Foto por CNS from BBC.co.uk
Mientras que el Partido Comunista de China celebra su 90º aniversario este 1 de julio, se siguen trazando las líneas de la batalla ideológica entre varias facciones que buscan ganar influencia y determinar la dirección futura.
El mundo exterior ha oído hablar del vicepresidente Xi Jinping y el viceprimer ministro Li Keqiang como los candidatos más probables para reemplazar al presidente Hu Jintao y el primer ministro Wen Jiabao.
Tanto Xi como Li han tenido visibilidad, ya que recientemente representaron al liderazgo chino en visitas a Occidente.
Pero hay un tercer hombre en la jerarquía política china que vale la pena considerar, Bo Xilai.
Como jefe del partido en la ciudad de Chongqing, una de las mayores del país, Bo Xilai ha acaparado la atención de cualquiera que haya estado interesado en China en los últimos años.
De 60 años de edad y miembro del buró político, ha llegado a encarnar un movimiento que algunos han denominado "la nueva izquierda" de China. Lo que esto puede querer decir es que el camarada Bo quiere resucitar la ideología igualitaria de la era de Mao Zedong.
Lo ha hecho a través de algunas medidas prácticas, como enfocarse en la reducción de la brecha de ingresos, en la lucha contra la corrupción y en la construcción de viviendas de bajo costo en Chongqing.
Sin embargo, Bo Xilai también ha adoptado un enfoque propagandístico, enviando mensajes de texto masivos en los que citaba a Mao, celebrando concursos de canciones patrióticas y mandando a los cuadros del partido a pasar tiempo con los campesinos.
Casi en la cima
Esto claramente llamó la atención de Pekín y ahora el compañero Bo es considerado como favorito para un puesto, el próximo año, en el máximo órgano de gobierno de China, el comité permanente, de nueve miembros, del buró político.
Esto podría ocurrir en el 18º congreso del partido, en 2012, cuando al menos siete de los nueve miembros del comité actual deberán ser reemplazados.
Los diplomáticos extranjeros y líderes empresariales están siguiendo estos acontecimientos de cerca en busca de señales de si China se encamina hacia la dilución o incluso la inversión total de las reformas de mercado que la han convertido en una potencia económica tan fuerte.
Tal vez dicha reversión sea poco probable con Bo, un ambicioso ex ministro de Comercio. Pero él sí ha causado problemas en otras áreas.
Su estilo franco es un cambio radical de la politiquería de trastienda que siempre ha sido el sello distintivo del régimen comunista.
Para muchos es un cambio refrescante y en salas de chat los blogueros lo ven como un Vladimir Putin de China.
Lucha contra el crimen
Bo, un hombre atractivo, siempre ha sido popular, pero su guerra total contra el crimen organizado y contra la corrupción política en Chongqing le han dado un estatus de estrella de rock, en esta megalópolis del suroeste del país, en la que viven más de 30 millones de personas.
Su lucha contra el crimen ha sido inflexible e implacable.
Desde junio de 2009, unas 2.000 personas han sido detenidas en una campaña generalizada contra los pandilleros.
Esto puede no parecer mucho, teniendo en cuenta la población de la ciudad, pero hubo un giro.
A diferencia de otras campañas antimafia en China, Bo también tomó medidas enérgicas contra funcionarios públicos que sirvieron como cubierta política a gángsteres.
Algunos de los detenidos eran en realidad funcionarios de la propia administración de Bo. Y unos cuantos trabajaban para la policía de la ciudad.
El linaje adecuado
Bo es uno de los llamados "principitos" de China. Su padre era Bo Yibo, uno de los "Ocho Inmortales" del partido.
Los "principitos", entre los que también está el vicepresidente Xi Jinping, son hijos de los revolucionarios maoístas que tomaron el poder en 1949.
Esta clase no se ha caracterizado por su empatía con la gente común, pero Bo se ha propuesto cambiar eso.
El atractivo de Bo para las masas puede representar una amenaza para los políticos tradicionales, como el presidente Hu Jintao, a menudo descrito en China como un modelo de falta de brillo, competente y burocrático.
Por su parte, el primer ministro Wen Jiabao suele ser presentado en los medios oficiales con una imagen populista, pero gran parte de ésta ha tenido que ver con cuestiones retóricas. A Bo, sin embargo, se le ve como "un hombre de acción".
Hu, Wen y los demás miembros del comité permanente del buró político se han comportado de la manera que pensaban que debían hacerlo: con trajes oscuros, reunidos en trastiendas para negociar acuerdos privados que deciden, en silencio, el futuro de 1.300 millones de personas.
La afición de Bo por la demagogia sin duda les cae mal. Pero, además de estilo, ha demostrado tener sustancia. Es evidentemente alguien a quien se le debe prestar atención.
Sin embargo, las personalidades brillantes pueden ser un obstáculo para la élite política.
Preocupados por el caos social creado por el culto a la personalidad de Mao, los dirigentes chinos prefieren ser ejemplos de cautela estoica.
Por Xi Lu from BBC.com 1 de julio de 2011
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