viernes, 26 de septiembre de 2025

ADIÓS A UNA LEYENDA: Claudia Cardinale, la estrella que no quiso ser actriz: el secreto que marcó el inicio de su carrera en el cine



Claudia Cardinale con su hijo Patrick, razón por la que se dedicó al cine. 
(Foto: Getty Images)



Claudia Cardinale, leyenda del cine europeo e inolvidable protagonista de 'El Gatopardo' y 'Ocho y medio', ha muerto a los 87 años tras una vida de éxito marcada por un duro secreto personal: nunca quiso dedicarse al cine



La actriz Claudia Cardinale, mito del cine europeo, ha muerto este 23 de septiembre a los 87 años en su casa de Nemours, al sur de París, acompañada de sus dos hijos. La inolvidable protagonista de El Gatopardo (1963) y musa de Ocho y medio (1963) se ha marchado dejando tras de sí más de seis décadas de cine, una trayectoria marcada por el éxito, la lucha personal y un testimonio incómodo: nunca quiso ser actriz.

Nacida en Túnez el 15 de abril de 1938, en el seno de una familia de inmigrantes sicilianos, creció hablando francés, árabe y el dialecto siciliano de sus padres. Llegó a Italia a finales de los años 50, y muy pronto se convirtió en una de las grandes bellezas del cine europeo. Su magnetismo natural conquistó a directores como Visconti, Fellini o Leone, y en paralelo desarrolló un compromiso social que la llevó a implicarse en la defensa de los derechos de las mujeres y en causas internacionales, siendo nombrada Embajadora de Buena Voluntad de la UNESCO en 1999.

A lo largo de su carrera acumuló más de un centenar de películas y recibió algunos de los premios más prestigiosos del cine: el León de Oro honorífico en Venecia (1993), el Oso de Oro en Berlín (2002) o la Legión de Honor francesa en 2008. Incluso en la madurez mantuvo su vínculo con la gran pantalla, siendo elegida como imagen del 70º aniversario del Festival de Cannes en 2017.


El origen: de un certamen a una decisión forzada

El primer éxito de su vida llegó en 1957, cuando con apenas 19 años ganó un concurso de belleza: 'La italiana más bella de Túnez', un certamen organizado en la embajada italiana. El premio fue un viaje al Festival de Venecia, donde atrajo la atención de productores y cazatalentos. Sin embargo, Cardinale rechazó sus propuestas: en aquel momento no quería dedicarse al cine y soñaba con una vida alejada de los focos.

placeholderDos fotos promocionales de la época dorada de Claudia Cardinale. (Foto: Getty Images)
Dos fotos promocionales de la época dorada de Claudia Cardinale. (Foto: Getty Images)

Pero su destino cambió trágicamente ese mismo año. Víctima de una violación, quedó embarazada. Frente a la presión de quienes le pedían abortar, ella decidió seguir adelante a pesar de los estrictos códigos morales de la época. Pidió ayuda a Franco Cristaldi, un reputado productor que se había fijado en ella en Venecia. Él le facilitó la posibilidad de viajar a Londres para dar a luz el 19 de octubre de 1958 a su hijo Patrick, al que, por consejo de Cristaldi, presentó como su hermano pequeño. La razón: evitar que ese hijo ilegítimo no causara daños ni a su reputación ni a su incipiente carrera.

Y es que para poder dar a luz en el extranjero y mantener a su hijo, firmó un férreo contrato de exclusividad con el productor. Así, el productor logró su objetivo y la vinculó al cine con un acuerdo que le prohibía engordar, casarse o incluso cortarse el pelo. La tutela fue tan estricta que condicionó sus primeros años como actriz, aunque también fue el inicio de su ascenso. Muchos años después, la propia actriz reconocería: “Si no hubiera nacido Patrick, quizá nunca habría entrado en un plató”.


placeholderClaudia con Franco Cristaldi y Pasquale Squitieri. (Foto: Archivo)
Claudia con Franco Cristaldi y Pasquale Squitieri. (Foto: Archivo)

Tras años de protección, Cardinale aceptó la propuesta de matrimonio de Cristaldi y se casaron en Roma el 28 de diciembre de 1966, a pesar de que el matrimonio de él no fue anulado hasta meses después. Permanecieron juntos hasta 1975, año en el que inició una relación con el director Pasquale Squitieri, con quien tuvo a su hija Claudia, nacida el 26 de abril de 1979. Aunque siempre fue discreta con su vida privada, mantuvo grandes amistades entre sus compañeros de plató, como Alain Delon y Jean-Paul Belmondo y recibió declaraciones de amor de Marcello Mastroianni y Marlon Brando.


Las películas que la hicieron eterna

El salto definitivo a la fama llegó con El Gatopardo (1963), dirigida por Luchino Visconti. Su papel como Angelica Sedara, y el célebre vals junto a Burt Lancaster y Alain Delon, la convirtió en un icono mundial. La película, estrenada el 28 de marzo de 1963, ganó la Palma de Oro en Cannes y cimentó su estatus de estrella.

Ese mismo año rodó Ocho y medio (1963) con Federico Fellini, donde por primera vez el público escuchó su voz original en el cine. Interpretó a la mujer idealizada del protagonista, un Marcello Mastroianni en estado de gracia. La cinta ganó el Óscar a mejor película extranjera y se convirtió en un clásico absoluto del séptimo arte.

Antes ya había destacado en Rocco y sus hermanos (1960), también de Visconti, un drama social que mostró su versatilidad y la consolidó como una de las intérpretes clave del cine italiano. Más tarde, en 1968, fue protagonista de uno de los wésterns más memorables de todos los tiempos: Hasta que llegó su hora, de Sergio Leone, en el que dio vida a Jill McBain, personaje central en una historia épica sobre la llegada del ferrocarril al Oeste.



Su filmografía, de más de 130 títulos, incluye también éxitos como Rufufú da el golpe (1959), su debut en Italia, la comedia La pantera rosa (1963) junto a Peter Sellers, el rodaje extremo de Fitzcarraldo (1982) de Werner Herzog en plena selva amazónica o la premiada La amante de Mussolini (1984), por la que recibió el galardón a mejor actriz en Venecia. En España también dejó huella con El fabuloso mundo del circo (1964) rodada entre Madrid y Barcelona junto a John Wayne y Rita Hayworth o, muchos años después, con El artista y la modelo (2012) de Fernando Trueba, una de sus últimas apariciones en la gran pantalla.


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