- La estampida de los inversores deja entrever peligros mayores
- Buscando evitarlo, Trump parece acelerar el fin de la 'era USA'
- Los analistas coinciden: el mundo se adentra en lo desconocido
Nuevo giro de vuelta en los mercados. Hasta ayer, la situación era la siguiente: dólar, deuda y acciones americanas caían al unísono. El dinero estaba huyendo en estampida de EEUU, generando una situación casi sin precedentes en la historia reciente. Pese a las turbulencias en los mercados y la creciente aversión al riesgo, el dólar y el bono a 10 años de EEUU se habían convertido en víctimas de este miedo en lugar de refugio para guardar el dinero hasta que amaine. Aunque todavía era pronto, ya había quien hablaba de fuga de capitales, desdolarización y un cambio de orden mundial que podría llegar antes de lo que se esperaba. Todo esto, para colmo, era el resultado, precisamente, de unas políticas que, en principio, buscaban retrasar al máximo este fin de la 'era USA' como eje dominante de la economía mundial. La guerra arancelaria y la errática política de Donald Trump están adelantando el principio del fin del dominio de la todavía mayor economía del mundo y de sus activos.
Las acciones de Wall Street dieron el campanazo de salida. Los primeros movimientos de Trump no iban en la línea que esperaban los inversores (se esperaba una administración muy pro-empresarial, refractaria a los impuestos y desreguladora) y las caídas se empezaron a acumular. En la misma línea, el dólar, la divisa universal con la que se compra cualquier cosa en cualquier parte del mundo, ha sucumbido, borrando día a día frente a un euro que no presentaba buenas perspectivas. El remate ha llegado con el mercado de bonos del Tesoro, un 'gigante' de 28 billones de dólares. Las ventas se han empezado a disparar en fondos de cobertura nacionales y la amenaza de una liquidación acelerada por parte de China o Japón, importantes tenedores de deuda americana, sigue latente. Ya no solo había una desconfianza total entre los gestores de activos, sino que cundía la sensación que el 'plan' le había estallado en las manos a Trump y toda su camarilla. El 'batido detox' que el secretario del Tesoro, Scott Bessent, recomendaba para que la economía eliminase toxinas, se atragantaba claramente.
Tras esta sucesión de hechos, el presidente ha detenido parte de su maquinaria arancelaria y todo parece volver a la 'normalidad', pero lo cierto es que estos peligrosos movimientos pudieron ser la clave para hacer entrar en razón al presidente de EEUU. Dentro de la Casa Blanca, las llamadas telefónicas de ejecutivos empresariales, republicanos y otros aliados del presidente se sucedían rápidamente instándolo a reconsiderar sus aranceles, pero recibían pocas señales de que se estuviera preparando una pausa.
Los ejecutivos habían estado inundando las líneas telefónicas de la jefa de gabinete, Susie Wiles; el vicepresidente, J.D. Vance; y el secretario del Tesoro Bessent para presentarle sus argumentos directamente a Trump, mientras los halcones comerciales continuaban promoviendo su política de aranceles a toda costa en televisión, mientras el mercado seguía hundiéndose. Wiles, según estas fuentes, había sido particularmente eficaz para convencer a Trump de que la caída del mercado le estaba costando un capital económico y político considerable que necesitaría para futuros temas de la agenda. Según la CNN, esto pudo ser clave para que Trump reculara finalmente.
Al mismo tiempo, el destacado inversor Bill Ackman, notorio partidario de Trump durante la campaña electoral, criticaba estos días sus medidas comerciales y abogaba por una tregua de 90 días para 'repensarlo' todo. Demasiado parecido a lo que ha ocurrido. El miedo a una crisis financiera total y económica parecen haber provocado este giro.
Cambio de régimen hacia lo desconocido
El primer mensaje que cala en todo esto es que los inversores estaban empezando a huir de EEUU ante la incertidumbre generada por la agresiva política comercial de Trump en su versión 2.0. Una huida en la que cada vez han resonado más esos temores de fuga de capitales, como demuestran los titulares que informan de americanos ricos trasladando activos a los fiables bancos suizos o a otros preguntando a gestores de la City de Londres cuánto dinero pueden 'enviarles'. Sin embargo, hay otra lectura de fondo: y es que EEUU se juega algo más que ser un atractivo destino para inversores de todo el globo. Detrás del aspecto más coyuntural, estos miedos y vaivenes son el reflejo de que algo puede estar cambiando para siempre.
