martes, 30 de diciembre de 2025

Muere a los 91 años Brigitte Bardot: la belleza más insolente del cine y protagonista de los sueños más atrevidos de varias generaciones

Brigitte Bardot



Brigitte Bardot ha muerto a los 91 años, y con ella desaparece una de las bellezas más revolucionarias de la historia contemporánea pero también una figura que encarnó muchas controversias de la cultura del siglo XX. La Fundación Bardot confirmó el fallecimiento este domingo 28 de diciembre con un comunicado breve, solemne. Se ha acabado una vida marcada por la fama, el escándalo, la libertad y la belleza. Durante los últimos meses, su estado de salud se había deteriorado; rumores insistentes hablaban de asistencia respiratoria, y en julio pasado sufrió un grave malestar que alarmó a sus seguidores. Pero más allá de los problemas físicos, una parte de su vida estuvo marcada por la intensidad de la exposición pública y por una capacidad única para generar fascinación y polémica al mismo tiempo.

Bardot encandiló al mundo con su sensualidad y su mirada, hasta tal punto que fue un símbolo cultural que trascendió el cine como pocas, quizás Marilyn Monroe. Bardot traspasó las pantallas e inundó la moda y la música. Su carrera cinematográfica, breve pero impactante, la convirtió en referente de una Francia liberada de ciertas normas sociales, y su defensa de los animales la transformó en una activista temida y respetada. Incluso cuando sus posturas políticas se volvieron polémicas, la imagen de Brigitte Bardot siguió siendo la de una mujer que no pedía permiso para existir, para vivir o para opinar.

Infancia y descubrimiento de una estrella

Nacida en París en 1934, Brigitte Bardot creció en un entorno burgués y profundamente católico. Su padre, Louis Bardot, era un industrial propietario de las fábricas Bardot, precursoras de Air Liquide, mientras que su madre, Anne-Marie Mucel, soñaba con convertirse en bailarina o actriz, sueños que proyectó en su hija. Desde pequeña, Brigitte recibió una educación estricta que enfatizaba el porte, la disciplina y la corrección: caminaba con la cabeza erguida y desarrolló un port de cabeza que sería más tarde una de sus señas de identidad, admirado por algunos y considerado arrogante por otros.

A los quince años, ingresó al conservatorio como aprendiz de bailarina. Su gracia natural le valió el apodo de "Bichette", y aunque destacó por su elegancia y delicadeza, la rigidez de la disciplina terminó por cansarla. Abandonó la danza pocos meses después, buscando un camino más libre. Sin embargo, la profecía que rondaba en la familia sobre su destino comenzó a materializarse. Según contaba su padre, una vidente había predicho que su nombre recorrería el mundo.

El azar y la conexión familiar jugaron un papel decisivo. La madre de Brigitte era amiga de Hélène Lazareff, fundadora de la revista Elle, quien decidió que la joven posara para la portada de la publicación el 8 de mayo de 1950. Marc Allégret, cineasta de renombre, quedó fascinado con la imagen y envió a su asistente, Roger Vadim, a localizar a la adolescente de dieciséis años. Vadim, entonces un 'dandy' de 22 años, cumplió su misión con diligencia y rápidamente entabló una relación sentimental con la joven modelo, a pesar de la oposición de sus padres. La tensión familiar llegó al extremo: el padre llegó a apuntar un revólver a Vadim por haber acompañado a Brigitte más allá de la medianoche. La joven, desesperada, intentó suicidarse, y fue solo semanas después que la familia descubrió que Vadim era hijo de un aristócrata ruso y, por lo tanto, un pretendiente respetable. El 21 de diciembre de 1952, Bardot se casó con Vadim, apenas dos meses después de alcanzar la mayoría de edad.

Roger Vadim

Primeros pasos en el cine

La carrera de Bardot comenzó modestamente. Su primer papel fue en Le Trou normand (1952), dirigida por Jean Boyer, donde interpretó a una joven sencilla y coqueta obsesionada con un campesino ingenuo interpretado por Bourvil. Posteriormente, la actriz encadenó pequeños papeles y apariciones, rodeándose de gigantes del cine de la época y aprendiendo el oficio con cada escena. Participó en Si Versailles m'était conté (1954), dirigida por Sacha Guitry, y viajó a Italia para rodar peplums como Hélène de Troie (1956), pero ninguno de estos trabajos dejó una huella indeleble.

El verdadero punto de inflexión llegó en 1956 con Et Dieu… créa la femme, dirigida por Roger Vadim, quien escribió el papel a medida de su esposa. La película narra la historia de una joven sensual y libre que atrae la atención de tres hombres, un reflejo exacto del carácter de Bardot. La escena en que baila al ritmo del mambo, desinhibida, escalando una mesa descalza, se convirtió en icónica. Bardot declaró entonces: "No juego, soy". La película no solo transformó su carrera, sino que consagró sus iniciales, BB, como símbolo de una belleza y un magnetismo capaces de eclipsar cualquier argumento cinematográfico.

Aunque en Francia el estreno inicial generó reservas críticas y la hostilidad de sectores conservadores, el impacto internacional fue inmediato. En el Reino Unido, Alemania y Estados Unidos, la prensa celebró a la joven actriz como un fenómeno cultural: The New York Times la calificó como "un fenómeno que hay que ver para creer", y Life la describió como "menos una chica que una actitud excitante". La crítica internacional reconoció en Bardot no solo una belleza física, sino un aire de liberación que anticipaba los cambios sociales que vendrían en las décadas siguientes.

