sábado, 5 de octubre de 2013

La peor epidemia de hoy día: la razón por la que vivimos constantemente cansados

 
 
Y NO, NO ES POR DORMIR POCO
 
 
Si nos plantamos en cualquiera de las grandes capitales mundiales (o españolas) a primera hora de la mañana (o a última de la noche), y por una vez dedicamos más de cinco segundos a observar a los que nos rodean, nos daremos cuenta de que la estampa se parece más de lo que sospechamos a The Walking Dead. Y no únicamente porque la atención de todos los zombis modernos esté centrada en las pantallas de sus aparatos de última generación, sino porque entre bostezos, frotar de ojos y estirones, parece que la población se encuentra constantemente cansada.
 
¿Qué está ocurriendo con nosotros? A mediados de los años ochenta comenzó a denominarse “la gripe del yuppie” a lo que posteriormente sería conocido como el síndrome de fatiga crónica. A fin de cuentas, la epidemia comenzó afectando a los jóvenes trabajadores de alto nivel económico de entre 20 y 40 años (ejecutivos, trabajadores de Wall Street), permanentemente agotados por el estrés, pero ahora parece afectar en mayor o menos medida a la mayor parte de la población.
 
Si bien se trata de una condición médica muy concreta (su prevalencia no supera el 3%), gran parte de sus síntomas (problemas de sueño, falta de concentración, cansancio y dolor muscular) son compartidos por un gran número de ciudadanos del siglo XXI. En muchos casos, dichos síntomas son sospechosamente parecidos a los que padecen las víctimas de estrés post traumático que aparece después de un acontecimiento trágico, pero sin este. ¿De qué manera nos estamos torturando a nosotros mismos?
 
 
Dormir poco no es el problema
 
La mayor parte de personas acusan a la falta de sueño como el origen de ese cansancio. Entre otras razones, porque muchos comprueban cómo los fines de semana, cuando se puede pasar más tiempo en la cama, esa sensación se releja o desaparece. Y, si bien en casos extremos (un sueño regular inferior a las seis horas) puede ser altamente perjudicial, existen multitud de factores que acaban poco a poco con nuestra salud y que básicamente consisten en que, debido a que necesitamos estar constantemente alerta ante la gran cantidad de estímulos que reclaman nuestra atención, al final somos incapaces de entender nada de lo que nos rodea.
 
Es el llamado estado de “híperexcitación”. Según el doctor Bruce Perry, experto en estrés postraumático, hay diversas características que definen dicho estado: la sobrevigilancia, la irritabilidad y los ataques de ira, la dificultad a la hora de concentrarse, la pérdida de la noción del tiempo y la imposibilidad de realizar razonamientos abstractos. Seguramente, muchos se sentirán identificados con dichos problemas, que se originan por nuestro estresante modo de vida.
 
En su libro Tired but Wired: How to Overcome Your Sleep Problems: the Essential Sleep Toolkit (Souvenir Press), Nerina Ramlakhan resumía gran parte de esa problemática, que no consiste en que durmamos poco sino que no gozamos de un sueño reparador. Según dicho volumen, el problema no es que no alcancemos la recomendable marca de las ocho horas de sueño, sino que cuando nos acostamos seguimos dándole vueltas a la cabeza. Como indica la autora, “sentimos miedo de dejar de hacer cosas”.
 
Nos quedamos atrapados en ese sueño ligero en el que nos despertamos con frecuencia y, como ha explicado la ciencia en repetidas ocasiones, es a través del sueño profundo como consolidamos lo que hemos aprendido, y no durante la fase REM. Por eso, a veces sentimos que nos resulta más sencillo recordar lo que hicimos hace tres años que el día inmediatamente anterior, puesto que nuestro cerebro no ha sido capaz de afianzar lo aprendido.
 
