La familia de Carlos III, cada vez con menos miembros al servicio de la corona, tiene problemas para poblar su extenso parque de vivienda
Los miembros de alto rango de la familia real británica se reparten las estancias y edificaciones adyacentes en los palacios para usarlos como residencias privadas. Se asignan las mejores construcciones y apartamentos según la jerarquía establecida, como si fuese el juego de la silla vacía que hay que ocupar.
Normalmente son los nacimientos, defunciones, bodas y cambios de estatus los que hacen que se adjudiquen nuevas ubicaciones, pero las actuales reformas del palacio de Buckingham y las futuras renovaciones del palacio de Kensington hacen que muchos se pregunten qué hará Carlos III con un restaurado parque de vivienda que es evidente que le queda grande a una familia real cada vez más reducida.
Las reformas del palacio de Buckingham, la residencia del monarca británico cuyo cableado eléctrico y fontanería no se había actualizado desde la década de 1950, se completarán en el 2027 tras el dispendio presupuestado de unos 440 millones de euros. Al otro lado de Hyde Park, el complejo del palacio de Kensington se compone de una parte abierta al público todo el año, las denominadas estancias de Estado, y otra, que son apartamentos privados para la familia real que han sido reformados con los años según las necesidades, y ahora también está en los planes de Carlos III renovar dos de esas residencias.
Los apartamentos podrían alquilarse como ya ocurrió con Michael Douglas y Catherine Zeta-Jones en el palacio de St. James
Estas viviendas a reformar en Kensington tienen entre tres y cuatro plantas y son demasiado suntuosas para las generaciones más jóvenes de la familia real que no trabajan al servicio de la corona, como Zara y Mike Tindall (hijos de la princesa Ana), las princesas Beatriz y Eugenia de York (hijas del príncipe Andrés) o lady Louise y James de Wessex (hijos del príncipe Eduardo).
Visto el constante mengüe de la familia real británica en los últimos años con la marcha a Estados Unidos del príncipe Enrique (quién desocupó Nottingham Cottage tras su boda con Meghan Markle y luego abandonó la recién renovada Frogmore Cottage), la pérdida de honores del príncipe Andrés (quien ya abandonó su apartamento en Buckingham pero se resiste a marcharse del Royal Lodge) y la tendencia a reducir los miembros activos de la familia tras la muerte de Isabel II, se hace evidente que a los Windsor les sobra cada vez más espacio en los palacios.
Con todo, se especula que estos apartamentos podrían ser alquilados a personalidades ajenas a la familia real, como ya sucedió con las estancias arrendadas por Michael Douglas y Catherine Zeta-Jones en el también londinense palacio de St. James o con el empresario anglocanadiense Galen Weston, que vivió en la antigua casa de Eduardo VIII, Fort Belvedere, durante casi 40 años, hasta su muerte en el 2021.
Pese a los problemas de seguridad que puede resultar en el alquiler de apartamentos en Kensington, las propiedades reales que queden vacías por mucho tiempo podrían valerle críticas feroces a Carlos III. Sobre todo cuando su hijo Guillermo inició en el 2023 un plan de acción quinquenal, llamado Homewards, que tiene como objetivo acabar con el problema de la falta de vivienda y las personas sin hogar en el Reino Unido, un tema complejo al ser tratado por los Windsor, pues corren el riesgo de hacer evidente el exceso de alojamiento entre la familia real británica.
El bisabuelo de Isabel II, Eduardo VII, llamaba al palacio de Kensington “el hormiguero de las tías” por la gran cantidad de estancias destinadas a distintas viviendas de sus familiares. En la actualidad viven en el recinto los duques de Kent, los duques de Gloucester (quienes abandonaron su antigua residencia familiar en el palacio para mudarse a una más modesta en los antiguos establos del mismo recinto), el príncipe y la princesa Miguel de Kent y la princesa Eugenia de York con Jack Brooksbank. Esta también fue la residencia oficial de la princesa Diana de Gales desde su boda hasta su muerte y la residencia de los duques de Sussex hasta que tuvieron a su primer hijo.
Los actuales príncipes de Gales, Guillermo y Kate Middleton, también vivieron en Kensington durante más de una década. Al casarse en el 2011 realizaron una exhaustiva reforma del apartamento 1A del palacio, que parece que sigue a su disposición. Pero, en el verano del 2022, Guillermo y Kate decidieron huir del bullicioso Londres y mudarse a Adelaide Cottage, una pequeña casa cercana al castillo de Windsor, cuya reforma también costó una cifra millonaria al erario público y levantó ampollas, pues se había justificado la reforma del apartamento 1A aludiendo a que el príncipe la usaría durante décadas, pero no fue así.
Una de anécdota de la época en la que Meghan Markle vivía en el recinto de Kensington revela la realidad de las viviendas fuera de los denominados apartamentos principales. Poco antes de casarse con el príncipe Enrique, Markle recibió la visita de Oprah Winfrey en Nottingham Cottage (residencia de dos dormitorios, dos salones, cocina y baño repartidos en dos plantas que suman un total de 123m² rodeados de un pequeño jardín privado) que era la residencia de soltero de Enrique. Al verla, Winfrey le espetó a Markle “nadie creería que vivís aquí”, en alusión a su tamaño y estado.