Ascenso a la fama y consolidación del mito BB

El éxito de Et Dieu… créa la femme convirtió a Brigitte Bardot en un fenómeno internacional, pero también la transformó en blanco de controversias y debates sobre la moral, la sexualidad y el papel de la mujer en la sociedad. La película, calificada en Francia para mayores de 16 años, fue recibida con reservas iniciales por la crítica y el público conservador, mientras que fuera de Francia, especialmente en Alemania y Estados Unidos, se desató una verdadera histeria mediática. Miles de personas se agolparon frente a los cines; en algunos lugares se produjeron disturbios, y revistas como Life dedicaron largos reportajes a la nueva estrella: "Brigitte Bardot representa menos una mujer que una excitante actitud metafísica", escribió la publicación.

La joven actriz, apenas de 21 años, comenzaba a vivir la fama como una fuerza incontrolable. La imagen de BB no solo era su belleza, sino también su actitud: libre, directa, despreocupada y sensual, como si su sola presencia cuestionara las normas sociales de la época. Sin embargo, esta notoriedad también traía consecuencias inmediatas y casi inhumanas. Bardot, que había sido protegida en su infancia y adolescencia, ahora se veía atrapada por multitudes, fotógrafos y periodistas que la perseguían a donde fuera. Cada aparición pública se convertía en un espectáculo: la policía debía escoltarla incluso para salir a comprar una prenda en una mercería local; la multitud aplaudía y abucheaba a partes iguales, intentando tocarla o simplemente observarla.

El escándalo y la censura

El cuerpo de Brigitte Bardot se convirtió en el centro de un debate social que trascendía el cine. En 1958, durante la Exposición Universal de Bruselas, el pavillon de la Iglesia Católica presentó a la actriz como símbolo del mal, en contraposición con las imágenes de santidad y virtud. Su famosa escena final en Et Dieu… créa la femme, donde baila desinhibida y alborota a los hombres que la rodean, fue considerada escandalosa y una amenaza a la moral pública. El fenómeno BB no era solo un debate estético: cuestionaba las reglas de comportamiento de la mujer, la sexualidad y el deseo masculino. Bardot se convertía en un icono de libertad antes de que existiera un movimiento feminista formal que lo respaldara.

En 1957, Bardot protagonizó En cas de malheur junto a Jean Gabin. La relación cinematográfica con el veterano actor transformó la percepción de la joven actriz: ya no era una estrella emergente, sino un fenómeno consolidado. La presentación de la película en la Mostra de Venecia en 1958 fue una demostración de la magnitud de su fama: aviones trazaron las iniciales BB en el cielo, mientras que la actriz permanecía encerrada en su habitación, abrumada por la atención. En esas horas, Bardot comprendió la carga de la celebridad: ser adorada y deseada también implicaba sentirse objeto, propiedad colectiva de quienes la observaban.

La vida privada bajo escrutinio

La fama trajo consigo la pérdida de privacidad. En 1958, Bardot compró un apartamento en Passy, en París, y encontró en Saint-Tropez, con la compra de La Madrague, su refugio de tranquilidad. Allí, entre paredes construidas para proteger su intimidad, intentó recuperar algo de normalidad, aunque las multitudes siempre lograban acercarse. Incluso durante su embarazo con Jacques Charrier en 1959, los paparazzi acechaban su domicilio, obligándola a permanecer recluida y vigilada por ventanas y balcones. La presión mediática convirtió la maternidad en una experiencia pública y dolorosa, donde cada movimiento era escrutado.

Madurez artística y desafíos personales

A pesar de las dificultades, Bardot continuó trabajando en el cine. En 1960, aceptó protagonizar La Vérité, dirigida por Henri-Georges Clouzot. La película abordaba temas complejos y polémicos, y el rodaje fue agotador. Bardot, marcada por el postparto y los problemas matrimoniales, tuvo que enfrentar además la exposición de sus emociones más íntimas, lo que la llevó al límite de su resistencia. Durante la filmación, se inspiró en su propia vida y en la presión social que la perseguía para dar veracidad a su interpretación. El resultado fue un éxito de público, con cerca de seis millones de entradas vendidas, y una prueba de que Bardot podía equilibrar la fama, el escándalo y la excelencia artística.

Pero incluso en el punto álgido de su carrera, Bardot enfrentó crisis personales profundas. Intentos de suicidio y periodos de depresión marcaron su existencia, y la relación con Jacques Charrier se deterioró, llevándola finalmente al divorcio. Esta etapa de su vida reveló que, tras la leyenda de BB, existía una mujer vulnerable, atrapada entre la admiración pública y la necesidad de preservar su intimidad.

