martes, 9 de diciembre de 2025

El sueño de Musk y Altman se hace realidad fuera de EEUU: los robots y la IA se confabulan en las 'fábricas oscuras' de China

 

Un robot para una fábrica. Foto: Midea

  • El país ya tiene dos millones de robots en sus fábricas, el 54% de todos los producidos en el mundo
  • Algunas fábricas ya funcionan sin luz ni humanos y reducen la supervisión a una vez cada 30 minutos
  • El país está reforzando su dominio industrial y busca compensar el derrumbe demográfico inminente


El gran sueño de Sam Altman y Elon Musk es que los robots y la IA se combinen para disparar la producción, hundir los costes y reemplazar a los humanos allá donde sea posible. En EEUU y Europa, la implantación de estas tecnologías avanza con baches, altibajos y críticas, mientras los diversos sectores intentan averiguar cómo aplicarla y algunos grupos sociales muestran su rechazo a su extensión en industrias de conocimiento y servicios. Pero hay un país donde el Gobierno, las industrias y la sociedad parecen haber descubierto el truco para usar la IA para impulsar su dominio mundial en la manufactura y solucionar los graves problemas a los que se enfrenta. Ese país es China, donde los robots ya se cuentan por millones en las fábricas y algunas de ellas ya no necesitan personas ni luces para funcionar.

En el último año, según la Federación Internacional de Robótica, China ya tenía más de 2 millones de robots en sus fábricas, tras instalar casi 300.000 unidades nuevas en 2024, un 7% más que el año anterior y el equivalente al 54% de todos los robots industriales producidos en el mundo el año pasado. Todos esos robots se manejan con IA, gracias a las firmas locales, especialmente DeepSeek. Y los sectores que más lo están aprovechando son los más relevantes en la economía del país: la electrónica, la automovilística, la metalúrgica y la de la maquinaria pesada.

Es verdad que muchas fábricas de todo el mundo están automatizándose y usando más robots industriales. Pero la utilización de la IA está sirviendo para coordinar más fácilmente los procesos, aumentar la cantidad de robots y reducir la intervención humana. En la fábrica de Baosteel, en Shanghái, los directivos celebraban ante la prensa que las intervenciones de los supervisores humanos se han reducido drásticamente, de una cada tres minutos a una cada 30.

Hasta tal punto llega la robotización de sus fábricas que cada vez hay más "factorías oscuras", donde la falta de humanos permite trabajar sin luz, calefacción ni descansos. La Agencia Internacional de la Energía calcula que eso puede reducir el uso de electricidad un 15-20% a medio plazo. Y ya se está notando: la Oficina Nacional de Estadísticas china ha detectado una caída del 1,7% en el consumo energético industrial, pese a que la producción ha aumentado.

Pero el objetivo final no es solo reducir el consumo eléctrico: es reducir la cantidad de trabajadores necesarios. Oxford Economics calcula que el sector podría recortar 12 millones de empleos para 2030. Midea, una de las firmas del sector industrial, calcula que los ingresos por empleado se han disparado un 40% entre 2015 y 2024, gracias a que los robots les permiten mantener o recortar su plantilla sin afectar a la producción. Más bien lo contrario: los robots cada vez fabrican más productos, disparando la productividad, tal y como desean los grandes 'popes' de la IA.

Una solución a las crisis de China

Y China está abrazando la IA incluso con más fuerza que EEUU. El Gobierno lo ve como un mecanismo para solucionar los grandes retos económicos a los que se enfrenta el país en el futuro. Para ello, el Gobierno de Xi Jinping ha lanzado el plan "Manufactura IA+". El Ministerio de Industria del país calcula que la IA ya ha alcanzado una escala de 12.000 millones de dólares en 2024, con 5.000 empresas que han adoptado su uso en el sector manufacturero. Su objetivo es que para 2027, la IA ya esté en el 70% de las industrias, y que su adopción alcance el 90% en 2030.

Pavlo Zvenyhorodskyi y Scott Singer, del Centro Carnegie, creen que un uso correcto de la IA podría ayudarles a enfrentar el frenazo económico que sufre el país y compensar el derrumbe de la población que se espera en las próximas décadas como herencia de la 'política del hijo único'. Dado que la población activa caerá en unos 200 millones de personas en los próximos 30 años, la desaparición de los empleados humanos en las fábricas no es un problema, sino una solución: si no hay nadie esperando detrás para reemplazar a los trabajadores jubilados, que sus puestos de trabajo se esfumen con ellos no hace daño a la economía. Al contrario, les permitirá mantener su capacidad productiva pese al derrumbe demográfico, uno de los sueños de los gobernantes del país.

