viernes, 5 de diciembre de 2025

El iPhone, un símbolo para entender la guerra silenciosa de nuestra era



Foto: Reuters.


Es cierto que tiene bandera estadounidense, pero su existencia se debe a una milagrosa cadena global convertida en objeto protagonista de la geopolítica



En enero de 2007, Apple presentó un dispositivo que marcaría un antes y un después en la historia de la tecnología: el iPhone, que se pondría a la venta en junio de ese año. En apariencia, era "solo" un teléfono móvil con pantalla táctil. En realidad, era el primer representante de una nueva categoría de producto: el smartphone moderno. Su impacto fue tan profundo que, en pocos años, transformó nuestra forma de comunicarnos, de trabajar, de consumir información y de interactuar con el mundo.

Hoy, casi dos décadas después, el iPhone no está solo. Dispositivos como el Samsung Galaxy, el Xiaomi Redmi Note, el Google Pixel y otros competidores han contribuido a democratizar y multiplicar esta revolución tecnológica. Todos comparten una característica esencial: son objetos que integran decenas de tecnologías punteras en un espacio mínimo, con un nivel de sofisticación que supera al de muchos ordenadores de hace apenas una década. Sin embargo, detrás del icono cultural y del diseño impecable, se esconde una realidad industrial mucho menos visible: ningún fabricante —ni siquiera una empresa con el músculo financiero y la capacidad de innovación de Apple— puede fabricar por sí sola todos los componentes que hacen posible estos dispositivos.

En el corazón de cada smartphone late una cadena de suministro global de semiconductores, tejida a lo largo de décadas y distribuida por todo el mundo. La historia del iPhone es, en realidad, la historia de una colaboración planetaria: diseñadores de chips estadounidenses, fábricas en Taiwán y Corea del Sur, ensambladores en China, empresas japonesas que aportan sensores y materiales ultra puros, europeas que fabrican maquinaria de litografía de Ultra Violeta Extremo…todo un ecosistema sin el cual sería imposible encender ese rectángulo de vidrio que llevamos en el bolsillo.

Aunque el iPhone es el producto más representativo de Apple, la compañía no fabrica ninguno de los chips que lo hacen funcionar. Desde la primera versión, ha dependido de una red de proveedores altamente especializados. En cada nueva generación, esta red se ha vuelto más sofisticada. Ahora Apple diseña los procesadores que llevan sus dispositivos, pero encarga su fabricación a terceros, en particular a TSMC (Taiwan Semiconductor Manufacturing Company), líder mundial en chips de vanguardia. TSMC produce para los estadounidenses los chips basados en los nodos tecnológicos más avanzados (5 nm e inferiores), a menudo con procesos que ninguna otra empresa fuera de Taiwán puede igualar en escala y rendimiento. Además de TSMC, participan decenas de empresas que suministran: módulos de memoria (por ejemplo, SK Hynix, Samsung o Micron); módems y chips de comunicación (Qualcomm), sensores de imagen (Sony), circuitos de gestión de energía, controladores táctiles, antenas, y un largo etcétera. Este entramado queda perfectamente ilustrado en las listas de proveedores oficiales: cuando se fabrica un producto tan complejo, ni siquiera el gigante de Cupertino puede hacerlo todo. La fuerza de Apple reside en su capacidad de orquestar esa cadena con precisión quirúrgica, más que en fabricar directamente.


Un laberinto global y muy repartido

La cadena de suministro de semiconductores que hace posible un iPhone refleja la geografía industrial de la microelectrónica, cuyo control es también uno de los grandes objetivos geopolíticos del momento. Cada región ha desarrollado, a lo largo de décadas, una especialización que la hace insustituible en una parte concreta del proceso. No se trata de casualidad, sino de una combinación de políticas industriales, inversión sostenida, ecosistemas locales y economías de escala.

EEUU es líder mundial en el diseño de dispositivos electrónicos. Las empresas estadounidenses de electrónica de consumo, tecnologías de la información, automoción e industria producen el 35 % de los semiconductores que se utilizan en el mundo, especialmente en segmentos de alto valor añadido como: chips para centros de datos, procesadores para PC y servidores, diseño de arquitecturas de CPU y GPU (Apple, NVIDIA, AMD, Qualcomm, etc.). El know-how en diseño es la piedra angular del dominio estadounidense. Sin embargo, muy poca de esta producción se fabrica dentro de su territorio: los chips viajan a Asia para materializarse en silicio.

El taller del mundo electrónico está en la otra punta del mundo. La región que agrupa a la República Popular China, Taiwán y Corea del Sur constituye el principal centro de fabricación de dispositivos electrónicos del planeta. Entre los fabricantes integrados (Samsung, SK Hynix) y los foundries puros (TSMC, UMC, SMIC), concentran más del 60 % de la producción mundial de electrónica de consumo, teléfonos móviles y PC. Taiwán es el epicentro de la fabricación de chips de vanguardia. TSMC no solo fabrica para Apple: también lo hace para NVIDIA, AMD y cientos de empresas fabless. Corea del Sur, con Samsung y SK Hynix, es líder mundial en memorias DRAM y NAND, esenciales para almacenar datos en cualquier dispositivo. Por último, China continental ha crecido como plataforma de ensamblaje final y, cada vez más, como actor en procesos intermedios (encapsulado, prueba, y litografía de nodos maduros), además de ser el mayor mercado de electrónica de consumo. Sin esta región, literalmente, no se podría fabricar ningún iPhone.

