martes, 11 de octubre de 2022

El musculoso dólar pone en un aprieto a la economía mundial y dispara las llamadas para un Acuerdo del Plaza 2.0

Imagen: Dreamstime


  • La fortaleza de la divisa sigue lastrando a otros países, sobre todo emergentes
  • Ministros de finanzas y banqueros centrales del G-20 abordarán el problema
  • En 1985 el entonces G-5 acordó debilitar al dólar en un contexto similar



Si la economía se pudiera resumir en las frases incluidas en las galletas chinas de la suerte, una de las citas de 2022 podría ser: "La fortaleza del dólar te hará llorar". La política emprendida a finales de 2021 por la Reserva Federal de EEUU (las subidas de tipos llegaron después, pero el tono ya estaba marcado) buscando un endurecimiento que aplacase una pegajosa y persistente inflación tras los desajustes económicos de la pandemia junto a la incertidumbre global ha tenido una primera consecuencia lógica: el dólar se ha fortalecido con claridad frente a la mayor parte de divisas (el índice dólar gana casi un 18% este año). Al aumentar el precio del dinero en EEUU, subía el de la moneda más importante del mundo, acarreando consecuencias (no muy buenas) para los demás. Esto ha hecho que empiecen a alzarse voces pidiendo una acción coordinada para quitarle proteína al 'billete verde' algo que ya ha ocurrido en el pasado, concretamente en los años 80.

No sería la primera vez (ni la última) que un dólar fuerte termina generando una crisis a miles de kilómetros (países en desarrollo o emergentes), que acaba repercutiendo en otras regiones como Europa y, finalmente, en la propia economía americana. Las empresas de muchos países emergentes (también los gobiernos) buscan reducir sus costes de financiación emitiendo deuda en dólares. El problema de esta política es que si el dólar se fortalece (o la divisa nacional se deprecia), devolver esa deuda se convierte en misión imposible, lo que dispara el número de defaults y lastra la actividad económica.

Con este escenario de fondo llega la reunión de banqueros centrales y ministros de Finanzas del G-20 que se celebra este miércoles y este jueves en Washington. La previsión de diversos analistas es que en esta cita ya se haga alguna mención explícita al problema que supone la fortaleza del dólar. Lo que no está tan claro es que llegue una acción coordinada para ponerle freno a la divisa estadounidense, algo que ocurrió por última vez en 1985 con el célebre Acuerdo del Plaza.

En una cumbre celebrada en septiembre de 1985 en el famoso Hotel Plaza de Nueva York, Francia, Japón, Reino Unido, Alemania Occidental acordaron con EEUU (el entonces G-5) debilitar el dólar. En la época, se daban ciertos paralelismos con la situación actual: inflación creciente, una agresiva campaña de subidas de tipos de la Reserva Federal y un dólar en alza. La decisión por parte de las potencias se tomó bajo la creencia de que la enorme subida del dólar estaba dañando la economía mundial. La coyuntura económica y financiera internacional se alteró drásticamente tras el acuerdo. El dólar perdió cerca del 30% de su valor entre 1985 y 1988.

"Se espera que en esta cumbre se hable, entre otras cosas, de la fortaleza del dólar. Por el momento no se prevé un nuevo Acuerdo del Plaza como el original de 1985, pero sí una declaración de voluntad de debilitar el dólar, que el mercado debería tomar en serio", señalan los economistas de SEB en su comentario diario de mercados. Los expertos piden estar muy atentos al comunicado que se saque en la cumbre.

Coinciden los de Crédit Agricole CIB Research: "Antes de la reunión de los ministros de finanzas del G-20 y de los gobernadores de los bancos centrales, los inversores en divisas han especulado sobre las perspectivas de una intervención concertada para debilitar el dólar en general. El principal argumento esgrimido a favor de un posible Acuerdo del Plaza 2.0 es el impacto perturbador que la fortaleza del dólar está teniendo en la estabilidad financiera mundial y, por tanto, en las perspectivas de crecimiento global".

