
- El BIS detecta síntomas de burbuja en el oro y en Wall Street
- Alerta de precios "explosivos" y del alud de inversores minoristas
Cada vez que se da un clima propicio para ello y los activos suben con fuerza, aparece invariablemente el temor a una burbuja. Han sido muchas en la historia, desde los tulipanes del siglo XVI a las acciones-meme de la salida de la pandemia. Así seguirá siendo mientras exista la codicia humana. Sin embargo, hay unos activos más sensibles que otros. Y cuando los indicios, síntomas o miedos se posan sobre uno que ha sido sinónimo de seguridad durante milenios, la preocupación es mayor. Si el aviso lo da un organismo de altura como el Banco de Pagos Internacionales (BIS por sus siglas en inglés), el conocido como 'banco central de los bancos centrales', es que la tendencia es alarmante. Por último, si la advertencia viene acompañada de otra del mismo corte en otro de los grandes activos, es que se está en zona de claro peligro. Hay dos activos que a primera vista parecen opuestos (uno suele ser el 'refugio' en el que se esconde el dinero cuando las cosas van mal, el otro es hacia donde el dinero fluye cuando todo funciona), pero que están viviendo un momento "explosivo" al mismo tiempo, algo que no se veía en 50 años, según el BIS.
En uno de sus últimos informes, el BIS ha detectado síntomas de burbuja en Wall Street, algo que supone poca novedad en medio de un auge desmedido del sector de la Inteligencia Artificial (IA) y del intratable rally de las conocidas como Siete Magníficas, tecnológicas de mega-capitalización que están llevando en volandas al S&P 500 (más de un 14% este año). Sin embargo, en su trabajo, el organismo también ha encontrado estos indicios en el oro. El activo refugio por excelencia durante la historia de la humanidad se ha vuelto a poner muy 'de moda' (rally del 65% este 2025) en medio de incertidumbre geopolítica, compras masivas de los bancos centrales, una corriente anti-dólar entre los rivales de EEUU y una menor confianza en las divisas fiat (debasement trade) a raíz de los problemas fiscales de las grandes economías.
Esta situación es un tanto novedosa y genera cierta incertidumbre sobre el futuro. En condiciones normales, cuando una burbuja estalla en la renta variable, el dinero se refugia en liquidez en divisas fuertes y en el oro. En esta ocasión la situación parece menos clara. Por un lado, el dólar no parece ser el mejor refugio, sobre todo si la crisis llega por el lado de la IA o la deuda pública, donde EEUU tiene mucha culpa (en ambas). Pero es que el otro refugio, el oro, también presenta una tendencia peligrosa o "explosiva", según el BIS, que alerta del riesgo de burbuja. La gran pregunta es ¿dónde se 'esconderá' el dinero para capear el temporal?
Un doble repunte
"Durante el reciente repunte del mercado, las acciones estadounidenses y el oro han subido a la par. Los fuertes aumentos de precios de ambos activos y su creciente presencia en el radar de los medios no especializados han atraído importantes flujos de inversión de inversores minoristas y han suscitado un debate sobre la posibilidad de burbujas en los precios de los activos. Las burbujas se caracterizan por subidas rápidas y aceleradas de precios, que recuerdan a un comportamiento explosivo, seguidas de correcciones bruscas", presentan los autores del paper del BIS, los economistas Giulio Cornelli, Andreas Schrimpf y Marco Jacopo Lombardi.
Ante la dificultad habitual para identificar una burbuja real y el extenso y densísimo debate académico sobre qué es burbuja y qué no, estos investigadores se fijan en dos criterios para hacer su doble admonición. El primero es lo que llaman la "entrada en territorio explosivo" tanto del oro como del S&P 500 en los últimos meses. Históricamente, los precios de las acciones estadounidenses y del oro han superado el umbral de comportamiento explosivo en diferentes momentos, explican los autores. A menudo, continúan, esto ha ido seguido de una corrección significativa, como en 1980 en el caso del oro (tras haber experimentado un fuerte aumento durante la Gran Inflación) y el estallido de la burbuja puntocom en el caso de las acciones estadounidenses.
