jueves, 6 de noviembre de 2025

El cierre del Gobierno federal de EEUU se convierte en el más largo de la historia y en una amenaza con heridas profundas para la economía

 

Vista del Capitolio en Washington durante el cierre federal. Bloomberg.



Trump tiene el dudoso honor de registrar los dos cierres de la Administración más largos de la historia de EEUU. El cierre del gobierno, que ya lleva 36 días, ha superado el récord anterior establecido a principios de 2019 durante su primer mandato. En el pasado, el impacto en el crecimiento económico ha sido temporal, ya que los empleados suspendidos recibían el pago retroactivo y el gobierno federal compensaba el gasto suspendido una vez reabierta la economía. Pero esta vez puede ser diferente.

La economía estadounidense muestra una fragilidad mayor que hace siete años, con la inflación persistente y el temor al desempleo pesando sobre los hogares. Además, el cierre actual se extiende más allá de los empleados públicos sin sueldo: millones de ciudadanos están perdiendo acceso a ayudas alimentarias en vísperas de la temporada navideña.

La Oficina Presupuestaria del Congreso calcula que el cierre podría restar hasta dos puntos al crecimiento del PIB en el cuarto trimestre. Si se prolonga hasta Acción de Gracias, unos 14.000 millones de dólares no habrá manera de recuperarlos.

Históricamente, los cierres no pasan de la anécdota para la economía y lo más importante es la parálisis política del país y la falta de entendimiento de los dos partidos. El país ha entrado en su vigésimo primer cierre del gobierno desde 1976, tras expirar la financiación el 1 de octubre de 2025. La razón es sencilla: los cierres rara vez alteran los fundamentos económicos. Puede alterar el gasto federal, pero una vez que hay acuerdo político, todo vuelve a la normalidad. "Si esta parálisis llega a su fin antes de finales de año, en teoría su efecto negativo sobre la economía en el cuarto trimestre de 2025 debería corregirse en gran medida en el primer trimestre de 2026", dice Sebastian Paris Horvitz de LBP AM – LFDE. Pero hay muchas diferencias con 2019. Durante el cierre del gobierno, la administración Trump intentó despedir a miles de empleados federales y sugirió que no se debería pagar retroactivamente a la totalidad de los aproximadamente 650.000 trabajadores temporales. Supondría que hay rentas que no entrarían en la rueda de la economía y se perderían para siempre.

Daños para la economía

La idea es difícil que se materialice, pero ya está generando una incertidumbre dañina para el consumo. Las repercusiones en el sector privado ya se están haciendo notar, desde contratistas gubernamentales inactivos hasta empresas que dependen del turismo y que se ven afectadas por el cierre de ciertos parques y museos. Algunos de los aeropuertos más concurridos del país están sufriendo retrasos debido a la escasez de controladores aéreos, quienes se encuentran entre los empleados que deben trabajar pero no reciben salario. El impacto de la falta de pago de salarios se está sintiendo en todo el país, no solo afecta a Washington DC, que tiene una alta concentración de trabajadores del gobierno federal.

Si se tiene en cuenta que los trabajadores federales afectados por el cierre se contabilizan técnicamente como desempleados al pedir prestaciones, la tasa de desempleo podría aumentar hasta el 4,7% en octubre, cuando finalmente se publique el informe, desde el 4,3% de agosto, según Bloomberg Economics.

Reacción en cadena

Se estima que durante el primer mes del cierre del gobierno federal se suspendieron 24.000 millones de dólares en gastos de bienes y servicios. Ahora, al entrar en su sexta semana, las repercusiones se extienden a contratistas y proveedores que esperaban recibir esos fondos.

"Eso aumenta el riesgo de que estos contratistas tengan que suspender temporalmente a sus propios trabajadores, reducirles el salario o incluso despedirlos si se encuentran en una situación financiera especialmente difícil", señala Bernard Yaros, economista jefe para Estados Unidos de Oxford Economics.

Miles de empresas privadas que dependen de préstamos de la Administración de Pequeñas Empresas de EEUU (SBA, por sus siglas en inglés) se están quedando sin fondos. La SBA estimó que, al 21 de octubre, el cierre del gobierno había bloqueado 2.500 millones de dólares en préstamos para 4.800 pequeñas empresas; dinero que normalmente se usaría para operaciones, incluidos los gastos corrientes y los costos de expansión.

Sobre Trump y las negociaciones con los demócratas

El cierre de Gobierno en EEUU ha marcado este miércoles un nuevo récord al cumplirse 36 días con la administración clausurada, superando al 'shutdown' de 2018-19 durante el primer mandato de Donald Trump, Ello ha dejado a cientos de miles de trabajadores federales suspendidos sin salarios, provocando el cierre en numerosos servicios y afectando al servicio de asistencia alimentaria que da de comer a 40 millones de estadounidenses. La situación es complicada ya que Donald Trump y su equipo no parecen estar haciendo todo lo posible para llegar a un acuerdo con los demócratas que permita reabrir el Gobierno.

El partido demócrata tiene una línea roja: para llegar a un acuerdo, exigen que los republicanos reviertan los recortes planeados en los créditos sanitarios que expiran a final de año. Sin embargo, el partido de Trump plantea otras cuestiones, e insiste en llegar a un pacto para elaborar una medida legislativa que permita mantener la financiación en los niveles de gasto actuales.

De hecho, el magnate ha llegado a presionar a la formación progresista con los problemas en el servicio de asistencia alimentaria, asegurando que su Gabinete sólo restablecerá de forma completa si los "demócratas de la izquierda radical" permitían la apertura del Gobierno. Así lo ha afirmado recientemente, a pesar de que, paradójicamente, Trump ha rechazado reunirse con la dirección del Partido Demócrata para llegar a un acuerdo: "Hemos votado 14 veces para abrir el país y ellos votan para mantenerlo cerrado", llegó a asegurar el pasado domingo.

Sin embargo, esta estrategia de Trump parece estar minando la imagen pública de los republicanos. Así, una encuesta de NBC News ha señalado recientemente que el 52% de los electores culpaba al presidente o a su partido por el cierre de Gobierno, frente al 42% que responsabilizaba a los demócratas. Paralelamente, los datos mostraban que un 43% de los estadounidenses aprobaban el trabajo de Trump en la Casa Blanca, frente a una desaprobación del 55%.

En este contexto, el partido demócrata considera que su poder de negociación ha aumentado desde el 1 de noviembre. Ese día se inició el periodo para que los estadounidenses se registren en un seguro de salud para el año que viene, llevando a muchos ciudadanos a comprobar el encarecimiento de sus próximas cuotas en caso de que se expiren los créditos a la salud que los republicanos no están interesados en mantener.

Todo ello está provocando nervios entre las filas republicanas. Según Doug Heye, estratega republicano, el cierre del Gobierno está llegando ahora "a grandes porcentajes del país que van a sentir muchas consecuencias". Entre ellas está, como se mencionaba anteriormente, la asistencia alimentaria, un asunto extremadamente delicado incluso para Trump. En este sentido, la Casa Blanca confirmó este lunes que financiará parcialmente el programa SNAP (Programa de Asistencia Nutricional Suplementario, en castellano) con una orden federal, aunque solo cubrirá la mitad de la cantidad que las familias reciben normalmente, un movimiento que, además, puede tomar semanas en ser implementado.