚨”, como si de Dios se tratara. Lo que seguía era un sermón de futurología empresarial que prometía el fin del trabajo de oficina, la extinción de los jefes, la desaparición del fichaje y el ascenso glorioso de la gig economy. Todo, bendecido por la inteligencia artificial. El mensaje era simple y adictivo: el futuro freelance no es una opción, es el destino inevitable. En diez años la mitad de la población activa será autónoma, todos ganarán más que los empleados tradicionales, y quienes no se adapten quedarán fuera del paraíso líquido de la productividad. En otras palabras: precariedad premium.

El problema no es solo que sea un mensaje en su generalidad falso, sino que funciona como una religión. LinkedIn tiene profetas, sermones y feligreses. Los profetas son figuras como Reid Hoffman o cualquier coach con aro de luz que se autopostula como gurú. Los sermones son esos posts kilométricos, con tipografías extrañas y un uso indebido de emojis que se leen como parábolas modernas, siempre con moraleja incluida y un link en comentarios. Y los feligreses somos los demás, que damos like, compartimos y fingimos que creemos en ello.

La liturgia es siempre la misma: disfrazar de aprendizaje lo que debería ser íntimo. Los posts más celebrados no son los de ascensos laborales, sino los que convierten tragedias en lecciones motivacionales. Gente que anuncia la muerte de su perro y, en lugar de simplemente llorar, asegura que el animal le enseñó más sobre liderazgo que cualquier jefe. Hijos que despiden a un padre con frases que parecen escritas por ChatGPT, donde el duelo se convierte en “recordatorio de que el networking empieza en casa”. Personas que relatan su depresión como “oportunidad de resiliencia” o su despido como “renacimiento emprendedor”. El algoritmo premia la lágrima empaquetada como producto premium. La sospecha, además, es clara: buena parte de estas reflexiones ni siquiera las escribe la persona, sino la IA. El humano pone la foto, el chatbot pone la moraleja, y LinkedIn multiplica el engagement. Un moscow mule buenísimo.

La plataforma se ha convertido en lo que Instagram fue para los cuerpos: un escaparate de lo imposible. Instagram nos enseñó que siempre había alguien más delgado, más guapo, con más abdominales y con dientes más blancos. LinkedIn nos enseña que siempre hay alguien más resiliente, más productivo, más capaz de transformar la desgracia en aprendizaje monetizable. Y al igual que Instagram generó trastornos alimenticios, LinkedIn genera ansiedad laboral (y vital): la sensación constante de que nunca haces lo suficiente, de que siempre estás atrasado respecto a la ola del futuro.

Lo perverso es que el evangelio líquido del “sé tu propio jefe” choca de frente con los datos. Según los últimos datos de la Comisión Europea, sólo el 3,0% de las personas de 15–64 años en 17 países europeos (16 países de la UE y 1 país de la AELC) realizaron algún trabajo vía plataformas en 2022, habiendo trabajado al menos 1 hora en los 12 meses anteriores a la encuesta. Este resultado proviene de una recopilación piloto de datos realizada dentro de la Encuesta de la Fuerza Laboral de la Unión Europea (EU-LFS). Además, más de la mitad de los trabajadores de plataformas digitales no tenía cobertura frente a riesgos laborales importantes: El 62,4% no estaba cubierto en caso de desempleo. El 56,3% no estaba cubierto en caso de enfermedad. El 54,2% no estaba cubierto en caso de accidentes laborales.

Aproximadamente una cuarta parte de estos trabajadores dependían de la cobertura proporcionada por otro trabajo no relacionado con plataformas para cubrir accidentes (25,1%), enfermedad (25,0%) y desempleo (23,3%). En suma: actividad minoritaria y, cuando existe, normalmente precaria en cuanto a la protección social.

La OIT ha documentado de forma consistente los ingresos irregulares, las lagunas de protección social y otros riesgos asociados a la “uberización” (y la literatura científica vincula estas condiciones con peor salud mental en repartidores y otros trabajadores de plataformas).

¿Y los cuentos de hadas virales? No encontramos evidencias serias del “recolector de setas” que factura 200.000 €. En el mundo Minecraft sí existen estudios que cobran comisiones altas -por ejemplo, encargos de hasta 90.000 $, pero no hay base sólida para generalizar sueldos de 350.000 $ anuales para “arquitectos” individuales del juego. Son excepciones llamativas, no la norma del mercado.

