viernes, 20 de diciembre de 2024

El país que nada en petróleo y gas sufre una crisis energética histórica: "La mala gestión tiene consecuencias"

 


  • El Gobierno recomiendo a sus ciudadanos que se pongan el abrigo en casa
  • La solución pasa por reducir el consumo de electricidad para evitar el colapso
  • El 70% del mix energético de Irán funciona con gas natural



La economía está plagada de eventos paradójicos que merece la pena estudiar a modo de curiosidad y aprendizaje. Uno de ellos se está pudiendo contemplar estos días. El país con las segundas mayores reservas de ges del mundo y las terceras de petróleo (unos 210.000 millones de barriles de crudo por extraer), el hidrocarburo más preciado en el mercado y que sirve como fuente de energía, está sufriendo una crisis energética historia. Colegios cerrados, centros de negocio sin vida... Por si fuera poco, este era un país relativamente rico hace unas décadas (en los años 70) e incluso fue uno de los grandes imperios de la historia de la humanidad. ¿Cómo puede ser que un territorio con tanta historia, poder y recursos acabe sin energía? Así es la tormenta perfecta que está asolando el sistema energético de Irán.

Irán tiene 90 millones de habitantes y un territorio que equivale a la superficie de tres 'Españas' enteras. Eso complica el suministro de energía. Una población muy grande y distribuida a lo largo de un vasto territorio encarece el suministro de energía. Sin embargo, el pasado Irán no tuvo este tipo de problemas, al menos de una forma tan grave. Antes de la Revolución Iraní que término con el régimen del Sha, Irán era una economía relativamente próspera, con una población educada y forma y un futuro prometedor. Sin embargo, con la revolución todo comenzó a cambiar, lo que, agravado por las tensiones con Occidente, Israel y países vecinos como Arabia Saudí, han terminado convirtiendo a Teherán en una especie de 'marginado' a nivel regional y global (cuenta con el apoyo de Rusia o países como Venezuela).

Irán se encuentra casi paralizado con colegios, universidades, oficinas públicas, bancos y tribunales cerrados en una veintena de provincias ante la escasez energética y la alta contaminación, a pesar de que el país dispone de las segundas mayores reservas de gas y petróleo del mundo. Una auténtica paradoja que destapa la mala gestión de los recursos, el golpe que han supuesto las sanciones y la marginación que sufre el país entre buena parte del mundo islámico. Irán es un país chiíta, una rama del islam que no pasa por su mejor momento. La caída del Gobierno de Al-Asad en Siria y los últimos golpes a Hezbollah (milicia chiíta que opera en varios países) son la evidencia de que Irán no pasa por su mejor momento.

Patrick Clawson, investigador senior del Washington Institute, expone en su análisis la grave crisis energética que enfrenta Irán debido a años de políticas mal dirigidas: "La mala gestión tiene consecuencias y ahora Irán se enfrenta a presiones mayores". En una reciente entrevista televisada, el presidente iraní, Masoud Pezeshkian, advirtió que el país podría enfrentar a una "potencial crisis" si no aborda su creciente déficit energético. Esta situación ha resultado en cortes de electricidad, estaciones de gasolina vacías y una alarmante escasez de gas natural, recurso del que el 90% de los hogares iraníes depende para la calefacción y la cocina. Además, el gasto en importación de gasolina ha aumentado significativamente: pasó de 2.000 millones de dólares en el último año a una proyección de 4.000 millones para 2024-2025. Clawson señala que estas circunstancias hacen que Irán sea particularmente vulnerable a medidas como la restricción de sus importaciones de productos derivados del petróleo.

Despilfarro con subsidios

Una de las causas del problema radica en las políticas de subsidios del régimen, que han fomentado el despilfarro energético. Por ejemplo, el precio del gas y la gasolina es extremadamente bajo, con un litro de gasolina costando apenas 16 céntimos de dólar. Esta situación ha incentivado el contrabando de combustible hacia países vecinos como Irak y Turquía, donde los precios son hasta 30 veces más altos. Pese a las restricciones impuestas por el gobierno, como límites de reabastecimiento por vehículo, la demanda interna sigue disparándose debido a una flota vehicular envejecida e ineficiente. Además, la infraestructura de almacenamiento de gas natural es insuficiente, lo que agrava la escasez en inviernos particularmente fríos. La respuesta de Pezeshkian a esta crisis fue casi sarcástica: "Yo me pongo ropa de abrigo en casa. Los demás pueden hacer lo mismo".