Décadas de provocación y transformación: el cine, la retirada y la causa animal

Durante los años 60, Brigitte Bardot consolidó su estatus como ícono del cine mundial, pero también se vio envuelta en un torbellino de escándalos que iban más allá de la pantalla. Su cuerpo y su vida privada se convirtieron en objeto de debate, discusión y admiración simultánea. Películas como Le Mépris (1963), dirigida por Jean-Luc Godard, pusieron a prueba los límites de la censura y la moral de la época. En la famosa escena de la cama, Bardot se muestra completamente desnuda, preguntando con descaro: «¿Qué prefieres, mis pechos o la punta de mis pechos? ¿Y mis rodillas, te gustan? ¿Mis muslos… y mis glúteos?» Esta exhibición no fue simplemente provocación gratuita, sino un símbolo del control que Bardot ejercía sobre su propia imagen y un desafío directo a las normas de la representación femenina en el cine.

Michel Piccoli en 'Le Mépris'

En 1965, con Viva Maria! de Louis Malle, y en 1966, con Masculin féminin de Godard, la actriz consolidó su capacidad de combinar sensualidad, inteligencia y presencia magnética. Sin embargo, su carrera empezaba a mostrar signos de fatiga y desinterés. La elección de papeles se volvió cada vez más errática: westerns como Shalako (1968) con Sean Connery, o películas como Les Pétroleuses (1971) y Don Juan 73 (1973) demostraban una cierta desconexión entre Bardot y la narrativa de los filmes. Incluso rechazó roles que hoy se consideran históricos: Les Parapluies de Cherbourg y Les Demoiselles de Rochefort de Jacques Demy, así como la oportunidad de convertirse en James Bond girl en Al servicio de Su Majestad (1969). Bardot no encontraba satisfacción en el cine: la pasión, según sus propias palabras, nunca había sido por actuar, sino por vivir y ser ella misma.

El retiro y la nueva vocación

En 1973, a los 38 años, anunció su retirada del cine. "Pensé que el cine no me aportaría más, y que yo no podría aportar nada al cine", declaró años después a Hervé Guibert en Le Monde. La actriz eligió preservar la belleza de su imagen y evitar caer en la mediocridad de una carrera que ya no le ofrecía satisfacción personal. La decisión marcó el comienzo de una nueva etapa, centrada en la privacidad y en causas que le apasionaban: especialmente la protección de los animales.

Su activismo comenzó años antes, en 1962, cuando solicitó la generalización del uso del pistolet d'abattage indolore en los mataderos franceses, un gesto que anticipaba su posterior labor humanitaria. En los años 70, Bardot se volcó en la defensa de los animales, convirtiéndose en portavoz de la Sociedad Protectora de Animales (SPA) y organizando campañas internacionales. Su viaje a Canadá en 1977, para salvar a los bebés focas del comercio de pieles, fue ampliamente difundido por Paris Match, mostrando a Bardot sobre la banquisa, determinante y desafiante. Tras intensas gestiones, logró que en 1978 se prohibiera en Francia el comercio de productos derivados de la caza de focas.

En 1986, fundó oficialmente la Fundación Brigitte Bardot con un capital de tres millones de francos. Para reunir los fondos, vendió sus recuerdos más preciados: objetos personales, vestuario de películas, fotografías y retratos, incluidos su primer matrimonio con Vadim y recuerdos de su carrera cinematográfica. "Liquidé mi primera vida para financiar la segunda", declararía años después. La fundación se convirtió en su legado más duradero, un instrumento de lucha implacable contra la crueldad hacia los animales y de educación sobre su protección.

El activismo como polémica

Aun alejada del cine, la figura de Bardot continuó provocando controversia. Sus posturas políticas y sociales empezaron a polarizar al público. En los años 90, sus declaraciones sobre la inmigración y el islam le valieron condenas judiciales y acusaciones de racismo. Mientras tanto, su activismo animal crecía en importancia, convirtiéndose en el eje central de su vida pública. Bardot no dudaba en enfrentar a gobiernos, líderes religiosos y legisladores en defensa de los animales, una causa que asumía con la misma intensidad con la que había vivido sus primeros años de fama.

Sus memorias, Initiales B.B., publicadas en 1996, se convirtieron en un best-seller traducido a 23 idiomas, donde narraba sin filtros su vida, sus romances, su cine y su activismo. Sin embargo, este libro también coincidió con un periodo de polarización: Bardot se mostraba cada vez más firme en sus convicciones, a veces polémicas, a veces admiradas, pero siempre coherentes con la idea de una vida vivida a su manera, sin concesiones ni medias tintas.

Últimos años, polémicas y legado de una vida irrepetible

Tras su retiro del cine, Brigitte Bardot se sumergió por completo en su vida privada y en la defensa de los animales, pero su nombre continuó resonando en la esfera pública, a veces por su activismo, otras por sus polémicas declaraciones políticas. Su vida ya no estaba marcada por películas y alfombras rojas, sino por causas que la apasionaban y por una posición mediática que no dudaba en confrontar al poder y a la opinión pública.

Compromiso animal y reconocimiento internacional

El activismo de Bardot se volvió global. A partir de los años 80, movilizó la opinión pública contra el uso de pieles y la caza cruel de animales. Su fundación, establecida en 1986 con un capital inicial conseguido mediante la subasta de sus recuerdos personales, se convirtió en un instrumento eficaz de presión política y social. Con campañas mediáticas, reuniones con líderes mundiales, visitas al Dalái Lama e incluso al papa Juan Pablo II, Bardot logró imponer la causa animal en la agenda internacional. Gracias a sus gestiones, Francia y varios países europeos adoptaron legislaciones más estrictas sobre bienestar animal, especialmente en lo relacionado con la caza y la cría de focas y otros animales destinados al comercio de pieles.