¿Y qué ocurre con Europa o Japón? Europa no lidera el diseño de chips de consumo ni su fabricación en nodos avanzados, pero es esencial en ciertos sectores específicos como la electrónica para automoción (Bosch, Infineon, STMicroelectronics) o la automatización industrial. Sin embargo, su papel es clave en lo que se refiere a equipos y materiales para fábricas de semiconductores, gracias a ASML es el único proveedor mundial de máquinas de litografía EUV, las únicas máquinas capaces de crear los chips más avanzados. Por su parte, Japón mantiene una posición digna y fuerte en los sensores de imagen, electrónica de consumo, materiales químicos de ultra alta pureza y equipos de precisión para fabricación. La fortaleza europea y japonesa reside en su especialización tecnológica y en su fiabilidad como proveedores. Sin los equipos de ASML o los sensores de Sony, tampoco habría iPhone.





Esta distribución global tiene enormes ventajas: permite optimizar cada etapa en la región más competitiva, aprovechar ecosistemas industriales maduros y reducir costes. Pero también genera vulnerabilidades. La pandemia de 2020, las tensiones comerciales EE. UU.–China y las crisis geopolíticas recientes han puesto de relieve hasta qué punto el ecosistema global de la industria de los semiconductores es frágil. Un problema en las fábricas taiwanesas puede paralizar toda la producción mundial de smartphones. Las restricciones de exportación de EE. UU. a China afectan directamente a fabricantes que usan tecnología estadounidense en cualquier parte del mundo.

Las disrupciones logísticas (fletes marítimos, cierres de puertos) se traducen en retrasos y escasez. En otras palabras: el iPhone es un producto tan global como interdependiente. Cada vez que encendemos uno, estamos utilizando el fruto de una red industrial planetaria, cuya continuidad depende de equilibrios económicos, tecnológicos y geopolíticos delicados.


Una lección para el futuro tecnológico

La historia del iPhone ilustra un fenómeno más amplio: ninguna tecnología compleja es realmente "nacional". Los chips, las baterías, las pantallas OLED o los sensores no surgen en el vacío: son el resultado de décadas de innovación distribuida, cooperación empresarial y políticas públicas.

Hoy, muchos países están intentando relocalizar parte de la producción de semiconductores —Estados Unidos con la CHIPS Act, Europa con la European Chips Act—, pero reconstruir en pocos años lo que tardó décadas en formarse no es tarea sencilla. El valor no reside únicamente en tener fábricas, sino en construir ecosistemas completos: desde el diseño hasta la maquinaria, pasando por los materiales y la logística.







El iPhone, y por extensión cualquier smartphone moderno, es la prueba tangible de esa interdependencia. Y, a la vez, un recordatorio de lo vulnerable que puede ser un sistema tan extendido. El iPhone es mucho más que un icono tecnológico: es la manifestación visible de una cadena de valor global, altamente sofisticada y profundamente interdependiente. Ninguna región, empresa o gobierno puede replicar por sí sola todos los eslabones que lo hacen posible. Entender esta red invisible es esencial para comprender los desafíos industriales y geopolíticos de nuestro tiempo. Cada smartphone es, en última instancia, un producto planetario.



jueves, 4 de diciembre de 2025

Los alimentos ultraprocesados son una amenaza para la salud mundial, advierten los expertos

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Expertos de varios países alertaron que es necesario actuar ya para reducir los alimentos ultraprocesados en las dietas de todo el mundo debido a la amenaza que suponen para la salud.

En una investigación mundial, afirmaron que nuestra forma de alimentarnos está cambiando, pasando de alimentos frescos e integrales a comidas baratas y altamente procesadas, lo que aumenta el riesgo de padecer una serie de enfermedades crónicas, como la obesidad y la depresión.

En un artículo publicado en la revista científica The Lancet, los investigadores afirman que los gobiernos deben "dar un paso al frente" e introducir advertencias e impuestos más elevados sobre los productos ultraprocesados, con el fin de ayudar a financiar el acceso a alimentos más nutritivos.

Sin embargo, algunos científicos afirman que este estudio no puede demostrar que los ultraporcesados causen directamente daños a la salud y que se necesitan más investigaciones y ensayos para demostrarlo.

Tales alimentos se definen como aquellos que contienen más de cinco ingredientes que no se encuentran en la despensa de una cocina doméstica, como emulsionantes, conservantes, aditivos, colorantes y edulcorantes.

Algunos ejemplos de alimentos ultraprocesados son las salchichas, las papas fritas, los pastelillos, las galletas, las sopas instantáneas, las bebidas gaseosas, los helados y el pan de supermercado.

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Excesos perjudiciales

Las encuestas indican que estos alimentos fabricados industrialmente están aumentando en las dietas de todo el mundo, lo que empeora la calidad de lo que comemos, con un exceso de azúcar y grasas poco saludables y una falta de fibra y proteínas.

