Panorámica de la ciudad de Austin, Texas.
(Unsplash)
Cientos de compañías tecnológicas punteras han dejado el clima soleado de Silicon Valley para abrazar la mínima intervención del Estado en materia de impuestos y regulación de Texas. ¿Un nuevo éxodo empresarial?
"He oído que crear una empresa en California es casi imposible. Así que tengo un mensaje para la gente de allí: vengan a conocer Texas". Quien pronunciaba esas palabras en la radio para millones de personas en 2013 era el exgobernador del estado Rick Perry, y formaba parte de una campaña para atraer startups y emprendedores de la costa oeste. Sólo un año después, la automotriz Toyota anunció el traslado de su sede estadounidense a la Estrella Solitaria. Desde entonces, cientos de empresas de diversas industrias, pero principalmente tecnológicas, han seguido el ejemplo, atraídas por la mínima intervención del Estado en materia de impuestos y regulación. Oracle, HP, 8VC, Dropbox, todo el imperio corporativo de Elon Musk y la última en dar el paso hace sólo unos días: Meta.
El clima soleado de Silicon Valley y el mercado laboral han atraído a ingenieros durante décadas, convirtiendo la zona en el epicentro indiscutible de la industria ‘tech’. Pero eso está cambiando en los últimos años. Aquel esplendor también vino acompañado de un mercado inmobiliario tensionado, altas tasas impositivas y regulaciones estrictas que han puesto trabas al progreso de muchas empresas y convertido en un desafío hacer negocios en la bahía. Así que algunas de ellas no tardaron en buscar alternativas.
De las aproximadamente 300 empresas que llegaron a Texas entre 2015 y el año pasado, más de la mitad han llegado de California. A día de hoy, son ya 55 empresas del Fortune 500, la cantidad más alta en cualquier estado, lo que lo convierte en toda una potencia económica. Tanto, que si fuera un país, Texas contaría con la octava economía más grande del mundo, superando a Italia o Canadá. Greg Abbott, que sucedió a Perry como gobernador en 2015, llama al estado "el gigante económico de los Estados Unidos".
Y es que Texas se vanagloria de una imagen de independencia y libertad sin barreras, un lugar donde la gente puede jugar sus cartas y el gobierno apenas se entromete en los asuntos comerciales. Bajo el mando de los republicanos, el estado quiere consolidarse como la nueva meca corporativa y en 2023 firmó el mayor recorte de impuestos a la propiedad en la historia del estado. “En Texas, eliminamos la burocracia y protegemos a la industria de duras restricciones que eliminan empleos y regulaciones innecesarias que pueden afectar la innovación en otros lugares”, decía Abbott. La misión era lograr que los profesionales fueran a Texas y entendieran que lo que había allí era algo más que desierto y vaqueros.
Eso ha dado como resultado que cada vez más empresas anuncian planes de trasladarse de estados demócratas a jurisdicciones más favorables en lo económico. Entre 2019 y 2022, California perdió casi 80.000 millones de dólares en ingresos fiscales, mientras que Texas ganó 31.000 millones de dólares. En los últimos 10 años, su economía ha crecido un promedio del 3% anual, en comparación con aproximadamente el 2,3% de EEUU en su conjunto.
Pero la inclinación cada vez más conservadora de Texas también ha jugado un papel importante, ya que los políticos moderados han sido desplazados a favor de candidatos más extremistas. El estado ilegalizó el aborto en casi todos los casos en 2022 y también ha adoptado una línea conservadora en temas LGBT y transgénero, así como una intolerante sobre temas progresistas, reflejando el cambio de rumbo del partido a nivel nacional bajo el control de Trump.
Esa idea se ve reflejada también en la deriva de las tecnológicas, ya no sólo en la retahíla que posee Elon Musk, sino de Meta y Mark Zuckerberg. A menos de dos semanas de que Trump se convierta en presidente, la dueña de Facebook e Instagram ha anunciado que trasladará por completo sus equipos de Trust y Safety (las personas responsables de hacer cumplir las políticas de moderación, discurso de odio y desinformación) a Texas. La decisión, dice el CEO, “ayudará a eliminar la preocupación de que los empleados censuren de manera excesiva el contenido”.
