El cardenal Crescenzio Sepe muestra la reliquia de la sangre de san Jenaro delante del Papa (Andrew Medichini / AP)
- El Vaticano prohíbe el comercio con las reliquias, que vive un boom gracias a internet
Los italianos siempre han sido muy católicos y hábiles comerciantes. No cabe sorprenderse, pues, del pujante negocio con las reliquias sagradas, menos aún en estos tiempos de tan fácil acceso al mercado global, gracias a internet. Hay casos extraordinarios. En el portal estadounidense de eBay, coloso de las ventas y subastas on line, se ofrece un relicario que supuestamente contiene un minúsculo recipiente con leche del pecho de la Virgen María, la que tomó Jesucristo. El precio es de 3.000 dólares (unos 2.550 euros). La pieza se halla en Italia. No se dan más detalles. El envío ordinario cuesta 10 dólares. Como en cualquier otra mercancía, el comprador tiene 14 días de plazo para devolverla si no le satisface.
El Vaticano es muy consciente de esta escandalosa realidad y quiere ponerle coto. También está alarmado por el uso de reliquias para ritos satánicos, para las llamadas misas negras. De ahí que, el sábado pasado, se anunciara un amplio decreto, de 38 artículos, con instrucciones muy precisas sobre la autentificación, conservación y manipulación de reliquias sagradas. Lo firmó el prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, el cardenal italiano Angelo Amato. En la introducción del decreto se recuerda que las reliquias, en la Iglesia católica, “siempre han recibido una particular veneración y atención porque el cuerpo de los beatos y de los santos, destinado a la resurrección, ha sido el templo vivo del Espíritu Santo en la tierra y el instrumento de su santidad”. La Santa Sede no quiere eliminar una expresión tan importante de la religiosidad popular –que es muy valorada por el Papa actual, Francisco– sino regularla de un modo adecuado para evitar los abusos. Se imponen procedimientos muy precisos y controles estrictos.
La Santa Sede está escandalizada por el uso de reliquias en ritos satánicos como misas negras
El comercio con reliquias ya no estaba permitido, pero ahora se recalca con rotundidad. El artículo 25 dice que “están absolutamente prohibidos el comercio (es decir, el intercambio de una reliquia por dinero o en especie) o la venta de las reliquias (es decir, la cesión de la propiedad de una reliquia por un precio determinado), así como su exposición en lugares profanos y no autorizados”. El Vaticano es muy meticuloso y, para que no haya ambigüedades que alienten la picaresca, ha querido ser claro, describiendo exactamente, con esas frases entre paréntesis, lo que entiende por venta o cesión. Es interesante el artículo 24, que advierte que “no está consentido el desmembramiento del cuerpo, salvo que el obispo haya obtenido la aprobación de la Congregación para las Causas de los Santos”.
Hay reliquias de primera categoría y de segunda. La Iglesia llama “reliquias insignes” a los cuerpos de los beatos y los santos, o a partes notables de estos cuerpos o a sus cenizas. Las reliquias “no insignes” son pequeños fragmentos corporales u objetos que estuvieron en contacto directo con esas personas.
El asunto de las reliquias no sólo es actual por el comercio vía internet o las misas negras. Las reliquias han crecido exponencialmente y tienen el potencial de hacerlo aún más por el alto número de beatificaciones y canonizaciones en los tres últimos pontificados (de Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco). En las ceremonias de elevación a los altares, es norma que estén presentes y se expongan a los fieles reliquias de los nuevos beatos o santos. Es tradición, igualmente, que las iglesias católicas tengan, en el altar o debajo de él, alguna reliquia, como recordatorio de la vieja práctica cristiana de adorar a Dios sobre las tumbas de los mártires.
En el artículo 2 del nuevo decreto se especifica que, antes de extraer una reliquia o de manipular restos mortales de un futuro beato o santo, debe garantizarse que se cumplen las leyes vigentes en el país en cuestión y que los herederos están de acuerdo. En todos los casos, se invita a proceder con extremo cuidado y respeto, y se llega al detalle de prescribir que “las reliquias y restos mortales se depositen sobre una mesa, cubierta con una tela decorosa, para que los peritos anatómicos puedan quitarles el polvo y otras impurezas”. Es obvio que un trato tan delicado, un mimo tan artesanal, choca con la otra realidad de reliquias –o supuestas reliquias– subastadas en internet, embaladas y transportadas por empresas de mensajería.
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