Lo expresaba sin tapujos uno de los inversores estrella de Wall Street, el veterano Ray Dalio. El multimillonario fundador de Bridgewater Associates, una leyenda de la inversión estadounidense, ha advertido de que los inversores están demasiado centrados en los aranceles y no prestan suficiente atención a la ruptura "única en la vida" que se está produciendo en los principales órdenes monetarios, políticos y geopolíticos.
No prestar atención a esas condiciones subyacentes puede cegar a los inversores ante las mayores perturbaciones que aún están por llegar, ha escrito el famoso inversor en un post de X. Entre los impulsores de las políticas arancelarias de Trump se encuentran el exceso de deuda existente y el rápido ritmo al que se añaden nuevos préstamos, señala Dalio, agregando que EEUU está "enganchado" al uso de la deuda para financiar el gasto excesivo, mientras que los países acreedores como China son adictos a la venta de bienes a los países prestatarios como EEUU. "Hay grandes presiones para que estos desequilibrios se corrijan de una forma u otra, y hacerlo cambiará el orden monetario de forma importante", ha añadido Dalio.
Lo que está sucediendo podría llevarnos a un territorio desconocido. Sony Kapoor, profesor de geoeconomía del Instituto Universitario Europeo, cree que estamos asistiendo a un "cambio de régimen masivo" que potencialmente "significa el fin del siglo estadounidense". "Cualquier empresa, persona, país o bloque sensato y medianamente prudente debería considerar cubrir sus riesgos y diversificar sus vínculos en las dimensiones económica, financiera y de seguridad" más allá de EEUU, afirma. Aunque nadie se atrevía a señalar con claridad quién va a ocupar ese lugar que va a dejar vacío EEUU, todo hace indicar que el cambio ya está en marcha: puede ser Europa, China, un bloque asiático o un orden multipolar con varios jugadores dominantes, pero lo que parece claro es que EEUU está firmando una suerte de 'sentencia de muerte económica'. Trump estaba logrando el resultado opuesto a lo que quería. Sus continuas críticas a la administración Biden por llevar a EEUU a una suerte de decadencia internacional salen a relucir ahora.
George Saravelos, director del departamento de investigación de Forex en Deutsche Bank, constata en una nota que "estamos presenciando un desplome simultáneo del precio de todos los activos estadounidenses, incluyendo las acciones, el dólar frente a las divisas de reserva alternativas y el mercado de bonos". "Nos adentramos en un territorio inexplorado en el sistema financiero global. Es muy difícil prever la dinámica del mercado en los próximos días, pero podemos hacer algunas observaciones", señala este economista.
Este experto con años de experiencia en los mercados financieros no duda en señalar que "el mercado ha perdido la confianza en los activos estadounidenses, por lo que, en lugar de corregir el desajuste entre activos y pasivos acumulando liquidez en dólares, está vendiendo activamente los propios activos estadounidenses. Hace unas semanas, escribimos que la política del gobierno estadounidense está fomentando una tendencia hacia la desdolarización para evitar que los inversores internacionales usen la liquidez en dólares como arma. Ahora estamos viendo cómo esto se desarrolla en tiempo real a un ritmo mucho más rápido del que hubiéramos anticipado", advierte el analista.
Lo que hay detrás del 'Sell America'
Dario Perkins, analista de TS Lombard, no duda en mostrar su asombro ante algo totalmente inaudito para otro veterano como él: "Por primera vez en mi carrera, oigo un escepticismo generalizado sobre la competencia de los responsables políticos estadounidenses. No se trata de política. Muchos inversores acogerían con satisfacción, por ejemplo, la visión de Scott Bessent de una Rubinomics 2.0 (actualización de las políticas económicas de la era Clinton, diseñadas por su secretario del Tesoro Ruin). Y no se trata de errores de política monetaria. La historia de la Fed está plagada de errores evidentes. Se trata de imprudencia. Por eso, muchos inversores globales también están comparando lo que sucede con 'el momento Liz Truss' del Reino Unido", asegura Perkins. Todo esto está llevando a los inversores a adoptar el modo 'Sell America' (vender América), algo inédito en la historia reciente.
"La narrativa más preocupante de los últimos tiempos es la noción de lo que llamamos un riesgo de 'vender America Inc.". Es difícil calibrarlo y, por cierto, no tiene por qué ser una venta por parte de extranjeros, también puede ser de nacionales", recogen el guante Padhraic Garvey y Benjamin Schroeder, estrategas de renta fija de ING. "El aquí y ahora está pintando los bonos del Tesoro como un producto contaminado, y eso no es territorio cómodo. Especialmente para la administración Trump".
