Un actor interpretando a Jesucristo en Trafalgar Square, en Londres, en abril de 2011.
(Getty Images/Peter Macdiarmid)
Se desata la polémica después de que en el nacimiento colocado en el Vaticano, obra de artistas de Belén, el niño Jesús esté sobre una kufiya, el pañuelo símbolo de la causa palestina
En Belén, en la región de Judea, nació Jesús de Nazaret, según dicta el Nuevo Testamento explícitamente en los Evangelios de Mateo y Lucas. Una ciudad no muy grande pero ya famosa entonces por haber sido la cuna del rey David. El belén representa desde entonces la natividad del hijo de Dios para los cristianos, que según la tradición era judío, aunque este año en el nacimiento del Vaticano hayan colocado al niño Jesús sobre una kufiya palestina. Guiño al pueblo de Gaza y también campo abonado para la polémica ¿Acaso podía ser el Jesús histórico algo más que judío?
El miércoles el Papa ordenó retirar al niño de la cuna —solo se pondrá el 24, como es tradición— y también la kufiya, pañuelo para cubrir la cabeza y el rostro, símbolo del pueblo palestino que surgió en los años 30 durante el protectorado británico. El Vaticano, que presentó su belén en presencia de autoridades palestinas, había expresado su rechazo a la guerra y el apoyo a las víctimas palestinas, pero ¿había algo más? ¿Judea no se convirtió sino en la Palestina romana poco después?
Las redes estallaron y se crearon todo tipo de polémicas en torno al denominado Jesús histórico, originario de la ciudad de Nazaret —si se siguen los Evangelios de Marcos y Juan— aunque se valide la versión de su nacimiento en el pequeño pueblo de Belén, ambos en la antigua provincia romana de Galilea. Belén y Jerusalén serían los dos lugares de peregrinaje que quedarían bajo control internacional de la ONU en 1947 con la declaración del nacimiento del estado judío y la partición del antiguo protectorado británico. Los árabes rechazaron la partición, y los judíos desconfiaron del control europeo de los santos lugares, el resto es una historia de guerra.
No hay ninguna evidencia física de la existencia de Cristo, pero existe un cierto consenso en que Jesús existió, según se recoge en la principal fuente documental, que son los evangelios del Nuevo Testamento: un profeta que predicó fundamentalmente en Cafarnaún aunque "sus huellas y su memoria pueden encontrarse a lo largo de toda Galilea", según explicó Pedro Cabello en Arqueología Bíblica, (Almuzara). En Cafarnaún, que era el pueblo pesquero de dónde era Simón Pedro, "Jesús fijó su residencia, llamó a sus primeros discípulos, predicó a las gentes e hizo muchos de sus milagros" (Ibid). Hay que entender que hasta la década de los 60 la Iglesia daba por absolutamente ciertos todo lo que narraban los evangelios, lo que se corrige con la instrucción de Sancta Mater Ecclesia.
¿Qué ocurre? Que los evangelios describen con detalle esas ciudades de Galilea, que luego se han excavado arqueológicamente confirmando el relato y dando pábulo a la existencia clara del profeta, separando al Jesús judío histórico y al hijo de Dios. Obviamente, los textos bíblicos no son una biografía al uso, sino unos libros que están escritos para la transmisión de la palabra de Dios, y además después de la muerte del profeta, hacía el 67 d C., por lo que los datos biográficos pueden ser hasta contradictorios entre sí, aunque arrojen en general luz sobre la vida de Jesús de Nazaret.
Uno de los argumentos que se esgrimen para dudar de que Jesús fuera propiamente judío es que en los Evangelios se habla de la "Galilea de los gentiles" y que los judíos de la antigua Galilea no observaban el judaísmo como los del sur de Judea. De ahí se llega a la idea de palestino por la provincia fundada por el emperador romano Adriano, quien cambia el nombre de Judea por el de Palestina para designar a una extensión que integraba las zonas de la propia Judea, Samaria, Perea y Galilea, pero muchos años después de la muerte de Cristo, en el 137. La teoría de esos galileos, al margen de los judíos, es, sin embargo, harto poco probable: son totalmente judíos, como lo es la familia de Jesús de Nazaret, aunque en Galilea haya menos presencia de escribas y sacerdotes.
Muchos textos de los Evangelios muestran a Jesucristo como a un buen judío que cita la Escritura, observa el sábado y las costumbres
Según Charles Perrot muchos textos de los Evangelios muestran a Jesucristo como a un buen judío, aunque predicara contra el templo de Jerusalén y la Torá: "Cita la Escritura, observa el sábado y las costumbres (Lc 4,16ss). Lleva incluso franjas en sus vestiduras (Mc 6,56; Mt 9,20 y Lc 8,44)", destaca Perrot en su libro Jesús y la historia. El mismo Perrot certifica que Jesús murió bajo Poncio Pilato, muy probablemente el año 30, mientras que su nacimiento habría tenido lugar probablemente poco antes de la muerte de Herodes el Grande, es decir, antes del año 4 anterior a nuestra era. Aunque no se sabe la fecha exacta, se sabe que comenzó con su ministerio después de Juan Bautista, si es que no actuó con él durante un tiempo, al parecer bastante breve. El comienzo de tal actividad puede situarse en el año 27 de nuestra era. Jesús salió de Nazaret, y terminó su misión en el Gólgota, en Jerusalén, y era esencialmente judío, mientras que el cristianismo propiamente dicho es fundado después de su muerte por sus apóstoles, especialmente por Pablo de Tarso.
El motivo que habría impulsado a sus discípulos a seguirle habría sido la promesa y la expectativa de un reino judío terrenal
Tal y como explica Carlos Salgado: "Pablo y, después de él, los autores de los Evangelios desarrollaron un sistema religioso en cuál el predicador de origen galileo, crucificado por orden de la autoridad romana e instigación de la aristocracia sacerdotal, fue presentado como Jesucristo resucitado: el Señor. Un hombre al que aplicaron los títulos del mesías esperado por Israel —si bien de una forma nueva, aceptable solamente por algunas fracciones de la comunidad judía—, de hijo del hombre según la tradición del libro de Daniel y de Hijo de Dios o Salvador de toda la humanidad". Sin embargo, el motivo que habría impulsado a sus discípulos a seguirle, más acorde con la idea histórica de Jesús e incluso con los relatos evangélicos, habría sido la promesa y la expectativa de un reino judío terrenal del que ellos mismos serían parte, según sentencia Carlos Salgado Berna en El enviado del Reino: Una aproximación histórica a Jesús de Nazaret.
Ha sido la propia comunidad judía en Roma y fuera de ella la que ha protestado ahora por la palestinización de Jesucristo, que era judío según su criterio, antes de la propia idea del cristianismo desarrollada posteriormente según la visión histórica por los apóstoles. Sin embargo, el profeta Jesús de Nazaret está a su vez muy lejos del mundo de los sumos sacerdotes y el de los notables (ancianos), que solo intervienen en el momento final de Jerusalén. El movimiento del nazareno se imbrica en el grupo bautista y el movimiento fariseo, que de hecho influyen en su forma de pensar con el bautismo de la pureza y anunciar el Reino de los cielos, que rompe con la ortodoxia del judaísmo y acaba por convertirse en la religión cristiana.