Esta revisión de las pruebas sobre el impacto de los alimentos ultraprocesados en la salud, realizada por 43 expertos mundiales y basada en 104 estudios a largo plazo, sugiere que estos alimentos están relacionados con un mayor riesgo de padecer 12 afecciones de salud.

Entre ellas se incluyen la diabetes tipo 2, las enfermedades cardiovasculares, las enfermedades renales, la depresión y la muerte prematura por cualquier causa.


El autor de la revisión, el profesor Carlos Monteiro, de la Universidad de Sao Paulo (Brasil), que creó el sistema de clasificación Nova para categorizar los alimentos, afirmó que el creciente consumo de alimentos ultraprocesados "está transformando las dietas en todo el mundo, desplazando a los alimentos y comidas frescos y mínimamente procesados".

"Este cambio en la alimentación de las personas está impulsado por poderosas corporaciones globales que generan enormes beneficios al dar prioridad a los productos ultraprocesados, con el apoyo de una amplia campaña de publicidad y presión política para frenar las políticas de salud pública eficaces que promueven una alimentación saludable", añadió.

El coautor de la investigación, Phillip Baker, de la Universidad de Sídney (Australia), afirmó que debía haber "una fuerte respuesta de salud pública a nivel mundial, como los esfuerzos coordinados para desafiar a la industria tabacalera".

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Los ultraprocesados son los que usan más de cinco ingredientes que no se encuentran en la despensa de una cocina doméstica.

Se requiere más investigación

La revisión reconoce la falta de ensayos clínicos que demuestren exactamente cómo los ultraprocesados dañan la salud, pero afirma que eso no debe retrasar las medidas para proteger a las personas de todo el mundo de los posibles daños para la salud.

Algunos científicos han comentado que es difícil separar los efectos de estos alimentos en la dieta de las personas de otros factores, como el estilo de vida, el comportamiento y la riqueza.

Los detractores del sistema de clasificación Nova afirman que se basa demasiado en el nivel de procesamiento de los alimentos y no en su valor nutricional.

Por ejemplo, el pan integral, los cereales para desayunar, los yogures desnatados, la leche de fórmula para bebés y los palitos de pescado se consideran ultraprocesados, pero tienen muchas propiedades beneficiosas.

El profesor Kevin McConway, profesor emérito de estadística aplicada de la Open University, afirmó: "Un estudio como este puede encontrar una correlación, pero no puede determinar con certeza la causa y el efecto".

McConway afirmó que aún "queda margen para la duda y para que se aclare con más investigaciones".

"Me parece probable que al menos algunos alimentos ultraprocesados puedan aumentar el riesgo de algunas enfermedades crónicas. Pero esto ciertamente no establece que todos los ultraprocesados aumenten el riesgo de enfermedad".

Todavía no está claro qué es lo que tienen estos alimentos que puede causar o contribuir a las enfermedades.

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Los supermercados ofrecen una proporción muy alta de alimentos ultraprocesados respecto a las opciones más saludables.

El profesor Jules Griffin, de la Universidad de Aberdeen (Escocia), dijo que el procesamiento de los alimentos tiene algunos aspectos positivos y que "se necesita urgentemente" más investigación para comprender cómo influye en nuestra salud.

La Federación de Alimentos y Bebidas (FDF), que representa a la industria, afirma que los ultraprocesados pueden formar parte de una dieta equilibrada, como los guisantes congelados y el pan integral.

"Las empresas han realizado una serie de cambios a lo largo de muchos años para que los alimentos y bebidas que compramos sean más saludables, de acuerdo con las directrices gubernamentales", afirma Kate Halliwell, directora científica de la FDF.

La cantidad de azúcar y sal en los productos que se venden en tiendas y supermercados se ha reducido en un tercio desde 2015, aseguró.

En Reino Unido, el Comité Asesor Científico sobre Nutrición afirmó a principios de este año que la relación entre un mayor consumo de alimentos ultraprocesados y los efectos adversos para la salud era "preocupante".

Sin embargo, añadió que "no está claro" si estos alimentos son poco saludables debido a su procesamiento o porque muchos de ellos tienen un alto contenido en calorías, grasas saturadas, sal y azúcares libres.

El consejo sobre la alimentación es comer más fruta, verdura y fibra, y reducir el consumo de azúcar, grasas y sal.


    • Philippa Roxby
    • Título del autor,Reportera de Salud, BBC News

miércoles, 3 de diciembre de 2025

El destino de la economía mundial está en manos de 2,5 millones de jubilados de EEUU y solo falta una chispa para que todo se venga abajo

 

Imagen: iStock


  • Hay un 'exceso' de jubilados en EEUU a raíz del covid que 'vive' de las acciones
  • Impulsan la economía gastando y están restringiendo la oferta laboral
  • Si Wall Street se hunde en medio de dudas con la IA, caerá el 'castillo de naipes'


El huevo o la gallina. A lo largo de la historia, en el ámbito económico y financiero unas veces ha venido primero la recesión y en otras el hundimiento del mercado. Hay recesiones que provocan caídas del mercado: por ejemplo, las recesiones de principios de los años 70, principios de los 80 y la crisis financiera mundial de 2008. Luego hay caídas del mercado que provocan recesiones: por ejemplo, la caída de Wall Street de 1929, el estallido de la burbuja japonesa de 1990 y el estallido de las puntocom de 2000. En un reciente informe, al que ha tenido acceso elEconomista.es, los estrategas de BCA Research estiman que el mayor riesgo de cara al periodo 2026-2027 es el de una caída bursátil que arrastre a la economía mundial. Sin embargo, lo sorprendente del informe es el catalizador para que esa caída en los mercados se lleve por delante a la economía. Ese catalizador no es otro que la gran 'bolsa' de estadounidenses mayores de 55 años que se jubilaron antes de tiempo a raíz de la pandemia.