Aun así, su pasión por los animales no la protegía de la controversia. Bardot fue conocida por su intransigencia y su forma directa de comunicar sus ideas, lo que le acarreó tanto admiración como críticas feroces. Su figura quedó siempre ligada a la idea de alguien que no negocia principios: se negaba a colaborar con quienes no respetaban su causa, como Madonna, que a pesar de ofrecerle millones de dólares para adaptar Initiales B.B. al cine, había usado pieles en sus presentaciones.

Polémicas políticas y judiciales

Con los años, Bardot también se convirtió en un personaje político polémico. En 1996, publicando la tribuna Mon cri de colère, expresó su hostilidad hacia la inmigración y el crecimiento de la comunidad musulmana en Francia, declaraciones que le valieron demandas judiciales y condenas por incitación al odio. A pesar de las críticas, ella defendió siempre su derecho a expresar su opinión, asegurando que su principal criterio era la protección de los animales y no la política partidaria.

En los años siguientes, mantuvo posiciones controvertidas sobre diferentes líderes y partidos políticos, apoyando ocasionalmente a figuras del Front National como Jean-Marie Le Pen y Marine Le Pen, pero dejando claro que sus votos estaban guiados por la preocupación por la causa animal. En declaraciones posteriores, afirmaría que habría apoyado cualquier partido que adoptara medidas concretas para reducir el sufrimiento animal, dejando entrever que su activismo trascendía las etiquetas ideológicas.

Vida personal y relaciones

Mientras el mundo discutía sus posiciones públicas, Brigitte Bardot cultivaba su vida privada con discreción, especialmente en su última etapa. Después de su matrimonio con Roger Vadim, siguieron relaciones de intensidad variable, incluyendo a Jacques Charrier, padre de su hijo Nicolas, Gunter Sachs y finalmente Bernard d'Ormale, con quien contrajo matrimonio en 1992. Con d'Ormale, Bardot encontró una relación tranquila, alejada del brillo mediático y centrada en la vida doméstica y la defensa de los animales.

Bernard D'ormale

Sus primeros romances, tumultuosos y altamente publicitados, habían moldeado la percepción del público sobre ella como una mujer libre, apasionada y a menudo difícil. Su maternidad, marcada por la exposición mediática y las dificultades personales, reflejó la tensión entre la fama y la intimidad. Aun así, su relación con Bernard d'Ormale y sus últimos años de vida muestran que Bardot logró finalmente equilibrar la intensidad de su pasado con la serenidad de su presente.

El final de un mito

Brigitte Bardot falleció a los 91 años, dejando atrás una vida de escándalos, pasiones, éxitos y luchas. No fue solo la mujer que encendió el cine de los años 50 y 60, ni la actriz cuya sensualidad fascinó al mundo; fue también la activista incansable que transformó su fama en un instrumento de protección de los animales y en una voz difícil de ignorar. Su figura, tan polémica como admirada, representa una era de liberación femenina, de cuestionamiento social y de compromiso personal.

Sara Tejada

lunes, 29 de diciembre de 2025

El bitcoin destroza todo pronóstico en 2025 cuando lo tenía todo a su favor: rompe con el halving y madura, pero decepciona con los precios

 

Imagen: iStock


  • El cierre del gobierno federal de EEUU implicó una gran restricción de liquidez
  • Las tesoreras pueden aumentar la presión en mercados bajistas
  • El activo ha madurado y rompe con el halving, pero esto no se refleja en el precio


Las expectativas para el bitcoin eran altas y hay cierta sensación de amargor a pocos días de cerrar el 2025. Se esperaba que este fuera el gran año del activo digital, pero ni Donald Trump, ni los ETFs, ni la gran demanda de las tesoreras parecen haber sido suficientes. La cripto se encamina a cerrar un ejercicio negativo. Aunque el activo ha madurado y eso es buena noticia, los analistas reconocen que es un año "incómodo" en cuanto al precio.

"Ciertamente, el año no termina como se esperaba para el bitcoin", admite Carsten Menke, responsable de Investigación Next Generation de Julius Baer. "Ha sido un año de transición, no de euforia. El consenso esperaba un gran rally apoyado en el giro político en Estados Unidos, mayor claridad regulatoria y adopción institucional. Todo eso sí ha ocurrido, pero el mercado no lo ha traducido en precio", explica Javier Molina, analista de Mercados de eToro.

El bitcoin ha corregido un 5,5% en el año y cotiza bajo los 90.000 dólares. Desde sus máximos históricos a principios de octubre, en torno a los 126.000 dólares, se desinfla un 30%. Tras lograr ese récord, se produjo la mayor liquidación del mercado cripto, y, desde entonces, el activo digital no ha levantado cabeza. En este último trimestre, ha borrado todo lo ganado en el curso [finalizó 2024 sobre los 93.700 dólares].

Se esperaba que le ayudasen las medidas de Donald Trumpla voracidad de las tesoreras de criptomonedas y una política monetaria más favorable. Pero ha ocurrido lo contrario. "Si bien se esperaba que las políticas de Trump beneficiaran al bitcoin a lo largo de 2025, finalmente lo perjudicaron. El cierre del gobierno estadounidense, que comenzó el 1 de octubre de 2025, provocó una restricción masiva de la liquidez en dólares estadounidenses, que se convirtió en el principal factor que lastró los precios tras el máximo histórico alcanzado pocos días después [el 6 de octubre]", apunta Menke.

