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Manzanas envasadas en un supermercado de Cardiff. (Getty/Matthew Horwood).
Los humanos ingerimos microplásticos que alteran la microbiota intestinal. En los últimos años, los usuarios publican fotos de unos pequeños plásticos azules que encuentran en los alimentos
Fernando llegó a casa tras un día duro de trabajo. No le apetecía demasiado cocinar y abrió el congelador. Vio unos calamares troceados y pensó que sería buena opción hacerlos en la freidora de aire. Pero cuando abrió la bolsa se encontró una sorpresa: un plástico azul, del tamaño de una lenteja, pegado a un trozo de calamar. "Si no llego a estar atento, me lo como", pensó.
Hace varios años que los usuarios de X, Instagram y TikTok denuncian la aparición de unos extraños plásticos en la comida. Merluza congelada, pavo en lonchas, alitas de pollo y hasta en la comida preparada que venden algunos supermercados. ¿Es peligroso para la salud?
¿Ha ocurrido más veces?
Pues bien, la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (Aesan), explica a este periódico que han tenido "conocimiento puntual de alertas relacionadas con la presencia de cuerpos extraños plásticos constituidos por fibras o fragmentos". Tres de ellas (en patatas onduladas sabor jamón, croquetas de setas congeladas y una tableta de chocolate con almendras) las han publicado en su web, pero aseguran que se trata de "casos concretos".
Sin embargo, las quejas en redes no cesan y son múltiples cuentas las que exponen las fotos de los productos comprados en diversas cadenas de supermercados. "No mola nada ir a comer uno de vuestros #poke y encontrarte cachos de plástico azul dentro. Hay foto de uno, pero había varios más en el bol, que por supuesto hemos tenido que tirar... Ya me diréis de dónde vienen esos plásticos azules, que espero solo sea eso", decía un usuario de X en noviembre de 2023.
Efectos en la salud
Para Nicolás Olea, catedrático de la Facultad de Medicina de Granada y médico en el Hospital Clínico San Cecilio, esto es "la punta del iceberg" de los plásticos invisibles. De hecho, numerosos estudios advierten ya del peligro para la salud que supone su ingesta. En febrero de 2022, el Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) publicaba en la revista Scientific Reports un documento que descubría que la digestión de microplásticos puede disminuir la cantidad de bacterias beneficiosas presentes en el colon, alterando la microbiota intestinal.
A nivel comunitario, los materiales plásticos en contacto con los alimentos están regulados por el Reglamento (UE) Nº 10/2011 de la Comisión, de 14 de enero de 2011. "La manipulación y envasado de los alimentos contribuyen a la incorporación de los plásticos. Esta norma regula la cantidad y calidad del envasado, está todo relacionado con los compuestos químicos que contienen los plásticos, como el bisfenol A, ftalatos o fluorados", narra Olea a este periódico.
Sin embargo, en el año 2020 "se abre la caja de los truenos": "Empiezan a preocupar los nanoplásticos y los microplásticos, ya que se describe que la vía alimentaria es la fuente principal de exposición humana a pedacitos de plástico". Fue un estudio encargado al Departamento Temático de Derechos de los Ciudadanos y Asuntos Constitucionales del Parlamento Europeo a petición de la Comisión de Peticiones, que revisaba el consenso creciente respecto a los posibles impactos ecotoxicológicos de estos materiales, en especial de las partículas plásticas más pequeñas, denominadas microplásticos.
"Todo el mundo pensaba que el plástico eran las bolsas que flotaban en el Mediterráneo y ahora nos damos cuenta de que los plásticos fragmentados están en las aguas y en los alimentos. Entonces, dentro de este contexto, que aparezcan en las comidas es una gota más en el río de la cantidad de información sobre la exposición humana por vía digestiva a componentes del envase alimentario. Yo he leído algún informe de defensa de los supermercados que aseguran que esto no supone ningún riesgo o es alarmista, pero es que hay evidencia visible y clara de que hay un problema de paso de los componentes del envase al alimento", continúa el catedrático.