Cuesta imaginar que un rincón tan, a priori, recóndito de la economía mundial pueda ser tan crucial, pero los estrategas de BCA se esfuerzan en demostrar su importancia. Todo lo que pase en EEUU acaba afectando de una manera u otra a la economía global, y este fenómeno tiene unas implicaciones mayores de lo que en un primer momento se podía pensar. "El desarrollo estructural más importante de la economía mundial del que nadie habla es el colapso pospandémico de los trabajadores estadounidenses de más edad. Esto refleja los millones del llamado 'exceso de jubilaciones', que ha sido un fenómeno exclusivamente estadounidense", presenta el equipo de la firma de análisis canadiense encabezado por el estratega jefe Dhaval Joshi.

De los 105 millones de estadounidenses mayores de 55 años, aproximadamente el 40% trabaja, el 40% está jubilado y el 20% nunca ha trabajado. Sin embargo, tras la pandemia, la tasa de participación de los estadounidenses de más edad (los que están trabajando o buscando activamente empleo) dentro de la fuerza laboral se desplomó un 2,5%. Esto significa que, tras el covid, hay una cohorte adicional de 2,5 millones de jubilados, es decir, de jubilados 'de más'.

Este fenómeno se debió especialmente a dos razones, explican desde BCA. Por un lado, al menor celo de EEUU con las políticas de movilidad en lo peor de la pandemia. EEUU actuó de forma relativamente rápida y laxa con los confinamientos, lo que provocó una mayor probabilidad de contraer el covid y sufrir sus secuelas. Esto supuso un fuerte desincentivo para que los estadounidenses mayores más vulnerables siguieran trabajando. Por otro lado, es igual de importante el hecho de que las acciones desempeñan un papel dominante en la riqueza de los estadounidenses de edad avanzada. El auge de las acciones (¿quién no recuerda las acciones meme?) derivado de las políticas ultraexpansivas de los bancos centrales hizo el resto: el mercado de valores permitió que 2,5 millones de estadounidenses más de edad avanzada se jubilaran anticipadamente.

Todo esto conduce al primer punto crucial: los 2,5 millones de jubilados estadounidenses 'de más' solo pueden permitirse permanecer jubilados mientras el mercado de valores siga en auge. En el momento en el que cualquier tropiezo del mercado se convierta en una corrección más amplia, volará por los aires el 'doble apoyo' que está suponiendo esta bolsa de 'exceso' de jubilados para la primera economía del planeta.

Este 'doble apoyo' se explica de manera muy sencilla. Por una parte, al gastar sus fondos de pensiones y su creciente patrimonio, ese 'exceso' de 2,5 millones de jubilados estadounidenses están generando una fuerte demanda de bienes y servicios. De este modo, están generando demanda de mano de obra. Por la otra, desde BCA tiran de teoría para que quede más claro: por definición, los jubilados no contribuyen a la oferta de mano de obra. Por lo tanto, esos jubilados 'de más' han mantenido el mercado laboral estadounidense con restricciones de oferta, evitando una recesión impulsada por una menor demanda de mano de obra.

Como reconocen Joshi y los suyos, a primera vista, puede parecer que la cifra de 2,5 millones palidece ante una población activa de 170 millones de personas. Sin embargo, como recalcan, cabe recordar que la salud del mercado laboral (y de la economía) se determina en los márgenes. En EEUU, una recesión suele producirse cuando la tasa de desempleo aumenta un 1,5% marginal. En la población activa estadounidense de 170 millones, esto equivale, como se podía imaginar, a 2,5 millones de trabajadores. Cabe imaginarse lo que puede pasar si esta bolsa de personas pierde su riqueza y se ve en la obligación de volver de golpe al mercado laboral para trabajar unos años más.

Dentro de esta delicada coyuntura, en BCA identifican un 'anclaje' clave: la Reserva Federal. Conviene ir por partes: la otra cara del 'motor económico' que están siendo estos jubilados gastando es una mayor inflación que se ha enquistado en el 3%. Si el banco central de EEUU tuviera que contrarrestar esa inflación con tipos de interés altos, supondría una amenaza para la economía y los mercados. Sin embargo, apuntan desde BCA en línea con otros analistas, la Fed está aceptando una inflación del 3% como su nuevo objetivo de facto frente al 2% 'oficial'.

"Cuando la inflación se mantiene por encima del nivel deseado por la Fed, esta nunca antes había permitido que los tipos de interés a un año cayesen tan cerca de la tasa de inflación a un año -lo que, en la práctica, permite que el tipo real de los fondos federales se desplome- como lo está haciendo ahora. Por lo tanto, las medidas de la Fed nos indican que no le incomoda una inflación del 3%. Y que utilizará cualquier indicio de debilidad económica o caída del mercado bursátil para justificar nuevos recortes agresivos de los tipos de interés", rubrica el equipo encabezado por Joshi.