El cierre del gobierno federal estadounidense ha sido el más largo de la historia, al durar 43 días o mes y medio. Y en pleno parón, el bitcoin sufrió la gran liquidación del mercado. Ambos acontecimientos han opacado la creación de la Reserva Estratégica de Bitcoin de EEUU o la aprobación de la Ley Genius en ese mismo país. 2025 también ha sido el año en el que la regulación europea ha entrado en vigor en su totalidad. Pero al final ha pesado más la parálisis de la administración americana.

"La restricción de la liquidez en dólares estadounidenses obligó a los operadores especulativos a cerrar sus posiciones alcistas sobre bitcoin en los mercados de derivados, a la vez que incitó a los inversores a vender algunas de sus participaciones en ETFs al contado", explica el mismo experto.

"La subida previa adelantó mucho optimismo y el contexto macroeconómico (tipos aún altos, liquidez contenida, dólar fuerte por tramos) ha limitado el apetito por riesgo", coincide Molina, que también apunta a una menor liquidez como una limitación y a que el mercado empezó a descontar la posible victoria de Trump en EEUU antes de que se produjera, en noviembre de 2024, como suele ocurrir. Y a finales de ese año se quedaron parte de las subidas. Fue entonces cuando superó por primera vez la cota psicológica de los 100.000 dólares.

Asimismo, el ejercicio ha estado marcado por la voracidad de las ballenas, algo que también contrasta con la caída en el precio del activo digital. Las tesoreras han llenado sus balances de criptomonedas. "Esta es la paradoja clave de 2025 y tiene una explicación clara", destaca el analista de eToro.

Explica que las compras de las tesoreras son escalonadas y progresivas, por lo que no siempre se imponen. Lo mismo ocurre con la demanda de los ETFs y de las empresas, que es algo que se materializa en el tiempo, pero no de forma vertical e inmediata. Además, no toda la demanda de la cripto está en el mercado al contado, ya que buena parte de la negociación se concentra en los futuros. Por otra parte, los tenedores a largo plazo, que mantenían la cripto desde hace años, son los que han vendido.

"No hay falta de demanda, hay exceso de oferta heredada. El mercado está redistribuyendo bitcoin desde manos antiguas a balances institucionales. Eso pesa en precio a corto plazo, pero refuerza el suelo a largo", resume Molina.

Sin embargo, las tesoreras no siempre ayudan. El experto de Julius Baer explica que durante los periodos alcistas son un factor extra, pero que, en periodos bajistas, se da un círculo vicioso. "La reciente presión vendedora probablemente refleja que los inversores están reduciendo posiciones preventivamente antes de que las empresas de tesorería se vean obligadas a vender", apunta. En los ciclos bajos, estas grandes acaparadoras pueden ser un factor de mayor presión. De hecho, en noviembre, una tesorera vendió el 30% de sus bitcoins para cancelar deuda, una muy mala señal.

No solo las tesoreras, la adopción institucional ha caracterizado el 2025 y eso ha modificado el comportamiento del activo. Ha habido más apetito por parte de la banca privada y de los grandes patrimonios. "Esto ha reforzado la percepción del criptoactivo como parte de la arquitectura financiera tradicional, cada vez más dependiente de flujos globales de liquidez y decisiones de asignación institucional, y menos de los ciclos endógenos del ecosistema cripto", afirma Álvaro Lleras, analista de Tressis. "Bitcoin se comporta cada vez más como un activo macro, no como un experimento cíclico", coincide Molina.

Sin embargo, los activos de riesgo se encaminan a cerrar un año muy positivo. El S&P 500 está en niveles récord y registra una subida del 18% anual. La bolsa europea, el EuroStoxx 50, roza máximos históricos y se ha revalorizado en la misma medida.

"Mientras el criptoactivo digería excesos especulativos, las bolsas -especialmente en EEUU- se apoyaron en beneficios robustos, con el sector tecnológico liderando gracias al impulso de la inteligencia artificial. El bitcoin y las acciones siguieron caminos opuestos, subrayando que, en esta nueva fase, el activo digital puede comportarse de forma muy distinta a la renta variable según su propio ciclo de liquidez y riesgo", explica Lleras.

¿Fin al dominio del halving?

Los analistas coinciden en que el activo es más maduro y que el ciclo del halving ya no es tan relevante, sino los factores macro. Aunque la historia del bitcoin es corta, desde 2011, su comportamiento ha seguido el mismo patrón: tres años de subidas y uno de caída. El 2025 rompe con esta dinámica, frustrando el triplete de 2024 y 2023.

"El patrón histórico de tres años de subidas y uno de corrección nace en un mercado que era dominado por los minoristas, con poca liquidez estructural y sin ETFs, sin tesorerías, sin derivados profundos. Ese mercado ya no existe. Hoy bitcoin está integrado en carteras multiactivo, tiene ETFs, derivados líquidos, balances corporativos y reacciona más al ciclo de liquidez global que al halving aislado", apunta Molina.