En el mejor de los casos, calculan, el arreón para extender la IA a lo largo y ancho de la economía del país podría darles una ventaja en la competición militar y geopolítica, y adelantar a EEUU en la carrera por la Inteligencia General Artificial (IGA), el 'santo grial' que permitiría a los robots pensar y razonar de forma independiente, como personas. El aumento de las relaciones entre diversos robots que operan con distintas formas de IA en una misma fábrica, apuntan, podría ser un gran campo de pruebas para lograr la programación que les permita actuar de forma coordinada pero independiente.

La otra gran ventaja de China es que sus ciudadanos están mucho más abiertos a la implantación de la IA. Según Kevin Xu, fundador de Interconnected Capital, la cifra de personas que ve el desarrollo de esta tecnología como algo positivo es el doble de grande en China frente a EEUU: un 83% frente a un 41%. Eso, unido a la regulación más laxa de la privacidad en China, ha hecho que los 'chatbots', los robotaxis y los avatares de IA se hayan extendido más rápidamente en el país asiático que en Occidente, donde se les mira con más dudas y sospechas.

Los intentos de EEUU de frenar el desarrollo de la IA en China, frenando la venta de chips más avanzados y limitando la transferencia de tecnología, tienen un límite. Las firmas chinas, como Deepseek, han demostrado ser capaces de competir con sus homólogas estadounidenses pese a sus limitaciones. La ventaja en el desarrollo técnico se compensa con el uso más extendido e intensivo que se le da. Y a este ritmo, el sueño de Donald Trump de que los empleos manufactureros vuelvan a EEUU va camino de esfumarse a manos de un rival inesperado: los robots.


https://www.eleconomista.es/tecnologia/noticias/13663756/11/25/el-sueno-de-musk-y-altman-se-hace-realidad-fuera-de-eeuu-los-robots-y-la-ia-se-confabulan-en-las-fabricas-oscuras-de-china.html

lunes, 8 de diciembre de 2025

China dominará el mercado mundial de los coches en 2030, según McKinsey




Varios Xiaomi SU7 en la fábrica. 
(Xiaomi)


Hasta cinco fabricantes de vehículos eléctricos chinos estarán entre los 10 principales fabricantes de automóviles del mundo para 2030. BYD y Geely ya son líderes en tecnología y producción



"La industria sufrirá cambios importantes para 2030", asegura Guan Mingyu, socio senior de McKinsey. "De hecho, ya hemos visto algunas señales de que se están produciendo cambios enormes". El consultor de la firma advirtió en una rueda de prensa este jueves que el mercado automovilístico global está a punto de ser sacudido por una ola de innovación y escala productiva procedente de China que alterará para siempre la jerarquía establecida del sector.

El último informe de sector publicado por la consultora norteamericana proyecta que hasta cinco fabricantes de vehículos chinos irrumpirán en la lista de los 10 mayores fabricantes de automóviles del mundo para 2030, aprovechando sus ventajas en tecnología y producción de vehículos eléctricos. Los chinos pondrán el mercado patas arriba. BYD y Geely ya están en la lista de los 10 grupos automotrices más grandes del mundo por volumen de ventas. Ahora toca saber quiénes serán los otros tres, si se cumplen las expectativas de McKinsey.


Dominio de la cadena de suministro

China controla más del 70% de la producción mundial de baterías para vehículos eléctricos, con CATL y BYD ocupando los dos primeros puestos en producción anual. Esta integración vertical permite a los fabricantes chinos operar con márgenes de beneficio impensables para sus rivales occidentales. Según Nick Lai, jefe de investigación automotriz para Asia-Pacífico en JPMorgan, los fabricantes chinos de vehículos eléctricos podrían disfrutar de márgenes de beneficio de hasta cuatro veces más que la competencia europea y norteamericana.

