miércoles, 21 de agosto de 2024

El precio de una nueva capital para una nación milenaria: Egipto vende sus playas para salir del colapso económico

 

La nueva capital administrativa de Egipto (Getty)



  • Egipto entró en una crisis, en parte, por su enorme programa de gasto público
  • Ahora para financiarse vende islas y localidades turísticas a otros países
  • El país atravesó una crisis de liquidez en 2023 y un rescate del FMI en 2024



Aunque fuera del foco mediático mundial, un país de Oriente Medio lleva años atrapado en una crisis histórica que, aunque ahora parece estabilizarse, en realidad entraña enormes dificultades y peligros que pueden golpear a toda la región. Egipto lleva años sufriendo una crisis económica que va y viene según las circunstancias internacionales, pero que se basa en dos ingredientes letales: un gasto estructural desenfrenado y una enorme carga de deuda vigente. Y en los últimos años, los desastres no han dejado de sucederse: por un lado, el país se había encomendado a una espiral de enorme gasto público sin los ingresos para sostenerla. Por otro lado, un golpe en sus ingresos por los ataques hutíes en el Mar Rojo (bloqueando el canal de Suez), unos mayores costes energéticos desde la guerra de Ucrania y un turismo derrumbado, primero por el covid y después por la guerra en Gaza, justo en su frontera noreste. Esta tormenta perfecta llevó a una de las peores crisis de su historia, con un shock de liquidez y la posibilidad de un impago total de su deuda, al no tener cómo afrontarla.

Toda la crisis actual comenzó con un plan de enormes infraestructuras. Aunque este plan lleva en marcha desde 2015, poco después del golpe de Estado que llevó al general Abdelfatah El-Sisi al poder, la construcción se ha intensificado en los últimos años. Su objetivo principal era encender el motor de la economía con una proyecto nacional de enorme gasto público a través de nuevas carreteras, infraestructura e inversión pública de todo tipo. Ahora el país está vendiendo todo tipo de infraestructuras que le llevaron a esta crisis para poder recomponer su contabilidad. Un giro de 180 grados obligado por las circunstancias tan excepcionales que han rodeado a la economía norteafricana.

Una nueva capital para los faraones

La pieza central de los planes de Al-Sisi es la construcción de una capital administrativa lejos de El Cairo, al estilo de Brasilia (Brasil) o Naipyidó (Myanmar), e inspirada en las megaciudades que las naciones petroleras del Golfo están levantando de la nada. La idea principal es descongestionar la actual capital egipcia, la undécima ciudad más poblada del mundo, donde se concentran más del 15% de los habitantes del país. De paso, la distancia con la megalópolis y el diseño de esa nueva ciudad impedirán que se repitan las gigantescas manifestaciones que tumbaron al anterior dictador egipcio, Hosni Mubarak, en 2011, uno de los principales miedos del actual líder autoritario: mejor poner 50 kilómetros de distancia entre el pueblo y el Gobierno.

Originalmente, el coste de la construcción se iba a repartir entre empresarios emiratíes y empresas chinas, a cambio de llevarse los derechos de construcción y venta de gran parte de todas las nuevas viviendas. Pero aquellas propuestas no llegaron a buen puerto, y la tarea recayó en el propio Gobierno egipcio. En concreto, en un consorcio formado por el Ministerio de Defensa y el de Vivienda, redundando en el fuerte control económico del Ejército sobre el país: los militares, aparte del Gobierno, controlan empresas de todos los sectores imaginables, desde las telecomunicaciones a la fabricación de pintura o la elaboración de pasta. Y ahora también construirían la nueva capital, siguiendo las órdenes del general Al-Sisi.

El problema es que los costes de esa capital se han disparado, especialmente por la ola inflacionaria post-covid y el aumento de precios del petróleo tras la invasión rusa de Ucrania. En total, se calcula que el Gobierno había gastado 58.000 millones de dólares hasta 2022, y la ciudad está aún muy lejos de completarse. La factura puede ser astronómica: si lo gastado hasta ahora ya supone el 16% de su PIB, no sería ninguna locura que el total acabara superando el 25%. Y eso si sale todo bien.