La política, mientras tanto, intenta poner parches. La Unión Europea aprobó una directiva que establece que, por defecto, quienes trabajan en plataformas deben ser considerados empleados, con acceso a salario mínimo, vacaciones y protección social. También ha prohibido que los algoritmos decidan despidos automáticos, obligando a las plataformas a dar transparencia sobre la evaluación automatizada. La OIT discutió en junio cómo garantizar trabajo decente en plataformas digitales: derechos básicos, negociación colectiva, protección de datos, control humano sobre algoritmos. Incluso España ha defendido extender la “ley rider” a nivel global. Pero la velocidad de la narrativa de LinkedIn supera siempre a la de la regulación. La política avanza a trompicones; la religión digital predica todos los días.

Lo más inquietante no es que LinkedIn engañe, sino que lo hace con nuestro consentimiento. Nos invita a competir no solo en productividad, sino en vulnerabilidad. En LinkedIn nadie fracasa: todos pivotan. Nadie simplemente entierra a su perro: todos encuentran en ello un curso acelerado de soft skills. Nadie se deprime: todos aprenden resiliencia. Y lo peor es que funciona. Porque en un mundo sin relatos políticos sólidos sobre el futuro del trabajo, los relatos fáciles del algoritmo se convierten en sustituto. Si la política no explica cómo viviremos y trabajaremos en los próximos años, lo hacen los gurús de LinkedIn con posts llenos de emojis. Y la gente prefiere creerlos, aunque sean falsos.

Por eso digo que LinkedIn es la peste social. Porque convierte la angustia laboral en espectáculo. Porque monetiza el sufrimiento. Porque transforma el duelo y la soledad en KPIs. Pero también porque nos da un espejo incómodo: si hemos llegado a un punto en el que la muerte de un abuelo o un perro se convierte en contenido motivacional, el problema no es solo la red. Es el vacío de nuestra conversación pública sobre el trabajo, los derechos y la vida.

Quizá algún día aprendamos que no todo tiene que convertirse en lección monetizable. Que la vida no es un post, y la muerte mucho menos. Pero hasta que llegue ese día, sigamos odiando LinkedIn. Con humor, con ironía y con escepticismo. Porque a veces odiar es la única forma sana de sobrevivir a la peste.

Y lo digo también por mí. Confieso que yo misma he sido víctima de esta secta digital. A veces peco: he escrito posts demasiado largos, he abusado de la palabra resiliencia y hasta he compartido fotos sonrientes en eventos que parecían sacadas de un catálogo de Recursos Humanos. LinkedIn tiene algo de adictivo: aunque lo odies, te arrastra. Y yo tampoco estoy libre de pecado. La diferencia es que ahora lo admito: necesito tanto una desintoxicación laboral como cualquiera que haya publicado “lecciones de liderazgo” tras la muerte de su perro.



por

Elsa Arnaiz Chicohttps://retinatendencias.com/techsociety/la-secta-azul-de-linkedin-coaches-gurus-y-el-nirvana-neoliberal/

La gran "renoflación" hace temblar a los alemanes: la reforma energética de sus viviendas puede costar casi tanto como toda la economía de España

Patio de un bloque de viviendas en Berlín. Foto: iStock


  • ING llama así al mayor coste de la renovación energética de los hogares
  • La firma estima un coste de esta renovación de hasta 1,2 billones en Alemania
  • La directiva europea sobre la materia exige resultados ya en 2030


Un tema candente en el inmobiliario europeo está siendo la directiva que insta a la reforma energética de los edificios buscando las 'cero emisiones' en 2050. El cumplimiento de estos objetivos conlleva una apresurada renovación del parque de viviendas de los diferentes países del bloque que no saldrá gratis. En la principal economía de la eurozona han echado cuentas y los números son de vértigo: el coste de la renovación de las viviendas existentes podría ascender en el corto-medio plazo hasta los 1,2 billones de euros en Alemania. Parece hacerse una idea de la magnitud de esta cantidad, basta reflejar que el producto interior bruto (PIB) como España está en los 1,5 billones (el de Alemania está en 4,3 billones). Por sintetizarlo de una forma un poco drástica pero ilustrativa: los alemanes podrían tener que gastar en los próximos años casi el total de la economía española en cambiar las ventanas de su casa, aislar fachadas o acondicionar sistemas de calefacción.