"2025 también cuestionó la centralidad del halving como brújula dominante del análisis de precio. El clásico modelo de 'ciclo del halving' pierde relevancia en un entorno donde la capitalización, la profundidad de mercado y la presencia institucional son mayores", coincide Lleras.

Los expertos destacan que el bitcoin ha madurado en el ejercicio, aunque en cuanto a precios ha sido un año incómodo y de desilusión. "Es un año incómodo. No ha premiado la narrativa, ha exigido paciencia", dice Molina. "La gran pregunta para 2026 será si bitcoin logra recuperar su narrativa de crecimiento o si la institucionalización lo convierte en un activo más dependiente de los flujos globales de liquidez", plantea el experto de Tressis.


https://www.eleconomista.es/cripto/noticias/13706329/12/25/el-bitcoin-destroza-todo-pronostico-en-2025-cuando-lo-tenia-todo-a-su-favor-rompe-con-el-halving-y-madura-pero-decepciona-con-los-precios.html

domingo, 28 de diciembre de 2025

¿Fue puro azar? El increíble misterio de cómo surgió por primera vez la vida en la Tierra



Una vista de la Tierra aparece sobre el horizonte lunar 
((Foto de NASA/Newsmakers)



¿Por qué estamos aquí? ¿Hay vida en los miles de exoplanetas que ya se han descubierto? A esta y otras preguntas responden los científicos Mario Livio y Jack Szostak en 'Vida y cosmos'. Este es un extracto



En lo que se refiere a la hipotética pluralidad de mundos habitados, podría decirse que ahora estamos mucho más cerca de obtener una respuesta que hace treinta años, pero que la cuestión sigue sin poder darse por cerrada.

En otoño de 2023, los astrónomos habían descubierto al menos 5.500 planetas extrasolares (exoplanetas) en más de 4.100 sistemas estelares, de los cuales 930 tenían más de un integrante. Además, había otros 7.400 candidatos, identificados sobre todo por el telescopio espacial Kepler y por la misión TESS (acrónimo en inglés de Satélite de Catalogación de Exoplanetas en Tránsito), a la espera de una confirmación definitiva. ¿Te das cuenta de lo que eso significa? En apenas tres décadas la astronomía ha pasado de no tener constancia de ningún cuerpo en órbita en torno a otras estrellas aparte del Sol a ¡contar con un catálogo de varios miles de ellos! La implicación estadística obvia es que nuestra galaxia debe de estar repleta de objetos de este tipo.

Aún más apasionante es el hecho de que los astrofísicos estiman en la actualidad que al menos una de cada cinco estrellas de la Vía Láctea de diámetro similar al solar o menor tiene un planeta de un tamaño aproximado al de la Tierra en su denominada zona habitable (aunque dicha proporción podría llegar a ser incluso de una de cada tres o superior). Esta última región es el intervalo de distancias al astro central del sistema en el que la temperatura superficial de un objeto de dimensiones parecidas a las terrestres no sería ni demasiado caliente ni demasiado fría, sino adecuada, para la existencia estable de agua líquida (y potencialmente de seres vivos). Tiene forma de anillo y sus límites suelen poder calcularse de manera aproximada una vez que se conoce la órbita del exoplaneta, se asume la composición de su atmósfera y se especifican las características del cuerpo estelar en torno al cual gira (tales como la temperatura en su superficie, su luminosidad y su masa). 

Lo habitual es considerar que la envoltura gaseosa planetaria contiene sobre todo una combinación de nitrógeno, dióxido de carbono y vapor de agua. Asimismo, se supone que estos dos últimos ingredientes actúan como gases de efecto invernadero. Otros factores son importantes también a la hora de determinar si un mundo es realmente "habitable", tales como la densidad y la proporción de la mezcla atmosférica, las variables geológicas y geoquímicas, la velocidad de rotación, la disponibilidad de nutrientes y de fuentes de energía, la protección frente a radiaciones nocivas y, por supuesto, el tipo y la estabilidad de la propia estrella central. No obstante, los estudios sugieren que, al menos en teoría, podría haber cientos, o incluso unos pocos miles, de millones de objetos con estas propiedades en la Vía Láctea.


En otoño de 2023, los astrónomos habían descubierto al menos 5.500 planetas extrasolares (exoplanetas) en más de 4.100 sistemas estelares


Estos asombrosos descubrimientos astronómicos, unidos a los nuevos y prometedores hallazgos en los terrenos de la química y la biología, han dado un enorme impulso tanto a la búsqueda de formas de vida más allá de la Tierra como a los intentos de crearlas en el laboratorio a partir de productos inanimados. Cuando estos logros científicos se combinan con los recientes avances geológicos, es posible sentirse tentado de concluir que los seres vivos (de algún tipo) podrían ser ubicuos. En este sentido, es significativo que el estudio de las rocas en nuestro planeta haya demostrado que las criaturas vivas ya eran bastante abundantes aquí hace entre tres mil quinientos y tres mil setecientos millones de años, "apenas" unos cientos de millones de años después de que la superficie terrestre se enfriara lo suficiente como para permitir la presencia de agua líquida. Por lo tanto, no es sorprendente que muchos investigadores en este campo se hayan visto infectados por el contagioso optimismo del difunto astrónomo Carl Sagan, quien bien podría ser, desde un punto de vista histórico, el adalid más ferviente y eficaz de la búsqueda de organismos extraterrestres.


placeholderVida y cosmos. ¿Es la Tierra una excepción?, de Mario Livio y Jack Szostak. (Ariel)
Vida y cosmos. ¿Es la Tierra una excepción?, de Mario Livio y Jack Szostak. (Ariel)

En una ocasión, declaró con entusiasmo: "El surgimiento de la vida debe de ser algo muy probable: en cuanto lo permiten las condiciones reinantes, ¡aparece!". En su momento, le dieron la razón unos cuantos biólogos. El premio Nobel de Fisiología o Medicina Christian de Duve fue aún más lejos y afirmó que la aparición de formas de vida en el universo era "un imperativo cósmico".

