martes, 24 de diciembre de 2024

Una psicóloga explica cómo sobrevivir a 'la perfecta' Navidad



Mesa con comida en una imagen de archivo. (Freepik)



Una de las razones de que para muchos la Navidad sea una de las peores épocas del año tiene que ver con las expectativas de perfección que muestran el cine o las redes sociales



En el imaginario colectivo, la Navidad es una época de absoluta felicidad para todos. Una época en la que las familias celebran su amor en torno a una mesa fantásticamente decorada, junto a un enorme árbol profusamente adornado y abarrotado de titilantes luces blancas.

La imagen que se nos ha vendido es la de una madre que sirve sus mejores manjares a su prole con una enorme sonrisa, sin rastro alguno de haber pasado la tarde —o la mañana; o la tarde y la mañana— cocinando, estresada, pensando que no tendría tiempo para arreglarse y estar espléndidamente maquillada y vestida para la ocasión.

Esa es la Navidad que se nos lo ha mostrado desde hace más de medio siglo a través de la publicidad y las películas, sobre todo americanas (nada que ver con el Plácido de García Berlanga). Y, durante las últimas décadas, también en las redes sociales. Todo ello hace que ese sea el tipo de Navidad que esperamos que se reproduzca en nuestro hogar.

Sin embargo, a poco que se rasque, para miles de personas la Navidad lleva aparejada soledad, desilusión, discusiones familiares, tristeza. De hecho, un informe de la NAMI, National Alliance on Mental Illness, afirma que el 64% de las personas con problemas de salud mental sienten que los síntomas empeoran durante las fiestas.


Realidad versus expectativas

Y es que las expectativas que se suelen poner en estas fechas son muy altas y generan "una percepción de que todos deberían sentirse felices y tener celebraciones ideales, exacerbando así la soledad o la tristeza en quienes viven experiencias diferentes", afirma Silvia dal Ben, psicóloga y directora clínica de Unobravo en España.

"La presión por alcanzar la perfección durante la Navidad puede desencadenar emociones complejas como ansiedad, tristeza y frustración, que emergen de la discrepancia entre las expectativas irreales y la realidad, una comparación que muchas veces se traduce en baja autoestima, inseguridad y una autoexigencia dañina", afirma la psicóloga.
Aceptación de la imperfección

Para dal Ben, la clave para pasar una buena Navidad "radica en la aceptación y el reconocimiento de que esta época del año no tiene que ser perfecta para ser feliz". Y añade: "Aceptar que las imperfecciones forman parte de la vida ayuda a rebajar la presión".


La presión por alcanzar la perfección durante la Navidad puede desencadenar emociones complejas como ansiedad, tristeza y frustración


Para ello conviene dejar de lado la comparación social. Y por eso, la experta recomienda "tomarse un respiro de las redes sociales, que muestran una versión idealizada de la vida. Limitar el tiempo en estas plataformas puede reducir la comparación y la autoexigencia".

En realidad, las altísimas expectativas creadas por los anuncios, el cine e Instagram se centran en el aspecto exterior de la Navidad. "Recordar que su objetivo es vivirla y disfrutarla” es importante para no dejarse llevar por las apariencias de felicidad, según la psicóloga, que añade: "la gratitud por lo que sí está bien puede mejorar significativamente el bienestar emocional".


Personas vulnerables

El impacto en personas vulnerables o que ya padecen algún tipo de problema de salud mental es aún mayor. Pacientes con malestar emocional, ansiedad social o duelo, pueden sufrir un empeoramiento si "perciben que los demás están disfrutando mientras ellos lidian con sus propias dificultades internas", comenta la directora de Unobravo.

Ante situaciones complejas de este tipo de pacientes, Silvia dal Ben sugiere buscar apoyo en terapia. Se puede recurrir a hacer terapia cognitivo conductual, que "ayuda a identificar y modificar los pensamientos y creencias irracionales en torno a la perfección y la comparación".

Otra opción es la terapia de aceptación y compromiso, para fomentar "la aceptación de las experiencias y emociones sin juicios, permitiendo a la persona enfocarse en lo que realmente le importa, más allá de las expectativas sociales". Y también se puede recurrir al mindfulness, que "promueve una perspectiva de aceptación y gratitud", concluye la psicóloga.