viernes, 12 de julio de 2024

Los científicos hallan una sorprendente forma de ralentizar el envejecimiento



Respetar los horarios de las comidas ayuda a mantener sincronizados los relojes biológicos del cuerpo (Pexels).



Un estudio español acaba de revelar que comer en horarios regulares previene el deterioro muscular con la edad




Los seres humanos poseemos múltiples relojes corporales. Estos relojes cerebrales, conocidos como ritmos circadianos, le indican a nuestros músculos cuándo repararse, cuándo producir hormonas, a nuestro metabolismo cuándo aumentar o disminuir la potencia o incluso le dicen a nuestra piel cuándo regenerarse. Estos ritmos, que siguen un ciclo de aproximadamente 24 horas, son esenciales para regular diversos procesos fisiológicos y todos ellos son impulsados ​​por un sistema interno de cronometraje ubicado en el hipotálamo del cerebro. Ahora, los investigadores han descubierto que sincronizarlos podría retrasar el envejecimiento. ¿Cómo?

Un equipo liderado por Salvador Aznar Benitah, investigador ICREA del IRB Barcelona, ​​y Pura Muñoz-Cánoves, investigadora ICREA del Departamento de Medicina y Ciencias de la Vida de la Universidad Pompeu Fabra (UPF), describen en una nueva investigación cómo la sincronización, la relación entre el reloj central y los relojes periféricos del músculo y la piel juega un papel clave para asegurar el correcto funcionamiento de estos tejidos, así como para prevenir procesos degenerativos asociados al envejecimiento. Y un reloj biológico mal regulado en el cuerpo conduce a un envejecimiento prematuro, según han descubierto los expertos.

En un experimento con ratones, en estudios funcionales, los científicos estudiaron ratones con una modificación genética que interfería con un gen crítico del reloj muscular llamado Bmal1. Se observó que los animales que fueron modificados genéticamente para carecer de estos cronómetros moleculares experimentaron un envejecimiento prematuro y una muerte temprana, comparable a la de un humano falleciendo a los 40 años. Sorprendentemente, cuando los investigadores restauraron la función del gen Bmal1 tanto en el cerebro como en los tejidos musculares, los ratones mostraron mejoras notables en la salud muscular.

"Es fascinante ver cómo la sincronización entre el cerebro y los relojes circadianos periféricos desempeña un papel fundamental en la salud de la piel y los músculos, mientras que los relojes periféricos por sí solos son autónomos a la hora de llevar a cabo las funciones tisulares más básicas", afirma Salvador Aznar.

En la práctica, aunque los ratones conservaban todos sus genes y la capacidad de expresarlos adecuadamente para llevar a cabo sus funciones habituales, la ausencia de estos relojes circadianos les impedía determinar el momento óptimo para realizar dichas funciones, lo que provocó un colapso temprano de toda su infraestructura vital. A través de su análisis, los investigadores descubrieron que si el reloj principal y el reloj muscular no están sincronizados, puede provocar signos de envejecimiento prematuro y desgaste del tejido muscular. En conclusión, descubrieron que si no existieran esos relojes que marcan el ritmo de la existencia, el envejecimiento se aceleraría.

"La sincronización entre los relojes circadianos del cuerpo puede prevenir el envejecimiento"

"Nuestro estudio revela que se necesita una interacción mínima entre sólo dos relojes tisulares (uno central y otro periférico) para mantener el funcionamiento óptimo de tejidos como los músculos y la piel y evitar su deterioro y envejecimiento. Ahora, el siguiente paso es identificar la señalización factores implicados en esta interacción, con posibles aplicaciones terapéuticas en mente", explica Pura Muñoz-Cánoves, profesora de la UPF y actualmente investigadora principal en Altos Labs (San Diego, EEUU).


Perdemos la coordinación

Los investigadores hallaron que limitar los horarios de alimentación de los ratones a su fase activa nocturna mitigaba parcialmente las disrupciones del reloj central cerebral. Este ajuste en el patrón de ingesta alimentaria contribuyó a robustecer sus relojes circadianos musculares y mejorar su capacidad para operar de manera autónoma.

A medida que envejecemos, nuestros mecanismos internos de cronometraje parecen volverse menos precisos y, perder esa sincronización tiene implicaciones de gran alcance para nuestra salud, ya que puede generar una cascada de problemas.

Los científicos responsables de estos hallazgos tienen la esperanza de que este descubrimiento sirva como guía para otros especialistas, facilitando el desarrollo de estrategias de tratamiento y medidas preventivas contra el envejecimiento prematuro en el futuro.