miércoles, 9 de abril de 2025

¿Te sientes enfermo y el médico te dice que es estrés? Interpretar que un dolor es psicológico "es un error"

 

Portada de 'Tu cuerpo habla'. (Cedida)



El neurólogo de 78 años Arturo Goicoechea explica conceptos como la inteligencia de la biología, los errores de atribución o el periodo de aprendizaje del organismo para cambiar el paradigma de la medicina



Imagina que llevas unas semanas, incluso meses, encontrándote regular. Lo dejas pasar, pero el malestar persiste y comienzas a preocuparte. Decides agendar una cita con tu médico, le cuentas tus síntomas y te manda una analítica de sangre. Pasan unos días y llegan los resultados, para tu sorpresa, todos los parámetros están dentro de la normalidad. Aun así, insistes porque las molestias no desaparecen, pero el doctor que te atiende se encoge de hombros, no sabe responder a tus preguntas, lo que le expones, no encaja en sus esquemas.

Esta es una de las razones por las que nos podemos sentir enfermos a pesar de estar sanos. Así lo describe el neurólogo Arturo Goicoechea en su nuevo libro Tu cuerpo habla (Vergara, 2025). Un buen día cambió el rol y pasó a ser paciente, tenía un dolor crónico invalidante para el que no encontraban solución. Empezó entonces a leer, como la "rata de biblioteca" que siempre se ha considerado, y se dio cuenta de una cosa: "La conciencia es el sitio en el que aparecen los síntomas, no sabemos nada de ella, pero no hemos dejado de construir teorías de por qué sentimos dolor".

Se interesó entonces por un universo de conocimiento diferente, con conceptos como la inteligencia de la biología, los errores de atribución o el periodo de aprendizaje del organismo. "La salud no es solo la integridad y normalidad de los tejidos, sino que incluye también el bienestar subjetivo. Muchos pacientes pueden encontrarse realmente mal, doloridos, invalidados, cansados y, sin embargo, miramos los tejidos y no encontramos nada anormal. Eso no quiere decir que no tengan nada, hay que revisar una parte importante del sentirse sano que es la película que el sistema nervioso va construyendo. El organismo atribuye una amenaza a cualquier contexto y activa un recurso de alerta y protección que se expresa en la conciencia como dolor", explica a este periódico.

A sus 78 años confiesa por qué los sanitarios no deberían decir "no tienes nada" a sus pacientes: "Se puede expresar que no se ha encontrado una patología en los tejidos y que habrá que analizar el proceso de atribución, que es una función biológica como otra cualquiera. El cerebro tiende a mantener unas creencias y el cambio es complicado, hay una resistencia a modificarlas por parte del organismo y del propio sujeto. Los pacientes están acostumbrados a que les pongamos una etiqueta y una terapia, cuando lo que hay que modificar a veces es la narrativa. La primera vez que lo oyen les parece extraño y lo interpretan como que su dolor es psicológico y eso es un error".

Dice el neurólogo en su libro que somos la única especie que se relata historias desde el nacimiento, pero, ¿qué nos mueve a hacerlo? "Por nuestra condición biológica tenemos que aprenderlo todo, los que nos cuidan y guían en el proceso de aprendizaje actúan desde una perspectiva del miedo y a veces exageran la protección, vigilancia y cuidado. Además, los expertos nos van contando historias sobre el organismo que no se corresponden con la realidad. Desconocemos casi todo de él y los profesionales a veces no reconocemos nuestra ignorancia, la suplimos con esas etiquetas y tratamientos. Por eso, el individuo se convierte en alarmista y catastrofista, algo que impide el curso de una vida normal", continúa.


Neurociencia del dolor

Respecto a la gestión de los datos sobre salud y enfermedad, Goicoechea declara que igual necesitamos una "dieta para eliminar toda esa grasa cognitiva sobrante". "Nos han contado las mismas historias desde niños y nos hemos creído todo. Solo tenemos la información de los síntomas y de cómo nos sentimos subjetivamente. Los expertos podrían actualizar esa historia que hemos construido. Ya hay profesionales, como fisioterapeutas o psicólogos, que educan sobre neurociencia del dolor en unidades de afrontamiento activo y dan sentido a cuestiones que nunca nadie ha contado", añade.

Igualmente, expresa por qué es tan difícil la aplicación de este cambio de paradigma: "Es un planteamiento novedoso que está en periodo embrionario. Cabe destacar que como no lo están haciendo los médicos, sino los fisios, que son los que tienen que lidiar con el dolor, pondrán resistencia porque piensan que son un 'estamento inferior'. Los doctores seguimos los viejos paradigmas que están esponsorizados por muchos intereses de la industria, que no está interesada en cambiar. Pensarán que nadie les ha pedido consejo y que no tienen que decirles lo que tienen que hacer".