En los primeros 10 meses de 2025, China exportó 5,62 millones de vehículos —incluyendo turismos, camiones y autobuses—, lo que supone un incremento del 15,7% respecto al año anterior. Aunque McKinsey anticipa que el ritmo de crecimiento de las exportaciones se desacelerará en los próximos años, el volumen seguirá aumentando.


placeholderFábrica de BYD en Brasil. (EFE/Américo Roberto)
Fábrica de BYD en Brasil. (EFE/Américo Roberto)

Además de los gigantes consolidados, una segunda oleada de fabricantes se está preparando para el asalto global. Marcas como Chery, Great Wall Motors, Changan y GAC Group pueden ser las que acompañen a BYD y Geely en el top 10 mundial. Chery está expandiendo su huella global, incluyendo una empresa conjunta en Europa para esquivar aranceles, mientras que Great Wall Motors ha fijado un objetivo de ventas en el extranjero de un millón de unidades anuales para 2030. Los otros dos fabricantes con un potencial brutal son Xiaomi y Xpeng, cuyas ventas están subiendo trimestralmente en porcentajes de tres dígitos.

La innovación tecnológica es el otro pilar de esta conquista. Los consumidores chinos, que definen por primera vez la dirección de una industria global, están priorizando la tecnología sobre la marca. Según el informe de McKinsey, el ciclo acelerado de desarrollo de productos tiene un impacto positivo neto del 10,8% en la decisión de compra, muy superior al 3,6% de la competencia de precios. Además, los compradores valoran ahora la tecnología por encima de la historia de la marca: el 40% de los propietarios de marcas alemanas premium consideraría comprar una marca china de vehículos eléctricos premium en 2024, un salto espectacular desde el 7% registrado en 2023. Esta 'democratización tecnológica' está presionando a los fabricantes tradicionales. Las marcas chinas dominan las percepciones de los consumidores en dimensiones tecnológicas clave como la eficiencia energética y el confort.


placeholderEl CEO de XPeng He Xiapeng en el International Motor Show Germany IAA Mobility 2025, en Munich, Alemania, el pasado mes de septiembre. (EFE EPA CLEMENS BILAN)
El CEO de XPeng He Xiapeng en el International Motor Show Germany IAA Mobility 2025, en Munich, Alemania, el pasado mes de septiembre. (EFE EPA CLEMENS BILAN)
Cambio de guardia

El ascenso meteórico de BYD contrasta con el fracaso estrepitoso de Tesla, cuya caída en ventas en Europa alcanzó el 40% en julio de 2025 respecto al año anterior, reduciendo su cuota de mercado al 0,8%. BYD superó a la compañía de Elon Musk en el viejo continente, alcanzando una cuota del 1,2% gracias a un incremento de ventas del 225%. Las cifras del último trimestre de 2025 son aún peores para Tesla, mientras BYD y el resto de fabricantes chinos avanzan imparables en Europa y el resto del mundo.Fuentes del mercado automovilístico europeo resumen la situación señalando que el cliente europeo busca otras soluciones y BYD ha sabido posicionarse justo donde el fabricante norteamericano ha fallado. La firma china ofrece precios más competitivos, una gama más amplia de modelos y una red de concesionarios físicos que contrasta con el modelo de venta directa de Tesla.

La debacle de Tesla es estructural. Con una línea de modelos envejecida y problemas crónicos de calidad y producción, la compañía tejana ha perdido su aura de innovación. El fracaso del Cybertruck, plagado de fallos de fabricación y problemas de diseño, junto con la cancelación de su prometido modelo asequible, ha dejado el campo libre para que los fabricantes chinos ocupen todos los segmentos del mercado. Sin ventaja tecnológica, con un diseño estancado y sin una red de servicio adecuada, nada impide que los gigantes chinos, armados con mejor tecnología y capacidad de producción masiva, se apoderen definitivamente del mercado mundial.


https://www.elconfidencial.com/tecnologia/novaceno/2025-11-29/china-dominio-mundial-automovil-2030_4256787/

domingo, 7 de diciembre de 2025

 

iStock.