 
Trucos para descansar de verdad
 
Hay diversos comportamientos que podemos llevar a cabo para evitar dichos problemas sin tener que recurrir a la consabida meditación u otra clase de ejercicios espirituales. A veces, es tan sencillo como evitar estar pendientes del teléfono móvil durante las últimas previas a meterse en la cama. En la mayor parte de los casos no ocurrirá nada tan urgente como para obligarnos a revisar el correo electrónico cada veinte minutos.
 
Son incontables los estudios que recuerdan lo poco aconsejable que resulta utilizar el ordenador inmediatamente antes de dormir. Incluso el célebre doctor Eduard Estivill ha recordado que “mucha gente utiliza el teléfono móvil justo antes de dormir o apaga el ordenador justo antes de acostarse y esas actitudes causan el mal dormir en gran medida”.
 
La luz emitida por dichos artefactos provoca que el cuerpo no genere la hormona llamada melatonina, producida en la oscuridad, por lo que nuestro cuerpo considera que aún es de día. Es la luz lo que ralentiza la generación de dicha hormona y lo que produce la somnolencia, por lo que leer una tablet o en un móvil en la cama impide nuestro correcto descanso.
 
 
Cafeína, estrés y multitasking
 
Al mismo tiempo que nuestros cuerpos son confundidos por la melatonina, no dejamos de producir adrenalina u hormona del estrés, y de ahí ese estado de nerviosismo y alerta permanente. Dicho estado, que aparece en esos momentos de “luchar o huir” (o “flight or flight”, como se llama en inglés) en los que nuestro instinto de supervivencia nos obliga a tomar rápidamente decisiones que ponen de inmediato en marcha todo nuestro sistema, oculta –e incluso agrava– el cansancio real que siente nuestro organismo.
 
Como aquellos que sufren la enfermedad conocida como CIPA (insensibilidad congénita al dolor con anhidrosis, que impide sentir dolor, lo que provoca graves lesiones), seguimos cansando nuestro organismo pero ocultando dicha sensación a base de bebidas, pastillas y esfuerzo. La cafeína tiene mucho que ver con dicha situación, puesto que estimula nuestra actividad pero nos aparta de la concentración, pero también la adictiva dopamina (la hormona del bienestar) que se libera cada vez que recibimos respuesta en una red social. Como señalan los expertos, se trata de una situación idónea para responder a amenazas, como si fuésemos animales asustados, o para realizar tareas automáticas y que requieren poca reflexión, pero que impiden llevar a cabo un pensamiento más complejo.
 
Es lo que se conoce como “sueño local”: debido a que ciertas regiones de nuestro cerebro relacionadas con las respuestas rápidas y mecánicas se encuentran continuamente estimuladas, hay otras que deben descansar o de lo contrario nuestros circuitos se sobrecargarían. Por lo general, son las zonas relacionadas con el pensamiento abstracto y complejo las que se caen en este profundo sueño. De esa manera, y como si fuésemos el protagonista de Memento (Christopher Nolan, 2000) la memoria de trabajo funciona perfectamente, pero la memoria a largo plazo se ralentiza.
 
¿Cuál es el último escollo en nuestro camino para acabar con el cansancio perenne? Lo que los psicólogos y neurólogos como Linda Stone denominan CPA o continuous partial attention (“atención partical continua”), primo hermano del célebre “multitasking” que denunciase Nicholas Carr en Superficiales. ¿Qué está haciendo internet con nuestras mentes? (Taurus). Debido a que tenemos nuestra atención dividida en diferentes asuntos, no somos capaces de profundizar en ninguno de ellos.
 
En palabras del psicólogo Steven Berlin Johnson, nuestra vida “a menudo implica echar un vistazo por encima a toda la información recibida, coger los detalles relevantes y moverse a la siguiente corriente. Prestas atención, pero sólo de manera parcial. Eso te ayuda a tener una red más grande, pero también tiene el riesgo de impedir que llegues a conocer de verdad lo que hay en ella”. Paradójicamente, la tecnología que nos ha llevado al nivel más lejano de evolución, es la misma que nos hace comportarnos como animales aterrorizados.

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