"Otra razón para una acción concertada que ponga fin a la subida del dólar es el hecho de que la compra de dólares engendra más compra de dólares. En efecto, los bancos centrales que intervienen para defender sus divisas frente al dólar tienden a vender títulos de renta fija estadounidenses y, de este modo, impulsan el tipo de interés y la ventaja de rendimiento del dólar. La fortaleza del dólar y el aumento de los costes de financiación han encarecido el servicio de la deuda en dólares", añaden desde Crédit Agricole.

¿Cómo afecta la fortaleza del dólar al mundo?

La propia Reserva Federal de Dallas ha publicado recientemente un análisis en el que estudia las crisis que ha generado el 'billete verde' en mercados emergentes. Los economistas del banco central explican que "incluso un aumento modesto en los tipos de interés en EEUU puede desencadenar un colapso en el endeudamiento externo en una economía emergente como México, por ejemplo. A medida que aumenten los tipos de interés en EEUU, habrá una reducción gradual de las entradas de capital en México y del tipo de cambio real sufrirá a medida que los inversores encuentren más atractivos los activos de EEUU".

Llega un punto en el que el valor del tipo de cambio ya no respalda el equilibrio de alto endeudamiento/alto consumo. En ese momento, hay un colapso en el endeudamiento externo, o una 'parada repentina' en la entrada de flujos. "La economía debe volver al equilibrio, rebajando el endeudamiento externo, el consumo y con un tipo de cambio débil". Esto ocurrió en México en 1994, en medio de un ciclo de subidas de tipos en EEUU muy similar al que está sucediendo en la actualidad.

Estos expertos explican que no todas las economías emergentes son vulnerables a una apreciación de dólar. Todo depende de el nivel de endeudamiento externo de esas economías en divisa extranjera (cuánto dinero deben en dólares, euros... a inversores externos) y de cuál es el nivel de reservas líquidas del banco central. Por ejemplo, China no debería tener muchos problemas, puesto que su banco central atesora unos tres billones de dólares en reservas, buena parte de ellas invertidas en bonos del Tesoro de EEUU, que es un activo bastante líquido.

Si una empresa china necesita cambiar yuanes por dólares para pagar el cupón de una deuda, el banco central chino tiene capacidad de sobra para ofrecer esos dólares a través de los canales financieros. Pekín también tiene suficientes reservas para impedir que la fortaleza del dólar provoque un terremoto en el yuan.

Sin embargo, el análisis de la Fed revela que otras economías sí se encuentran en una posición vulnerable. Este es el caso de Argentina Turquía, cuyo nivel de reservas es muy bajo respecto a la deuda externa en divisa de corto plazo. También Chile Colombia pueden tener problemas dado el elevado déficit por cuenta corriente en el que incurren (importan más de lo que exportan), por lo que necesitan flujos de capital externos para seguir produciendo a los niveles actuales. El continuo fortalecimiento del dólar puede terminar generando una crisis en estos países que afecta de sus vecinos y mayores parejas comerciales en la región.

Aunque el impacto de la fortaleza del dólar hace temblar a una parte de los emergentes, también tiene su impacto en los países/regiones desarrolladas como la Eurozona. En esta ocasión, el musculoso dólar está agudizando los problemas de debilidad del propio euro, víctima de la guerra en Ucrania y de un Banco Central Europeo (BCE) que va con mucho retraso en la carrera por subir tipos.

Rory Fennessy, economista de Oxford Economics, señala en un informe publicado la semana pasada que "la debilidad del euro frente al dólar es un lastre a corto plazo para el crecimiento de la eurozona... El shock inflacionario de la eurozona ha sido impulsado principalmente por el aumento de los costes de la energía importada, pero la debilidad del euro frente al dólar ha exacerbado este problema, ya que las importaciones de energía se negocian principalmente en dólares".

Más allá del petróleo (obviamente se importa en dólares), la mayoría de las importaciones que provienen de fuera de eurozona también están denominadas en dólares, lo que amplifica los aumentos de precios en otros insumos y bienes de consumo. Al final, esta subida del 'billete verde' se convierte en una transferencia de renta desde los países desarrollados a los países que producen intensivamente bienes denominados en dólares (fundamentalmente las materias primas). Los productores de gas y petróleo están entre los grandes ganadores.

