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La Universidad de Indiana revela que el 53 por ciento de las mujeres y el 45 por ciento de los hombres de entre 18 y 60 años usa consoladores.
La Unión Europea alerta de los posibles efectos nocivos de alguno de sus materiales.
Está dispuesto las 24 horas, no pone pegas a nada, y jamás tendrá un gatillazo. El orgasmo está garantizado. Y no se trata del amante perfecto, pero se le asemeja. Porque el vibrador puede ser un gran amigo en tiempos de «necesidad» o bien para tener las primeras experiencias con el propio cuerpo y conocer mucho mejor lo que nos gusta y lo que no.
Tanto es así que el 53 por ciento de las mujeres y el 45 de los hombres de entre 18 y 60 años los utiliza. Lo dice el primer estudio elaborado al respecto, realizado en la Universidad de Indiana y publicado en el «Journal of Sexual Medicine». Sin embargo, este instructor sexual debe ser utilizado en su correcta medida, de lo contrario, se puede caer en un abuso que nos aleje de la pareja y de conocer otras experiencias tanto o más divertidas. Emmanuele Jannini, miembro del comité científico de la Sociedad Europea de Medicina Sexual y profesor del departamento de Medicina Experimental de la Universidad de L’Aquila (Italia), explica que «la sexualidad femenina es una materia de descubrimiento. Cualquier herramienta (física o psicológica) capaz de aumentar la conciencia del cuerpo de la mujer es bienvenida. Así, a cualquier edad, el dildo no puede ser considerado en sí mismo dañino».
Así lo ve Esther. A sus 29 años y sin pareja estable, afirma que «controlas el ritmo y la velocidad e incides donde más te gusta. Me cuesta más llegar al orgasmo con un chico. Sola estoy más relajada y tardo mucho menos. Aunque ambos tienen su gracia, claro». No obstante, hay casos en los que sí se corre riesgo de no poder deshacer el influjo del juguete de silicona: descartar al partenaire. De hecho, semejante marginación puede hacer que el placer disminuya y que la fémina termine un tanto frustrada. «El riesgo se da cuando se prefiere la masturbación a las relaciones sexuales. Cuando una muchacha en una situación estable que ama a su compañero decide usar el dildo en vez de a la pareja. Esto sí debe ser considerado un peligro de desarrollar un comportamiento disfuncional», explica.
La raíz
Para la sexóloga Ana Mercedes Rodríguez «es posible que ocurra. Si uno no logra complicidad con el otro, una comunicación sincera sobre lo que le gusta y lo que no, es por algún problema en otras áreas que se deben trabajar para que aprendan a abandonarse el uno en el otro».
Aunque la experta matiza que la problemática no tiene por qué estar determinada, como algunos piensan, por malas experiencias, por ejemplo, en la iniciación sexual. «Para mucha gente las sesiones primigenias de la sexualidad genital son bastante nefastas y no supone un trauma. Muy sola debe sentirse la persona para recurrir siempre a un vibrador».
Otro de los riesgos que recientemente salió a la luz los materiales con los que se fabrican. Dinamarca y Alemania se han hecho eco de los supuestos peligros de un compuesto químico empleado para dar flexibilidad, como los ftalatos. Pese a no haberse confirmado científicamente, la Unión Europea ha limitado el uso en juguetes para niños.Porque, presuntamente, el compuesto se asemeja a las hormonas masculinas y puede alterar el sistema endocrino de los pequeños, sobre todo si el organismo los absorbe en fases como el desarrollo prenatal o la primera infancia. De ahí que alerten a las mujeres gestantes que utilizan dildos.
En cualquier caso, para dejar «el mono» es conveniente que, de vez en cuando, al masturbarse, se deje a un lado el aparato y se usen las manos. Así se acerca más a las sensaciones del sexo en pareja y a un orgasmo diferente.
Tanto es así que el 53 por ciento de las mujeres y el 45 de los hombres de entre 18 y 60 años los utiliza. Lo dice el primer estudio elaborado al respecto, realizado en la Universidad de Indiana y publicado en el «Journal of Sexual Medicine». Sin embargo, este instructor sexual debe ser utilizado en su correcta medida, de lo contrario, se puede caer en un abuso que nos aleje de la pareja y de conocer otras experiencias tanto o más divertidas. Emmanuele Jannini, miembro del comité científico de la Sociedad Europea de Medicina Sexual y profesor del departamento de Medicina Experimental de la Universidad de L’Aquila (Italia), explica que «la sexualidad femenina es una materia de descubrimiento. Cualquier herramienta (física o psicológica) capaz de aumentar la conciencia del cuerpo de la mujer es bienvenida. Así, a cualquier edad, el dildo no puede ser considerado en sí mismo dañino».
Así lo ve Esther. A sus 29 años y sin pareja estable, afirma que «controlas el ritmo y la velocidad e incides donde más te gusta. Me cuesta más llegar al orgasmo con un chico. Sola estoy más relajada y tardo mucho menos. Aunque ambos tienen su gracia, claro». No obstante, hay casos en los que sí se corre riesgo de no poder deshacer el influjo del juguete de silicona: descartar al partenaire. De hecho, semejante marginación puede hacer que el placer disminuya y que la fémina termine un tanto frustrada. «El riesgo se da cuando se prefiere la masturbación a las relaciones sexuales. Cuando una muchacha en una situación estable que ama a su compañero decide usar el dildo en vez de a la pareja. Esto sí debe ser considerado un peligro de desarrollar un comportamiento disfuncional», explica.
La raíz
Para la sexóloga Ana Mercedes Rodríguez «es posible que ocurra. Si uno no logra complicidad con el otro, una comunicación sincera sobre lo que le gusta y lo que no, es por algún problema en otras áreas que se deben trabajar para que aprendan a abandonarse el uno en el otro».
Aunque la experta matiza que la problemática no tiene por qué estar determinada, como algunos piensan, por malas experiencias, por ejemplo, en la iniciación sexual. «Para mucha gente las sesiones primigenias de la sexualidad genital son bastante nefastas y no supone un trauma. Muy sola debe sentirse la persona para recurrir siempre a un vibrador».
Otro de los riesgos que recientemente salió a la luz los materiales con los que se fabrican. Dinamarca y Alemania se han hecho eco de los supuestos peligros de un compuesto químico empleado para dar flexibilidad, como los ftalatos. Pese a no haberse confirmado científicamente, la Unión Europea ha limitado el uso en juguetes para niños.Porque, presuntamente, el compuesto se asemeja a las hormonas masculinas y puede alterar el sistema endocrino de los pequeños, sobre todo si el organismo los absorbe en fases como el desarrollo prenatal o la primera infancia. De ahí que alerten a las mujeres gestantes que utilizan dildos.
En cualquier caso, para dejar «el mono» es conveniente que, de vez en cuando, al masturbarse, se deje a un lado el aparato y se usen las manos. Así se acerca más a las sensaciones del sexo en pareja y a un orgasmo diferente.
Por A.J. from larazon.es 23/07/2011
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