lunes, 17 de marzo de 2025

Ni Covid, ni malaria: la tuberculosis vuelve a ser la principal causa de muerte por enfermedad infecciosa


Imagen de rayos X pulmonar de un paciente Getty Images


La Fundación “la Caixa” organiza un debate sobre el estado actual de la tuberculosis y las vías de investigación más prometedoras para prevenir y tratar esta enfermedad infecciosa


Su nombre científico es Mycobacterium tuberculosis, un bacilo de tamaño microscópico que tiene en jaque a los humanos desde la noche de los tiempos. Es la bacteria responsable de la tuberculosis, una de las enfermedades infecciosas más antiguas de la humanidad. También, la que más muertes ha causado. Solo en los últimos dos siglos se estima que se ha cobrado la vida de más de 1.000 millones de personas. Pese a los avances en la lucha contra la enfermedad, en 2023 se contabilizaron 10,8 millones de nuevos casos en todo el mundo (unos 4.000 fueron en España) y 1,25 millones de muertes. Cierto que no suscita tantos titulares como algunos microorganismos más mediáticos, como el causante de la covid, el de la malaria o el VIH, pero la ciencia sigue trabajando duro para cortar el paso a esta enfermedad a través de diversas líneas de investigación que buscan mejorar la prevención, diagnóstico y tratamiento.

Bajo el título “La tuberculosis sigue siendo la enfermedad infecciosa que más muertes causa”, la Fundación “la Caixa” organiza este 26 de marzo a las 19 horas un nuevo debate abierto para abordar los problemas en la lucha contra esta bacteria y conocer algunas de las investigaciones más prometedoras. Para ello contarán con tres expertos: Pere-Joan Cardona, jefe del servicio de Microbiología del Hospital Germans Trias i Pujol y responsable del grupo de investigación de Microbiología Clínica y Experimental del Instituto de Investigación de ese mismo centro; Iñaki Comas, líder de la Unidad de Genómica de la Tuberculosis en el Instituto de Biomedicina de Valencia, Consejo Superior de Investigaciones Científicas (IBV-CSIC); y Alberto García-Basteiro, profesor asociado de investigación en el Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal) y coordinador del área de investigación en tuberculosis del Centro de Investigación en Salud de Manhiça (CISM).

¿Qué pasó con la vacuna?

Durante siglos, la tuberculosis ha causado pavor entre los humanos por su alta mortalidad y la facilidad de contagio por vía aérea al toser o estornudar. Paradójicamente, ha habido épocas en las que el aspecto lánguido, la palidez o la fragilidad que causaba esta enfermedad ha sido fuente de tétrica inspiración para muchos artistas, desde Thomas Mann a Chopin, Modigliani o Munch. Los síntomas son bien conocidos: tos, dolores torácicos, debilidad, pérdida de peso, fiebre y sudores nocturnos. La infección se ceba, sobre todo, en los pulmones, aunque puede afectar también a los riñones, el cerebro o la columna vertebral.

Enfermera vacunando a un bebé

Enfermera vacunando a un bebé

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La comunidad científica lleva más de un siglo plantándole cara con relativa eficacia. Existe una vacuna desde 1921 (la vacuna BCG, siglas de bacilo de Calmette-Guérin), pero solo protege de las variantes más graves en niños, como la tuberculosis meníngea. Su protección disminuye con el tiempo y no previene la infección primaria en adultos, ni la reactivación de la tuberculosis latente. Por esa razón ha dejado de administrarse en los países con baja incidencia de esta enfermedad, como España, Estados Unidos u otros países de la UE, y ya solo se administra a los bebés y niños pequeños en los países donde la tuberculosis es común. El tratamiento con antibióticos es lento, largo y se enfrenta al grave problema de las resistencias.

