sábado, 30 de octubre de 2010

Procida e Ischia: las joyas del Tirreno

Procida es una pequeña maravilla desconocida en el Mediterráneo. Tiene el sabor autentico de una isla no contaminada por la masificación del turismo internacional que se ha apoderado de todas las islas de Italia, España y Grecia. Por suerte sus hermanas, Capri e Ischia, a pocos kilómetros, se llevan todo el glamour de los Vips y del turista que tiene prisa. Quedarse una semana en Procida en junio o septiembre, os resultará una  experiencia inolvidable. Un viaje en el tiempo donde, entre limoneros y muros descorchados, la vida del día a día de los isleños os permitirá desconectar del mundo real, para encontrarse con uno mismo y descubrir …. que hay otras formas de vivir.  Os recomiendo mi dos hoteles favoritos: "La casa sul mare" y "La Vigna", el primero por sus increíbles vistas sobre la isla y el segundo, por el placer de estar.









Aquí ..... bajando a mi playa favorita ....
Fotos From Roberto

Ah, por cierto, en Procida no encontraréis ni “Pacha” ni “Elizabeth Arden” .......y por la noche, después de cenar una autentica buenisima pizza napoletana, daréis un paseo mirando las estrellas fugaces ….jejejeje!!!!!

A poco más de 30 minutos del puerto de Nápoles aparecen como perdidas por el mar Tirreno las islas de Procida, Ischia y Capri. Tres regalos de los dioses. Tres islotes en un mismo mar pero absolutamente diferentes. Éste es un viaje que explora la primera.
Capri guarda la fama y su belleza la justifica; mientras que Procida e Ischia se dejan querer por los napolitanos quienes encuentran en ellas su refugio de ocio y divertimento dentro y fuera del mar………
Prócida es una de los tres islotes que se otean desde la costa napolitana, la pequeña y encantadora isla, es una joyita pesquera que guarda con mimo su personalidad marinera. La escritora Elsa Morante inmortalizó el bello pueblo de Corricella en su libro La Isla de Arturo. Una historia conmovedora que te sumerge en un pueblo pesquero de la isla. Cuando lo lees lo imaginas tal y como luego lo encuentras. Un pueblo desaliñado, sumergido en la calma, con la vida expuesta a una terapia de mar que cautiva desde el primer minuto que la atisbas.
Esta islita de origen volcánico fue un edén vinícola en tiempos romanos y luego, tras la caída del Imperio, fue el objeto de deseo de los godos, invadida por los sarracenos e anexa, en su momento, al Imperio Bizantino. Guarda ésta una historia ajetreada que justifican sus torres vigías y sus murallas aún protectoras.
Tradición culinaria
Vivió del mar hasta que el turismo se quedó fascinado por su belleza. Hoy, su gente produce unos limones que se usan en la gastronomía y en la producción de limoncello. Su costa, en época estival, está repleta de yates y barquitos de pesca; y sus restaurantes hacen gala de la tradición culinaria de Italia. Luce historia y hermosura en sus bellas playas, en su abadía de San Michele Arcangelo (s.XI) en Via Terra Murata, en sus recuerdos de invasiones árabes en la Piazza dei Martiri de Marina Corricella o en la autencidad de sus ricones marineros.
Pero sobre todas las cosas, Procida tiene sus secretos y uno de ellos lleva el nombre de Corricella. Se aprecia la belleza de Corricella desde el mar. Cuando adivinas desde lejos esa maraña de casas decoloradas que parecen sumergirse en las aguas del Tirreno: amarillos apagados, rojos pompeyanos venidos a menos y blancos descascarrillados tiñen las fachadas de sus casas.
En su puerto, decenas de barquitas de pescadores descansan tras un día de faena. Todo parece en calma. Desde el mar, Corricella nos regala la más bella postal, la de un pueblo acurrucado, que acaricia la ladera de esta tierra volcánica y deja sus ventanas abiertas a ese mar en calma. Entre tanta autenticidad se adivina la cúpola de la Iglesia Santa María de Gracia, bendiciendo el respeto del ser humano por la naturaleza.
Inmortalizada por el cine
Prócida parece anclada en otro tiempo, algo que la ha hecho guardar su elegante y a la par desaliñada realidad. Puede ser por eso que ha sido una de las islas más fotografiadas, filmadas o soñadas por escritores y cineastas. Máximo Troisi la inmortalizó en 1994 con su película El cartero y Pablo Neruda y famosos como Matt Damon, Sofia Loren, Lina Wertmüller, entre otros, la han elegido en más de una ocasión como escenario para sus vidas privadas.
Se respira calma en Corricella. En sólo 30 minutos desde Nápoles, un taxi flotante o una barquita privada te deja en esta costa y te deja sin habla tanta belleza. Casi no tiene hoteles donde alojarse, ni restaurantes turísticos... El rincón secreto de Procida, Corricella, es uno de esos milagros del siglo XXI de Italia en los que aún se puede respirar autenticidad, en los que aún se puede huir de las masas y los flashes.
A Corricella y a Prócida en general se tiene que acudir a pasear, a aventurarse por sus callejuelas empinadas, llegando así sin rumbo hasta su Iglesia de Santa María delle Grazie, y también se acude a probar platos de mar y tierra como la pasta con mariscos, y a degustar los famosos limones de la tierra que lo ponen en casi todos los platos, aunque lo que hay que probar es la ensalada de limón procidano.
From Sara Cucala – ocholenguas – elmundo.es 26/10/2010

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