Un asunto que califica como "exacerbación del envase alimentario": "Yo antes de la pandemia de covid iba al supermercado y cogía peras, manzanas y tomates a granel. Ahora tienes que coger seis tomates insípidos esféricos en una barqueta de poliestireno, envueltas en un film de polietileno que tú metes en una bolsa de polipropileno y que arrastras en un carro de policarbonato. El que vende petróleo ha hecho el agosto, porque todos los mencionados son derivados suyos. La aparición de estos trozos azules es solo una advertencia visible de que el plástico alimentario no está bajo control". Una historia que asegura es "dramática" y llama "la orgía del plástico".
Un ejemplo reciente que menciona Olea es la normativa europea que prohíbe el uso de bisfenol A, también conocido como BPA, en materiales en contacto con alimentos, con el objetivo de reducir la exposición a este disruptor endocrino, que entró en vigor el pasado 20 de enero. "Denunciamos la presencia de esta sustancia en las latas hace 30 años, es lo que ha tardado en aplicarse la norma. Todo ese tiempo de permisividad, con el daño que ha provocado. ¿Quién me va a ayudar a pagar la factura del psicólogo para el déficit de atención y la hiperactividad, el ginecólogo para la infertilidad o el oncólogo para el cáncer de mama?", dice haciendo referencia a las consecuencias para la salud.
El "gran problema" es que esos plásticos que no se ven "pasan libremente la pared intestinal"
En septiembre de 2024 se publicaba una investigación en la revista Frontiers in Toxicology que encontraba 189 tipos de carcinógenos mamarios en plásticos en contacto con alimentos envasados. Algo que los autores tomaban como una "importante" oportunidad de prevención. "La reducción de la exposición de toda la población a posibles carcinógenos mamarios se puede lograr mediante modificaciones de políticas basadas en la ciencia que aborden la evaluación y la gestión de las sustancias químicas en contacto con los alimentos", concluía el estudio.
Por su parte, el catedrático insiste en que el "gran problema" es que esos plásticos que no se ven "pasan libremente la pared intestinal". "Tener una partícula de un polímero derivado del petróleo completamente artificial pegada a la célula intestinal, en las placas de ateroma o en las células del alveolo pulmonar, te produce inflamación. Además de una reacción a un cuerpo extraño y la liberación de los contaminantes químicos de los que está formado, como ftalatos, BPA, perfluorados.. y genera una acción local tóxica que es nueva, llevamos 40 años con ella. Lo peor está por llegar, han descrito plásticos hasta en la leche materna ya. Es una realidad que no quieren reconocer", manifiesta.
Disminuir la exposición
Entre las posibles soluciones que comenta Olea para disminuir la exposición a estos plásticos, la primera es eliminarlos de la cocina. "A la basura los moldes de silicona, utensilios y fiambreras de plástico y sartenes antiadherentes. Deben reemplazarse por alternativas en madera, cristal, metal, hierro o acero inoxidable. El agua embotellada en plástico, también fuera, usa agua del grifo en botellas de vidrio. Y si tienes algún problema, la puedes filtrar", desarrolla.
Lo segundo en la lista de prioridades para el experto es disminuir la compra de envases alimentarios: "Por ejemplo, se puede sustituir el tomate en lata por cristal, que los hay. No te vuelvas a llevar más bandejas de poliestireno o de corcho blanco a tu casa que no son reciclables, en muchos establecimientos te permiten llevar tus propios recipientes. Prioriza la compra a granel". Y por último, incide en que evitar los alimentos preparados porque "abusan completamente" del plástico: "Esos cartones que no se moja y piensas que son milagrosos, tienen perfluorados".
"Lo mejor es que cuando lo haces, en menos de diez días bajan tus niveles de plástico en la orina, porque muchos son no persistentes. Tu decisión tiene un efecto inmediato en el cuerpo", concluye.