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miércoles, 18 de junio de 2025
El problema de los drones que nadie esperaba: kilómetros de cables basura inundan el frente
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Los amigos imaginarios de Mark Zuckerberg. Hipercapitalismo emocional y el millonario negocio de la soledad
“La gente se siente sola, quiere más amigos, y nosotros podemos ayudar”.
Mark Zuckerberg, CEO de Meta, en el podcast de Dwarkesh Patel
No es una parodia, aunque ojalá lo fuera. El creador de Facebook —la red que desmanteló la intimidad, transformó la amistad en métrica y convirtió la validación en mercancía bajo la apariencia amable de “conectar al mundo”— dice ahora estar preocupado por nuestra falta de conexión.
Su diagnóstico, compartido en una entrevista reciente, suena tan calculado como revelador: la gente tiene menos amigos de los que querría, así que hay espacio para ofrecer compañía. No propuso una política pública ni una transformación social. Propuso, implícitamente (o más bien con toda claridad), un nuevo mercado.
Zuckerberg no estaba presentando ningún producto en ese momento, pero la lógica ya está en marcha: si hay una demanda emocional insatisfecha, ¿por qué no escalarla? Como si la amistad fuera un hueco en el mercado. Como si la soledad fuera una necesidad a explotar.
De red social a red sintética
Meta, como otras tecnológicas, ya no se presenta como una plataforma, sino como un proveedor de afecto. Su nueva familia de productos de inteligencia artificial compite con ChatGPT y Claude no solo en capacidades, sino en calor humano simulado. La IA ya no solo contesta correos: te escucha, te acompaña, te responde como si le importaras. Se disfraza de vínculo.
Pero esta no es la respuesta a la soledad. Es su explotación.
Hace más de dos décadas, el politólogo Robert Putnam alertó en Bowling Alone (2000) del colapso del capital social en EE.UU. Observó cómo la participación en asociaciones, clubes vecinales o ligas deportivas caía en picado, mientras aumentaba el aislamiento individual. ¿Su metáfora? Millones de estadounidenses seguían jugando a los bolos, pero ya no lo hacían en grupo. El problema, según Putnam, no era solo la pérdida de comunidad, sino la pérdida de sentido compartido.
Hoy, esa soledad ya no es sólo una tendencia: es un modelo de negocio.
El capital emocional: monetizar el vacío
No es nuevo: el capitalismo lleva siglos convirtiendo carencias humanas en mercancías. Primero fue el cuerpo, luego el tiempo, ahora los vínculos. Y mucho antes de que Zuckerberg hablara de “más amigos”, ya habíamos empezado a pagar por conectar con otros. Las dating apps normalizaron la idea de que hay que pagar por tener una oportunidad de encuentro. Los boosts, superlikes y algoritmos de visibilidad nos entrenaron en la lógica de que incluso el deseo romántico puede tener un precio.
Pero lo que se viene es otra liga, y es casi tan chunga como nuestro amigo Rubiales. Las aplicaciones de citas, al menos, todavía necesitan del otro. Suponen una interacción humana, con toda su complejidad, reciprocidad e incertidumbre. La IA elimina incluso eso. Te vende una relación sin fricción, sin riesgo, sin desgaste. Un acompañamiento sin cuerpo ni conflicto. Una amistad como servicio.
En esta nueva economía del afecto artificial, lo que se transacciona no es información ni entretenimiento, sino compañía emocional simulada. La IA no te responde mejor: te responde sin exigir nada a cambio. No te contradice, no se cansa, no te abandona. Es una amistad sin política. Y por tanto, sin humanidad.
Putnam advirtió que sin capital social —es decir, sin redes reales de confianza, cooperación y pertenencia— la democracia se debilitaba. Pero las grandes tecnológicas, en lugar de reconstruir esos lazos, los digitalizaron hasta vaciarlos de contenido. Lo que antes se tejía en bares o plazas, hoy se simula en plataformas que optimizan la interacción, pero desactivan el encuentro.