Para cualquier país, lanzarse a un proyecto de esas características sería un riesgo gigantesco incluso en el mejor de los tiempos. Para una nación que ha visto golpeadas sus principales fuentes de ingresos (el Canal de Suez y el turismo) en los últimos años, y que arrastra graves problemas de deuda desde hace décadas, la carga puede acabar por romper las cuentas públicas.

Obligado a vender para no quebrar

Debido a todo este gasto, el país ha tenido que tomar una decisión paradójica respecto a su proyecto de levantar toda esta nueva infraestructura: vender una parte, territorio incluido, a sus vecinos. El último ejemplo ha sido el rescate de 32.100 millones de euros por parte de Emiratos Árabes Unidos, una cuantía clave con la que han conseguido pausar su crisis de deuda. Sin embargo, esta inyección de liquidez en realidad ha sido una compra: la del proyecto de Ras El-Hikma, una península de 170 millones de metros cuadrados. Una zona de gran impacto turístico con 50 kilómetros de playa que Emiratos edificará… y cuyos beneficios recaudará.

La idea de los Emiratos Árabes Unidos es, a través de su fondo de inversión, convertir ese territorio en un paraíso para los turistas levantando residencias, lugares de ocio y atracciones turísticas. De todo lo que genere este gran proyecto turístico, los emiratíes se llevarán el 65% de los beneficios. En resumen, una infraestructura clave para el desarrollo de una potencia turística será propiedad de una empresa extranjera, que creará un emplazamiento propio cerca de Alejandría que, según creen, puede convertirse en un punto clave para los visitantes de la región que busquen sol y playa.

Desde Washington Institute, explican que esta operación "ayudará a aliviar la crisis financiera de Egipto e inyectará dólares muy necesarios en la economía en el corto plazo, que ha sufrido una inflación récord y una crisis monetaria". Los expertos explican que había que resolver a cualquier precio este problema porque "la escasez de dólares ha ralentizado las importaciones, ha provocado escasez de suministros críticos e inhibido la inversión".

Proyecto Ras El-Hikma

Yasser Elsheshtawy, profesor de la universidad de Columbia, explicaba en un informe que "La inyección de miles de millones de dólares en efectivo emiratí es esencialmente un rescate del gobierno del presidente Abdel Fattah al-Sisi, que ha llevado a Egipto a la bancarrota con una serie de megaproyectos costosos e innecesarios", con la "locura" de la nueva capital a la cabeza.

Elsheshtawy defiende que este acuerdo "forma parte de un patrón mucho más amplio de venta de los bienes culturales más preciados de Egipto a inversores extranjeros". Sin embargo, la operación de Ras al-Hekma "puede ser la mayor venta de terrenos en la historia de Egipto, ya que abarca una superficie de 171 kilómetros cuadrados".

El mismo gobierno de Egipto ha confirmado que está en negociaciones con Arabia Saudita para un proyecto similar en Ras Gamila, una localidad a orillas del Mar Rojo que el gigante petrolero quiere convertir en un gran resort de vacaciones. Aunque el gobierno de Egipto dijo que no hay ningún acuerdo, se mostró abierto al mismo alegando que lo valorarán si hay "un plan de inversión óptimo en la zona". Se estima que el plan podría suponer la inyección de 15.000 millones de dólares en las arcas de El Cairo.

El FMI exige unas duras reformas que el Gobierno no se atreve a realizar para seguir financiando sus planes

Esta región se encuentra en una zona donde Egipto transfirió la soberanía de dos islas, Tirán y Sanafir, precisamente a Arabia Saudí. Según New Arab, el país de los faraones estaría explorando vender más tierras para proyectos turísticos (sin ceder la soberanía) en toda esa región. Pero no solo es territorio físico: en diciembre, Egipto obtuvo 5.600 millones de dólares de la venta parcial y total de participaciones en 14 empresas estatales y se espera que en línea con los pactos con el FMI, siga realizando estas operaciones para conseguir flujos de moneda extranjera.