Lo cierto es que la urgencia es cada vez mayor, en Alemania y otros lugares. Si bien la Comisión Europea abandonó su objetivo de que todas las viviendas de la UE tuvieran al menos una etiqueta energética D para 2033, adoptó la Directiva revisada de la UE sobre la eficiencia energética de los edificios (EPBD por sus siglas en inglés) en abril del año pasado. Esta normativa exige que el consumo energético medio de todo el parque de viviendas se reduzca un 16% (en comparación con 2020) para 2030. Para Alemania, esto significa mejorar la calificación media de eficiencia energética de los hogares de F a E en solo cuatro años.

Por ofrecer algo de contexto: la calificación energética es un indicador que evalúa la eficiencia energética de un inmueble o electrodoméstico mediante una escala de siete letras, de la A (la más eficiente) a la G (la menos eficiente), basándose en su consumo de energía y emisiones de CO2. Esta clasificación permite comparar productos y edificios para tomar decisiones informadas, con la clase A implicando un consumo de hasta un 90% menos que la clase G. Para los edificios, esta calificación se obtiene a través de un certificado energético emitido por un técnico cualificado después de evaluar las características de la vivienda. En España es habitual proceder a esta examen cuando se vende un inmueble.

"Ser ecológico tiene un precio", introducen los economistas de ING en un reciente análisis sobre el mercado inmobiliario germano. Y sacan la calculadora: en 2016, el coste estimado de la renovación del parque inmobiliario alemán oscilaba entre los 230.000 y 690.000 millones de euros, dependiendo de si el ahorro energético se conseguía mediante reformas profundas o reformas a menor escala. Hoy en día esa horquilla se ha disparado y estos expertos la sitúan entre los 400.000 millones y los 1,2 billones de euros. Operando con el coeficiente de viviendas que manejan estos expertos, el coste medio de una reforma energética oscilaría entre los 28.000 y los 86.000 euros por vivienda.

La gran culpable de este meteórico aumento de los costes es lo que los economistas del servicio de estudios del banco holandés denominan la "renoflación verde", jugando con las palabras renovación e inflación. Según los datos recopilados por el equipo que dirige el economista jefe Carsten Brzeski, se ha producido en la última década un aumento del 75% en los costes de construcción relacionados con la renovación de los edificios.

Una problemática de la que pueden dar fe, por ejemplo, en España todos aquellos propietarios que hayan estado pendientes de una vivienda de obra nueva o todos aquellos que hayan acometido una reforma en su hogar (mayores costes de los materiales, especialmente desde la invasión rusa de Ucrania, dificultad para encontrar mano de obra especializada...).

Para la mayoría de los propietarios alemanes, reseña el informe de ING, la sostenibilidad sigue siendo una decisión financiera. Un encuesta recogida por el banco 'naranja' en su estudio muestra que quienes han llevado a cabo renovaciones energéticas en sus casas en los últimos tres años lo han hecho principalmente por el ahorro en los costes energéticos. Por su parte, quienes se han abstenido de hacerlo citan como principales motivos los elevados costes iniciales y el insuficiente apoyo gubernamental.

Como comprar un coche caro

"En poco más de una década, el precio de la transición ecológica del mercado inmobiliario (alemán) ha pasado de ser un coche compacto a uno de gama alta. Sin embargo, la inacción también tiene un coste. Es probable que los costes adicionales de las propiedades sin renovar aumenten considerablemente en los próximos años. Además, se espera que la 'renoflación verde' se acelere en los próximos años como resultado del fondo de infraestructura del gobierno y el impulso a la construcción. En resumen, no invertir seguirá teniendo un coste", advierten Brzeski y los suyos.

El nuevo Ejecutivo de Gran Coalición entre conservadores y socialdemócratas ha puesto sobre el tablero un gran fondo para infraestructuras de 500.000 millones de euros a gastar en la próxima década. Con autopistas, puentes y líneas ferroviarias deteriorados tras años y años de austeridad, este mastodóntico programa requerirá muchos recursos tanto materiales (cabe pensar en todo el hormigón necesario) como laborales (muchos más trabajadores dedicados a la construcción). Todo ello con un punto de partida a tener muy en cuenta: los materiales ya están caros y Alemania sufre una escasez de mano de obra que no se resolverá a corto plazo. Una conjunción de elementos que puede derivar en cuellos de botella y mayores costes.