Los estudios lo confirman: la soledad se ha disparado en las últimas décadas, especialmente entre jóvenes y mayores. En España, una de cada nueve personas vive sola, y el 28% de los hogares son unipersonales. En Estados Unidos, uno de cada cinco adultos en Estados Unidos se siente solo a diario. Pero frente a este problema colectivo, las respuestas que nos ofrecen son siempre individuales: aplicaciones, asistentes, suscripciones. Como si el aislamiento fuera una disfunción personal y no el resultado de una arquitectura social que prioriza la rentabilidad sobre el cuidado.
Zuckerberg habla de “quitar el estigma” de hablar con IAs como si fueran amigos. Pero el estigma no es hablar con una máquina. El verdadero estigma es que hayamos llegado a considerar normal que nadie tenga tiempo para escucharnos.
¿Queremos vivir en un mundo donde tus relaciones más constantes estén mediadas por una suscripción? ¿Donde la compañía emocional dependa del último update de una app?
Porque no nos engañemos: detrás de esta retórica amable hay un modelo de negocio. Hoy es un chatbot gratuito. Mañana será una versión premium que recuerda tus problemas, que te envía mensajes personalizados, que te simula afecto con más realismo que tu propia madre. ¿El paso siguiente? Bots entrenados con las voces de personas fallecidas. Copias emocionales. Amistades eternas como servicio.
Lo llaman innovación. Pero es la colonización final del yo.
Cuando la simulación mata: la tragedia de los vínculos artificiales
La promesa de las IAs conversacionales como compañía emocional no solo es una distopía simbólica: ya ha tenido consecuencias letales. En febrero de 2024, Sewell Setzer, un adolescente de 14 años de Florida, se suicidó tras desarrollar una relación emocional con un chatbot de la plataforma Character.AI, basado en el personaje de Daenerys Targaryen. El joven interpretó un mensaje del bot como una incitación al suicidio y se quitó la vida. Su madre ha demandado a la empresa por negligencia y por no proteger adecuadamente a los usuarios menores de edad.
Este no es un caso aislado. En 2017, Molly Russell, una adolescente británica de 14 años, se suicidó tras exponerse durante meses a contenido sobre autolesiones y suicidio en plataformas como Instagram y Pinterest. Un juez británico concluyó que los algoritmos de estas redes sociales contribuyeron significativamente a su muerte.
Estos casos evidencian cómo la falta de regulación y la priorización del engagement sobre la seguridad pueden tener consecuencias trágicas, especialmente entre los jóvenes más vulnerables.
Pero incluso cuando no mata, la soledad digitalizada deja huella, sombra, historial. Cada conversación con un bot, cada interacción emocional simulada, cada momento de vulnerabilidad compartido con una IA genera datos. Datos que no se quedan en el vacío: se almacenan, se cruzan, se monetizan. La extrema soledad se está convirtiendo en una fuente masiva de entrenamiento para algoritmos que aprenden no solo cómo consolarnos, sino cómo vendernos más vulnerabilidad disfrazada de compañía.
En unos años, las grandes plataformas tecnológicas no solo sabrán cuánto dinero gastamos o qué series nos gustan. Sabrán cuánto afecto necesitamos, cuándo estamos más solos, qué palabras usamos cuando queremos llorar y qué tipo de consuelo aceptamos sin rechistar. Y eso no es solo preocupante a nivel ético. Es peligroso a nivel político. Democrático.
Porque una sociedad con millones de individuos emocionalmente fragmentados, dependientes de vínculos simulados, es una sociedad más gobernable, más manipulable y menos capaz de movilizarse colectivamente. Si Bowling Alone ya advertía de las consecuencias democráticas de perder espacios comunitarios reales, la versión 2.0 implica algo peor: una arquitectura digital diseñada para mantenernos acompañados… pero solos. Sin capacidad de construir lo común. Sin comunidad. Sin nosotros.
Contra la intimidad precocinada
Putnam defendía que la fortaleza de una democracia no reside solo en sus instituciones, sino en la calidad de sus lazos sociales. Esos lazos hoy están siendo sustituidos por simulacros que no exigen compromiso, ni presencia, ni responsabilidad. Y eso, por muy cómodo que suene, no es vínculo: es consumo.