Sin embargo, señalan que estas correcciones se produjeron en un plazo variable y potencialmente largo: "Aunque la prueba ha detectado de forma fiable las burbujas del pasado, no proporciona información sobre cuándo pueden estallar". Por lo tanto, elucidan los tres economistas, durante la fase de desarrollo de la burbuja, los inversores que se sumaran a la tendencia podrían seguir beneficiándose de nuevas subidas de precios. "También hay que tener en cuenta que los últimos trimestres representan el único momento, al menos en los últimos 50 años, en el que el oro y las acciones han entrado simultáneamente en este territorio. Tras su fase explosiva, una burbuja suele estallar con una corrección brusca y rápida", remachan. Los datos recopilados por estos investigadores sugieren que "los valores altos de las estadísticas de la prueba, que apuntan a una burbuja en curso, suelen ir seguidos de períodos de rendimientos negativos o moderados", escriben en su paper.
El gráfico de los analistas para explicarlo utiliza el test BSADF (Backward Supremum Augmented Dickey-Fuller), una extensión del test ADF clásico diseñada específicamente para detectar burbujas financieras. Cuando el estadístico supera el umbral marcado por las líneas de puntos, se rechaza la hipótesis de que el precio sigue un proceso no explosivo y se concluye que hay dinámica explosiva, típica de burbujas. De este modo, el gráfico muestra cuándo y con qué intensidad el oro y el S&P 500 han entrado en fases de comportamiento anómalo, y subraya que hoy ambos lo hacen simultáneamente, elevando el riesgo sistémico percibido.
El segundo criterio tiene que ver con los inversores de 'a pie'. Para el BIS, la prueba del algodón que revela que esto es una burbuja está en la entrada masiva de inversores minoristas. Existe una teoría popular que dice que cuando el panadero de la esquina o el peluquero empiecen a contar que están invirtiendo en 'X' activo, es el momento de huir, se ha producido el 'efecto rebaño' y los últimos inversores están entrando en dicho activo impulsando su precio a la cresta o a la cima de una montaña que sufrirá una caída brusca y rápida después. Esto es un poco lo que podría estar sucediendo en el oro.
El informe del BIS argumenta esta teoría de una forma más académica, señalando que más allá de las propiedades estadísticas, también resulta ilustrativo observar otras características comunes de las burbujas. "Un síntoma típico de una burbuja en desarrollo es la creciente influencia de los inversores minoristas que intentan seguir las tendencias de los precios. En épocas de publicidad mediática y precios al alza, los inversores minoristas pueden verse atraídos por activos más arriesgados que normalmente evitarían, lo que se ve agravado por el comportamiento gregario, las interacciones sociales y el miedo a perderse algo. De hecho, las medidas del interés de los inversores minoristas en los mercados, como las búsquedas en internet, tienden a aumentar en momentos de efervescencia", aseguran desde el BIS, donde de burbujas y movimientos de mercado entienden un 'rato'.
La cuestión es que el oro siempre ha estado a salvo de burbujas tan claras por la dificultad para adquirir este metal precioso. En el pasado, las opciones pasaban por comprar joyas o lingotes con el elevadísimo coste de custodia que presentan y el riesgo que supone (siempre puede entrar alguien en casa y robarte). Todo esto ha cambiado. Ahora se puede comprar oro con un solo click, algo que está disparando su precio y generando cierto miedo en los mercados. Cada vez son más analistas los que se preguntan si hay tanto oro realmente extraído como dinero se mete en los instrumentos financieros que supuestamente están respaldados por el metal precioso.
"En esta ocasión, también hay evidencia de que la exuberancia de los inversores minoristas y su apetito por ganancias de capital aparentemente fáciles se han extendido a un refugio seguro tradicional como el oro. Desde principios de 2025, los precios de los fondos cotizados en bolsa (ETF) de oro se han mantenido consistentemente con una prima respecto a su valor liquidativo (VL) en un contexto de creciente interés de los inversores minoristas. Que los precios de los ETF superen su valor indica una fuerte presión de compra, junto con obstáculos al arbitraje", sentencian desde el organismo.
