domingo, 9 de noviembre de 2025

Las tecnológicas desatan una bomba en la economía de EEUU: los despidos alcanzan máximos de la pandemia

 

iStock

  • En lo que va de año se han anunciado más de 1 millón de despidos
  • Las contrataciones están en mínimos desde la crisis financiera
  • El mercado laboral ya venía ralentizándose 


Con el cierre de gobierno los datos de empleo han quedado en suspenso y, así, una de las mayores incógnitas que acechan a la economía de EEUU se mantiene en las tinieblas. El mercado laboral estaba dando síntomas tremendamente peligrosos en las últimas publicaciones, con revisiones masivas. En septiembre se anunciaron 911.000 empleos no agrícolas menos de los que se habían anunciado. Ahora, en medio de la sequía de nuevas cifras la preocupación no son tanto las revisiones, sino la enorme ola de despidos que han confirmado las propias compañías y que ya empieza a alcanzar dimensiones muy importantes.

Challenger, Gray & Christmas ha publicado un informe este miércoles en el que expresa que este mes de octubre ha habido un recorte masivo de 150.000 puestos de trabajo, la mayor oleada de despidos este mes desde 2003 y un 175% más que el año pasado por estas fechas. Desde enero hasta finales de octubre, los empleadores han anunciado 1.099.500 recortes de empleo, un aumento del 65% con respecto a los 664.839 de 2024. Es decir, cogiendo lo que va de año (enero-octubre), estamos hablando del nivel de despidos más alto desde la pandemia, cuando la enfermedad paró toda actividad y las empresas tuvieron que recortar plantillas para adecuarse a un mundo totalmente diferente.

Pero, ¿por qué está sucediendo esto? La razón está en las grandes tecnológicas, que están recortando puestos de trabajo que consideran innecesarios para utilizar esa liquidez en una carrera a vida o muerte por entrar con fuerza en el negocio de la IA. "Algunas industrias se están recuperando tras el auge de contrataciones de la pandemia, pero esto se produce en un contexto en el que la adopción de la IA, la disminución del gasto de los consumidores y las empresas, y el aumento de los costes impulsan la reducción de gastos y la congelación de contrataciones", afirmó Andy Challenger, director de ingresos de Challenger, Gray & Christmas.

Son estas grandes empresas las que están protagonizando las enormes campañas de despidos que han convertido este mes de octubre en el peor en más de dos décadas. Amazon ha sido el último en salir a la palestra, anunciando una agresiva ronda de 14.000 despidos, la mayor tanda desde la pandemia. La empresa explicaba que quiere prescindir del 10% de sus trabajadores en oficinas (no empaquetamiento ni reparto). En una carta a sus trabajadores publicada por la propia empresa explicaba el por qué si Amazon crece necesita despedir. "Algunos podrían preguntarse que sentido tiene despedir cuando hay un buen rendimiento. (...) Esta generación de IA es la tecnología más transformadora y estamos convencidos de que necesitamos una estructura más ágil, con menos capas, para avanzar lo más rápido posible".

Meta anunció unas cifras mucho más humildes con el recorte de 600 trabajadores. Una cantidad mucho más baja pero que forma parte de un goteo constante. Target anunció el despido de 1.800 trabajadores para simplificar su estructura corporativa. Hace dos semanas Paramount Skydance hizo lo propio con con plan total de 2.000 puestos de trabajo menos (el 10% de su plantilla) para reestructurar todo su negocio y ahorrar costes.

Sin embargo, los despidos no tendrían porque ser un gran problema en sí mismo si fueran de la mano de una contratación masiva que equilibrase el mercado. La realidad es que, a falta de datos, desde este frente las noticias vuelven a ser preocupantes. El mismo informe de Challenger explica que en octubre las contrataciones fueron las más bajas desde 2012, cuando la crisis financiera todavía se dejaba sentir en la economía norteamericana y en el mundo.

En el informe relativo al mes pasado, la propia firma decía que las cifras seguían siendo muy decepcionantes. En septiembre las contrataciones tocaron mínimos de 2009 . En lo que va del año, los empleadores han planeado crear 204.939 puestos de trabajo, en comparación con los 483.590 registrados a estas alturas del año pasado.

Los bancos ven peligro

Antes de este último informe otras firmas ya estaban expresando una preocupación creciente. Destaca el caso de la encuesta de Goldman Sachs, publicada la semana pasada. Según la misma, solo el 11 % de sus clientes en sectores como tecnología, industria y finanzas estaban reduciendo activamente su plantilla como consecuencia de la IA. Sin embargo, la tendencia irá creciendo y estiman que en 2026 las empresas de EEUU impulsarán una reducción general del 4% y del 11% a tres años de las plantillas. "El aumento relativamente rápido en la adopción prevista y las reducciones de personal en los próximos tres años pone de relieve que los impactos de la IA en el mercado laboral estadounidense podrían llegar antes de lo previsto".

Bank of América dice que esta tendencia ya se está sintiendo entre sus clientes. "Utilizando los pagos por desempleo en las cuentas de clientes de Bank of América, calculamos que en octubre el aumento interanual respecto al año pasado de los mismos fue del 10% frente al 5% de agosto". El banco cree que esto forma parte de una aceleración clara de los problemas que atenazan al mercado laboral, "en nuestra opinión, hay una tendencia al alza en el desempleo".