Asiste al debate sobre la tuberculosis pa

Asiste al debate sobre la tuberculosis que tendrá lugar el próximo 26 de marzo 

 Fundación “la Caixa”

Este fracaso relativo de la antigua vacuna y la urgencia de contener una enfermedad infecciosa que en pleno siglo XXI sigue siendo la que más muertes causa continúan impulsando a la comunidad científica a desarrollar nuevas vacunas más eficientes y duraderas. Ya hay 14 candidatos vacunales en fase de desarrollo clínico, es decir, en fase de pruebas en seres humanos. Unas ponen el foco en prevenir la infección; otras, en evitar el desarrollo de la enfermedad en caso de contagio. El equipo que lidera García-Basteiro está llevando a cabo diversos ensayos clínicos de nuevas vacunas para la prevención de la enfermedad, así como estudios para evaluar la eficacia de nuevos métodos de detección de la bacteria a partir de la orina o las heces en vez de muestras respiratorias. También están desarrollando un estudio epidemiológico para determinar el papel de la tuberculosis asintomática en la transmisión de la enfermedad.

Predilección por los vulnerables

Todos podemos, en algún momento de nuestra vida, estar expuestos al bacilo, especialmente en aquellos países donde la tuberculosis es más común. Sin embargo, solo unos pocos desarrollarán la enfermedad. Las estadísticas apuntan que la cuarta parte de la población mundial ha estado expuesta al bacilo de la tuberculosis en algún momento de su vida, es decir, la bacteria podría haber entrado en sus pulmones. Es lo que se conoce como infección latente: la bacteria ha entrado, pero no es capaz de proliferar y causar una tuberculosis activa. Por suerte, solo el 10 % de las personas infectadas desarrolla la enfermedad.

¿Qué determina que la infección latente progrese o que no llegue a manifestarse nunca como enfermedad? Como en otras muchas enfermedades, el estado del sistema inmunológico del paciente va a ser clave. El riesgo aumenta en personas inmunodeprimidas (por el VIH, por ejemplo), con desnutrición o diabetes. Ciertos hábitos poco saludables, como el consumo de tabaco o alcohol, favorecen también el desarrollo de la enfermedad. Estos factores, unido a condiciones socioeconómicas adversas que favorecen un peor estado de salud, explican el estigma que desde hace siglos acompaña a la tuberculosis como enfermedad asociada a la pobreza y a los colectivos más desfavorecidos. El papel de bailarina tísica interpretado por Nicole Kidman en Moulin Rouge encarna a la perfección ese señalamiento social.

¿Por qué unos enferman y otros no?

Algunos trabajos de investigación, como el de Cardona y su equipo, se centran en comprender los mecanismos que favorecen que la infección latente acabe despuntando como una tuberculosis activa. El estrés y la inflamación, se han identificado como desencadenantes, lo que permite avanzar hacia nuevos métodos de diagnóstico y tratamiento. También trabajan en una vacuna terapéutica que se administraría a personas ya infectadas. Esta innovadora terapia permitiría reducir la duración del tratamiento antibiótico actual de seis meses a tan solo tres semanas.

Alguna de las preguntas

¿Por qué afecta más a los hombres que a las mujeres? 
¿Solo la pueden transmitir las personas con síntomas?
¿Se transmite de animales a personas? ¿De qué manera? 
¿Cuáles son los tratamientos disponibles? ¿Cómo se están mejorando? 
¿Cómo se puede mejorar el diagnóstico y control de las resistencias? 
¿Qué son las vacunas terapéuticas? 
¿Por qué se habla tan poco de la tuberculosis si es la enfermedad infecciosa que más muertes causa a nivel mundial?

Estos son algunos de los interrogantes a los que se intentará dar respuesta en el debate

Por su parte, el equipo de Comas busca las respuestas en el interior de la propia bacteria usando la genómica. El objetivo es comprender cómo ha evolucionado en los milenios en los que ha acompañado al ser humano e identificar los determinantes de su virulencia. Conocer cómo es y cuáles son sus mecanismos de acción permitirá desarrollar tratamientos más eficaces, reducir las resistencias a los antibióticos y afinar en las estrategias de prevención.


Salomé García

Barcelona