Dónde y cuándo saltará la 'chispa'

Pero este 'cable' de la Fed ("la Fed puede ser tu amiga" dicen con cierto gracejo desde BCA) no quita que un susto llegue al mercado para 'quedarse'. Por debajo de los recientes repuntes y máximos históricos de Wall Street, con la Inteligencia Artificial (IA) y los Siete Magníficos en boca de todos los inversores, los analistas de la firma (no son los únicos) detectan una fragilidad que ya ha salido esporádicamente a la luz en medio de altísimas valoraciones de las acciones (están muy caras) y dudas con la cantidad de deuda contraída por el prometedor pero muy 'joven' sector de la IA (el mejor ejemplo quizá sea la construcción de grandes centros de datos). El Banco de Inglaterra ha sido el último organismo en alertar de esto tras hacerlo el Banco Central Europeo.

"El riesgo se ve agravado porque el mercado de valores nunca ha estado tan concentrado. Dos tercios del mercado bursátil mundial se concentran en EEUU; el 40% del mercado bursátil estadounidense se concentra en sus diez principales acciones; y el rendimiento de las diez principales acciones estadounidenses se concentra en una narrativa endeble. Esa narrativa endeble es que todos los beneficios económicos derivados de la IA genérica se destinarán a los beneficios empresariales. Concretamente, en los beneficios de un puñado de empresas que cotizan en bolsa. Pero lo más frágil de todo es que se destinarán a los beneficios de las mismas empresas que fueron las ganadoras de la revolución de la Web 2.0", argumentan Joshi y sus colegas. "Basta decir que la frágil narrativa se derrumbará, la única pregunta es cuándo", rematan su informe, subrayando el riesgo para la economía mundial de que eso ocurra en los dos próximos ejercicios.

Buscando la 'chispa' que puede prender todo este lienzo y hacer que esta 'arquitectura' se venga abajo, siempre es obligado leer las enseñanzas de Albert Edwards, veteranísimo analista de Société Générale famoso por anticipar en su día la crisis de los asiáticos emergentes en los 90 y después la burbuja puntocom. En su último informe, al que ha tenido acceso este periódico, él mismo lanza la gran pregunta: "¿Qué podría hacer estallar este implacable mercado alcista, también conocido como burbuja de la IA?".

"Una similitud con la burbuja de finales de los 90 es que los inversores están realmente cansados de escuchar las teorías bajistas de pesimistas como yo. El implacable auge del mercado impulsado por la IA y la tecnología los ha obligado a participar, les guste o no. La alternativa sería obtener un rendimiento inferior al del índice y arriesgarse a perder el trabajo", broma primero Edwards. "Lo que más me preocupa es que, a diferencia de 1999/2000, me cuesta ver un detonante inminente que provoque un mercado bajista importante", se pone serio.

En aquel entonces, hace un cuarto de siglo ya, la Reserva Federal subía los tipos de interés, pero tras inyectar liquidez al mercado a finales de 1999, la retiró y reventó la burbuja. "Es cierto que actualmente hay rumores en los mercados de CDS (swaps de incumplimiento crediticio) a medida que las empresas tecnológicas empiezan a apalancarse para financiar enormes inversiones en IA, pero hasta ahora esos movimientos han sido específicos de las acciones (¿o señales de alerta?)", reflexiona Edwards.

Pese a este 'presente', el analista sigue "tan convencido como siempre de que el S&P se encuentra en una burbuja de valoración construida sobre una burbuja de beneficios financiada con dinero fácil y financiación de proveedores, y que acabará en un colapso inevitable". Pero, a diferencia de la caída de la renta variable de 2001, que desencadenó solo una recesión muy leve, continúa Edwards en concordancia con la previsión de BCA, cuando estalle esta burbuja de IA, probablemente arrastrará a la economía a una profunda recesión. "Esto se debe a que la economía ahora está mucho más expuesta a las fluctuaciones del mercado de valores directamente a través de la inversión en IA, pero también a que Moody's muestra que las grandes ganancias de las acciones han impulsado desproporcionadamente el gasto de los consumidores más ricos", argumenta en su caso.

Siempre hay que mirar a Japón

Aunque no es fácil encontrar esa 'chispa' o detonante, Edwards invariablemente pone sus ojos en Japón y en el secular mercado bajista de bonos del Estado. La abrupta subida de los rendimientos en medio de temores fiscales y normalización de la política monetaria, con Japón en el candelero, está destinada a revertir la inflación de las valoraciones de los últimos 40 años en las acciones y los bienes inmuebles (principalmente), alerta el estratega.

"No se trata (todavía) de una venta masiva motivada por el pánico, sino de un aumento gradual e implacable de los rendimientos. Fuera de Asia, esta tendencia está pasando casi desapercibida. A pesar de que el S&P 500 se sitúa en un elevado múltiplo de 23 veces los beneficios futuros, los mercados de valores solo podrán ignorar el aumento de los rendimientos de los bonos mientras puedan creer en el auge de los beneficios relacionados con la inteligencia artificial y la tecnología. En algún momento esto será realmente importante para el S&P 500. Podría ser pronto", redobla su advertencia.