Sin embargo, destacan que el crecimiento salarial sí se está manteniendo en una tendencia "claramente más matizada", con un 4% de incremento de los sueldos para los hogares de más ingresos, un 2,4% para los medios y un 1,4% para los menores ingresos. La firma dice que estos datos salen de los pagos salariales a través de Bank of América.

Esta situación inquieta en la Reserva Federal, que se ha quedado sin datos públicos y solo algunas firmas privadas siguen suministrando pistas sobre la que ya es su gran preocupación. La inflación, aunque está en el 3%, está retrocediendo. Por contra, la tendencia en el mercado laboral es opuesta. En la última reunión de la institución, el presidente de la Reserva federal afirmaba que "los riesgos en el empleo han aumentado y han cambiado nuestra evaluación de riesgos". Pase lo que pase, una gran duda permanece tras este mes de octubre. Una bomba de despidos puede haber convertido la desaceleración del empleo en una situación mucho más seria y desactivarla será la clave que guiará los pasos del banco central y la economía de EEUU.


Simulan el clima de los próximos 20 años y traen muy malas noticias para los amantes del café, el chocolate y el vino


El café será el principal perjudicado de esta tendencia climática 
(iStock)



El estudio asegura que, incluso aplicando métodos de geoingeniería para combatir el cambio climático, estos productos se convertirán cada vez más en artículos de auténtico lujo



Las simulaciones climáticas realizadas por un grupo internacional de investigadores anticipan un futuro difícil para los cultivos de café, vino y cacao. Los modelos apuntan a que, incluso con el uso de tecnologías de geoingeniería como la inyección de aerosoles estratosféricos, el impacto del cambio climático sobre estos productos básicos seguirá siendo severo en las próximas dos décadas.

Según el estudio, publicado en la revista Environmental Research Letters, esta técnica, que busca reflejar parte de la radiación solar mediante partículas liberadas en la atmósfera, conseguiría reducir la temperatura global, pero no estabilizar la humedad ni la precipitación, dos factores clave para garantizar la productividad agrícola. Los científicos advierten de que, pese a un ligero enfriamiento, los riesgos para los agricultores seguirán aumentando.


Simulan el clima hasta 2045

Los expertos analizaron el impacto potencial del método en 18 regiones productoras de vid, café y cacao distribuidas entre Europa occidental, Sudamérica y África occidental. De todas ellas, solo seis mostraron condiciones más favorables que en un escenario sin intervención. En el resto, la inestabilidad climática persistiría, con lluvias imprevisibles y oscilaciones extremas de temperatura.


Los autores del estudio explican que la variabilidad natural del clima y la dificultad para controlar la distribución de la humedad limitan los beneficios de la intervención. La investigación concluye que los cultivos más sensibles, como el café arábica o la uva de vino, seguirán enfrentando un descenso en su rendimiento y una mayor exposición a fenómenos meteorológicos adversos, incluso en un planeta artificialmente más fresco.


Las declaraciones de los investigadores

La doctora Ariel Morrison, coautora del estudio, señaló que “reducir la temperatura con geoingeniería no es suficiente”. Añadió que el cacao, aunque más resistente al calor que el café o las uvas, es extremadamente vulnerable a las plagas y enfermedades que se intensifican con la combinación de altas temperaturas, lluvias frecuentes y humedad elevada. Esta interacción podría provocar pérdidas económicas significativas para millones de agricultores.

Los investigadores subrayan que, aunque podría proporcionar un alivio temporal frente al calor, no puede considerarse una solución permanente. Los modelos apuntan a que, incluso bajo esta intervención, los rendimientos agrícolas y los ingresos de los productores seguirían siendo imprevisibles, comprometiendo la estabilidad económica de las regiones dependientes de estos cultivos.

El equipo científico propone reforzar la resiliencia agrícola mediante estrategias locales de adaptación, combinadas con inversiones en prácticas sostenibles y una cooperación internacional más activa. Solo de este modo, afirman, podrá garantizarse la supervivencia de estos cultivos que son esenciales para la economía global y el sustento de millones de familias.

El informe concluye que confiar exclusivamente en la tecnología climática no bastará para asegurar el futuro de los viñedos europeos, las fincas cafeteras y las plantaciones de cacao. Sin políticas sostenibles y un compromiso global real, los productos que forman parte del día a día de millones de personas (como el café, el vino y el chocolate) podrían convertirse en auténticos lujos en las próximas décadas.



¿Ahora tener novio da vergüenza? El debate sobre mostrar a tu pareja aterriza en España




(Diseño EC)



Un artículo de Vogue sobre cómo los jóvenes exponen sus relaciones en redes ha abierto un debate en todo el mundo. Hablamos con dos expertos para entender qué ocurre con las nuevas generaciones en nuestro país



Hace quince años se estrenaba en España Tres metros sobre el cielo. En ella, veíamos una suerte de Dama y vagabundo modernos, una relación basada en evidentes desigualdades, tanto socioeconómicas como de género, que, mostraba la historia de amor entre un chico de clase humilde que demostraba su violencia a la mínima de cambio y una chica de bien que encuentra en él una vía de escape a los rígidos códigos sociales de la clase alta. Hache circulaba por la vida como si llevar camiseta o casco fuera un delito, amenazó a la profesora de Babi, la hizo participar en una temeraria carrera y le dio una paliza a su ex novio entre otras muchas lindezas.