Dentro de la problemática común en los estados europeos, el contexto más actual no ha sido benigno para los propietarios alemanes. Los últimos años se han caracterizado por una elevada incertidumbre política, con nuevas normas, normas derogadas, nuevas subvenciones, subvenciones retiradas… "Este vaivén no ayuda en absoluto", señalaban desde ING ya en otro informe publicado hace unos meses.

Otra encuesta recogida en ese informe era especialmente esclarecedora. La mayoría de las medidas tomadas en términos de renovación energética se han centrado en reducir el consumo energético de los electrodomésticos. Menos del 50% de los encuestados han llevado a cabo mejoras en el edificio, como la instalación de un nuevo sistema de calefacción o la mejora del aislamiento térmico. Al mismo tiempo, un tercio de los encuestados no había adoptado ninguna medida para mejorar la eficiencia energética en los últimos tres años.



"La transición ecológica, o su ausencia, ya está dejando huella en el mercado inmobiliario, y este impacto podría intensificarse a medida que avance la regulación", lanzan a modo de admonición final desde ING. De hecho, uno de cada dos encuestados en ese estudio de consumidores prevé que la accesibilidad a la vivienda energéticamente eficiente se verá afectada por la entrada en vigor de normativas más estrictas.

"En los últimos años, la diferencia de precio entre las viviendas energéticamente eficientes y las que no lo son se ha ampliado considerablemente. Sin embargo, dado que los costes de financiación y construcción siguen siendo elevados, es muy probable que cualquier ahorro derivado de la compra de una vivienda menos eficiente energéticamente se vea totalmente absorbido por los altos costes de reforma", rematan esta investigación los analistas de ING.


Bóvedas repletas de oro desde Pekín hasta Europa: China levanta un inmenso corredor que puede cambiar el sistema monetario para siempre

 

Una bóveda acorazada repleta de oro.


  • Si el yuan tiene un respaldo físico de oro puede ser más atractivo
  • La Bolsa de Oro de Shanghái está levantando bóvedas en varios países
  • "Estas bóvedas generan una confianza que el dólar no puede crear"


Que China (banco central y hogares) está comprando grandes cantidades de oro es una realidad irrefutable. Que otros países como la India, Rusia, Turquía o Polonia también lo están haciendo es igual de cierto. Esto son datos y aunque no son del todo exactos (hay quien asegura que China está comprando muchísimo más oro del que declara), sí muestran una clara tendencia: la demanda de oro está en aumento. Sin embargo, lo que hay detrás de esta tendencia es algo más difícil de descifrar. Es casi imposible saber qué hay detrás de cada decisión de compra de oro y más cuando entran en juego cientos de miles de hogares en China, por ejemplo. Las razones pueden ser muchas: el miedo al estallido de una burbuja en las acciones, a una guerra, a un shock que dañe a las divisas fiat... No obstante, hay una teoría de la que se ha hablado poco, pero resulta un tanto atractiva, aunque a día de hoy suene muy lejana e improbable. Algunos analistas han comenzado a especular con la posibilidad de que las ingentes compras de oro de los países emergentes respondan a una estrategia liderada por China que busca destronar al dólar y el orden monetario predominante. El yuan no es rival para el dólar en la actualidad, porque su respaldo (la economía china, sus instituciones y sus reservas) no pueden hacer frente a EEUU. Pero, ¿qué pasaría si China asegurase que cada yuan está respaldado por una cantidad fija de oro?

Los defensores de esta teoría sostienen que esto explicaría las frenéticas compras de oro por parte de China. El yuan se desmarcaría del resto de divisas fiat cuya oferta se mueve al antojo de los bancos centrales y tesoros de las jurisdicciones pertinentes. Sin embargo, un yuan respaldado por oro mostraría un mayor compromiso con la preservación de su 'valor' futuro.

"China está impulsando una revolución financiera, respaldando audazmente su yuan con oro para desafiar el dominio del dólar estadounidense y fomentar un orden global cooperativo y multilateral. El Banco Popular de China (BPC) se ha consolidado como uno de los grandes compradores de oro del mundo, acumulando reservas a un ritmo vertiginoso. Esta ambiciosa estrategia o debasement trade (devaluación del dólar) busca restaurar la confianza en el yuan mediante un activo tangible que el dólar abandonó hace décadas. Lejos de aspirar al dominio, la estrategia china promueve un sistema económico multipolar, destinado a transformar los mercados, elevar los tipos de interés, impulsar las materias primas y desafiar a las criptomonedas como el Bitcoin", asegura Angelo Giuliano, analista financiero y geopolítico afincado en China desde 1995.