Es cierto que Japón sigue aplicando la expansión cuantitativa (ya de forma gradual, eso sí), pero la liquidación de bonos compensa con creces la expansión cuantitativa, por lo que el efecto neto es que el Banco de Japón ha iniciado este año una restricción cuantitativa y su balance se está reduciendo. Los planes actuales del Banco de Japón prevén una profundización de la restricción cuantitativa. El riesgo es que, a medida que el nuevo gobierno de Takaichi profundiza el agujero fiscal, los rendimientos no solo vuelvan al 2%, sino que sigan subiendo, impulsados por los planes de ajuste cuantitativo (QT) del Banco de Japón.

"Por supuesto, el dominio fiscal (bancos centrales plegándose a gobiernos despilfarradores) significará que el Banco de Japón se verá finalmente obligado a volver a la expansión cuantitativa (QE) y/o al control de la curva de rendimiento (YCC), y ese es probablemente el final del juego también en EEUU y Europa. Pero antes de que eso ocurra, siguiendo la trayectoria actual, es probable que algo se rompa, ya que los flujos de dinero real y apalancado dejarán de salir de Japón, o incluso se invertirán. Y si algo va a romperse, con el S&P estadounidense en una valoración delicada de 23 veces (beneficio por acción futuro), sé lo que creo que es vulnerable", lanza su última admonición el 'augur' de SG.


https://www.eleconomista.es/economia/noticias/13671834/12/25/el-destino-de-la-economia-mundial-esta-en-manos-de-25-millones-de-jubilados-de-eeuu-y-solo-falta-una-chispa-para-que-todo-se-venga-abajo.html

martes, 2 de diciembre de 2025

Mantener 3 prioridades - 28 pasos para la próxima guerra: Qué debería hacer Europa ante un mal acuerdo sobre Ucrania



Un edificio de apartamentos dañado por un ataque con drones rusos en medio del ataque de Rusia. (EUROPA PRESS)


El plan de 28 puntos de Donald Trump para poner fin a los combates en Ucrania sería un resultado soñado para el Kremlin. Así es como los europeos pueden asegurarse de que no se convierta en la pesadilla de su continente



Por el lado positivo, el plan de paz entre Ucrania y Rusia presentado por el gobierno estadounidense a principios de esta semana demuestra que el presidente Donald Trump sigue comprometido con lograr un acuerdo.

Por el lado negativo, sin embargo, la lista es bastante más larga. Aparentemente elaborado por los enviados estadounidenses y ruso Steve Witkoff y Kirill Dmitriev —aunque la autoría exacta sigue poco clara—, el acuerdo atravesaría una serie de líneas rojas mantenidas durante mucho tiempo en Europa y, hasta hace poco, también en EEUU ¿Que las fronteras no pueden cambiarse por la fuerza? ¿Que todos los países son igualmente soberanos y libres de elegir sus socios extranjeros y alianzas? ¿Que ningún tercero debería tener derecho de veto sobre quién puede ser miembro de la OTAN? Todo ello desaparece en los 28 puntos compartidos por funcionarios estadounidenses, que parecen basarse en otra afirmación: los fuertes hacen lo que quieren y los débiles sufren lo que deben.

Pero más que los principios está en riesgo la práctica. En la práctica, el acuerdo crearía una amenaza material para la existencia independiente de Ucrania: desde limitar el número de efectivos de sus Fuerzas Armadas hasta obligar a Kiev a abandonar los territorios que aún controla en las provincias de Lugansk y Donetsk y reconocer el control ruso sobre ellos. La retirada ucraniana del Donbás y la desmilitarización de esa región crearían las condiciones ideales para que Moscú ataque de nuevo a Ucrania dentro de unos años. Despojaría a Kiev de su "cinturón fortaleza" defensivo en el Donbás. Y enviaría una poderosa señal de impunidad al establecer una amnistía que negaría justicia a las víctimas ucranianas de los crímenes de guerra rusos. En pocas palabras: levantaría un enorme cartel orientado hacia el este que diría "vuelvan pronto" sobre todo el país.

Algunos en Europa cuestionan cuánto importaría esto para la seguridad del resto del continente. En realidad, bastante: la propuesta vincula su veto a la entrada de Ucrania en la OTAN (que el acuerdo escribiría en la Constitución del país) a la paralización total de cualquier futura ampliación de la OTAN. Eso afectaría no solo a los estados candidatos actuales como Bosnia y Herzegovina, sino también a los que tienen un debate abierto sobre su neutralidad y una posible solicitud de adhesión a la OTAN, como Austria o Moldavia.

Otros cambios codificados en el acuerdo propuesto están redactados de forma más sutil. Acordar que "aviones de combate europeos estarán estacionados en Polonia" sugiere que los estadounidenses —desplegados bajo esta o futuras administraciones de EEUU— no podrán estar allí. Proponer un nuevo pacto entre Rusia, Ucrania y Europa que resuelva "todas las ambigüedades de los últimos 30 años" evoca las exigencias de Moscú de alejar la infraestructura de la OTAN de sus fronteras occidentales tanto como sea posible, eliminando de hecho la capacidad de disuasión de la alianza en su flanco oriental. Todo esto establecería precedentes peligrosos que afectarían a toda Europa. La capacidad de los europeos para revisarlo determinará no solo el futuro de Ucrania, sino también el del resto del continente.