Pese a despertar diferentes debates por estos motivos, batió récords en taquilla y consiguió que las habitaciones de las adolescentes españolas se llenaran de pósteres de Mario Casas. Que te recogiera tu novio del instituto era un símbolo de triunfo. No digamos ya si era en moto.

En pleno florecimiento en aquel lejano 2010 de plataformas como Instagram o Twitter, subir fotos con las parejas para felicitar aniversarios, cumpleaños o simplemente para profesar el amor en público estaba a la orden del día.

Hace pocos días, la revista Vogue de Reino Unido sacaba un artículo titulado: Is Having a Boyfriend Now? En él, Chanté Joseph reflexionaba sobre cómo antes muchas mujeres se “entregaban” más a sus maridos, mientras que la nueva era de mujeres parece querer mantener a sus novios al margen de sus redes sociales. Si antes presumir de pareja era sinónimo de éxito y estabilidad, ahora muchas optan por la discreción: fotos sin rostros, señales sutiles o incluso la decisión de no publicar nada.

La pieza habla también del rechazo al llamado Boyfriend Land, esa etapa en la que la identidad femenina giraba en torno a tener novio y mostrarlo como un logro social. Explica que esta tendencia responde al deseo de preservar la intimidad y al miedo al juicio o al fracaso público, pero también a un cambio cultural más profundo: estar soltera se ha convertido en un símbolo de independencia y autoestima, mientras que tener pareja ya no otorga prestigio. El debate está servido: miles y miles de mujeres lo han compartido en Instagram y los debates en Twitter están más que servidos.

“Tener novio debería ser lo menos interesante de ti misma” o “No me avergüenza el amor, me avergüenza seguir romantizando mediocridad” son algunos de los mensajes que pueden leerse. No faltan tampoco las advertencias de muchos hombres de que esta ola feminista devendrá en una horda de mujeres solteras a los sesenta. La pieza de Vogue se ha convertido incluso en un meme que los usuarios utilizan para responder a tuits o artículos periodísticos sobre hombres que faltan el respeto o que son infieles a las mujeres, como una especie de arma performativa contra los mensajes patriarcales. ¿Qué está pasando con las nuevas generaciones?¿Realmente se ha pasado de moda tener novio?¿Son ahora otros atributos más valorables cuando se trata de molar?


Pocas personas conocen mejor las tendencias adolescentes que Jordi Nomen, historiador, filósofo y docente que lleva dando clases a treinta y siete años a chicos de entre catorce y diecisiete. En su opinión, no es que tener novio haya quedado atrás, puesto que nos cuenta que los enamoramientos adolescentes siguen estando a la orden del día. Sin embargo, sí que ha notado que la forma de relacionarse de las parejas heterosexuales, donde estas desigualdades han sido tradicionalmente más visibles, han cambiado.“En los últimos años hemos trabajado mucho el mito del amor romántico y las dificultades que conlleva”, cuenta en una conversación con El Confidencial.

“Las chicas están empezando a perder la visión de que hay que luchar por cambiar o arreglar a la otra persona. Buscan a un compañero que las cuide pero valoran muchísimo la independencia y el despegarse de esta concepción que siempre hemos tenido de que detrás de un hombre siempre hay una gran mujer. Tienen muy claro que quieren unas relaciones más equitativas y sanas. En los chicos adolescentes, este deseo de individualismo y equidad produce un efecto más bien confuso" declara Nomen. “Les genera inseguridad este empoderamiento de las chicas y lo ven en ocasiones como una resta. En este sentido queda aún mucho por hacer con ellos, tiene que calarles el mensaje de que las nuevas masculinidades no son malas ni tampoco ser chico per se tiene que ser malo. Muchos creen que son vistos como asesinos o violadores en potencia y eso no es así, y hay que darle la vuelta. No es que se ponga en cuestión la masculinidad, se pone en cuestión una determinada masculinidad”.

Las redes sociales, cuenta, tampoco han hecho grandes favores a la hora de conseguir relaciones más igualitarias. Según el profesor, este deseo que se menciona en el artículo de la revista Vogue de ocultar a la pareja en redes sociales proviene principalmente de la imitación: "Los adolescentes tienen sus ídolos en redes sociales y también una gran adicción al scroll infinito que eso será otro problema a tratar. Si ven que la tendencia de las personas a las que siguen es no mostrar a su pareja en redes, ellos harán lo mismo.” narra. “Igual que cuando alguien de dos millones de seguidores dice alguna tontería, muchas veces tienden a creerlo solo por los números que tienen, sin mucha reflexión previa ni crítica, y ahí está nuestra labor” En Internet encuentra reflejado también Jordi Nomen un problema a resolver, que es la tendencia al egoísmo. “Vamos al individualismo más extremo y eso tampoco es bueno” concluye. “Los chicos están un poco más desubicados respecto a la forma correcta de tener pareja. Ellas lo tienen más claro, pero a veces les cuesta superar este individualismo”.


