jueves, 20 de marzo de 2025

Estamos cerca de conseguir el santo grial de la energía ilimitada, y no es la fusión



El cañon de plasma perforando la piedra. (Quaise)



Nuevos estudios demuestran que una empresa fundada por científicos del MIT tiene todo a favor para reconvertir todas las plantas térmicas del planeta en energía geotérmica ilimitada




Un reciente estudio publicado en la revista Nature confirma la viabilidad de la fuente de energía que puede liberarnos de la dependencia del petróleo, renovables y nuclear, sin tener que depender del sueño de la fusión que siempre está a punto de llegar pero nunca llega: la energía geotérmica con vapor supercrítico obtenida gracias a la perforación a gran profundidad y el aprovechamiento de rocas a temperaturas superiores a 375 grados Celsius.

Esta tecnología —desarrollada por la empresa estadounidense Quaise, fundada por científicos del MIT— permitirá taladrar hasta los 10 kilómetros de profundidad con el fin de usar el calor ilimitado de nuestro planeta en cualquier lugar del mundo, sin contaminar y con un coste mínimo. La idea es reconvertir viejas plantas térmicas de carbón y gas, reutilizando sus turbinas usando el vapor supercrítico obtenido a esas profundidades para generar energía las 24 horas, algo imposible con la geotermia convencional que ya dota de energía gratis a países como Islandia. Como apunta Carlos Araque, director ejecutivo de Quaise, "la geotermia puede proporcionar la escala de energía que nuestra civilización necesita de una manera mucho más rápida y efectiva que la fusión nuclear, que aún está lejos de ser una realidad viable".


El camino se ensancha

Según informes de organizaciones como la Agencia Internacional de la Energía, la energía geotérmica tiene el potencial de convertirse en un actor principal en la transición energética. Sin embargo, las plantas geotérmicas actuales operan a temperaturas considerablemente más bajas que las que propone Quaise, entre 100 y 250 grados Celsius, y sólo funcionan en localizaciones muy concretas. La diferencia radica en la capacidad de acceder a rocas supercalientes, ubicadas a profundidades de entre dos y doce millas bajo la superficie terrestre.

Ahora, el camino para conseguir la geotermia en cualquier parte se ensancha con nuevos estudios presentados por el ingeniero mecánico de Quaise Energy Daniel W. Dichter. "Tenemos un buen conocimiento de cómo diseñar plantas de energía geotérmica en el dominio de la temperatura convencional, pero no tenemos mucha experiencia con temperaturas de fuente geotérmica más altas que eso”, apuntó Dichter. “Estos estudios aplican los principios convencionales de diseño geotérmico a un rango de temperatura más alto que comienza en 300 grados centígrados".


placeholderLas primeras imágenes de la central geotérmica piloto de Quaise. (Cortesía de Quaise)
Las primeras imágenes de la central geotérmica piloto de Quaise. (Cortesía de Quaise)


En las plantas geotérmicas, la roca caliente absorbe el calor del agua y se bombea a la superficie, convirtiéndola en electricidad. El agua supercrítica, una fase similar al vapor por encima de 375 °C, puede transportar 5-10 veces más energía que el agua caliente, pero la conclusión de Dichter es que no es necesario mantener el agua a esa temperatura hasta la superficie: "La supercriticalidad no es necesaria para el máximo rendimiento", afirma. Sólo haría falta que llegar a 300 °C, como en las plantas térmicas convencionales, que usan turbinas comunes muy baratas y además ya están instaladas.


La verdadera revolución energética

La tecnología de Quaise se basa en el uso de girotrones, dispositivos que generan haces de microondas capaces de derretir la roca más dura. Este proceso, desarrollado por Paul Woskov en el MIT, permite acceder a la profundidad donde hay calor intenso en cualquier parte del globo, no solo en zonas volcánicas.

Estos nuevos estudios se añaden al que hace unos meses publicó un equipo liderado por Marie Violay, directora del Laboratorio de Mecánica Experimental de Rocas en la EPFL, en el diario científico Nature. Aquella investigación demostró que las rocas sometidas a condiciones de calor extremo pueden desarrollar fracturas, incrementando su permeabilidad. Estas fracturas permiten la circulación de agua que se convierte en vapor supercrítico, una fase con una capacidad de transporte energético entre cinco y diez veces mayor que los sistemas geotérmicos comerciales actuales. "Este trabajo muestra que las rocas se fracturan bajo estas condiciones, pero es necesario aplicar presión de forma rápida para lograrlo", señaló en su día Violay.


placeholderUna ilustración que muestra la propuesta de Quaise. (Quaise)
Una ilustración que muestra la propuesta de Quaise. (Quaise)


Este vapor supercrítico es fundamental para la viabilidad económica del proyecto de Quaise, ya que permite transportar una cantidad de energía significativamente mayor por pozo. Como explica Geoffrey Garrison, vicepresidente de operaciones de Quaise Energy, "estos factores podrían hacer que este recurso geotérmico sea mucho más rentable". Combinado con el descubrimiento de que la temperatura final del vapor resultante funcionaría sin problemas con la infraestructura de las infraestructuras térmicas actuales, deja abierto el camino para que Quaise consiga el santo grial energético.

Pero ahora queda lo más difícil: poner en marcha el sistema de perforación que permitirá esta revolución para la humanidad. Es un reto mucho más fácil que la fusión, pero un reto que hay que demostrar. No queda mucho para ver si cumplen lo prometido: Quaise planea tener una planta piloto operativa pronto y prevé que la primera planta comercial podría estar funcionando en 2028. Si lo consigue, podríamos ver una reconversión de centrales térmicas tradicionales a nivel global, cortando para siempre nuestra dependencia del petróleo y de las energías intermitentes como la solar o la eólica, proporcionando una fuente constante y fiable de energía que dure literalmente hasta que la Tierra muera engullida por el Sol.