1. Los supuestos arquitectos del acuerdo, Witkoff y Dmitriev, son ambos inversores inmobiliarios sin experiencia en derecho internacional ni en normas globales. Ambos sirven a líderes autoritarios sensibles a perder 

2. prestigio. En esos orígenes yacen debilidades que los europeos pueden explotar: Vladímir Putin aún no ha aceptado plenamente el texto (llamándolo una "base" para un acuerdo). Tal vez porque el Kremlin duda de la capacidad de la administración Trump para cumplir sus promesas, o porque teme que Dmitriev, como hombre de negocios, se haya centrado más en cuestiones comerciales que en las de seguridad que más importan a Putin.

3. También parece haber dudas en el lado estadounidense.Algunos republicanos ya han criticado el acuerdo preliminar. Tan imprevisible como siempre, el propio Trump lo ha descrito como no siendo la "oferta final".

Trump y el canciller alemán Friedrich Merz han acordado un grupo de trabajo para revisar el texto del acuerdo, y asesores del E3 se reunieron con ucranianos y estadounidenses durante el fin de semana del 23 de noviembre —lo que demuestra que aún queda tiempo para que los europeos influyan en los términos finales—. Hay una oportunidad para lograrlo, si están lo suficientemente enfocados y unidos.


Ceci n’est pas un deal

Existe, entonces, una oportunidad: la posibilidad de que ucranianos y europeos le digan a Trump "sí, pero". Han aprendido por experiencia que es mejor decir esto e intentar cambiar la opinión del presidente estadounidense entre bastidores.

Pero la duración de esa oportunidad podría ser breve. Pese a las objeciones dentro del propio aparato estadounidense, la administración Trump ha dejado claro que tiene prisa por lograr un acuerdo y que Kiev no debe esperar uno mejor si intenta aguantar. Tras esto subyace una amenaza implícita pero grave: Estados Unidos podría detener su apoyo de inteligencia, reconocimiento y vigilancia a Ucrania, con implicaciones inmediatas y graves para la capacidad de Kiev de defenderse o golpear objetivos dentro de Rusia.

En los próximos días y semanas, los europeos intentarán mejorar el acuerdo final respecto al actualmente propuesto. Mientras lo hacen, deben adoptar estas tres prioridades:


1. Cuestionar el juicio de Estados Unidos sobre la trayectoria de la guerra

De las declaraciones estadounidenses sobre el acuerdo propuesto, está claro que Washington cree que la posición de Rusia no empeorará en los próximos meses, mientras que la de Ucrania se deteriorará. Este análisis corre el riesgo de convertirse en fatalismo, y los europeos pueden ayudar a combatirlo debilitando a Rusia económica, militarmente y en el propio campo de batalla.

2. Económicamente

Europa puede seguir rastreando y sancionando la "flota en la sombra" de Rusia —sus buques de transporte con identidades ocultas— mucho más exhaustivamente de lo que lo hace ahora. Eso recortaría los ingresos petroleros del país y, por tanto, su presupuesto militar. La UE debe intensificar las inspecciones de barcos sospechosos en aguas territoriales de los Estados miembros y adelantar sus planes para prohibir más buques de la flota en la sombra.

3. Militarmente

Europa puede hacer más para interrumpir la infraestructura bélica rusa. Las necesidades de Ucrania son amplias, pero una cosa marcaría una diferencia particular. En los últimos meses, Kiev ha aumentado sus ataques dentro de Rusia, incluidos los dirigidos a instalaciones de refinado de petróleo, socavando el intento del Kremlin de proteger a su población del impacto de la guerra y limitar la reacción interna. Actualmente, los ataques ucranianos se producen aproximadamente cada dos semanas, un intervalo lo suficientemente largo como para permitir reparaciones rápidas. Europa podría permitir a Ucrania reducir drásticamente esos intervalos proporcionando artillería adicional de largo alcance y apoyo para la capacidad de producción propia de Ucrania.

En el campo de batalla , Europa puede garantizar la capacidad crucial de Ucrania para seguir defendiéndose mientras se negocia con Rusia. En los últimos meses se ha hablado mucho de los sorprendentes avances ucranianos en drones. Pero, a medida que llega el invierno y empeora el tiempo, su uso disminuye y la necesidad de artillería —incluidos sistemas de calibre 155 mm— se vuelve más aguda. Proporcionar más suministros ahora ayudaría a Kiev a mantener la línea y negar avances a Moscú, cuestionando la percepción de Trump sobre la trayectoria de la guerra. Europa también puede ayudar a Ucrania a ser más autosuficiente en componentes de drones: aunque aún compra algunos en China, varias empresas ucranianas confirman en privado que ya producen hasta el 80% ellas mismas—y podrían producir más con el apoyo adecuado.

Los líderes europeos que hablen con Trump no deberían presentar estas medidas solo como posibilidades, sino como compromisos que se llevarán a cabo independientemente de lo que haga EE. UU.. Solo así tendrán alguna posibilidad de cambiar la percepción estadounidense sobre las perspectivas de Ucrania.