Un cambio reflejado en las consultas psicológicas

Sobre las nuevas formas de tener pareja y como reflejamos eso en las redes sociales hablamos también con la psicóloga y sexóloga Ana Lombardia. Ella también coincide en que, desde luego, tener novio no da vergüenza ni ha pasado a ser vintage, pero sí que cree que antes tener pareja ocupaba una parte más grande de la vida y por lo tanto se mostraba más. “Ahora la gente particular que no vive de redes sube mucho menos contenido personal, sube menos a sus hijos, a su pareja o lo que sea. También veo en consulta que hay una gran mayoría de gente que sí que sube más cosas de su vida personal porque no tiene pareja y quiere tenerla, entonces tienen un perfil más activo y abierto, y cuando la consiguen ya no lo utilizan tanto.”, cuenta. “Lo de ocultar puede venir también a lo que llevamos viviendo muchos años es que en cuanto tenías pareja se te reducía, era pasar a ser la mujer o la novia de”.

Al igual que Jordi Nomen ha visto un cambio en el tipo de pareja que buscan las mujeres de todas las edades que acuden a su consulta y reconoce que, para muchas, es cada vez más difícil encontrar pareja. “En las relaciones heterosexuales, la mujer tradicionalmente ha admirado al hombre desde abajo. Ahora pedimos horizontalidad, pero los hombres están acostumbrados al privilegio, a esa jerarquía, y les cuesta adaptarse. Los hombres no tienen erotizada la igualdad ni el mirar hacia arriba porque tradicionalmente han sido los admirados, lo cuenta muy bien Antonio Bolinches en su libro El Síndrome de las Supermujeres” narra a El Confidencial.

En este sentido, confiesa haber visto un gran cambio de paradigma en las parejas heterosexuales de su consulta de un tiempo a ahora: “Antes a los hombres se les pedía una posición social, económica y laboral y no necesitaban desarrollarse en lo personal. Las mujeres han tenido que escalar y luchar mucho por la igualdad en todos los ámbitos de la vida y piden cosas que muchos hombres no están preparados para dar por haber sido educados para centrarse en otras cosas, como corresponsabilidad en el cuidado de los hijos o la casa o el reconocimiento también de sus logros laborales o personales”.

Sin embargo, la psicóloga también advierte de que el individualismo no es la solución y opina que deberíamos revisar por qué tenemos tendencia a pensar que la pareja tiene que ser sí o sí un lastre que nos quite tiempo u oportunidades. “No debería ser obligatorio tener pareja, pero las personas necesitamos vínculos significativos porque son el mayor indicador de bienestar. Puede ser un amigo o un grupo de amigas, y lo veo mucho en consulta, pero en una sociedad que nos empuja al individualismo necesitamos a la gente. No se puede ser un John Wayne de la vida y cabalgar siempre solo."

La ciencia ha hablado: no, tener novio no está pasado de moda y probablemente nunca lo esté. Pero las relaciones como la de Hache y Babi, sí.


sábado, 8 de noviembre de 2025

China consigue una fuente de energía virtualmente infinita, limpia y segura



El reactor de torio chino. 
(Xinhua)


Por primera vez en la historia, científicos chinos afirman haber convertido torio en uranio dentro de un reactor experimental de sal. Un avance que les acerca a una fuente de energía limpia, segura y prácticamente ilimitada



Si lo que afirman es cierto, China ha dado un paso decisivo en su carrera para conseguir energía virtualmente infinita, segura y limpia: científicos e ingenieros chinos afirman haber convertido torio en uranio dentro de su reactor de sal. Un logro que parece de ciencia ficción o un cuento de la piedra filosofal, pero que es física pura aunque no se haya conseguido hasta ahora.

El Instituto de Física Aplicada de Shanghái (SINAP) ha culminado las pruebas iniciales de su reactor experimental de sales fundidas y torio (TMSR-LF1), ubicado en Wuwei, en el desierto de Gobi. Su conclusión es inequívoca: funciona. No es una tecnología nueva, sino la resurrección de un concepto que Estados Unidos abandonó hace medio siglo. Según el profesor Yan Rui del SINAP, "se espera que los reactores a pequeña escala desempeñen un papel clave en la futura transición a la energía limpia". Para Pekín, este no es solo un experimento, sino el primer paso hacia una nueva era para su sector energético.

La historia del éxito chino comienza con una decisión estratégica de Occidente. En la década de 1960, el Laboratorio Nacional de Oak Ridge en Estados Unidos operó con éxito un reactor de sal fundida durante cinco años, demostrando que el concepto funcionaba. Sin embargo, el proyecto fue cancelado por la administración Nixon. La política de la Guerra Fría favoreció los reactores que producían plutonio, material para armas nucleares. El ciclo del torio no genera plutonio armamentístico, por lo que fue descartado. China, con una necesidad acuciante de energía, ha retomado la tecnología que EEUU desechó.


La piedra filosofal nuclear

Para entender lo que China ha conseguido, hay que imaginar una transmutación a nivel atómico. El torio, un metal plateado abundante en la corteza terrestre, es un elemento 'fértil', pero no fisible. No puede iniciar una reacción en cadena por sí mismo, de la misma forma que un leño húmedo no arde con una sola cerilla. Lo que los científicos chinos han hecho es 'cocinar' ese torio bombardeándolo con neutrones. Al absorber neutrones, el torio-232 se transmuta en uranio-233, que sí es fisible y puede sostener una reacción nuclear para generar calor. En esencia, han convertido un material abundante en combustible nuclear. Sólo uno de los depósitos de torio en China tiene suficiente material para 1.000 años de producción energética.

