
- El país ya tiene dos millones de robots en sus fábricas, el 54% de todos los producidos en el mundo
- Algunas fábricas ya funcionan sin luz ni humanos y reducen la supervisión a una vez cada 30 minutos
- El país está reforzando su dominio industrial y busca compensar el derrumbe demográfico inminente
El gran sueño de Sam Altman y Elon Musk es que los robots y la IA se combinen para disparar la producción, hundir los costes y reemplazar a los humanos allá donde sea posible. En EEUU y Europa, la implantación de estas tecnologías avanza con baches, altibajos y críticas, mientras los diversos sectores intentan averiguar cómo aplicarla y algunos grupos sociales muestran su rechazo a su extensión en industrias de conocimiento y servicios. Pero hay un país donde el Gobierno, las industrias y la sociedad parecen haber descubierto el truco para usar la IA para impulsar su dominio mundial en la manufactura y solucionar los graves problemas a los que se enfrenta. Ese país es China, donde los robots ya se cuentan por millones en las fábricas y algunas de ellas ya no necesitan personas ni luces para funcionar.
En el último año, según la Federación Internacional de Robótica, China ya tenía más de 2 millones de robots en sus fábricas, tras instalar casi 300.000 unidades nuevas en 2024, un 7% más que el año anterior y el equivalente al 54% de todos los robots industriales producidos en el mundo el año pasado. Todos esos robots se manejan con IA, gracias a las firmas locales, especialmente DeepSeek. Y los sectores que más lo están aprovechando son los más relevantes en la economía del país: la electrónica, la automovilística, la metalúrgica y la de la maquinaria pesada.
Es verdad que muchas fábricas de todo el mundo están automatizándose y usando más robots industriales. Pero la utilización de la IA está sirviendo para coordinar más fácilmente los procesos, aumentar la cantidad de robots y reducir la intervención humana. En la fábrica de Baosteel, en Shanghái, los directivos celebraban ante la prensa que las intervenciones de los supervisores humanos se han reducido drásticamente, de una cada tres minutos a una cada 30.
Hasta tal punto llega la robotización de sus fábricas que cada vez hay más "factorías oscuras", donde la falta de humanos permite trabajar sin luz, calefacción ni descansos. La Agencia Internacional de la Energía calcula que eso puede reducir el uso de electricidad un 15-20% a medio plazo. Y ya se está notando: la Oficina Nacional de Estadísticas china ha detectado una caída del 1,7% en el consumo energético industrial, pese a que la producción ha aumentado.
Pero el objetivo final no es solo reducir el consumo eléctrico: es reducir la cantidad de trabajadores necesarios. Oxford Economics calcula que el sector podría recortar 12 millones de empleos para 2030. Midea, una de las firmas del sector industrial, calcula que los ingresos por empleado se han disparado un 40% entre 2015 y 2024, gracias a que los robots les permiten mantener o recortar su plantilla sin afectar a la producción. Más bien lo contrario: los robots cada vez fabrican más productos, disparando la productividad, tal y como desean los grandes 'popes' de la IA.
Una solución a las crisis de China
Y China está abrazando la IA incluso con más fuerza que EEUU. El Gobierno lo ve como un mecanismo para solucionar los grandes retos económicos a los que se enfrenta el país en el futuro. Para ello, el Gobierno de Xi Jinping ha lanzado el plan "Manufactura IA+". El Ministerio de Industria del país calcula que la IA ya ha alcanzado una escala de 12.000 millones de dólares en 2024, con 5.000 empresas que han adoptado su uso en el sector manufacturero. Su objetivo es que para 2027, la IA ya esté en el 70% de las industrias, y que su adopción alcance el 90% en 2030.
Pavlo Zvenyhorodskyi y Scott Singer, del Centro Carnegie, creen que un uso correcto de la IA podría ayudarles a enfrentar el frenazo económico que sufre el país y compensar el derrumbe de la población que se espera en las próximas décadas como herencia de la 'política del hijo único'. Dado que la población activa caerá en unos 200 millones de personas en los próximos 30 años, la desaparición de los empleados humanos en las fábricas no es un problema, sino una solución: si no hay nadie esperando detrás para reemplazar a los trabajadores jubilados, que sus puestos de trabajo se esfumen con ellos no hace daño a la economía. Al contrario, les permitirá mantener su capacidad productiva pese al derrumbe demográfico, uno de los sueños de los gobernantes del país.
En el mejor de los casos, calculan, el arreón para extender la IA a lo largo y ancho de la economía del país podría darles una ventaja en la competición militar y geopolítica, y adelantar a EEUU en la carrera por la Inteligencia General Artificial (IGA), el 'santo grial' que permitiría a los robots pensar y razonar de forma independiente, como personas. El aumento de las relaciones entre diversos robots que operan con distintas formas de IA en una misma fábrica, apuntan, podría ser un gran campo de pruebas para lograr la programación que les permita actuar de forma coordinada pero independiente.
La otra gran ventaja de China es que sus ciudadanos están mucho más abiertos a la implantación de la IA. Según Kevin Xu, fundador de Interconnected Capital, la cifra de personas que ve el desarrollo de esta tecnología como algo positivo es el doble de grande en China frente a EEUU: un 83% frente a un 41%. Eso, unido a la regulación más laxa de la privacidad en China, ha hecho que los 'chatbots', los robotaxis y los avatares de IA se hayan extendido más rápidamente en el país asiático que en Occidente, donde se les mira con más dudas y sospechas.
Los intentos de EEUU de frenar el desarrollo de la IA en China, frenando la venta de chips más avanzados y limitando la transferencia de tecnología, tienen un límite. Las firmas chinas, como Deepseek, han demostrado ser capaces de competir con sus homólogas estadounidenses pese a sus limitaciones. La ventaja en el desarrollo técnico se compensa con el uso más extendido e intensivo que se le da. Y a este ritmo, el sueño de Donald Trump de que los empleos manufactureros vuelvan a EEUU va camino de esfumarse a manos de un rival inesperado: los robots.
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