Una pareja feliz haciéndose un 'selfie'
(iStock)
Recientes estudios relacionan la sobreexposición en redes sociales con un mayor porcentaje de adicción al móvil, sobre todo en jóvenes de la generación Z
La llegada de las redes sociales ha cambiado notablemente nuestra forma de entender la vida y las relaciones sociales. De hecho, en concreto, Instagram y TikTok basan su funcionamiento en incitar a los usuarios a compartir con sus seguidores parte de sus vidas.
Un simple vistazo por ambas aplicaciones muestran a usuarios en momentos, siempre de plena felicidad. En cenas, comidas, conciertos, paseos, viajes y circunstancias alegres y felices. Momentos perfectos y cuidados hasta el mínimo detalle. Las influencers, de hecho, viven de eso.
Pues bien, este tipo de vida retransmitida a través de la pantalla de un móvil puede suponer la aparición de importantes problemas de comportamiento en los usuarios, sobre todo en los más jóvenes. Uno de estos problemas es el llamado oversharing, término inglés que viene de la unión de over (sobre) y sharing (compartir).
Es decir, la sobre exposición de los usuarios en este tipo de redes sociales y plataformas de Internet. El interés desmedido por compartir sin limitaciones casi cualquier cosa que afecte a su vida y que, según se ha demostrado, tiene consecuencias muy negativas en la salud mental.
Para entenderlo conviene partir de la idea de que los españoles pasamos de media seis horas al día pegados a nuestros teléfonos móviles, que son ya casi apéndices de nosotros mismos. En el caso de los jóvenes de la generación Z (de 16 a 30 años), ese tiempo se amplía una hora más. De esas siete horas diarias, hasta cuatro las pasan trasteando en las redes sociales.
Todo ello convierte el uso del móvil en una "herramienta de validación social y conexión emocional", al que es muy fácil volverse adicto, según se afirma en un estudio sobre el oversharing elaborado por el Seguro de Salud de Línea Directa. Y es que impulsa a los jóvenes (y no tan jóvenes) a compartir su vida personal buscando reconocimiento y pertenencia.
Detalles íntimos
Las consecuencias de este interés excesivo por mostrar la vida lleva a los usuarios y compartir un exceso de información demasiado detallada de su vida personal. Este dato lo corrobora: "6,5 millones de usuarios españoles de redes sociales reconocen compartir aspectos íntimos de su vida y el 16% de la población española asegura compartir fotos en sus RRSS de manera frecuente o muy frecuente".
El uso del móvil se ha convertido en una herramienta de validación social y conexión emocional, al que es muy fácil volverse adicto
Hasta tal punto es así que llega un momento en que "se comportan como verdaderos influencers y muestran una vida perfecta: casi 4 de cada 10 utilizan filtros para eliminar imperfecciones y un 64% de los usuarios muestra solo felicidad en sus publicaciones", afirman en el informe.
Vidas no tan perfectas
La verdadera paradoja de los resultados de este estudio es que "las personas que pasan más tiempo posteando una vida perfecta en la red son quienes se enfrentan a mayores problemas de salud mental. El 55% de los síntomas clínicos de ansiedad, el 52% de los síntomas de depresión en España y el 48% de los comportamientos agresivos están relacionados con la adicción a las redes sociales".
Estas tasas están relacionadas con que, de hecho, el oversharing es la principal (43%) causa de adicción a estas plataformas, según Línea Directa. Del mismo modo, el 26% de la adicción a las RRSS se relaciona también con el constante deseo de comparación provocado por Instagram y TikTok.
Los pediatras advierten contra los móviles
Datos como estos son los que han llevado a pediatras de la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria (AEPap) a aconsejar a los padres a no regalar móviles a edades tempranas, objetos que acaban convirtiéndose en "un problema", según Pedro Gorrotxategi, presidente de la AEPap.
"En los últimos años, niños, niñas y adolescentes están utilizando los teléfonos móviles y las pantallas en general, muy por encima de lo recomendado. Es importante recordar sus riesgos para la salud y para las relaciones entre las personas", advierte el pediatra.