Texas es uno de los dos estados (además de Florida) de EEUU con una ley que prohíbe la moderación de contenido en redes sociales. En 2021, tras la insurrección del 6 de enero en el Capitolio de Estados Unidos, el estado aprobó una ley que básicamente impide a las plataformas eliminar publicaciones en función de las opiniones políticas del usuario y exige que proporcionen explicaciones individuales cuando alteren ese contenido. El gobierno estatal se excusa en la primera enmienda y la libertad de expresión.
Y eso es lo que ha llevado al hombre más rico del mundo a traspasar antes que Meta las sedes de todas sus empresas a Texas, en una migración corporativa sin precedentes. El éxodo comenzó cuando la sede de Tesla se trasladó a Austin desde Palo Alto, California, en 2021. Ese mismo año, antes de comprar y cambiar el nombre de Twitter, ya fantaseó con una "especie de utopía texana a lo largo del río Colorado". Y en el norte del estado transformó la tranquila vida de un municipio rural de 12.000 habitantes llamado Bastrop en el bastión de su imperio empresarial. Allí, Starlink, que fabrica satélites de internet, cuenta con una planta de 150.000 metros cuadrados a solo quince minutos del centro histórico. Boring Company, su empresa dedicada a la construcción de túneles, tiene un centro de investigación y desarrollo en la zona. Y según los planes, la red social X también comenzará pronto la construcción de su sede allí.
Su ambición no termina ahí. Ahora ha comenzado a utilizar su poder, influencia y capital para construirse su propia ciudad. "El cuartel general de SpaceX estará oficialmente en la ciudad de Starbase", proclamaba Musk. En el sur de Texas, en el condado de Cameron, muy cerca de Brownsville, ya ha movido ficha para que Starbase se convierta en un municipio oficial, con código postal y hasta ayuntamiento propio. En ese tiempo, más de 3.400 empleados y contratistas han echado raíces en la zona, mientras SpaceX va dotándola, pieza a pieza, de las facilidades propias de una ciudad exclusiva y personalizada para los recién llegados (colegios, hospitales, etc). No sólo los republicanos de Texas le dan las gracias, sino también el propio presidente electo, que le alaba por haber rechazado a los demócratas de California. “Por el amor de Dios, por favor no dejen que Texas se convierta en California”, les suplica el mismo Musk.
Este movimiento estratégico responde a varios motivos. Por un lado, es su forma de rebelarse contra todas esas leyes que no encajan con su visión, como aquellas que prohíben a las escuelas informar a los padres sobre cambios en la orientación sexual o identidad de género de sus hijos. Por otro lado, responde a razones puramente empresariales. Texas ofrece un terreno fértil para los negocios y Musk ha encontrado incentivos fiscales y un gobierno dispuesto a abrirle las puertas de par en par. "Es un beneficio para todos. Aquí solo había campo y ahora tenemos dos restaurantes franceses en el centro”, decía Becki Womble, presidenta de la cámara de comercio de Bastrop. “De repente, fue como, ‘¡Voilà, Elon ha llegado!’”.
Pero el notable aumento en las tasas de empleo y el crecimiento del PIB en Texas también oculta un lado más sombrío, según algunos residentes, que argumentan que la política estatal de bajos impuestos y mínima intervención ha dejado a muchos locales rezagados. Las áreas en las que Elon Musk ha establecido sus proyectos ya no son como antes, ha transformado tanto el paisaje como las rutinas. Los locales sienten los signos de muskificación de las ciudades en un incremento de los precios de la vivienda y preocupaciones sobre el medioambiente, sobre todo en lo referente a los recursos hídricos en las zonas circundantes a las bases de SpaceX.
Y ahora un pensamiento compartido empieza a tomar forma en las comunidades más humildes, que el crecimiento de Texas se está produciendo a costa de los trabajadores con salarios bajos. Pero qué se le va a decir al hombre más rico del mundo, y ahora mano derecha del presidente.