El diseño del reactor es distinto al de las centrales nucleares convencionales. En lugar de utilizar barras de combustible sólido de uranio, el reactor chino disuelve el torio en una sal de fluoruro líquida. Este cóctel de sal y combustible fluye a través del núcleo, donde se produce la fisión. El calor generado se transfiere a otro circuito de sal (sin combustible), que a su vez calienta agua y genera vapor para mover una turbina y generar electricidad. Este diseño líquido permite que el combustible se queme de forma más completa, aprovechando más del 99% de su potencial energético, frente a menos del 5% en los reactores tradicionales.


Seguridad pasiva e intrínseca

Una ventaja clave de esta tecnología es su seguridad intrínseca. Los reactores de agua presurizada operan a presiones 150 veces superiores a la atmosférica. Un fallo en esa contención puede provocar una explosión, como ocurrió en Chernóbil. El reactor de sal fundida, en cambio, opera a presión atmosférica. No hay riesgo de una explosión por sobrepresión.

Su sistema de seguridad es pasivo y se basa en la física, no en sistemas activos. En la base del reactor hay un 'tapón de congelación' ('freeze plug'): una válvula hecha de la misma sal, mantenida en estado sólido por un ventilador. Si el reactor se sobrecalienta o se produce un corte de energía, el ventilador se apaga, el tapón se derrite y el combustible líquido se drena por gravedad a tanques de contención subterráneos. Allí, la geometría de los tanques impide que se alcance una masa crítica y la reacción se detiene por sí sola, sin intervención humana ni sistemas electrónicos. El combustible se enfría y solidifica, atrapando los productos radiactivos.

El problema de los residuos nucleares también se reduce. Los reactores de torio producen hasta 1.000 veces menos residuos de larga duración que los de uranio. La mayoría de los subproductos tienen una vida media de unos 300 años, en lugar de las decenas de miles de años de los residuos convencionales. Esto transforma un problema de gestión geológica casi eterno en uno manejable a escala humana. El reactor chino abre la puerta a que futuros reactores de este tipo puedan 'quemar' los residuos existentes de centrales nucleares antiguas.

Este renacimiento tecnológico no habría sido posible sin la visión estratégica a largo plazo de Pekín, que ha apostado fuerte por estos reactores. Mientras Estados Unidos se centraba en reactores que servían a sus intereses militares, China, enfrentada a una contaminación atmosférica severa y a su dependencia de los combustibles fósiles, invirtió miles de millones desde 2011 para desarrollar la tecnología que EEUU dejó de lado. El éxito del TMSR-LF1 ha sido el resultado de una apuesta estratégica gestada durante más de una década.

Este reactor experimental de 2 megavatios es solo el comienzo. China ya planea construir un reactor de demostración de 373 megavatios para 2030, con el objetivo de iniciar un despliegue comercial. Para un país que consume más carbón que el resto del mundo, la promesa de una fuente de energía nacional, limpia y casi inagotable supone un punto de inflexión. Significaría la independencia de los mercados internacionales de petróleo, gas y uranio, y una herramienta para cumplir sus objetivos de neutralidad de carbono. Si China decide exportar esta tecnología, podría ofrecer al mundo una solución al cambio climático y una fuente de energía capaz de impulsar el desarrollo global.


El derecho a proteger la mente

 


Imaginemos que alguien logra acceder a nuestro cerebro del mismo modo en que hoy se hackea un ordenador. No hablamos de ciencia ficción: la neurotecnología ha dejado de ser un asunto de laboratorio para convertirse en una realidad con aplicaciones médicas, educativas y laborales. Las oportunidades son enormes, pero también los riesgos: por primera vez, el ser humano ha creado tecnologías capaces no solo de registrar la actividad cerebral, sino también de modificarla, influyendo en emociones, recuerdos o decisiones.

"Hackeo cerebral" es la intrusión no consentida en los procesos neuronales o cognitivos de una persona para acceder, alterar o condicionar su conducta o sus emociones. El paralelismo con el artículo 197 bis del Código Penal —que sanciona el acceso no autorizado a sistemas informáticos— es evidente, solo que aquí el sistema vulnerado es nuestro propio cerebro. Si la mente es el último reducto de libertad, ¿qué ocurre cuando esa libertad se ve comprometida por medios tecnológicos?

El Derecho necesita respuestas y, para encontrarlas, debe empezar por precisar qué debe proteger. Durante demasiado tiempo se ha pensado en términos de "actividad cerebral", como si el cerebro fuera un conjunto de impulsos aislados. Sin embargo, lo que nos define no es una actividad puntual, sino la capacidad de dirigir de manera autónoma nuestros actos, prever consecuencias, reflexionar sobre nosotros mismos y autorregular nuestra conducta. Albert Bandura, desde la psicología social, denominó a esta facultad agencia humana, entendida como la capacidad de intencionalidad, previsión, autorregulación y autorreflexión. Trasladada al ámbito jurídico, hablamos de agencia mental: el núcleo de la libertad individual.

La agencia mental va más allá de los procesos conscientes. Incluye también los estados pasivos —el sueño, la inconsciencia o los automatismos cotidianos— que forman parte de nuestra vida psíquica. Protegerla significa garantizar la continuidad libre y natural de esos procesos, sin interferencias externas que los alteren. En definitiva, preservar la agencia mental es preservar la autenticidad de nuestra experiencia interior y la capacidad de ser autores de nuestros pensamientos y decisiones.