Lo más perverso del capitalismo emocional no es que nos venda compañía, sino que nos convenza de que no podemos aspirar a otra cosa. Que el afecto real es demasiado exigente. Que el conflicto humano es ineficiente. Que lo orgánico es obsoleto.
Y sin embargo, la experiencia del vínculo auténtico —esa que no se puede automatizar, que a veces incomoda, que siempre interpela— sigue siendo nuestro último reducto de humanidad. No porque sea perfecta, sino porque es impredecible. Porque en una época de optimización emocional, el error es un acto de resistencia.
Pero también necesitamos algo más urgente: frenar a los hombres blancos multimillonarios que diseñan nuestro futuro como si fuera un videojuego con final distópico. No es solo que se equivoquen; es que su visión del mundo nos deshumaniza.
Y mientras tanto, también toca reaprender a convivir en lo no programado. Apostar por ciudades que inviten al encuentro, por escuelas que cultiven lo común, por espacios de ocio no vigilados por métricas ni optimizados para el rendimiento. Zuckerberg podrá lanzar mil ideas, pero ninguna podrá replicar lo que destruyó: la experiencia de ser escuchado sin ser monetizado, de construir un “nosotros” sin retorno financiero.
Lo verdaderamente revolucionario, en 2025, no es una IA que te hable con voz cálida. Es una sociedad que se atreva a reconstruir los vínculos que los magnates del algoritmo convirtieron en datos. Y eso, por mucho que digan, no cabe en una app. Pero no nos hagamos ilusiones. Estamos a años luz de cualquier transformación que nos devuelva una vida mínimamente auténtica. Seguimos invirtiendo en simulaciones mientras abandonamos lo común. Tal vez los bots acaben sustituyéndonos por completo. Y quizá —siendo honestas— nos lo habremos ganado.
Elsa Arnaizhttps://retinatendencias.com/analisis/los-amigos-imaginarios-de-mark-zuckerberg-hipercapitalismo-emocional-y-el-millonario-negocio-de-la-soledad/
Qué son las baterías de sal y por qué China las está usando para reemplazar a las de litio

China, líder en la producción de baterías de litio, ahora está liderando la fabricación de baterías de sal (iones de sodio).
Getty Images
Decenas de deslumbrantes ciclomotores eléctricos están alineados afuera de un centro comercial en la ciudad de Hangzhou, en el este de China, atrayendo a los transeúntes a probarlos.
Pero estos scooters tipo Vespa, que se venden por entre US$400 y US$660 no funcionan con las tradicionales baterías de plomo-ácido o iones de litio, comúnmente utilizadas en los vehículos eléctricos de dos ruedas.
En cambio, sus baterías están hechas de sodio, un elemento abundante que se puede extraer de la sal marina.
Junto a los scooters se encuentran varios puntos de carga rápida que pueden recargar las baterías de los vehículos del 0% al 80% en 15 minutos, según Yadea, el principal fabricante chino de vehículos de dos ruedas.
También hay una estación de intercambio de baterías, que permite a los usuarios cambiar sus baterías gastadas por otras nuevas con solo escanear un código QR.
Yadea es una de las muchas empresas en China que intentan construir una ventaja competitiva en tecnologías de baterías alternativas, una tendencia que muestra cuán rápido se está desarrollando la industria de tecnología limpia del país.
Mientras el resto del mundo intenta cerrar la brecha con China en la carrera por producir baterías de iones de litio baratas, seguras y eficientes, las empresas chinas ya han tomado una ventaja hacia la producción en masa de baterías de iones de sodio, una alternativa que podría ayudar a la industria a reducir su dependencia de minerales crudos clave.
A base de sal
Los fabricantes de automóviles chinos fueron los primeros del mundo en lanzar coches propulsados por sodio. Sin embargo, el impacto de estos "microautos" -diminutos y de corta autonomía— ha sido escaso hasta la fecha.