Este experto con más de 400.000 seguidores en la red X hila unos eventos con otros para alcanzar una conclusión e intentar validar su teoría: China quiere poner fin al reinado del dólar y ayudar a fomentar un mundo multilateral donde el poder monetario tenga un mayor reparto. La Bolsa de Oro de Shanghái (SGE), ahora el principal mercado físico de oro del mundo, es la piedra angular de esta transformación. A mediados de 2025, el SGE inauguró una importante bóveda en Hong Kong (la primera fuera de los que se conoce como mainland China y considerado un lugar donde florecen las operaciones financieras internacionales). Esta bóveda y mercado está operado por un banco chino líder, que permite la celebración de contratos de oro denominados en yuanes con entrega física (de ahí la bóveda con los lingotes) e incentivos en las comisiones hasta fin de año.

El corredor del oro chino

Esta bóveda constituye el pilar de lo que Giuliano denomina como el 'corredor del oro' de China, una red que abarcará los países BRICS: Brasil, Rusia, India, Sudáfrica, Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos o Suiza. "Estas bóvedas ofrecen una confianza que el dólar no puede brindar, vulnerable a la impresión, la congelación o el impago, y están diseñadas para promover el comercio y las finanzas equitativas en un mundo multipolar".

Esto explicaría, en parte, por qué hay tantos países emergentes comprando oro a marchas forzadas. Las razones son muchas, pero una de ellas podría ser la configuración de este nuevo orden en el que el oro pasaría a ser un activo mucho más importante, jugaría un papel de respaldo que cimentaría la confianza en las divisas que tengan una mayor cantidad de oro detrás. También por qué el precio del oro se ha disparado hasta superar los 4.000 dólares por onza, aunque parece encontrarse en una relativa consolidación.

Tenencias de oro de los países emergentes.
Los países emergentes acumulan oro a marchas forzadas.

Desde Unicredit no apuestan de forma directa por esa teoría, de hecho, ni la mencionan, pero sí explicaban hace unas semanas que estos movimientos en el mercado del oro mostraban "una convergencia de factores tradicionales del mercado y cambios a medio plazo en la estrategia global de reservas. A medida que las economías emergentes reducen gradualmente su dependencia del dólar estadounidense, sus compras sostenidas de oro están transformando silenciosamente la dinámica de la demanda. En este contexto, el oro adquiere cada vez mayor relevancia, no solo como cobertura contra crisis o inflación, sino también como una inversión estratégica en un panorama monetario en transformación".

Los analistas del banco italiano señalaban que los bancos centrales de los mercados emergentes se han convertido en actores cada vez más influyentes en el mercado mundial del oro. Países como China y Rusia han expandido significativamente sus reservas en las últimas dos décadas, mientras que otros, como India y Turquía, han incrementado sus tenencias de forma constante... Polonia ha cuadruplicado con creces sus reservas de oro desde 2018. Esta acumulación generalizada refleja un giro estratégico que se aleja de los activos de reserva tradicionales, en particular del dólar estadounidense, y subraya el creciente deseo de estas naciones de diversificar sus inversiones y reducir su exposición a los riesgos asociados al dólar.

"Estos riesgos incluyen la posibilidad de sanciones financieras, la congelación de activos y restricciones de acceso al sistema financiero estadounidense. El continuo auge del oro forma parte de una tendencia más amplia de desdolarización, a medida que las economías buscan una mayor independencia monetaria y resiliencia ante los cambios en la política estadounidense. Al anclar sus reservas en oro, los mercados emergentes no solo se protegen contra la inflación y la volatilidad cambiaria, sino que también señalan una transformación en la arquitectura financiera global, que favorece cada vez más las estrategias de reservas multipolares frente al predominio del dólar. Es probable que este movimiento esté transformando el papel del oro, pasando de ser una reserva pasiva de valor a un instrumento activo de estrategia soberana".