¿Es momento de un Acuerdo del Plaza 2.0?

Pese a la claridad del diagnóstico aún parece pronto para que se tome una decisión del calibre del Acuerdo del Plaza, sobre todo porque no es de la conveniencia de EEUU. Mientras en Washington sigan 'contentos' con un dólar más fuerte para seguir exportando inflación, es difícil que acepten una política de este tipo, a menos que haya algún indicio de riesgo sistémico para la economía mundial en general, y no parece que estemos en ese punto todavía. El acuerdo de 1985 se firmó solo después de que la segunda administración de Ronald Reagan considerara la intervención en el mercado de divisas de forma más favorable, lo que subraya la dificultad de coordinar cualquier acuerdo importante sin el apoyo estadounidense. Además, en aquel momento el índice dólar había llegado a superar los 160 puntos y actualmente ronda los 110.

"Creemos que es demasiado pronto para un Acuerdo Plaza 2.0, en gran medida porque la Reserva Federal sigue sonando muy agresiva. El éxito del acuerdo de 1985 se debió en gran medida a consideraciones de política monetaria coherentes. En aquel momento, la intervención coordinada en el mercado de divisas para vender dólares estaba respaldada por una Fed dispuesta a recortar los tipos (el tipo de interés oficial se redujo a la mitad entre 1984 y 1986) y el Banco de Japón a subirlos. Hoy en día es más probable que el Banco de Japón suba los tipos de interés que la Reserva Federal los baje, pero ambas perspectivas siguen siendo lejanas", advierte ante tanta expectativa Chris Turner, analista de ING.

"Seguimos pensando que es peligroso tratar de buscar un máximo en el dólar mientras la Fed sigue apretando las tuercas y llevando los tipos reales de EEUU a territorio positivo. No deberíamos pensar en un máximo del dólar hasta que la Fed esté preparada para declarar que ha hecho su trabajo, sobre todo a través de un ajuste moderado en sus gráficos de puntos. Sospechamos que esa es una historia para marzo, si no para junio de 2023", añade Turner.

Rajadhyaksha (Barclays): "Durante las próximas semanas, muchos de los líderes políticos del mundo sin duda volarán a Washington y pedirán un respiro. La Fed se mostrará comprensiva pero impasible"

"Me resulta difícil ver la probabilidad de una intervención concertada en este momento", aseguraba antes del verano Jane Foley, jefe de estrategia de divisas de Rabobank en Londres, cuando ya se especulaba con una acción coordinada contra el 'billete verde'. "¿Por qué la Fed iba a endurecer las condiciones financieras con una mano y luego aflojarlas con la otra interviniendo contra el dólar?". Un sentimiento que compartía Colin Graham, jefe de estrategias de activos múltiples de Robeco. "Un dólar más fuerte endurece las condiciones monetarias y esto ayudará" a la política de la Fed, subrayaba el experto. "El obstáculo para una acción coordinada sigue siendo muy alto".

Muchos líderes mundiales miran con cara de 'corderos degollados' a la Fed para que eche el freno con las subidas de tipos y se evite una crisis en algunos países emergentes a la vez que se reduce la presión inflacionista en otros (eurozona). Sin embargo, esto parece poco probable. Ajay Rajadhyaksha, jefe de investigación de Barclays, explicaba en una columna publicada por el Finacial Times que la Fed evitará a toda cosa una depreciación del dólar en estos momentos, puesto que eso complicaría aún más la lucha contra la inflación. La Fed ha cometido un error endureciendo la política demasiado tarde. Volver a fallar ahora supondría una enorme pérdida de credibilidad para el banco central de EEUU.

"Durante las próximas semanas, muchos de los líderes políticos del mundo sin duda volarán a Washington y pedirán un respiro. La Fed se mostrará comprensiva pero impasible. Para todos aquellos que esperan un nuevo Acuerdo del Plaza, todo lo que podemos decir es: buena suerte", sentencia Rajadhyaksha.