Christian de Duve fue aún más lejos y afirmó que la aparición de formas de vida en el universo era "un imperativo cósmico"

A decir verdad, es algo de lo que no podemos estar seguros. Todavía hay muchas preguntas sin respuesta y serias dudas a todos los niveles. Por ejemplo, a lo largo de las últimas décadas, los biólogos no se han puesto de acuerdo sobre la característica fundamental de los seres vivos (estar compuestos de células, disponer de un metabolismo, catalizar reacciones o contar con un material genético) que surgió primero.

Como tal vez fuera de esperar, tendieron a formarse cuatro grandes bandos en este asunto. Por un lado, estaban quienes privilegiaban el metabolismo, que afirmaban que la capacidad de aprovechar los recursos del entorno para mantener vivo al organismo tuvo que ser el primer y más importante rasgo en desarrollarse. Una segunda facción defendía la genética, "la replicación antes que nada" (la capacidad de producir descendencia), sin duda una piedra angular de la evolución por medio de la selección natural. Otros sostenían que era difícil concebir estos factores sin agentes que pudiesen facilitar y acelerar las reacciones implicadas en ellos y por tanto aducían que "lo primero había sido la catálisis", con lo que querían decir que las enzimas proteicas debían ser un requisito previo para que pudieran realizarse los otros procesos vitales. 

Por último, estaba el campo de los que daban prioridad a la "compartimentación" e insistían en que nada de todo lo anterior habría sido posible sin contar antes con algún tipo de contenedor diminuto, una célula primigenia, una protocélula, que mantuviera unidos todos los agentes moleculares y separados del medio circundante. Con el paso de los años, los miembros de cada una de estas camarillas se atrincheraron en sus posiciones y las defendieron con gran fanatismo. Tanto es así que no era raro que los periodistas que cubrían los congresos científicos sobre estos temas se hicieran eco de las declaraciones de alguien sin pelos en la lengua a la hora de hablar mal de las ideas de todos los bandos que no eran el suyo. En este sentido, la ciencia llegó casi a emular a la política.

Sea como fuere, es posible que esta cuestión en concreto se haya resuelto. De forma inesperada, los hallazgos más recientes sobre el origen de la vida parecen indicar que la manera de abordar el rompecabezas durante las últimas cuatro décadas podría ser errónea. En efecto, el debate sobre la primacía de alguna de las características anteriores se debe a que la hipótesis dominante daba por sentado que se debe hallar la manera de construir las primeras células una pieza tras otra. De este modo, cada componente allanaba el camino para el siguiente.


placeholderLa Vía Láctea vista desde el Bosque Internacional de Autos de la Última Iglesia el 19 de julio de 2020 en Goldfield, Nevada (Getty Images)
La Vía Láctea vista desde el Bosque Internacional de Autos de la Última Iglesia el 19 de julio de 2020 en Goldfield, Nevada (Getty Images)

Sin embargo, esto ha cambiado de forma drástica en los últimos años. El enfoque actual sugiere que los componentes básicos de los subsistemas podrían construirse todos a la vez. Los investigadores han logrado demostrar que unos pocos compuestos sencillos, accesibles con facilidad en la Tierra primigenia, tienen la capacidad de desencadenar una cascada de reacciones (descritas en detalle en los próximos cinco capítulos) que podrían haber dado lugar (de manera esencialmente simultánea) a los ácidos nucleicos (la espina dorsal del material genético), a los aminoácidos (a partir de los cuales se fabrican las proteínas) y a los lípidos (las moléculas que componen las membranas celulares). En otras palabras, los experimentos del equipo de Jack Szostak, los pioneros estudios en el laboratorio del químico John Sutherland y las investigaciones de muchos de sus colegas apuntan a que las primeras células, a pesar de su complejidad y su minuciosa precisión, podrían haber surgido a partir de un conjunto relativamente pequeño de componentes básicos. 

En consecuencia, lo que intentan lograr ahora los científicos es más ambicioso. En lugar de examinar por separado cada una de las partes, se han propuesto realizar un croquis unificado y global, es decir, reunir con éxito en una misma representación la totalidad de los datos resultantes de los ensayos empíricos en el campo de la química prebiótica (que es la que precede a la aparición de los seres vivos y mediante la cual se podrían sintetizar los ingredientes fundamentales de estos últimos), junto con las observaciones astrofísicas, geológicas y atmosféricas. El objetivo final es trazar una ruta consistente hacia las formas de vida. En este sentido, las futuras exploraciones geoquímicas de materiales procedentes directamente de Marte (que serán posibles gracias al envío de muestras a la Tierra) tienen el potencial de abrir nuevas y apasionantes posibilidades. Los hallazgos así logrados podrían suponer un salto adelante en la comprensión de los orígenes de la vida, al permitir el acceso a un medio primigenio de un tipo que ha desaparecido del registro geológico debido al efecto de reciclaje causado por las dinámicas de la corteza terrestre.