Si la agencia mental es la capacidad de la mente para obrar libremente, la integridad mental es la condición que la hace posible. Sin integridad que la proteja frente a interferencias tecnológicas, la agencia se vacía de contenido. Puede definirse como el desenvolvimiento natural y autónomo de la mente en ausencia de influencias artificiales. No hablamos de interacciones sociales propias de la vida, sino de intervenciones diseñadas para penetrar directamente en el ámbito neuronal y cognitivo.

La integridad mental no se agota en la intimidad, la protección de datos o la integridad física: las trasciende. Y, aunque se vincula con la identidad personal, no son equivalentes.

Pueden producirse agresiones a la integridad —como las técnicas subliminales o la manipulación emocional— que no alteren la identidad, pero sí limiten la libertad de decisión. Por eso, su protección actúa como primera línea de defensa frente a las influencias que amenazan nuestra autonomía interior.

Nuestro ordenamiento aún no reconoce expresamente la integridad mental como derecho fundamental, a pesar de que el artículo 10 de la Constitución, al situar la dignidad de la persona y el libre desarrollo de la personalidad como fundamento del orden político y de la paz social, ofrece el marco idóneo para hacerlo. Sería coherente elevar ese libre desarrollo al rango de derecho fundamental autónomo, capaz de ofrecer una tutela real frente a riesgos tan invasivos como los que plantea la neurotecnología.

La cuestión no se limita a las intervenciones médicas. Existen técnicas indirectas, aplicadas en la publicidad, las plataformas digitales o los entornos virtuales, que también pueden influir en la mente. La prohibición de la publicidad subliminal en nuestra legislación es una muestra de que el legislador ha intuido el peligro, pero la evolución de la inteligencia artificial y los sistemas de personalización demuestra que la amenaza es más amplia. Los neuroderechos no son un debate reservado a médicos y pacientes, sino un desafío transversal que afecta a consumidores, trabajadores y ciudadanos en general.

Desde el punto de vista penal, resulta oportuno configurar un tipo específico, tecnológicamente neutro, que sancione los ataques a la integridad mental con proporcionalidad. El bien jurídico protegido debería ser precisamente esa integridad, con agravantes concretas —como la afectación a menores, la escala masiva o los daños persistentes—.

La respuesta, sin embargo, no puede limitarse al castigo. Tan importante como sancionar es establecer mecanismos preventivos, de gobernanza ética y de compliance para las empresas y laboratorios que desarrollan neurotecnologías. Ello exige cooperación entre juristas, científicos y responsables públicos capaces de crear estándares que aseguren que la innovación no erosione la libertad ni la dignidad humana.

Proteger la agencia mental no es un lujo teórico. Es una necesidad urgente si queremos preservar el núcleo de libertad que sustenta nuestras democracias. A medida que la tecnología avanza y las neurociencias ofrecen herramientas capaces de penetrar en la intimidad de la mente, se abre un campo inédito de vulnerabilidad humana. Frente a ello, el Derecho debe anticiparse, definir con precisión el bien jurídico y ofrecer garantías efectivas. Porque, si la agencia mental es el núcleo de nuestra libertad, protegerla no es solo una cuestión jurídica: es una cuestión de dignidad humana.


Obsesión por el consumo de proteínas: por qué más no siempre es mejor



Foto: iStock.


Aunque son esenciales para mantener la masa muscular y numerosas funciones del organismo, un superávit sostenido de proteínas no aporta beneficios adicionales y, en algunos casos, puede suponer perjuicios



En los últimos años, las proteínas se han convertido en protagonistas de muchas dietas y estrategias nutricionales, tanto para perder peso como para ganar masa muscular. Pero ¿puede su consumo excesivo tener efectos negativos en la salud? La clave, como casi siempre, está en el equilibrio y en saber de dónde proviene ese aporte proteico.

Las proteínas, explica el doctor Esteban Jódar, jefe del Departamento de Endocrinología y Nutrición de los hospitales universitarios Quirónsalud Madrid, Ruber Juan Bravo, del Hospital Quirónsalud San José y de Olympia Centro Médico Pozuelo, “son nutrientes esenciales formados por cadenas de aminoácidos que actúan como los ladrillos del cuerpo. Juegan un papel vital: son necesarias para construir y reparar tejidos como músculos, huesos, piel y órganos, además de intervenir en la producción de hormonas, enzimas y defensas del sistema inmune. Incluir proteínas cada día en la alimentación ayuda a mantener la masa muscular, la energía y el buen funcionamiento del organismo, por lo que son un pilar fundamental de una dieta equilibrada y saludable”.

Además, las proteínas tienen un papel clave en la regulación del peso: “Favorecen la sensación de saciedad, lo que ayuda a controlar el apetito y, por tanto, a reducir la ingesta calórica”. Otro punto clave es que durante la pérdida de peso contribuyen a preservar la masa muscular y a evitar que el cuerpo utilice los músculos como fuente de energía. “En el ámbito del ejercicio, aportan los aminoácidos necesarios para reparar y construir fibras musculares tras el esfuerzo, lo que facilita el aumento de masa y fuerza”.