Sus ventas sólo representan una pequeña cantidad de las decenas de millones de vehículos eléctricos vendidos en 2024 en China.
Y es que una gran desventaja de las baterías de iones de sodio es su baja densidad energética: un estudio de 2020 reveló que es al menos un 30% menor que la de sus homólogas de litio.
Esto significa que los autos que las utilizan no suelen recorrer grandes distancias con una sola carga, afirma Phate Zhang, fundador de CnEVPost, el medio de noticias sobre vehículos eléctricos con sede en Shanghái. "Y la autonomía es un factor decisivo a la hora de comprar un vehículo eléctrico".

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Las baterías de iones de sodio aún no han alcanzado una producción en masa y actualmente "no pueden competir con las baterías de iones de litio en precio o rendimiento" en vehículos de cuatro ruedas, lo que dificulta su uso a gran escala en los próximos dos o tres años, dice Chen Shan, analista de mercados de baterías con sede en Shanghái en la consultora noruega Rystad Energy.
No obstante, en abril de 2025, el mayor fabricante de baterías del mundo, CATL de China, anunció su plan de producir en masa baterías de iones de sodio para camiones y automóviles pesados este año bajo una nueva marca: Naxtra.
Los operadores de la red eléctrica china también han comenzado a construir centrales de almacenamiento de energía con baterías de iones de sodio para facilitar la absorción de energías renovables.
Este es un área considerada por muchos investigadores consultados por la BBC como el principal campo de juego para esta tecnología emergente.
La estrategia multifacética de las empresas chinas para impulsar las baterías de iones de sodio las colocará en una posición de liderazgo en la competencia mundial, afirma Cory Combs, investigador de minerales críticos y cadenas de suministro en la consultora Trivium China, con sede en Pekín.
Sin embargo, Combs añadió que aún está por verse si estas baterías despegarán.
Motocicletas
Un segmento que está apostando fuerte por las baterías de iones de sodio es el de los vehículos de dos ruedas, un mercado en rápido crecimiento y altamente competitivo en China.
"Los vehículos de dos ruedas suelen recorrer distancias más cortas y a velocidades más bajas [que los automóviles], lo que los hace menos exigentes en términos de densidad energética y potencia de salida", afirma Chen Xi, quien investiga materiales y dispositivos de almacenamiento de energía en la Universidad Xi'an-Jiaotong de Liverpool (China).
Para los vehículos de dos ruedas, los principales rivales de las baterías de iones de sodio son las de plomo-ácido, cuya densidad energética y ciclos de recarga son aún menores. Su única ventaja es que son más económicas que las baterías de sodio y de iones de litio actuales, afirma Xi.
Sodio vs litio

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Las baterías de iones de sodio y de iones de litio tienen estructuras similares. La principal diferencia radica en los iones que utilizan: las partículas que se desplazan entre los polos positivo y negativo de la batería para almacenar y liberar energía.
El sodio está ampliamente disperso en el mar y la corteza terrestre, lo que lo hace aproximadamente 400 veces más abundante que el litio.
Por lo tanto, las celdas de iones de sodio son más accesibles y potencialmente más económicas para producirlas a gran escala. Además, podrían liberar a la industria de las baterías de los puntos de congestión en las cadenas de suministro actuales.
En la actualidad, el mineral de litio se extrae predominantemente en Australia, China y Chile, pero el procesamiento del mineral se concentra en China, que tiene casi el 60% de la capacidad mundial de refinamiento de litio.
Las baterías de iones de sodio no son una invención reciente. Su destino ha estado entrelazado con el de las baterías de iones de litio.
La investigación y el desarrollo de ambas celdas comenzaron hace aproximadamente medio siglo, con Japón a la cabeza del esfuerzo mundial. Sin embargo, tras el lanzamiento de la primera batería de iones de litio del mundo por parte de la empresa japonesa de electrónica Sony en 1991, su enorme éxito comercial provocó que el desarrollo de la tecnología de iones de sodio se detuviera en gran medida, hasta principios de esta década.