Por supuesto, ni los espectaculares descubrimientos astronómicos ni los prometedores resultados obtenidos hasta el momento en el laboratorio permiten dar una respuesta concluyente a nuestra pregunta inicial: ¿es la vida un singular accidente químico o un imperativo cósmico? Se podría decir con razón que, a falta de pruebas irrefutables de una ruta ininterrumpida entre la química y la biología, no es posible tener la certeza de que este salto sea inevitable, ni siquiera en presencia de las condiciones adecuadas. Del mismo modo, el hecho de que los astrónomos no hayan encontrado (de nuevo, hasta el momento) indicios convincentes de la existencia de organismos extraterrestres nos deja sin saber a qué atenernos en lo que se refiere a evaluar esta probabilidad, porque es imposible calcularla de modo fiable en el caso de un proceso desconocido o de un fenómeno ignoto. El físico británico Paul Davies se cuenta entre quienes han señalado, con razón, que el hecho de que haya muchos planetas "habitables" en la Vía Láctea no significa que haya alguno (aparte de la Tierra) realmente habitado. Lo cierto es que aún no se conoce la probabilidad de la aparición de seres vivos, ni siquiera cuando la temperatura y la composición química de un exoplaneta son las adecuadas.

El hecho de que haya muchos planetas "habitables" en la Vía Láctea no significa que haya alguno (aparte de la Tierra) realmente habitado

Las condiciones favorables a la vida del entorno terrestre podrían haber surgido contra todo pronóstico, del mismo modo que el desarrollo de una especie inteligente podría deberse a una suerte aún más insólita, en vez de suponer un resultado inevitable de la evolución. De este modo, una serie de contingencias cósmicas fortuitas habrían hecho posible la existencia de los seres humanos, en particular. Por ejemplo, tal vez estos no hubiesen aparecido en escena en absoluto de no haber sido por el inopinado impacto de un asteroide, hace unos sesenta y seis millones de años, que provocó la extinción de los dinosaurios.

Estas últimas consideraciones plantean una cuestión que es sin duda tan interesante como la probabilidad de que existan seres vivos extraterrestres en general. ¿Hay formas de vida compleja o "inteligente2 en la Vía Láctea? La aparente contradicción entre la ausencia hasta ahora de pruebas en este sentido y la intuición de que ya deberíamos haber detectado señales de una civilización avanzada (tecnomarcadores) ha sido bautizada como la "paradoja de Fermi". Esta denominación se basa en una famosa anécdota según la cual el célebre físico Enrico Fermi preguntó a unos cuantos colegas suyos: "¿Dónde está todo el mundo?". De este modo, expresaba su asombro ante el hecho de que no se hubieran detectado indicios de la presencia de criaturas inteligentes en la galaxia. 

Fermi estimó que, de acuerdo con un conjunto de suposiciones que consideraba razonables, una civilización tecnológicamente avanzada habría tenido tiempo de llegar a todos los rincones de la Vía Láctea en un plazo mucho menor que la edad del sistema solar. Por tanto, el hecho de que no se hubiera detectado nada en ese sentido era en extremo desconcertante. A lo largo de los años, se han propuesto numerosas soluciones a esta paradoja. No obstante, todavía no hay consenso sobre cuál de ellas es la correcta, si es que alguna lo es. Incluso se podría concluir de forma razonable que el mero hecho de que haya tantas explicaciones tentativas demuestra que ninguna es convincente del todo.


placeholderUna réplica de dinosaurio de tamaño natural colocada en un campo cerca del Museo de Dinosaurios de la Prefectura de Fukui el 26 de agosto de 2024 en Katsuyama, Japón (Buddhika Weerasinghe/Getty Images)
Una réplica de dinosaurio de tamaño natural colocada en un campo cerca del Museo de Dinosaurios de la Prefectura de Fukui el 26 de agosto de 2024 en Katsuyama, Japón (Buddhika Weerasinghe/Getty Images)
Sin embargo, lo más importante de la paradoja de Fermi es que plantea la inquietante posibilidad de que pueda existir algún tipo de "gran filtro", un cuello de botella que haga que la aparición de criaturas inteligentes y civilizaciones avanzadas o la superación de alguna etapa de su desarrollo o su supervivencia a largo plazo sean extremadamente improbables y difíciles de lograr. Esta idea fue propuesta en primer lugar por el economista Robin Hanson, de la Universidad George Mason, en 1996. De ser cierta, podría tener implicaciones muy serias incluso para los seres vivos de la Tierra. El filtro, o el umbral de probabilidad, podría localizarse en algún momento pasado de nuestra civilización. En ese caso, podríamos ser una de las pocas criaturas (¡quizá incluso la primera!) que hubiese conseguido superarlo, lo cual supondría una enorme responsabilidad sobre nuestras espaldas. Sin embargo, también es posible que este punto de inflexión decisivo se encuentre en nuestro futuro y que la pandemia de la COVID-19 o la actual emergencia climática sean solo ensayos pueriles de cara a la formidable tarea de sobrevivir a él.