Goicoechea nombra los discursos que resuenan en la cabeza como "las penurias del yo" y las sitúa en el sistema neuroinmune: "Es el único que tiene que aprender a hacer su trabajo. En todos los animales tiene que tomar decisiones de protección y vigilancia, pero solo nuestra especie alimenta ese sistema a través del lenguaje que nos cuentan los expertos. Como no tenemos sensores de veracidad, estamos en manos de lo que hacen y dicen. A veces actuamos como si supiéramos lo que pasa en el interior del organismo".

De hecho, en las páginas escribe lo siguiente: "El padeciente siempre espera recibir un final feliz del diagnóstico y una receta exitosa y siempre hay algunos expertos dispuestos a regalar los oídos en el mercadillo de los remedios". "Me creí todo lo que me explicaron en la facultad, lo que leí en libros y revistas, pero en la aplicación cínica había casos en los que, tras agotar las terapias farmacológicas, no sabía que más hacer", reconoce.


Relatos alejados del mundo real

Asimismo, define las expresiones que para él son relatos "alejados del mundo real": "En mi experiencia y a mí me funciona". Dice que nos hacen daño: "La necesidad que tenemos de buscar una explicación a las cosas hace que aceptemos como causa lo que es una correlación. Por ejemplo, si nos dicen que los días húmedos afectan a las articulaciones y es normal que duelan las rodillas, damos por buena la afirmación. El sistema nervioso ha aprendido a atribuir amenazas a los días lluviosos. Entonces, puede empezar a protegernos las rodillas en esos días, lo que genera un sesgo de confirmación. Aparece el dolor en la conciencia que expresa que el cuerpo está en modo protección y surgen términos como el reuma, que no sabemos muy bien lo que quiere decir".

"Sin embargo, la humedad no amenaza a la integridad de los tejidos, porque están todos húmedos. Si modificamos la atribución, desaparece ese dolor porque no es la causa. Energía mecánica, térmica o química, como una quemadura o recibir un martillazo, sí son el origen de las dolencias", reseña.

Acerca de informarse a través de las redes sociales, al neurólogo no le parece que sea "la mejor manera". "Para eso estamos los que tenemos la obligación de mantenernos actualizados en dos aspectos: lo que se sabe a ciencia y lo que se ignora. Por ese motivo, hay que ser muy prudentes en abrir la boca cuando ignoramos algo, porque la biología es tremendamente compleja. No sabemos prácticamente nada del circuito central neuronal, que es el que convierte datos físicos en contenidos de la conciencia. No estamos educados para diferenciar el mundo real y el percibido", manifiesta.

Ahí es cuando para él aparece "el lado oscuro" de la medicina: "No debería costarnos tanto estar callados cuando ignoramos algo y empezamos a actuar desde la arrogancia en lugar de la humildad. Decimos barbaridades que irán desapareciendo a medida que vayamos adquiriendo más conocimiento sobre la complejidad biológica. El organismo tiene capacidad de adaptación y resolución de muchos problemas, no necesita tanto médico ni información".


El dolor no se genera donde se siente

Por otro lado, aclara la importancia de la educación terapéutica en neurociencia. "El sistema nervioso actuará con un proceso educativo que incluye la información que los expertos nos han contado. El título del libro quiere decir que todos tenemos un lenguaje en el interior de nuestro cuerpo que está ronroneando continuamente. No solo se expresa con síntomas, también lo hace con ideas y creencias. La base de la atribución de amenaza la tenemos en la conciencia como impacto emocional y hay que escuchar ese relato, ver qué coherencia tiene con la realidad y modificarlo", sigue.

Incluso, afirma que el dolor no se genera donde se siente. Goicoechea hace una comparativa entre la diferencia de la vibración de una campana, como una realidad física que genera al ser golpeada, y el sonido, como una experiencia vivida, real, que aparece en el universo misterioso de la conciencia. "El sonido no surge donde creemos, de la campana o de la laringe, sino de una compleja red de circuitos neuronales alojada en la cabeza", asegura en uno de los capítulos.

"Cada vez existe más gente que tiene síntomas, está invalidada y solo dispone de etiquetas. Por eso, hay que entender la lógica de la biología cuando se dan transiciones a estados como la depresión, ya que tratarla con fármacos y terapia conductual es simplificar mucho las cosas", dice. Finaliza contando que el estrés forma parte de la vida y que el objetivo debería ser aprender a resolverlo con inteligencia: "Hay que conquistarla porque no cae del cielo".