Para entonces, China se había convertido en la potencia dominante en el mercado mundial de baterías gracias a años de impulso industrial por parte del gobierno.
El año 2021 marcó un punto de inflexión para las baterías de iones de sodio. Los precios globales del litio para baterías se dispararon, multiplicándose por más de cuatro en un año debido a la fuerte demanda de vehículos eléctricos (VE) y la pandemia de covid-19. Los fabricantes de baterías y VE comenzaron a buscar alternativas.
CATL lanzó su primera batería de iones de sodio en julio de ese año, y la iniciativa despertó un gran interés en la industria, afirma
Los precios del litio siguieron subiendo en 2022, lo que llevó a las empresas chinas más conscientes de los costes hacia el sodio, señala.
"La relativa abundancia de sodio y el interés de China en una cadena de suministro de baterías resiliente han sido un factor clave para impulsar las iniciativas de investigación y desarrollo", afirma Kate Logan, directora del Instituto de Políticas de la Sociedad Asiática en Washington D.C., especializada en políticas climáticas y de energía limpia de China.
En la época del aumento del precio del mineral, el país importaba aproximadamente el 80% del litio que refinaba, principalmente de Australia y Brasil.
Sin embargo, el precio del litio comenzó a desplomarse a finales de 2022 y hoy se encuentra en una fracción de su nivel máximo.

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Una de las razones es que importantes fabricantes chinos de baterías, como CATL y Gotion, han ampliado su capacidad de procesamiento de litio, afirma Zhang. China también ha intensificado sus esfuerzos para encontrar y desarrollar reservas nacionales de litio.
Como resultado de esto, el frenesí en torno al ion de sodio en los últimos dos años se ha calmado, señala Combs. "El litio ha recuperado con fuerza su liderazgo en China".
Más seguras
Sin embargo, para muchos existen otras buenas razones para optar por baterías de iones de sodio. Una de ellas es la seguridad.
En 2024, China se vio conmocionada por una ola de incendios de baterías, principalmente provocados por la autocombustión de baterías de iones de litio en vehículos de dos ruedas.
A nivel mundial, los riesgos de incendio en las centrales de almacenamiento de energía se han convertido en una preocupación. Un ejemplo reciente fue el incendio que se declaró en una importante planta de baterías en California, en enero de 2025.
Algunos expertos del sector creen que las baterías de iones de sodio son más seguras. Son menos propensas a sobrecalentarse y quemarse que las de iones de litio, ya que las características químicas del sodio son más estables, según algunos estudios.
Sin embargo, otros advierten que aún es prematuro afirmar su seguridad debido a la falta de investigaciones relevantes.
El frío también influye. La energía que una batería de iones de litio puede almacenar y su tiempo de recarga disminuyen a temperaturas bajo cero. Las baterías de iones de sodio se ven menos afectadas por las condiciones adversas.
También se espera que las baterías de iones de sodio tengan menos impacto ambiental que las de litio, que requieren metales pesados como el cobalto y el níquel para su fabricación, lo que puede afectar negativamente a los seres humanos y a la naturaleza.
Un estudio de 2024 concluyó que las baterías de iones de sodio pueden ayudar al mundo a evitar la minería excesiva y el posible agotamiento de materias primas críticas, pero su proceso de producción genera volúmenes similares de emisiones de gases de efecto invernadero que las de las células de iones de litio.
Ecologizar la red
Un mercado más grande para las baterías de iones de sodio podrían ser las centrales de almacenamiento de energía, que absorben la energía producida en un momento para poder usarla más tarde.
Al instalarse en ubicaciones fijas, desaparecen las desventajas del uso de baterías de iones de sodio en vehículos. "Se puede construir una planta de almacenamiento de energía un poco más grande. No se mueve. El peso de las baterías no importa", afirma Combs.

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Se prevé que el almacenamiento de energía se convierta en un mercado enorme y de rápido crecimiento a medida que países de todo el mundo buscan alcanzar sus objetivos climáticos.