  • La inversión en IA supone ya un 50% del crecimiento del PIB de EEUU
  • La alta exposición a bolsa puede sacudir el efecto riqueza si el S&P 500 no cumple
  • La OCDE ya advierte de este posible peligro 


Ríos de tinta han corrido sobre los peligros de la IA en un contexto donde crece el vértigo por la elevada inversión que está realizando el mundo para no quedarse atrás en la carrera tecnológica. Enormes inversiones en centros de datos, energía que lo sostenga, software, chips, capacidad de computación… el nuevo mundo se está llevando todo. Las grandes empresas tecnológicas, sentadas sobre una montaña de liquidez, ya la están quemando y apostando por deuda para financiarse. En ese sentido, los expertos advierten de un gran riesgo que podría estallar en 2026. El crecimiento económico ya está totalmente atado a la IA y un cambio en las valoraciones de estos proyectos podría llevar al mundo a una profunda recesión liderada por Estados Unidos.

David Souccar, director de inversiones, gestor de carteras, analista de investigación sénior en Quality Growth (boutique de Vontobel) comenta en sus previsiones para el próximo año que esta interrelación se ha convertido en el gran peligro que acecha a la economía el año que viene. "Hasta ahora la inversión en IA se ha financiado con flujos de caja corporativos y capital riesgo… pero la deuda ha comenzado a ganar protagonismo y, con todo cada vez más concentrado en unas pocas empresas, una corrección significativa podría propagarse hacia el resto de la economía sin que caigan proyectos IA o haya despidos, solo por el efecto riqueza negativo derivado de la caída del precio de los activos, como pasó en la burbuja de las puntocom".

El experto pone como ejemplo cómo la inversión en IA se ha convertido en el motor del PIB estadounidense. Según los cálculos de gasto de capital relacionado con tecnología (CAPEX) anticipan que la IA para este año ya representará más de un 50% del crecimiento del PIB de EEUU. "Esto implica que la misma fuerza que ha impulsado los mercados al alza podría convertirse en un lastre si las expectativas de inversión se ajustan. De este modo, la IA se ha transformado tanto en un viento de cola como en una posible vulnerabilidad de las perspectivas macroeconómicas de 2026". Concretamente, creen que una caída de la IA "podría provocar una corrección brusca en los mercados de renta variable, erosionar la confianza del consumidor y, potencialmente, llevar a la economía global a una recesión".

El golpe al efecto riqueza

Hasta ahora la IA ha sido uno de los motores ocultos que explican la salud del consumo en EEUU. Según Vontobel, ha habido un gasto del consumidor muy desigual escondido bajo las buenas sensaciones y los constantes vítores de fortaleza. "Aproximadamente la mitad del gasto de los consumidores está impulsado por el 10% de los mayores ingresos, hogares que tienen en su mayor parte activos financieros. Según la Fed, el quintil superior de ingresos posee el 87% de las acciones y participaciones en fondos de inversión". Además, según datos de la Fed, la renta variable supone un 21% de la riqueza del país.

Esto ha derivado en una doble realidad que muchos economistas han definido como "economía en forma de K". Los hogares con mayores ingresos han visto cómo la fiebre de la IA disparaba sus activos generando una libertad absoluta para gastar más en viajes, lujo y servicios de todo tipo. Por su parte, los hogares de renta media y baja "afrontan una presión persistente ya que el crecimiento salarial se ha quedado por debajo de la inflación".

El salario promedio en EEUU ha visto cómo los ingresos subían solo 0,9% interanual el último mes, según el último informe de la Oficina de Estadísticas Laborales. Se trata del ritmo más bajo desde mediados de 2024 y ha provocado una señal de alerta entre grandes almacenes, empresas de bricolaje, ocio y hostelería que han advertido de problemas en sus resultados. Sin embargo, mientras estas alertas suenan, los datos generales muestran un consumo fuerte.

Ahora bien, si las familias más acomodadas se encuentran con que la IA tiene un cambio en sus valoraciones y hay una caída en los mercados, esa 'recuperación en forma de K' se romperá y el sentido ya será único. El gran bastión de la economía de EEUU quedaría fuertemente debilitado, mientras que esa gran inversión que alcanza el 50% del PIB de EEUU quedaría en entredicho. Un golpe letal que solo puede saldarse con una recesión.

La crisis de la IA y una posible recesión

Este no es el escenario central, que anticipa que la IA siga manteniendo el rumbo, pero es algo que está sobre la mesa. "Si las empresas de inteligencia artificial (IA) no logran generar flujos de caja sólidos o si los inversores pierden la paciencia ante elevados gastos de capital y una limitada visibilidad de la rentabilidad, consideramos que el ecosistema podría enfrentar desafíos significativos", comenta Vontobel. "Al igual que en la era de las puntocom, la dinámica circular de financiación dentro de la IA puede crear un círculo virtuoso en épocas de crecimiento, pero corre el riesgo de convertirse en un círculo vicioso durante las recesiones, lo que pone de manifiesto la vulnerabilidad de este tipo de estructuras".