Históricamente, desde que Egipto consiguiera la independencia en 1952, el país se ha aprovechado de lo que el Instituto Peterson de Economía Internacional llama "rentas geopolíticas". La posición geográfica del país, de enlace entre África y Oriente Medio, con el Canal de Suez entre medias e Israel como vecino, le ha convertido en una pieza de valor estratégico incalculable. Y los sucesivos gobiernos se han aprovechado para obtener ayudas de todos lados a cambio de ofrecer estabilidad. El problema es que la situación actual cada vez es más complicada: los grandes proyectos de Al-Sisi son un agujero sin fondo, el FMI exige unas duras reformas que el Gobierno no se atreve a realizar para seguir financiándolo y la situación geopolítica en la zona no deja de complicarse, apartando a Egipto del centro de las soluciones y debilitando su posición. Una tormenta perfecta para un país que ya lleva años sufriendo una crisis económica que no deja de empeorar.

El peligro sigue latente

Egipto es uno de los países que más problemas de deuda ha sufrido. La deuda se sitúa ya en el 95,8% del PIB, un nivel de emergencia para un país en desarrollo, y sus bonos apenas encuentran demanda ante los enormes problemas con su divisa y liquidez. En ese sentido, se ha convertido en el segundo máximo deudor de todo el mundo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) con su pasivo yendo de los 37.000 millones en 2010 a los 164.000 millones.

Desde Scope Ratings explicaban en su último informe sobre la nación milenaria que las finanzas de Egipto "siguen siendo muy vulnerables a choques externos". Y cree que todo depende de que el país consiga implementar en tiempo récord un ambicioso programa de reducción de gastos con el que hacer sus finanzas sostenibles. Ven perspectivas positivas para lograrlo pero creen que la situación está entrando en su momento clave.

En ese sentido, Thomas Gillet y Elena Klare explican que el gobierno seguirá atrapado en una espiral de "déficits presupuestarios elevados y unas necesidades de financiación pública brutas estimadas en un 35% del PIB de aquí a 2029". Además creen que los problemas de con su moneda pueden volver pues, "persiste la incertidumbre sobre el futuro del tipo de cambio de la divisa".

"Hay un ímpetu renovado en las reformas que apoyan el crecimiento impulsado por el sector privado"

Para los expertos ahora todo depende de que el programa de reformas estructurales a largo plazo tenga éxito. "La remodelación del gabinete a principios de este mes sugiere que hay un ímpetu renovado en las reformas que apoyan el crecimiento impulsado por el sector privado y la competitividad exterior". Para Scope Rating, el sólido crecimiento de Egipto y la probable disminución de la deuda en relación con el PIB en los próximos años, condicionada a una aplicación sostenida de las reformas estructurales, probablemente respaldarán las perspectivas

De momento la inflación está retrocediendo con fuerza pero sigue siendo aún tremendamente elevada, situándose en el 25,7% (en febrero estaba en el 35,7%). Sin embargo el PIB del país crece más que sus vecinos, pero no de forma totalmente acelerada. El primer trimestre de 2024 su economía avanza un 2,2%, mientras que en todo 2023 avanzó un 3,5%.

La OCDE explica que Egipto "debe comprometerse con una estrategia de consolidación creíble y fundamental, reduciendo los costes de la deuda", uno de sus grandes lastres. El FMI ha insistido en que necesita la "introducción de un nuevo régimen cambiario, una política monetaria y fiscal restrictiva y un esfuerzo por crear un entorno económico que permita la actividad del sector privado". De momento es muy pronto para saber si el giro económico se ha consumado, pero el alto déficit que aún mantendrá el país y los grandes proyectos que tiene a sus espaldas, como su nueva capital en el desierto, sitúan al país en una situación límite. 2024 será el año fundamental para definir si el proyecto egipcio se consolida o la crisis vuelve.