La capacidad mundial de almacenamiento de energía a escala de red deberá multiplicarse por casi 35 entre 2022 y 2030 para alcanzar las cero emisiones netas en 2050, según la Agencia Internacional de la Energía (AIE).
"Este será un mercado muy importante en el futuro, especialmente a medida que las energías renovables se integren más en la red. Habrá una mayor necesidad de sistemas de almacenamiento para compensar la variabilidad en la generación de electricidad", afirma Ilaria Mazzocco, investigadora principal del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales, una organización sin fines de lucro con sede en Washington D.C.
El uso de baterías de iones de sodio en las centrales de almacenamiento de energía también significa que estas instalaciones no compiten con las compañías automotrices por las baterías, señala.
China, que ha experimentado un crecimiento vertiginoso de las centrales eólicas y solares, es líder mundial en el uso del almacenamiento de energía para impulsar las energías renovables.
Aproximadamente una quinta parte de la capacidad de todos los proyectos de almacenamiento de energía planificados por las empresas estatales chinas el año pasado utilizó tecnología de sodio, según el medio chino Beijixing, que analiza el sector energético.
Pero para que la producción en masa de las baterías de iones de sodio tenga éxito, la pregunta principal es si las empresas pueden hacerlas más baratas que las de iones de litio, según Zheng Jiayue, consultor de la firma de investigación y consultoría Wood Mackenzie, que se especializa en la cadena de suministro de almacenamiento de energía.
En la actualidad, el precio unitario de las baterías de iones de sodio para el almacenamiento de energía es aproximadamente un 60% más alto que el de las de iones de litio, pero se proyecta que la brecha se reducirá, informó China Central Television, citando un análisis de la China Energy Storage Alliance, una organización sin fines de lucro con sede en Pekín.
China liderará el avance
Algunos empresarios e investigadores creen que el sodio permitirá que otros países reduzcan su dependencia de las baterías de China.
Pero son las empresas chinas las que están preparadas para liderar la producción mundial si la tecnología se introduce masivamente en el mercado.

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La "mayor diferencia" entre las empresas de China y las de otros países es que las primeras pueden llevar la tecnología del laboratorio a la producción en masa mucho más rápido, dice Zheng.
Y debido a las similitudes entre los dos tipos de células, dice Logan, la infraestructura de fabricación existente para baterías de iones de litio se puede adaptar para producir baterías de iones de sodio, reduciendo el tiempo y el costo de comercialización en China.
En China se está construyendo una flota de grandes fábricas dedicadas a la producción de celdas de iones de sodio, algunas de las cuales ya están en funcionamiento.
La capacidad global planificada de baterías de iones de sodio superará los 500 GWh para 2033, y se proyecta que China representará más del 90% de esa cifra, dice Zheng, citando un análisis de Wood Mackenzie.
Fuera de China, Natron Energy en EE.UU. y Faradion en Reino Unido son pioneras. Sin embargo, las empresas extranjeras suelen tardar mucho más en construir sus líneas de producción y será difícil que sus capacidades compitan con las de China, afirma Zheng.
Solo en 2023, las empresas chinas gastaron en conjunto más de US$7.600 millones en la investigación y el desarrollo de baterías de iones de sodio, según Alicia García Herrero, economista e investigadora principal del centro de estudios Bruegel, con sede en Bruselas.
Esta cifra superó los US$4.500 millones recaudados hasta 2023 por todas las empresas emergentes estadounidenses que producen baterías sin litio, afirma.
Según Combs, el incentivo para las empresas chinas es simple: "No pierdan cuota de mercado, y los mercados futuros están incluidos".
Yadea ya está expandiendo sus operaciones en el Sudeste Asiático, Latinoamérica y África, donde las motocicletas eléctricas también son populares, afirmó Zhou Chao, vicepresidente de la empresa.
El objetivo de Yadea es claro: producir en masa baterías de iones de sodio y mejorar la infraestructura de carga de scooters, según Zhou, "para permitir que cientos de millones de personas disfruten de un transporte ecológico".
- Xiaoying You
- Título del autor,BBC Future