sábado, 11 de enero de 2025

La lección de Milei a Lula que explica por qué Argentina resurge mientras que Brasil se acerca al precipicio

 



  • En Brasil, el real se ha depreciado a mínimos históricos y el interés de la deuda sube
  • La gran diferencia está en la política fiscal: el déficit público se dispara en Brasil


Las dos grandes potencias de Sudamérica están vivienda situaciones completamente opuestas. La parte positiva es que una puede aprender de la otra para evitar que todo acabe en una gran crisis cambiaria que se traslade a la economía en forma de inflación, desconfianza y pobreza. Por un lado, está Argentina, donde los recortes del gasto público han llevado al país a disfrutar de 11 superávits fiscales consecutivos, estabilizando el peso, reduciendo el tipo de interés que paga la deuda argentina en el mercado y alejando el riesgo de default. Por otro lado, está Brasil, donde el déficit público se ha disparado, el tipo de cambio del real se ha desplomado a mínimos históricos contra el dólar y el interés que paga la deuda no ha parado de subir hasta alcanzar el 14%, frente al 10% de hace menos de un año. El descontrol de las finanzas públicas del Gobierno de Lula da Silva frente a la extrema austeridad de Javier Milei parece estar detrás de este fenómeno que pone en peligro a la economía brasileña.

El semanario británico The Economist lo definía así hace unas semanas en un extenso reportaje sobre la caída del real y las amenazas a las que se enfrenta la economía de Brasil: "El real brasileño tiene un título ignominioso este año: es la moneda principal con peor rendimiento, con una caída de más del 20% hasta un mínimo histórico de casi 6,3 reales por dólar (o 0,163 dólares por real). La situación se ha vuelto aún más fea durante las últimas semanas, con la venta masiva acelerándose a pesar de varias intervenciones del banco central", explicaba la prestigiosa revista económica.

El análisis no concluía ahí. Según el semanario, estos movimientos se deben a los planes de futuro y presente del Gobierno de Brasil: "La caída está alimentada por el pánico sobre los planes fiscales. En noviembre, el gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva, el presidente del país, anunció un programa largamente esperado para frenar el gasto, incluyendo topes a los ingresos de los trabajadores del sector público. Al mismo tiempo, sin embargo, el ministro de Hacienda, Fernando Haddad, prometió amplios recortes de impuestos para los trabajadores de ingresos bajos y medios. Los inversores tomaron el anuncio como prueba de un compromiso insuficiente con la disciplina fiscal. Dado el déficit presupuestario de Brasil de casi el 10% del PIB y la deuda bruta de casi el 90% del PIB, el nerviosismo es comprensible", sentencia.


Juan Ramón Rallo, economista y profesor en la universidad Francisco Marroquín, explicaba recientemente que el presidente brasileño se ha negado a reducir el creciente gasto público del país, lo que ha disparado el déficit y está empezando a impactar en la inflación. Si Brasil quiere detener esta 'sangría' debería "resolver los motivos de fondo que la están causando, porque usar las reservas en dólares solo sirve para ganar tiempo, pero no para solventar estos problemas de fondo, que tienen una naturaleza claramente fiscal, que es el déficit público. Si Brasil quiere reducir sus tipos de interés, evitando una fortísima depreciación del tipo de cambio, lo que tiene que hacer es imitar lo que ha hecho Javier Milei en Argentina, que es cuadrar las cuentas".

El déficit público está disparado

El déficit de las cuentas públicas de Brasil en doce meses aumentó en noviembre hasta el 9,50% del producto interno bruto (PIB), según informó la semana pasada el Banco Central. El déficit fiscal brasileño acumulado en los once primeros meses de 2024 subió hasta el equivalente al 8,54% del PIB, un punto por encima del registrado en el mismo período de 2023. El déficit fiscal se ha duplicado durante los dos años de mandato del progresista Luiz Inácio Lula da Silva, desde el 4,57% del PIB a finales de 2022 hasta el 9,50% del PIB actual por el aumento de los gastos públicos, principalmente en programas sociales.

