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Los 121 gramos de muestra del asteroide Bennu llegaron a la Tierra el 24 de septiembre de 2023. Su análisis demuestra que el cuerpo celeste contiene los pilares básicos de la vida.
Las reacciones químicas precursoras de la vida ocurrieron antes y fueron más comunes de lo que se creía
Las cinco bases nitrogenadas que componen las cadenas de ADN y ARN, 14 de los 20 aminoácidos que codifican las proteínas de todo ser vivo terrestre y una gran diversidad de sales y minerales. Todos estos ingredientes, claves para el desarrollo de la vida, están presentes en el asteroide Bennu, según han hallado dos equipos internacionales de científicos que han analizado una pizca de los apenas 121 gramos de muestra que la sonda Osiris-Rex trajo a la Tierra provenientes del cuerpo celeste en 2023.
El hallazgo, presentado en sendos artículos publicados este miércoles en las revistas Nature Astronomy y Nature, revela que el mundo primigenio que dio lugar a Bennu —y que se formó hace 4.500 millones de años, en las primeras etapas del sistema solar— contuvo los pilares básicos de la vida mezclados en salmueras, una especie de caldo muy salado favorable para el desarrollo de las moléculas precursoras de la vida.
Tim McCoy y Cari Corrigan, del Museo Smithsonian, en Washington, examinan una muestra de Bennu, para conocer sus características físicas y composición molecular.
“La evidencia de que el anciano asteroide progenitor de Bennu contuvo los pilares de la vida combinados con un ambiente en el que se pudieron haber formado moléculas prebióticas orgánicas sugiere que estos procesos ocurrieron antes y fueron más comunes de lo que habíamos imaginado”, explica a La Vanguardia Tim McCoy, el conservador de meteoritos del museo Smithsonian de Washington, en Estados Unidos, que ha liderado el trabajo de Nature.
El impacto de asteroides ricos en agua y moléculas prebióticas pudo haber sembrado la Tierra y otros planetas"
“El impacto de estos asteroides ricos en agua y moléculas prebióticas pudo haber sembrado la Tierra y otros planetas y lunas”, continúa el experto, que cuida en Washington de diversas muestras de Bennu y muchos otros meteoritos. Sus resultados justifican más que nunca nuevas misiones que recojan muestras de Ceres —un planeta enano que orbita el cinturón de asteroides entre Marte y Júpiter— y Encélado —una luna de Saturno—, que tienen unas características parecidas a las del mundo primigenio del que partió Bennu.
El estudio liderado por McCoy ha caracterizado una gran diversidad de sales presentes en el asteroide, que se concentran en largas líneas que lo atraviesan. Es por ello, que los científicos hipotetizan que el pariente ancestral de Bennu contuvo pequeñas cavidades con agua salada cuya evaporación dejó en ellas salmueras en las que se pudieron haber producido reacciones químicas.
Sin embargo, los científicos no saben cómo de favorables fueron las condiciones ambientales para el desarrollo de moléculas prebióticas. Los experimentos hechos hasta ahora en un laboratorio para desatar las reacciones químicas precursoras de la vida se han hecho a temperaturas altas y con minerales ricos en calcio y aluminio. En cambio, los investigadores creen que Bennu tuvo una temperatura bastante menor y minerales ricos en magnesio, por lo que habrá que hacer más experimentos para determinar si las condiciones fueron o no viables.
De lo que no hay duda es de la gran cantidad y diversidad de material orgánico que contuvo el progenitor de Bennu, ni de su origen extraterrestre. Además de las bases nitrogenadas y los aminoácidos conocidos, los investigadores del artículo publicado en Nature Astronomy han hallado en el asteroide otros 19 aminoácidos raros o inexistentes en las formas de vida que conocemos. “La diversidad de materia orgánica soluble [...] es inconsistente con la biología terrestre, que tiene una distribución mucho más simple”, escriben los autores.
Estos aminoácidos tienen, además, una propiedad sorprendente: su quiralidad. Este término hace referencia al hecho que algunas moléculas son como nuestras manos. Tienen una forma concreta, pero dos configuraciones tridimensionales posibles, derecha e izquierda. La inmensa mayoría de aminoácidos terrestres son zurdos, un sesgo que algunos meteoritos comparten, con lo que los científicos tienen la hipótesis de que la quiralidad terrestre se deriva de la de los meteoritos que trajeron estas moléculas a nuestro planeta. Sin embargo, los aminoácidos de Bennu la rebaten, porque son diestros y zurdos a partes iguales.
La cuestión de la quiralidad es solo una de las que la muestra del asteroide deja en el aire. También queda la incógnita de los seis aminoácidos que faltan (solo se han hallado 14 de los 20 que codifican proteínas). “Es posible que los aminoácidos que faltan se encuentren en concentraciones menores a las que podemos detectar”, hipotetiza en un correo a La Vanguardia José C. Aponte, uno de los astroquímicos de la NASA que ha analizado la materia orgánica de Bennu. “También es posible que estuvieran presentes en algún momento, pero fueran destruidos por procesos geológicos en el asteroide padre, o que la vida apareciera como consecuencia de la evolución química de algunos aminoácidos”, concluye.
La investigación en la que ha participado Aponte también da detalles sobre el origen del cuerpo celeste. Análisis anteriores habían revelado que Bennu es un fragmento de un mundo oceánico formado —y destruido— en las primeras etapas del Sistema Solar. Ahora han descubierto que el cuerpo primigenio probablemente se constituyó más allá de Júpiter a partir de fragmentos de amoníaco congelado. El alto contenido en sales permitió que en dicho mundo una mezcla de agua y amoníaco estuviera en estado líquido a baja temperatura.
En conjunto, los resultados reflejan el éxito y la importancia de la misión Osiris-Rex. Los poco más de 120 gramos de muestra que trajo la nave en 2023 darán para décadas de investigación que permitirán caracterizar aún mejor al asteroide Bennu, según apuntan los científicos. Con suerte, también darán la excusa para visitar otros cuerpos celestes prometedores que ayuden a resolver el misterio del origen de la vida.