Usar todas las fichas de negociación disponibles

Un acuerdo entre Estados Unidos y Rusia hará que muchos europeos se sientan impotentes. Pero deben resistir esa reacción. El continente tiene una importante capacidad de presión, y debe usarla al máximo.

Naturalmene, esto incluye el apoyo financiero europeo a Ucrania, que ahora supera ampliamente al estadounidense. Pero el núcleo de esta influencia son los activos rusos congelados. El acuerdo entre EEUU y Rusia propone transferir 100.000 millones de dólares de esos activos a un fondo de reconstrucción ucraniano controlado por ambas potencias externas. Pero de los activos congelados, EEUU posee no más de 5.000 millones, mientras que Europa posee casi 200.000 millones. Así que el plan de Trump, incluso en su forma actual, requeriría cooperación europea.

Las conversaciones de la UE sobre el uso de esos activos están actualmente estancadas debido a la oposición de Bélgica, donde se encuentran muchos de ellos, y cuyo gobierno teme repercusiones legales si se confiscan. El alemán Merz, en cambio, está empleando capital político real para defender su uso en apoyo de Ucrania.

Europa puede influir de manera significativa en el acuerdo propuesto si actúa rápido. Eso significa que Merz y otros deben lograr un acuerdo que supere las preocupaciones belgas. Deben vincular esta acción a un escrutinio crítico de la dimensión comercial de la propuesta estadounidense-rusa, insistiendo en que la opinión pública europea podría aceptar usar los activos rusos congelados en Europa para estabilizar Ucrania o compensar el gasto europeo en defensa del país—pero no aceptaría que generen mega-beneficios para inversores estadounidenses.

Asimismo, los europeos deben explicar con más claridad su compromiso con las garantías de seguridad para Ucrania en caso de paz.


Acudir a la mesa con líneas rojas claras que defiendan la soberanía europea

La cooperación europea con cualquier acuerdo de paz sobre Ucrania debe estar condicionada a una serie de líneas rojas que protejan la soberanía del continente. El punto de partida de los europeos debe ser que no reducirán su apoyo a Ucrania ni aceptarán concesiones sobre Ucrania si el acuerdo debilita su propio derecho a proteger la seguridad europea.


Por lo tanto:

Las decisiones sobre qué aviones de combate se despliegan en territorio europeo se tomarán en los propios estados europeos democráticos, no en Washington ni en Moscú.

Del mismo modo, los cambios constitucionales en los países europeos se decidirán dentro de esos países, no se les impondrán desde fuera.

Europa no aceptará el precedente de que potencias externas establezcan límites al tamaño de las fuerzas armadas de un país europeo.

Tampoco reconocerá cambios territoriales logrados por la fuerza, entre otras cosas porque hacerlo podría desestabilizar no solo Ucrania, sino también los Balcanes Occidentales.

Donde los funcionarios y propagandistas rusos despotrican sobre el supuesto "régimen nazi" en Kiev, los europeos juzgarán a los gobiernos socios según las convenciones pertinentes de la ONU y del Consejo de Europa, no según los prejuicios o insultos de otros.

La propuesta estadounidense-rusa plantea muchas otras preguntas. Pero lo que más le falta es una respuesta a la siguiente: ¿qué está realmente dispuesto a ofrecer EE. UU., más allá de actuar como mediador de una capitulación ucraniana, para garantizar la paz?

Puede sonar irónico, pero no lo es. Esta es la pregunta fundamental para Kiev y sus respaldos europeos mientras la administración Trump avanza hacia una entrega a Moscú. EE. UU. ya ha reducido su apoyo a Ucrania. Europa, por su parte, ha ayudado a llenar ese vacío, aunque haya sido irresponsablemente lenta en invertir en Ucrania y en su propia defensa.

Entonces hoy, ¿qué está poniendo realmente EE. UU. sobre la mesa? ¿Qué hará Trump si Ucrania acepta el plan? ¿Cómo garantizará que el país no enfrente una guerra nueva y aún mayor dentro de unos años? Estas son las preguntas que los europeos deben plantearse al responder a un mal plan estadounidense que definirá el futuro de su propio continente. Han sido demasiado lentos. Su poder es menor del que debería ser. Pero sí tienen capacidad de actuación, y deben usarla.

Se dice que Dean Acheson, secretario de Estado estadounidense, proclamó lo siguiente sobre la guerra de Vietnam: "Es peor que inmoral, es un error". El acuerdo estadounidense-ruso tal como está sería exactamente eso.

Por supuesto que sería inmoral: transmitir al mundo que la soberanía democrática y la autodefensa pueden ser anuladas con pocas consecuencias duraderas. Pero, además, sería un error. Envalentonaría a una Rusia endémicamente revisionista, enseñándole las peores lecciones posibles. Debilitaría a Europa en su conjunto. Cambiaría una mala guerra ahora por una peor dentro de unos años. Los europeos y ucranianos pueden evitar esa próxima guerra—si actúan juntos ahora.


*Análisis publicado originalmente en inglés en el European Council on Foreign Relations por Jana Kobzova titulado 'What Europe should do about a bad Ukraine deal'