La previsión es que la mayor economía latinoamericana concluya 2024 con un déficit próximo al 10%. El desajuste de las cuentas públicas obligó al Gobierno de Lula a anunciar este mes un paquete de ajuste fiscal con el que espera un ahorro de 71.000 millones de reales (unos 11.726 millones de dólares) en los dos próximos años.


A mediados de diciembre, el banco central vendió más de 3.000 millones de dólares en reservas de divisas en un intento fallido de apuntalar el real. También ha subido con intensidad los tipos de interés tres veces desde septiembre, incluido un aumento sorpresa de un punto porcentual completo el 11 de diciembre. Aunque muchos bancos centrales de mercados emergentes han comenzado a recortar los tipos, siguiendo el ejemplo de la Reserva Federal, los inversores esperan más ajuste monetario en Brasil durante el próximo año. Los bonos gubernamentales a dos años del país ahora rinden a un nivel cercano del 15%, frente a poco menos del 10% a fines de 2023. En el caso de Argentina se ha podido observar una fuerte caída del riesgo país que es consecuencia del descenso del interés que pagan los bonos soberanos argentinos, que ha caído a niveles cercanos al 10%.


Pero la postura monetaria agresiva no está dando resultado. Los mercados financieros claman por un cambio fiscal de 180 grados, que el gobierno se muestra reacio a implementar. Por ahora solo se ha hablado de ciertos ajustes, pero, por otro lado, Lula se niega a rebajar el gasto público. "Sabemos exactamente cómo llegamos aquí, así que sabemos cómo salir de aquí. Necesitamos caminar hacia atrás", dice Alberto Ramos, jefe de investigación económica para América Latina en Goldman Sachs, un banco. "Cuanto más espere, mayor será el riesgo de que las cosas se hagan de la manera difícil y el mercado fuerce la corrección. "Los síntomas de una crisis están ahí".

La mayor fuga de divisas desde 2008

Mientras que en Argentina crecen las reservas brutas en dólares, en Brasil está sucediendo todo lo contrario. El saldo del flujo de dólares en Brasil en diciembre pasado fue negativo en 24.314 millones de dólares, con lo que el país sufrió la mayor fuga de divisas en un mes desde que comenzó a medir el indicador en 2008, informó este jueves el Banco Central.

Pese a que en diciembre ingresaron a Brasil 1.728 millones de dólares por transacciones comerciales, los inversores retiraron del país 26.042 millones de dólares en recursos que estaban en la bolsa de valores o aplicados en títulos financieros o referentes a ganancias y dividendos que multinacionales enviaron a sus matrices, según los datos del emisor.

La fuga de diciembre es atribuida por los operadores a las dudas de los inversores en la capacidad del Gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva de reducir el abultado déficit fiscal del país, que hizo con que el real brasileño acumulara en 2024 una depreciación del 27,35% frente al dólar, su mayor caída desde 2020. Con la elevada salida de divisas en diciembre, Brasil cerró 2024 con un saldo negativo en su flujo de dólares de 15.918 millones de dólares, el tercer mayor para un año en su historia. El resultado anual negativo en 2024 tan solo fue inferior a los registrados en 2019 (44.768 millones de dólares) y 2020 (27.923 millones de dólares).

Las reservas en dólares son finitas y el problema fiscal parece, por ahora, permanente. De modo que si Brasil no empieza a recortar el gasto público, el real se seguirá depreciando, mientras que si el banco central sigue subiendo los tipos de interés para intentar detener la sangría, la economía terminará contrayéndose.

"Si el banco central mantiene los tipos tan elevados, el Estado brasileño avanzará progresivamente hacia la insolvencia, porque el público y los inversores anticiparán que la oferta de reales se multiplicará para pagar sus títulos de deuda pública denominados en reales... por tanto, al igual que quemar reservas permite ganar tiempo, subir los tipos también compra tiempo, pero ni mucho menos soluciona los problemas de fondo. El problema es el déficit público estructural del Estado brasileño. El camino a seguir para solucionar el problema es el mismo que ha seguido Javier Milei en Argentina, generar un superávit primario suficiente para generar confianza en que el Estado brasileño será solvente", sentencia Juan Ramón Rallo.