Ahora bien, el auge de los productos high protein -desde yogures y postres hasta barritas y batidos- ha hecho que muchas personas superen sin darse cuenta las necesidades reales de su organismo. “Aunque un aporte adecuado es fundamental, un exceso sostenido no aporta beneficios adicionales y, en algunas personas, puede suponer una sobrecarga para órganos como el riñón o el hígado”, advierte el doctor. La mayoría de las personas, añade, pueden cubrir perfectamente sus requerimientos con alimentos cotidianos -como carnes magras, pescado, huevos, legumbres o lácteos- sin recurrir de forma sistemática a suplementos o productos enriquecidos.


Síntomas y señales de alerta

En este sentido, explica que un exceso proteico “puede causar molestias a nivel digestivo como hinchazón, estreñimiento o diarrea, sobre todo si desplaza otros nutrientes como la fibra”. Si la dieta es muy rica en proteínas animales y grasas, también puede elevar el colesterol y el riesgo cardiovascular. “En personas con función renal normal el exceso no suele ser un problema puntual, pero a largo plazo o en quienes ya tienen enfermedad renal puede acelerar el deterioro de los riñones”, añade.

Entre las señales de alerta de un exceso de proteínas se encuentran la sensación frecuente de sed y la necesidad de orinar más, consecuencia de la sobrecarga renal. También pueden aparecer molestias digestivas, gases o mal aliento por el aumento de metabolitos derivados de su descomposición. Si la dieta, además, es pobre en hidratos de carbono y fibra, pueden sumarse el cansancio o los cambios de humor.


¿Y cuánta proteína necesitamos?

Las necesidades de proteínas dependen de múltiples factores: la edad, el género, la actividad física o incluso determinadas etapas vitales como el embarazo o la lactancia. “En la infancia, adolescencia o vejez se requiere un aporte especial para crecer o mantener la masa muscular”, indica Jódar. Quienes practican ejercicio intenso o buscan aumentar masa muscular “suelen necesitar más, aunque siempre dentro de unos márgenes saludables”.

Por otra parte, la fuente de la proteína es tan importante como la cantidad. “Las de origen animal -carne, pescado, huevos o lácteos- suelen aportar todos los aminoácidos esenciales de forma completa, mientras que las vegetales -legumbres, frutos secos o cereales- pueden necesitar combinarse entre sí para lograr el mismo efecto”. Ambas son saludables y complementarias dentro de una dieta equilibrada.

En cuanto a los suplementos, como la proteína en polvo, pueden ser útiles en situaciones concretas -por ejemplo, en deportistas o personas con dificultades para alcanzar los requerimientos diarios solo con la comida-, pero no son necesarios para la mayoría. “Lo importante es la variedad y adaptar la fuente de proteína a las necesidades y estilo de vida de cada persona”, concluye el doctor Jódar.


viernes, 7 de noviembre de 2025

La secta azul de LinkedIn: ‘coaches’, gurús y el nirvana neoliberal

 



LinkedIn ya no es un tablón gris donde colgar currículos, sino la peste social de nuestro tiempo. Una red que comenzó como una herramienta aburrida y anodina y que ha terminado convertida en la secta digital más tóxica del mercado. No porque robe datos -que también- ni porque convierta la precariedad en norma -que lo hace-, sino porque ha aprendido a mercantilizarlo todo: el trabajo, el sufrimiento, el duelo, incluso la muerte de un perro.



El ejemplo más reciente fue un post viral que se presentaba con sirena de alarma: 🚨El cofundador de LinkedIn acaba de hablar🚨”, como si de Dios se tratara. Lo que seguía era un sermón de futurología empresarial que prometía el fin del trabajo de oficina, la extinción de los jefes, la desaparición del fichaje y el ascenso glorioso de la gig economy. Todo, bendecido por la inteligencia artificial. El mensaje era simple y adictivo: el futuro freelance no es una opción, es el destino inevitable. En diez años la mitad de la población activa será autónoma, todos ganarán más que los empleados tradicionales, y quienes no se adapten quedarán fuera del paraíso líquido de la productividad. En otras palabras: precariedad premium.

El problema no es solo que sea un mensaje en su generalidad falso, sino que funciona como una religión. LinkedIn tiene profetas, sermones y feligreses. Los profetas son figuras como Reid Hoffman o cualquier coach con aro de luz que se autopostula como gurú. Los sermones son esos posts kilométricos, con tipografías extrañas y un uso indebido de emojis que se leen como parábolas modernas, siempre con moraleja incluida y un link en comentarios. Y los feligreses somos los demás, que damos like, compartimos y fingimos que creemos en ello.

La liturgia es siempre la misma: disfrazar de aprendizaje lo que debería ser íntimo. Los posts más celebrados no son los de ascensos laborales, sino los que convierten tragedias en lecciones motivacionales. Gente que anuncia la muerte de su perro y, en lugar de simplemente llorar, asegura que el animal le enseñó más sobre liderazgo que cualquier jefe. Hijos que despiden a un padre con frases que parecen escritas por ChatGPT, donde el duelo se convierte en “recordatorio de que el networking empieza en casa”. Personas que relatan su depresión como “oportunidad de resiliencia” o su despido como “renacimiento emprendedor”. El algoritmo premia la lágrima empaquetada como producto premium. La sospecha, además, es clara: buena parte de estas reflexiones ni siquiera las escribe la persona, sino la IA. El humano pone la foto, el chatbot pone la moraleja, y LinkedIn multiplica el engagement. Un moscow mule buenísimo.