Para Paul Donovan, economista jefe de UBS, las grandes lecciones de todo esto son que la política de Trump "sigue siendo muy (muy) errática; la competencia política será cuestionada por los mercados -la caótica confusión sobre los aranceles a México y Canadá sugiere la falta de un plan maestro-; la estrategia ganadora para todos los demás es aguantar y esperar a que Trump retroceda". Y lanza un aviso importante: "La reiterada incertidumbre política dificultará la inversión en EEUU". Un escenario también inaudito para quien eche la vista solo unos meses atrás.
Saravelos sí cree que detrás de estos movimientos puede haber una intención por parte del Gobierno de EEUU, que es la de forzar las bajadas de tipos y corregir el déficit comercial de EEUU a base de reducir el 'superávit' financiero (cuando invierten en tu país más de lo que tú inviertes fuera), pero esto es muy peligroso. Ahora "queda por ver cuán ordenado puede mantenerse este proceso", alerta Saravelos.
De forma más dramática se pronunciaba ya la semana pasada Marko Papic, estratega jefe en BCA Research, al telegrafiar un "éxodo" (ya no tan) silencioso acelerado a golpe de titular. "La historia de 2025 no es la guerra comercial. Es que los inversores globales están utilizando el catalizador y el flujo de noticias de la guerra comercial para aligerar su exposición a los activos estadounidenses. El ruido de la guerra comercial está sirviendo de tapadera para un éxodo absoluto de EEUU", escribía Papic. "El mensaje que nos envían los mercados hoy es que el mundo está a punto de abandonar EEUU", rubricaba. Para Papic, el principal culpable de este éxodo es el drástico cambio en las perspectivas de impulso fiscal de EEUU. El país acumula una gran carga de deuda y de déficit, limitando mucho las posibilidades de seguir gastando para mantener el potente crecimiento de los últimos años.
Una fuerza más allá de la economía
Para un bregado analista como Albert Edwards, de Société Générale, que las ha visto de todos los colores en los mercados, todo lo que está ocurriendo es más un cambio político a escala mundial que económico: "La retirada del capitalismo de libre mercado y fronteras abiertas, al estilo del foro de Davos, ya estaba en pleno auge incluso antes de los impactos de la pandemia en las cadenas de suministro. La combinación de políticas posteriores a la crisis financiera mundial, compuesta por un ajuste fiscal compensado con una política monetaria laxa, reforzó la impresión entre los trabajadores de que el sistema estaba manipulado a favor de los ya ricos. Los trabajadores están hartos de que las élites de Davos les digan que la apertura de fronteras para el trabajo es buena para la economía; esa reacción condujo al Brexit en 2016 y jugó un papel fundamental en la reelección de Trump. La actual postura contra la apertura de fronteras para el comercio puede enmarcarse de la misma manera".
Según explica Edwards, el votante americano se ha dado cuenta de que, desde que China se unió con el cambio de siglo a la ecuación del comercio global, el trabajador local ha perdido participación en la renta nacional. El afán de las empresas occidentales por maximizar sus beneficios externalizando la producción a China, amplía Edwards, ha reducido el precio que pagan los consumidores por los bienes y servicios, pero los costes sociales de una mano de obra local con dificultades económicas han roto el contrato social, considera. Las denuncias de 'excusaflación' en EEUU contra unas grandes empresas que han aumentado los márgenes ha acelerado los tiempos.
"En mi opinión, el presidente Trump había puesto en marcha un plan que, según él, priorizará a los trabajadores estadounidenses y les ayudará a recuperar su parte del pastel económico. Puede que funcione o no (muchos inversores parecen pensar que no). Pero la imagen política es importante para él, de ahí la necesidad de que se le vea haciendo algo. Para eso fue elegido. Creo que el presidente Trump no solo se volverá contra China y otros países. Si tras los aranceles Trump no ve una mejora notable en la situación económica del trabajador estadounidense promedio, por ejemplo, porque las empresas nacionales han subido los precios para aumentar sus propios márgenes de beneficio, es probable que se vuelva agresivamente contra las corporaciones estadounidenses que considere especuladoras", sigue Edwards.
Ante esa tesitura, las grandes corporaciones tienen que tomar una decisión que puede cambiarlo 'todo'. "Si optan por márgenes aún mayores, o incluso por mantener los altos márgenes actuales, preveo que la reacción política del presidente será devastadora. Es hora de que el sector empresarial reaccione. La era de Davos de la hiperglobalización ha terminado y, como declaró explícitamente el presidente Trump, ahora es el turno de los trabajadores y él está de su lado, no del de Wall Street. Esto no es bueno para las ganancias ni para el mercado bursátil, pero es la realidad política que los inversores deben reconocer y a la que deben responder". Sí, el mundo se adentra en lo desconocido.