El riesgo está claro si se observa la situación de OpenAI, el padre de ChatGPT. La empresa habría comprometido 1,4 billones para gastos en centros de datos para los próximos 8 años y solo recibirá 20.000 millones a finales de 2026. Todo el éxito de esta operación de financiación externa se basa en que se produzca ese círculo virtuoso de ingresos. OpenAI llegará a un punto máximo de flujo de caja libre quemado de 50000 millones de euros antes de alcanzar ese punto de equilibrio con el que sueñan en 2029.

Los riesgos están ahí. Un estudio realizado por el MIT este verano reveló que el 95% de los proyectos relacionados con la inteligencia artificial no lograron generar ahorros de costes significativos ni mejoras en la rentabilidad. Un estudio más reciente de McKinsey determinó que más del 60% de las organizaciones aún se encuentran en fases experimentales o piloto en la adopción de inteligencia artificial.

"La operativa en IA sigue siendo tanto de alto vuelo como vulnerable a cualquier cambio material en la narrativa"

The Information publicaba ayer que Microsoft está reduciendo sus perspectivas internas de ventas relacionadas con productos IA ante una demanda menor de la que esperaban. En ese sentido, aunque las perspectivas siguen siendo positivas y PwC calcula que la IA sumará 15 puntos porcentuales al PIB global para 2035, tampoco se pueden desestimar los riesgos.

Barclays publicaba en su último informe que la inversión en IA es "espumosa" y que "si el gasto en capital flaquea (las grandes inversiones) las valoraciones están realmente expuestas". Según los cálculos del banco británico, solo los centros de datos han contribuido a la economía de EEUU con un punto porcentual en el PIB en el primer semestre. Teniendo en cuenta que el crecimiento del 1,4% en ese periodo, este habría sido uno de los grandes pilares. La firma advierte de que una desaceleración en este gasto en infraestructura, sea cual sea el motivo, "puede agravar la situación y generar una recesión". La firma concluía que "La operativa en IA sigue siendo tanto de alto vuelo como vulnerable a cualquier cambio material en la narrativa", dijo Barclays.

Ya a nivel global, Gita Gopinath, profesora de Harvard y execonomista jefe del FMI comentaba que si hay un estallido bursátil se podrían borrar 20 billones de dólares de riqueza potencial. Algo que llevaría a una crisis con una caída del 3,5% en el PIB global. La misma OCDE ha hablado del tema en un reciente informe en el que advierten que "puede ser un riesgo clave para la economía". Según las previsiones de la institución EEUU crecerá un 2% este año y un 1,7% el siguiente, pero el gran peligro son "unos retornos esperados a la inversión neta en IA" que podrían "verse amplificados por las elevadas valoraciones de los activos y ventas forzadas por parte de intermediarios financieros".


https://www.eleconomista.es/economia/noticias/13676566/12/25/el-mundo-se-ha-atado-a-la-ia-y-esta-amenaza-con-desatar-una-potente-recesion-si-no-alcanza-las-expectativas.html

sábado, 6 de diciembre de 2025

El grave riesgo financiero de confiscar los activos rusos congelados

 

La emblemática muralla del Kremlin de la Plaza Roja y la Catedral de San Basilio. iStock


  • Se estudia un préstamo de 140.000 millones  a Ucrania garantizado con los activos rusos, una medida que el BCE rechaza
  • Moscú contraatacaría nacionalizando 200.000 millones de empresas europeas como Auchan, Bayer o Raiffeisen Bank
  • La medida socava la confianza en los bonos de la UE y EEUU como activo refugio para los países del Sur Global


Hay noticias que, pese a aparecer en los medios de comunicación, no reflejan los elevados riesgos que suponen para los mercados financieros y para la economía en general. Un caso claro actual es la intención de la UE de utilizar los activos congelados rusos en Europa como garantía de préstamos que otorgue la UE a Ucrania.