La plataforma se ha convertido en lo que Instagram fue para los cuerpos: un escaparate de lo imposible. Instagram nos enseñó que siempre había alguien más delgado, más guapo, con más abdominales y con dientes más blancos. LinkedIn nos enseña que siempre hay alguien más resiliente, más productivo, más capaz de transformar la desgracia en aprendizaje monetizable. Y al igual que Instagram generó trastornos alimenticios, LinkedIn genera ansiedad laboral (y vital): la sensación constante de que nunca haces lo suficiente, de que siempre estás atrasado respecto a la ola del futuro.

Lo perverso es que el evangelio líquido del “sé tu propio jefe” choca de frente con los datos. Según los últimos datos de la Comisión Europea, sólo el 3,0% de las personas de 15–64 años en 17 países europeos (16 países de la UE y 1 país de la AELC) realizaron algún trabajo vía plataformas en 2022, habiendo trabajado al menos 1 hora en los 12 meses anteriores a la encuesta. Este resultado proviene de una recopilación piloto de datos realizada dentro de la Encuesta de la Fuerza Laboral de la Unión Europea (EU-LFS). Además, más de la mitad de los trabajadores de plataformas digitales no tenía cobertura frente a riesgos laborales importantes: El 62,4% no estaba cubierto en caso de desempleo. El 56,3% no estaba cubierto en caso de enfermedad. El 54,2% no estaba cubierto en caso de accidentes laborales.

Aproximadamente una cuarta parte de estos trabajadores dependían de la cobertura proporcionada por otro trabajo no relacionado con plataformas para cubrir accidentes (25,1%), enfermedad (25,0%) y desempleo (23,3%). En suma: actividad minoritaria y, cuando existe, normalmente precaria en cuanto a la protección social.

La OIT ha documentado de forma consistente los ingresos irregulares, las lagunas de protección social y otros riesgos asociados a la “uberización” (y la literatura científica vincula estas condiciones con peor salud mental en repartidores y otros trabajadores de plataformas).

¿Y los cuentos de hadas virales? No encontramos evidencias serias del “recolector de setas” que factura 200.000 €. En el mundo Minecraft sí existen estudios que cobran comisiones altas -por ejemplo, encargos de hasta 90.000 $, pero no hay base sólida para generalizar sueldos de 350.000 $ anuales para “arquitectos” individuales del juego. Son excepciones llamativas, no la norma del mercado.

La política, mientras tanto, intenta poner parches. La Unión Europea aprobó una directiva que establece que, por defecto, quienes trabajan en plataformas deben ser considerados empleados, con acceso a salario mínimo, vacaciones y protección social. También ha prohibido que los algoritmos decidan despidos automáticos, obligando a las plataformas a dar transparencia sobre la evaluación automatizada. La OIT discutió en junio cómo garantizar trabajo decente en plataformas digitales: derechos básicos, negociación colectiva, protección de datos, control humano sobre algoritmos. Incluso España ha defendido extender la “ley rider” a nivel global. Pero la velocidad de la narrativa de LinkedIn supera siempre a la de la regulación. La política avanza a trompicones; la religión digital predica todos los días.

Lo más inquietante no es que LinkedIn engañe, sino que lo hace con nuestro consentimiento. Nos invita a competir no solo en productividad, sino en vulnerabilidad. En LinkedIn nadie fracasa: todos pivotan. Nadie simplemente entierra a su perro: todos encuentran en ello un curso acelerado de soft skills. Nadie se deprime: todos aprenden resiliencia. Y lo peor es que funciona. Porque en un mundo sin relatos políticos sólidos sobre el futuro del trabajo, los relatos fáciles del algoritmo se convierten en sustituto. Si la política no explica cómo viviremos y trabajaremos en los próximos años, lo hacen los gurús de LinkedIn con posts llenos de emojis. Y la gente prefiere creerlos, aunque sean falsos.

Por eso digo que LinkedIn es la peste social. Porque convierte la angustia laboral en espectáculo. Porque monetiza el sufrimiento. Porque transforma el duelo y la soledad en KPIs. Pero también porque nos da un espejo incómodo: si hemos llegado a un punto en el que la muerte de un abuelo o un perro se convierte en contenido motivacional, el problema no es solo la red. Es el vacío de nuestra conversación pública sobre el trabajo, los derechos y la vida.

Quizá algún día aprendamos que no todo tiene que convertirse en lección monetizable. Que la vida no es un post, y la muerte mucho menos. Pero hasta que llegue ese día, sigamos odiando LinkedIn. Con humor, con ironía y con escepticismo. Porque a veces odiar es la única forma sana de sobrevivir a la peste.

Y lo digo también por mí. Confieso que yo misma he sido víctima de esta secta digital. A veces peco: he escrito posts demasiado largos, he abusado de la palabra resiliencia y hasta he compartido fotos sonrientes en eventos que parecían sacadas de un catálogo de Recursos Humanos. LinkedIn tiene algo de adictivo: aunque lo odies, te arrastra. Y yo tampoco estoy libre de pecado. La diferencia es que ahora lo admito: necesito tanto una desintoxicación laboral como cualquiera que haya publicado “lecciones de liderazgo” tras la muerte de su perro.



por

Elsa Arnaiz Chicohttps://retinatendencias.com/techsociety/la-secta-azul-de-linkedin-coaches-gurus-y-el-nirvana-neoliberal/