jueves, 15 de agosto de 2024

¿El consumo de azúcar es la causa actual de obesidad? La respuesta no es sencilla



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Esta molécula aporta calorías vacías y su alto consumo se asocia a problemas metabólicos y acúmulo de grasa; sin embargo, descargar en ella el problema global de la obesidad es simplificar e infravalorar el impacto en cada persona de otros factores




El sobrepeso y la obesidad se han convertido en una de las mayores preocupaciones de la sociedad moderna. Según la OMS, en 2022, 2500 millones de adultos —el 43% —tenían sobrepeso —de los cuales más de 890 millones eran obesos—, lo que supone un aumento del 18 % respecto a 1990.

En España, los datos del estudio ENE-COVID publicados en 2023 revelan que la prevalencia de sobrepeso y obesidad es mayor en hombres (44,3% y 19,3% respectivamente) que en mujeres (30,4% y 18,0% respectivamente). La prevalencia también aumenta con la edad, en personas con discapacidad y en personas con bajo nivel de estudios e ingresos. Estas cifras convierten a España en uno de los países con mayor prevalencia a nivel mundial.

En cuanto a jóvenes, España es el segundo país europeo con mayores cifras de sobrepeso y obesidad. Según datos de la segunda edición del estudio PASOS, la incidencia en la población de entre 8 y 16 años se encuentra en un 33% (22 y 11 % respectivamente).

Debido a los altos niveles de prevalencia se considera que la obesidad en 2019 provocó cinco millones de muertes por enfermedades no transmisibles (ENT) como los problemas cardiovasculares, la diabetes, el cáncer, los trastornos neurológicos, las enfermedades respiratorias crónicas o los trastornos digestivos.


La obesidad en 2019 provocó cinco millones de muertes por enfermedades no transmisibles (ENT) como los problemas cardiovasculares


Uno de los temas candentes en la investigación actual es establecer cuáles son las principales causas de obesidad para poder establecer medidas de prevención efectivas. Los alimentos ricos en azúcares añadidos se han relacionado con el aumento de la prevalencia del sobrepeso y la obesidad.


Un descubrimiento de los árabes

El azúcar de mesa o sacarosa es la unión de una molécula de glucosa y otra de fructosa, que se extrae a partir de la remolacha azucarera o la caña de azúcar. Las primeras referencias del azúcar se remontan a casi 5.000 años. Son los árabes, tan aficionados al dulce, los que al invadir las regiones del Tigris y el Éufrates, descubren las infinitas posibilidades que presenta y lo introducen en las zonas recientemente conquistadas, cultivando la caña de azúcar en Siria, Egipto, Chipre, Rodas y todo el Norte de África.

Es precisamente allí, donde los químicos egipcios perfeccionan su procesado y la refinan. Continúa la expansión de su consumo a través de los viajes de los comerciantes venecianos y, un siglo más tarde, a través de las Cruzadas a Tierra Santa, se da a conocer este alimento en todo el mundo cristiano.

Hasta la Edad Media el azúcar no llega a España, donde se implanta como una especia alimenticia y, como tal, es usada para perfumar platos, lo mismo que la sal o la pimienta, con un coste económico que hacía que su consumo estuviera al alcance solo de las clases más privilegiadas.

No fue hasta el descubrimiento de América y el consecuente cultivo de la caña de azúcar en este continente y posteriormente en Asia, lo que permitió aumentar su producción y que en el siglo XVIII ya empezara a ser un producto más accesible para la mayor parte de la población. En el siglo XIX, con la revolución industrial, se acabó de popularizar su consumo debido al aumento de su producción y su bajo precio en el mercado.


En el siglo XIX, con la revolución industrial, se acabó de popularizar su consumo debido al aumento de su producción


Parte de este auge en la utilización del azúcar es debido a sus propiedades físico-químicas que permiten aumentar la vida útil de los alimentos y por ello extender su consumo fuera de temporada (mermeladas, conservas), hacer más palatables algunos alimentos (repostería, postres, rebajar la acidez) y también permite aportar un extra de calorías de fácil absorción, que tradicionalmente era útil para conseguir cubrir las necesidades energéticas de personas con trabajos físicos intensos o incluso en deportistas.


El exceso se paga

En relación con la salud, el exceso de consumo de azúcar se ha asociado con sobrepeso y obesidad, especialmente porque los azúcares simples son una fuente concentrada de calorías vacías que no aportan otros nutrientes esenciales y, además, no es tan saciante como otros nutrientes, lo que facilita el sobreconsumo y la ingesta calórica excesiva.

El consumo alto de azúcar provoca picos y caídas rápidas de los niveles de insulina y glucosa en sangre. Esto puede desencadenar respuestas hormonales que estimulan el apetito y promueven el almacenamiento de grasa. Un metaanálisis del grupo de Vasanti Malik, de la Universidad de Harvard, encontró que el consumo de bebidas azucaradas se asocia a desarrollo de síndrome metabólico y diabetes tipo 2, cosa que no se ha observado en las bebidas con edulcorantes artificiales.

Este mismo año, un grupo de científicos de la Universidad de Minnesota publicaron los resultados del estudio CARDIA, en el que observaron asociaciones positivas entre el consumo de alimentos con azúcares añadidos, especialmente bebidas, con el aumento de peso y el riesgo de obesidad en una población de adultos jóvenes sanos blancos durante 30 años de seguimiento.


Afirmar que el consumo de un solo alimento, como el azúcar, sea el causante de la epidemia de obesidad global es una simplificación excesiva


Sin embargo, se debe tener en cuenta, como destaca el Instituto Nacional de la Salud de Estados Unidos (NIH), la alta prevalencia de obesidad probablemente sea el resultado de un cúmulo de factores, que incluyen tanto rasgos genéticos como otros rasgos biológicos que difieren entre individuos, factores ambientales y factores socioeconómicos y de comportamiento, que pueden tener influencias genéticas y ambientales.

Así pues, afirmar que el consumo de un solo alimento como el azúcar sea el causante de la epidemia de obesidad global es una simplificación excesiva de los verdaderos causantes de este problema. Si bien podemos afirmar rotundamente que disminuir su consumo es un buen consejo de salud para la mayor parte de la población, no es el único en el que deberíamos centrarnos, pues al final cada vez es mayor la evidencia de que un consumo calórico excesivo, sea cual sea su fuente, puede desencadenar efectos similares sobre el desarrollo de enfermedades crónicas no transmisibles.