Este año, el cliente de lujo decidió no sacar la cartera, la tendencia más fuerte fue originada por una artista musical y Kim Kardashian perdió parte de su influencia
En la década de los 60 se produjo un cambio en el comportamiento del consumidor que transformó para siempre a la industria de la moda: la gente rechazó lo hasta entonces comprendido como “buen gusto”, marcado por las casas de costura e imitado en grandes almacenes y establecimientos de modistas, en favor del estilo personal, que no era otra cosa que la diferencia. Las grandes marcas se vieron obligadas a cambiar su sistema de funcionamiento e incluir en su oferta líneas de ready-to-wear más baratas, más cambiantes, más fáciles de llevar. Desde entonces el mecanismo que rige la industria de la moda ha evolucionado mucho, pero en 2024 parece haber sido herido de muerte por un consumidor que llevaba mucho tiempo sin darle la espalda.
Este año será recordado como el de la encrucijada: tras una década de crecimiento imparable, los signos de agotamiento del mercado son innegables, causados en parte por unos precios cada vez más elevados, clientes desilusionados con la experiencia de compra y una creatividad que no ha logrado mantenerse a la altura de las expectativas. La caída en la demanda del lujo es reflejo del contexto de crisis en que se desarrolla el mundo, y también de un desgaste emocional en la conexión entre las marcas y la audiencia.
Como siempre, ha habido excepciones. John Galliano logró emocionar con su última colección de alta costura para Maison Margiela presentada en el mes de enero. En ese desfile funcionaron los diseños, el casting, el escenario… todo. Se alinearon los astros, pero no por casualidad, sino más bien como cuando se elige el momento después de años observando las estrellas. El de Gibraltar se redimió después de 14 años de rehabilitación, y por eso, tal vez, también consideró que este año debía ser el último que pasaba en Margiela.
Otras firmas de las que se ha hablado para bien han sido Alaïa, gracias al trabajo de Peter Müller, Bottega Veneta (a su exdirector artístico, Matthieu Blazy, el buen trabajo le ha valido el fichaje por Chanel) y, de nuevo, el Miu Miu de Miuccia Prada y el Loewe de Jonathan Anderson; aunque han sido principalmente los rumores, y no las colecciones, el objeto de la conversación sobre moda. Los aficionados a la materia han dedicado más tiempo a comentar quién se va de dónde y quién se dirige a qué lugar que a valorar las propuestas de los diseñadores.
En 2024 la mayor tendencia ha sido Brat, generada por una artista musical y no por una firma. Este estilo, que celebra el caos personal, es fácil de replicar y está estrechamente ligado a la moda rápida. Ideado por Charli XCX, recibe el nombre de su último álbum, que marcó el tono de la estética: una tipografía borrosa en verde ácido que ella misma definió como “una porquería intencional”. Contra las recomendaciones de su equipo, Charli optó por esta imagen deliberadamente desaliñada para ahorrar en producción, y terminó creando un símbolo cultural: el verde brat.
“Me gustó mucho que algunos lo odiaran”, dijo en declaraciones a Billboard. Así, la cantante ha convertido su antiestilo en una declaración de autenticidad, firmando por el camino contratos con marcas como H&M, Valentino, Acne Studios y Marc Jacobs. Su “desaliño con propósito” rompe con la narrativa pulida de la fama tradicional, ofreciendo algo más real, cercano y fácil de imitar en un mundo donde la perfección ha dejado de ilusionar.
¿Qué es lo menos Brat que existe? Kim Kardashian. En 2024 ha comenzado a hacerse evidente que la sobreexposición que ha practicado en la última década está comenzando a cansar a la audiencia. Según datos de búsqueda de Google, Kim alcanzó su punto más alto de interés en la década de 2010, con picos significativos en momentos como la portada de Paper Magazine en 2014 (aquella con la que “rompió internet”).
En 2022, tuvo un repunte gracias a seis portadas de revistas (incluida Vogue) y campañas con marcas como Balenciaga y Stuart Weitzman. Este año, las búsquedas mensuales promedio de su nombre cayeron a 595.000, marcando su nivel más bajo desde el estreno de Keeping Up With the Kardashians en 2007.
La pérdida de interés en Kim Kardashian puede ser lo que garantice la supervivencia de su firma Skims
En resumen: la gente se ha cansado de admirar su fama y dinero de la forma en que venía celebrando su fama y dinero. La pérdida de interés en ella, sin embargo, puede ser lo que garantice la supervivencia de su firma Skims. Sus cifras personales contrastan con la atención que genera la marca, que mantiene 5,1 millones de búsquedas mensuales y un crecimiento interanual del 14%. Aunque la presencia de Kim en la alta moda se ha reducido (solo realizó tres portadas y una campaña con Balenciaga este año), estos datos subrayan que su éxito empresarial, especialmente con Skims, podría trascender la caída de su notoriedad personal.
Y hablando de celebrities. Cuando pensábamos que la campaña de promoción de películas y las alfombras rojas no podían dar más de sí, llegaron Zendaya, su estilista Law Roach y Mugler y nos dieron un momento que sin duda pasará a la historia con el robot plateado de la colección Otoño-Invierno 1995.
28/12/2024 06:00
https://www.lavanguardia.com/magazine/moda/20241228/10240657/cambio-ciclo-industria-moda-lujo-2024.html