Como represalia por la invasión rusa de Ucrania, tanto Estados Unidos como la UE decidieron congelar los activos financieros del Banco Central de Rusia depositados en Estados Unidos y en la UE. Así, se inmovilizaron en la UE 211.000 millones de euros propiedad del Banco Central de Rusia, además de 58.000 millones de activos de titularidad privada de personas y entidades rusas.

La mayor parte de estos fondos, unos 191.000 millones de euros, son bonos que se encuentran depositados y retenidos en la central de depósitos de valores Euroclear, con sede en Bélgica.

Hasta ahora, estos bienes han sido congelados y retenidos, pero no confiscados. Siguen siendo titularidad del Banco Central de Rusia. Aun así, la UE ha legislado para poder utilizar los rendimientos que generan estos activos inmovilizados para pagar ayudas a Ucrania. Cuando vencen los bonos congelados propiedad del Banco Central de Rusia, el propio Euroclear reinvierte el importe resultante en nuevos bonos. Los rendimientos que generan estos bonos se destinan a pagar las ayudas a Ucrania, sin considerar que dichos rendimientos pertenezcan a Rusia.

De momento, se han realizado cuatro transferencias a Ucrania por un importe conjunto de algo más de 9.000 millones de euros, procedentes de los rendimientos de los activos congelados en la UE. El objetivo de la UE es transferir a Ucrania entre 15.000 y 20.000 millones de euros hasta 2027, procedentes de los rendimientos generados por los activos soberanos rusos congelados.

Aunque hasta ahora no se han confiscado los activos inmovilizados, sí que se han utilizado los rendimientos que dichos activos han generado.

Ahora se quiere ir un paso más allá y otorgar un préstamo a Ucrania por importe de 140.000 millones de euros utilizando como garantía los activos del Banco Central de Rusia congelados o retenidos en Euroclear. La intención de este "préstamo de reparaciones" es que Ucrania no empiece a devolver el dinero del préstamo hasta que Rusia no pague las eventuales reparaciones de guerra, sirviendo los activos congelados como garantía.

Terremoto en los mercados financieros internacionales

Rusia ha avisado sobre las consecuencias de la utilización de sus reservas congeladas y las represalias que tomaría sobre los activos europeos en territorio ruso. Son centenares las empresas europeas que siguen operando en Rusia. Se

estima que los activos de las empresas occidentales, europeas y estadounidenses, en Rusia ascienden a unos 200.000 millones de euros (de acuerdo con fuentes rusas). Rusia ya dispone de un plan para nacionalizar y vender activos de empresas europeas en el caso de que la UE acabe utilizando los activos rusos ahora congelados. Un movimiento de este tipo provocaría un verdadero terremoto en los mercados financieros internacionales.

Desde la invasión rusa de Ucrania las pérdidas declaradas por empresas europeas que han devaluado o vendido a precios de derribo sus activos en Rusia superan los 90.000 millones de euros. Aun así, son numerosas las empresas europeas que siguen teniendo actividad y activos en Rusia. Algunas de las empresas que se verían eventualmente afectadas son Auchan, Metro AG, Bayer, Raiffeisen Bank, TotalEnergies, Engie o Pirelli, entre otras.

La ilegalidad de la invasión rusa de Ucrania es manifiesta. La confiscación de los activos rusos a través de la utilización de los mismos como garantía de préstamos a Ucrania plantea serias dudas sobre la legalidad conforme al derecho internacional.

La congelación de los activos del Banco Central de Rusia por parte de Estados Unidos y la UE lanzó un mensaje no deseado a todos los países del Sur Global: los bonos del Tesoro de Estados Unidos y de los distintos estados de la UE no son activos seguros.

La utilización de estos activos, si se acabara aprobando el préstamo a Ucrania por 140.000 millones con la garantía de los activos rusos congelados, sería una pésima señal que incentivaría todavía más el alejamiento de los países del Sur Global de las posiciones en bonos de los estados de la UE y de los Estados Unidos.

El riesgo para los mercados financieros y para la economía europea de este crédito no se está calibrando adecuadamente. De momento el BCE se opone a esta operación al no estar dispuesto a ser el garante último del préstamo.


Madridicon-related 
https://www.eleconomista.es/mercados-cotizaciones/noticias/13676739/12/25/el-grave-riesgo-financiero-de-confiscar-los-activos-rusos-congelados.html

viernes, 5 de diciembre de 2025

El iPhone, un símbolo para entender la guerra silenciosa de nuestra era



Foto: Reuters.