Giuliano cree que el tema de las sanciones es fundamental para explicar lo que está pasando: "Las bóvedas ofrecerán una custodia a prueba de sanciones, reduciendo la dependencia de centros occidentales como Londres o Nueva York. El oro almacenado en Hong Kong, Dubái o en los depósitos proyectados en Rusia, India y África está a salvo de embargos (o al menos diversifica el riesgo), gracias a la tecnología blockchain y las auditorías que garantizan la transparencia... además, estas bóvedas impulsan la internacionalización del yuan, posicionándolo como una alternativa respaldada por oro al dólar. La integración de Dubái y las bóvedas proyectadas en Europa y África amplían este marco de cooperación, mientras que Arabia Saudí se centra en los mercados petroleros, erosionando el dominio del dólar en las reservas mundiales".

Así se permite de forma sencilla y descentralizada la entrega física de oro para el comercio en yuanes, facilitando a los socios la conversión de yuanes en oro tangible, un factor de confianza vital tras la congelación masiva de reservas extranjeras por parte de Estados Unidos en 2022. "La bóveda de Hong Kong admite contratos denominados en yuanes, permitiendo a los países de la ASEAN liquidar transacciones con lingotes de oro, sin depender de sistemas occidentales como SWIFT", asegura este experto.

Si la intención de China con las compras de oro es cimentar su posición como un mercado alternativo al sistema estadounidense, como parece, con la acumulación de oro que está llevando a cabo y el intento de convertirse en una bolsa de metales alternativa en el mundo, el país puede conseguir matar dos pájaros de un solo tiro. Si se logra crear una bolsa de metales que compita con referencias mundiales, como la de Londres, esta se puede convertir en un imán para inversiones internacionales y en un foco de actividad de negociación que cimente al país, y a su divisa, como un mercado atractivo y de fiar.

Al mismo tiempo, aceleraría un proceso de alejamiento del dólar, una divisa que, desde que desapareció el patrón oro (el que ahora China podría querer recuperar para su propia divisa), ha perdido valor de forma sostenida frente a los activos reales. Además, para el bloque de países fuera de la órbita estadounidense, y que rodean a China como la gran alternativa, la creación de un mercado alternativo al dólar, basado en el oro, y con reservas suficientes para sostener el sistema, sería una protección frente a ataques como las sanciones que se han impuesto en los últimos años por parte de Estados Unidos y la Unión Europea.

China ya ha dado pasos

China, de hecho, ya se ha ofrecido a sus socios a convertir el Banco Popular de China, el banco central del país, en un custodio de oro de otros propietarios, guardando las reservas extranjeras a buen recaudo. La creación de cámaras fuera de las fronteras del país asiático, pero ligadas a la misma red de custodia, sería un paso más en el plan del país para ganarse la confianza de socios externos, y tratar así de atacar a Estados Unidos donde más le duele: en su liderazgo comercial por un sistema mundial que se basa en el dólar.

"También se impulsa la financiación respaldada por oro, utilizando el oro almacenado como garantía para préstamos en yuanes. Las bóvedas de Singapur y Malasia, vinculadas a la iniciativa china de la 'Ruta Dorada', respaldan el comercio y la infraestructura regionales sin supervisión occidental. La bóveda de Arabia Saudí, actualmente en construcción, permitirá liquidaciones de petróleo, yuanes y oro, creando un corredor más amplio para el desarrollo compartido en Asia y África", sentencia este analista, que es el principal creador de la teoría de las bóvedas y el corredor del oro chino.

Con todo, Giuliano concluye que el corredor del oro de China puede ser un catalizador geopolítico para un mundo multipolar. Las bóvedas en Singapur, Malasia, Dubái y, próximamente, Arabia Saudí, Rusia y otros países, permiten a los aliados de los BRICS y de la Franja y la Ruta comerciar y desarrollarse sin el control occidental.

"Con importantes reservas de oro (oficialmente vastas, y probablemente aún mayores extraoficialmente), la acumulación abierta de China señala un compromiso con la prosperidad compartida, atrayendo a decenas de países a un ecosistema del yuan. Los mercados se enfrentan a una gran agitación: los precios del oro se dispararán, los tipos de interés subirán y las materias primas se dispararán. El bitcoin podría flaquear ante la fiabilidad tangible del oro. El reinado del dólar, erosionado por la pérdida de confianza, se enfrenta a un profundo desafío a medida que las bóvedas repletas de oro de China allanan el camino para un orden mundial cooperativo respaldado por el yuan", sentencia este analista.