Cuando el BIS anticipó la gran crisis
De todas las organizaciones supranacionales, solo el BIS predijo correctamente la crisis financiera mundial de 2008. Su entonces economista jefe, William White, advirtió alto y claro que la Reserva Federal estaba alimentando una burbuja de proporciones épicas que sin duda estallaría. "Como explicó sucintamente Der Spiegel, William White predijo la crisis financiera que se avecinaba años antes del colapso de las hipotecas subprime en 2007. Pero los banqueros centrales prefirieron escuchar a su gran rival, Alan Greenspan (presidente de la Fed entonces), con consecuencias devastadoras para la economía mundial", señala en uno de sus últimos informes, a los que ha tenido acceso elEconomista.es, Albert Edwards, veterano veteranísimo estratega de Société Générale, bajista 'pata negra' y con reputada trayectoria.
Edwards reconoce, por "amarga experiencia", que nadie quiere escuchar a los pesimistas. Pero más allá de su vitola de "súper-bajista" fruto de 43 años de trayectoria profesional (trabajó en el Banco de Inglaterra en el 'mundo de ayer' y llamó "criminal de guerra económico" a Greenspan en 2005), insta a dar mucha importancia a la alarma del BIS: "Algunas personas clave están dando la voz de alarma ahora. Haciéndose eco de lo ocurrido en 2006, la gente del BIS acaba de emitir una nueva advertencia sobre la burbuja, destacando en particular el comportamiento exuberante de los inversores minoristas. Aunque los lectores puedan descartar mis propias advertencias como las previsibles y tediosas diatribas, quizá merezca la pena leerlo".
"Una observación clara tras cuatro décadas en el sector es que, cuando los inversores quieren justificar su propia 'locura', insisten en que sus decisiones se basaron en una narrativa de inversión convincente. Pero, en realidad, lo único que hacen es perseguir el impulso de los precios, una estrategia de inversión perfectamente respetable y, en la mayoría de los casos, rentable, pero que no debería llevar consigo ningún bagaje narrativo. En estos escenarios impulsados por el impulso, cuando la tendencia positiva de los precios comienza a resquebrajarse, cualquier inversor 'verdadero' impulsado por el impulso simplemente vendería al romperse los puntos clave de los gráficos técnicos", reflexiona el analista de SG.
El estratega y sus compañeros han descrito el auge de todo el complejo de metales preciosos como impulsado fundamentalmente por la incontinencia fiscal de los gobiernos y la anticipación de la reanudación de la expansión cuantitativa (QE) y el control de la curva (YCC, compras de los bancos centrales para relajar los rendimientos) como parte del dominio fiscal (supeditación de los bancos centrales a gobiernos fiscalmente irresponsables). De hecho, remarca Edwards, solo unas semanas después de que la Fed pusiera fin al ajuste cuantitativo o reducción de la hoja de balance (QT) tras la pandemia, ya ha comenzado una versión de la QE, aparentemente para aliviar las presiones de liquidez en los mercados monetarios (comprará Letras del Tesoro). "Sin duda, esto añadirá más combustible monetario al fuego", avisa el experto.
Es más, Edwards destaca que el oro, a pesar de su subida de más del 60% este año, es el "gran ausente" de lo que él llama la "gran fiesta de los metales preciosos". Sin ir más lejos, la plata ha subido un 125% en lo transcurrido de año y tocado niveles no vistos desde comienzos de los 80. Preguntándose si esa 'fiesta' se acabará pronto, el analista vuelve a apuntar con el dedo índice a la Fed: "La señal más bajista que jamás obtendrán de mí es que, con la política monetaria 'laxista' de la Fed, no veo qué podría hacer estallar la burbuja bursátil a corto plazo". Pero el mundo no es solo EEUU: "Las condiciones monetarias se están endureciendo rápidamente en casi todas partes, excepto en EEUU, con Asia a la cabeza. Anteriormente habíamos destacado el aumento de los rendimientos de los bonos del Estado japonés como un problema importante, pero ahora va mucho más allá. La marea monetaria está cambiando y EEUU no es una isla".





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