Es cierto que tiene bandera estadounidense, pero su existencia se debe a una milagrosa cadena global convertida en objeto protagonista de la geopolítica



En enero de 2007, Apple presentó un dispositivo que marcaría un antes y un después en la historia de la tecnología: el iPhone, que se pondría a la venta en junio de ese año. En apariencia, era "solo" un teléfono móvil con pantalla táctil. En realidad, era el primer representante de una nueva categoría de producto: el smartphone moderno. Su impacto fue tan profundo que, en pocos años, transformó nuestra forma de comunicarnos, de trabajar, de consumir información y de interactuar con el mundo.

Hoy, casi dos décadas después, el iPhone no está solo. Dispositivos como el Samsung Galaxy, el Xiaomi Redmi Note, el Google Pixel y otros competidores han contribuido a democratizar y multiplicar esta revolución tecnológica. Todos comparten una característica esencial: son objetos que integran decenas de tecnologías punteras en un espacio mínimo, con un nivel de sofisticación que supera al de muchos ordenadores de hace apenas una década. Sin embargo, detrás del icono cultural y del diseño impecable, se esconde una realidad industrial mucho menos visible: ningún fabricante —ni siquiera una empresa con el músculo financiero y la capacidad de innovación de Apple— puede fabricar por sí sola todos los componentes que hacen posible estos dispositivos.

En el corazón de cada smartphone late una cadena de suministro global de semiconductores, tejida a lo largo de décadas y distribuida por todo el mundo. La historia del iPhone es, en realidad, la historia de una colaboración planetaria: diseñadores de chips estadounidenses, fábricas en Taiwán y Corea del Sur, ensambladores en China, empresas japonesas que aportan sensores y materiales ultra puros, europeas que fabrican maquinaria de litografía de Ultra Violeta Extremo…todo un ecosistema sin el cual sería imposible encender ese rectángulo de vidrio que llevamos en el bolsillo.

Aunque el iPhone es el producto más representativo de Apple, la compañía no fabrica ninguno de los chips que lo hacen funcionar. Desde la primera versión, ha dependido de una red de proveedores altamente especializados. En cada nueva generación, esta red se ha vuelto más sofisticada. Ahora Apple diseña los procesadores que llevan sus dispositivos, pero encarga su fabricación a terceros, en particular a TSMC (Taiwan Semiconductor Manufacturing Company), líder mundial en chips de vanguardia. TSMC produce para los estadounidenses los chips basados en los nodos tecnológicos más avanzados (5 nm e inferiores), a menudo con procesos que ninguna otra empresa fuera de Taiwán puede igualar en escala y rendimiento. Además de TSMC, participan decenas de empresas que suministran: módulos de memoria (por ejemplo, SK Hynix, Samsung o Micron); módems y chips de comunicación (Qualcomm), sensores de imagen (Sony), circuitos de gestión de energía, controladores táctiles, antenas, y un largo etcétera. Este entramado queda perfectamente ilustrado en las listas de proveedores oficiales: cuando se fabrica un producto tan complejo, ni siquiera el gigante de Cupertino puede hacerlo todo. La fuerza de Apple reside en su capacidad de orquestar esa cadena con precisión quirúrgica, más que en fabricar directamente.


Un laberinto global y muy repartido

La cadena de suministro de semiconductores que hace posible un iPhone refleja la geografía industrial de la microelectrónica, cuyo control es también uno de los grandes objetivos geopolíticos del momento. Cada región ha desarrollado, a lo largo de décadas, una especialización que la hace insustituible en una parte concreta del proceso. No se trata de casualidad, sino de una combinación de políticas industriales, inversión sostenida, ecosistemas locales y economías de escala.

EEUU es líder mundial en el diseño de dispositivos electrónicos. Las empresas estadounidenses de electrónica de consumo, tecnologías de la información, automoción e industria producen el 35 % de los semiconductores que se utilizan en el mundo, especialmente en segmentos de alto valor añadido como: chips para centros de datos, procesadores para PC y servidores, diseño de arquitecturas de CPU y GPU (Apple, NVIDIA, AMD, Qualcomm, etc.). El know-how en diseño es la piedra angular del dominio estadounidense. Sin embargo, muy poca de esta producción se fabrica dentro de su territorio: los chips viajan a Asia para materializarse en silicio.