Clawson destaca cómo estas carencias han debilitado los intentos de Irán por expandir su influencia regional, ejemplificado en la reciente interrupción del suministro de gas a Irak, dejando al país vecino en una situación precaria. En el ámbito interno, la crisis energética también afecta a la red eléctrica iraní, con una capacidad de generación reducida al 75% debido al envejecimiento de las instalaciones y problemas de transmisión. Esto ha llevado a cortes programados de electricidad en las principales ciudades, alimentando el descontento social y el temor a nuevas protestas. Clawson concluye que, ante esta vulnerabilidad,Estados Unidos podría revivir sanciones dirigidas a las importaciones de productos derivados del petróleo, una estrategia menos diplomáticamente complicada que sancionar las exportaciones de crudo, dada la dependencia de Irán de pequeñas refinerías en países como China.

Aunque Irán es el segundo país con más gas del mundo sufre una intensa escasez de gas natural a nivel doméstico, primero porque las empresas prefieren exportarlo (ganan más dinero que vendiéndolo a precios subvencionados en el interior) y según porque el mix energético del país 'derrocha' gas por todos lado. "Irán utiliza este recurso con mayor intensidad que casi cualquier otro país del mundo: según el Statistical Review of World Energy, el gas representó el 70% de su consumo de energía primaria en 2023, en comparación con el 34% en Estados Unidos y el 20% en la Unión Europea. Más del 90% de los hogares están conectados a la red de gas para calefacción y cocina, y los precios internos de este recurso son ridículamente baratos, lo que desalienta los esfuerzos por mejorar la eficiencia energética", asegura el experto.

Un colapso energético casi total

Al menos 20 de las 31 provincias iraníes sufren algún tipo de racionamiento energético ante una ola de frío que ha disparado el consumo de recursos y que pone de manifiesto la crisis energética a la que hace frente el país persa con la falta de inversiones en el sector en las últimas décadas. La llegada de una ola de frío en varias regiones ha provocado un déficit diario de 350 millones de metros cúbicos de gas natural y una escasez de 50 millones de metros cúbicos de combustible en las centrales eléctricas, lo que ha llevado al cierre de operaciones en al menos 17 de ellas, de acuerdo con la agencia Tasnim.

Así, en Teherán cerraron este martes por tercer día consecutivo centros educativos, oficinas públicas y bancos, lo que se percibió en un descenso del tráfico a primera hora de la mañana, unas medidas que también buscan rebajar la contaminación del aire. Además del cierre de instituciones, se han programado cortes de electricidad de dos horas por barrios en la capital, de unos nueve millones de habitantes, lo que afecta a los negocios y provoca el descontento entre la población.

La solución: pasar frío

La semana pasada ya se produjeron cierres en la capital y otras zonas del país a causa de la fuerte contaminación del aire, otro mal que afecta a la nación persa y para el que no encuentra solución. Ante esta situación, el Gobierno lanzó la semana pasada la campaña "2 grados menos", destinada a rebajar el consumo de la calefacción en los hogares.

"Pido a todo el querido pueblo del país que si por lo menos reducen en dos grados la calefacción de sus casas ahorraremos mucho combustible con lo que en esta ola de frio podemos suministrar energía a toda la gente querida de nuestro país", aseguraba el presidente de Irán, Masud Pezeshkian, en un vídeo en el lanzamiento de la campaña ataviado con una chaqueta cerrada hasta arriba.

Este gesto pone de manifiesto para el analista Esfandyar Batmanghelidj que para el Gobierno es más sencillo "cambiar el comportamiento de los consumidores" que hacer frente a los problemas estructurales del sector. Batmanghelidj afirmó en una publicación en redes sociales que las sanciones económicas estadounidenses tiene "parte de la culpa" de la crisis energética al cerrar la puerta a inversiones o acceso a tecnología, pero también señala a la mala gestión gubernamental.

Un aspecto en el que coincide el economista Mahmud Jamsaz. "La escasez de energía en el país es el resultado de años de falta de trabajo, negligencia y mala gestión de los gobiernos", dijo a EFE Jamsaz. El analista explicó que en los últimos 20 años apenas se han realizado inversiones en infraestructuras como refinerías de petróleo o centrales eléctricas en parte porque el país no dispone de los recursos y no hay inversiones extranjeras dadas las tensiones del país con Occidente.

Jamsaz alertó que esta falta de energía y los cortes eléctricos que conlleva alimentará la insatisfacción de la población, ya muy presionada por la crisis económicas y la falta de libertades. "Se puede prever nuevas protestas en el país en un futuro próximo", aseguró.