El taller del mundo electrónico está en la otra punta del mundo. La región que agrupa a la República Popular China, Taiwán y Corea del Sur constituye el principal centro de fabricación de dispositivos electrónicos del planeta. Entre los fabricantes integrados (Samsung, SK Hynix) y los foundries puros (TSMC, UMC, SMIC), concentran más del 60 % de la producción mundial de electrónica de consumo, teléfonos móviles y PC. Taiwán es el epicentro de la fabricación de chips de vanguardia. TSMC no solo fabrica para Apple: también lo hace para NVIDIA, AMD y cientos de empresas fabless. Corea del Sur, con Samsung y SK Hynix, es líder mundial en memorias DRAM y NAND, esenciales para almacenar datos en cualquier dispositivo. Por último, China continental ha crecido como plataforma de ensamblaje final y, cada vez más, como actor en procesos intermedios (encapsulado, prueba, y litografía de nodos maduros), además de ser el mayor mercado de electrónica de consumo. Sin esta región, literalmente, no se podría fabricar ningún iPhone.

¿Y qué ocurre con Europa o Japón? Europa no lidera el diseño de chips de consumo ni su fabricación en nodos avanzados, pero es esencial en ciertos sectores específicos como la electrónica para automoción (Bosch, Infineon, STMicroelectronics) o la automatización industrial. Sin embargo, su papel es clave en lo que se refiere a equipos y materiales para fábricas de semiconductores, gracias a ASML es el único proveedor mundial de máquinas de litografía EUV, las únicas máquinas capaces de crear los chips más avanzados. Por su parte, Japón mantiene una posición digna y fuerte en los sensores de imagen, electrónica de consumo, materiales químicos de ultra alta pureza y equipos de precisión para fabricación. La fortaleza europea y japonesa reside en su especialización tecnológica y en su fiabilidad como proveedores. Sin los equipos de ASML o los sensores de Sony, tampoco habría iPhone.





Esta distribución global tiene enormes ventajas: permite optimizar cada etapa en la región más competitiva, aprovechar ecosistemas industriales maduros y reducir costes. Pero también genera vulnerabilidades. La pandemia de 2020, las tensiones comerciales EE. UU.–China y las crisis geopolíticas recientes han puesto de relieve hasta qué punto el ecosistema global de la industria de los semiconductores es frágil. Un problema en las fábricas taiwanesas puede paralizar toda la producción mundial de smartphones. Las restricciones de exportación de EE. UU. a China afectan directamente a fabricantes que usan tecnología estadounidense en cualquier parte del mundo.

Las disrupciones logísticas (fletes marítimos, cierres de puertos) se traducen en retrasos y escasez. En otras palabras: el iPhone es un producto tan global como interdependiente. Cada vez que encendemos uno, estamos utilizando el fruto de una red industrial planetaria, cuya continuidad depende de equilibrios económicos, tecnológicos y geopolíticos delicados.


Una lección para el futuro tecnológico

La historia del iPhone ilustra un fenómeno más amplio: ninguna tecnología compleja es realmente "nacional". Los chips, las baterías, las pantallas OLED o los sensores no surgen en el vacío: son el resultado de décadas de innovación distribuida, cooperación empresarial y políticas públicas.

Hoy, muchos países están intentando relocalizar parte de la producción de semiconductores —Estados Unidos con la CHIPS Act, Europa con la European Chips Act—, pero reconstruir en pocos años lo que tardó décadas en formarse no es tarea sencilla. El valor no reside únicamente en tener fábricas, sino en construir ecosistemas completos: desde el diseño hasta la maquinaria, pasando por los materiales y la logística.







El iPhone, y por extensión cualquier smartphone moderno, es la prueba tangible de esa interdependencia. Y, a la vez, un recordatorio de lo vulnerable que puede ser un sistema tan extendido. El iPhone es mucho más que un icono tecnológico: es la manifestación visible de una cadena de valor global, altamente sofisticada y profundamente interdependiente. Ninguna región, empresa o gobierno puede replicar por sí sola todos los eslabones que lo hacen posible. Entender esta red invisible es esencial para comprender los desafíos industriales y geopolíticos de nuestro tiempo. Cada smartphone es, en última instancia, un producto planetario.