miércoles, 30 de abril de 2014

La tonelada de problemas que enfrenta Isla de Pascua

 
 
 
El principal periódico de Chile, El Mercurio, publicó hace unos años un largo artículo sobre los diez problemas más grandes que enfrentaba la Isla de Pascua, la remota isla en el sur del Océano Pacífico.
 
Entre ellos incluía: la fiebre del dengue, la falta de un hospital decente, una acumulación constante de basura, la pesca excesiva, la llegada de miles de turistas cada año y el daño a los moai, las estatuas gigantes de piedra que han hecho famosa a la isla.
 
Al parecer, Isla de Pascua estaba lejos de ser el paraíso del imaginario colectivo.
Estamos en 2014 y la isla está abordando algunos de estos temas. Cuenta con un nuevo hospital y una planta de reciclaje.
Pero todavía es un lugar problemático.
 

Medio de la nada

Al igual que las Islas Galápagos, las Maldivas y decenas de otras islas pequeñas en todo el mundo, Isla de Pascua se enfrenta a preguntas difíciles.
 
¿Cómo desarrollar una industria turística sostenible cuando cada año más gente quiere visitarla? ¿Hay que limitar el número de visitantes? ¿Cómo asegurar que la población local no se sienta desplazada? ¿Cómo proporcionar servicios básicos en un sitio tan remoto?
¿Cómo manejar una isla como esta?
Hasta que uno visita Isla de Pascua, es difícil entender qué tan remota es. En cierta medida, es el lugar más aislado de la Tierra permanentemente habitado.
Los vecinos más cercanos viven en las Islas Pitcairn, más de 2.000 km al oeste. Y América del Sur está a más de 3.500 km hacia el este, un vuelo de cinco horas.
Y la Isla de Pascua es pequeña: tiene 25 km de un extremo al otro, poco menos de dos veces el tamaño de Manhattan.
Tiene una población de alrededor de 6.000 habitantes y recibe 80.000 turistas al año, que traen dinero pero generan una tremenda presión sobre los servicios.
 
La isla produce 20 toneladas de basura al día y la planta de reciclaje, inaugurada en 2011, procesa 40.000 botellas de plástico al mes.
Pero gran parte de la basura de la isla no se puede reciclar.
"La ponemos en vertederos y lo único que podemos hacer es aplanarla", dice el alcalde de Isla de Pascua, Pedro Edmunds.
"No podemos quemarla y no tenemos más tierra. Atrae ratas, mosquitos y perros callejeros", agrega.
En los últimos años, los isleños han enviado chatarra y cartón al territorio continental de Chile para reciclaje pero es prohibitivamente caro.
 
Debido al riesgo de dengue, el envío debe ser fumigado antes de llegar a los puertos chilenos.
"Hay empresas en Chile que compran cartón, aluminio y plástico, pero el costo de envío es tan alto que uno termina pagándole a ellos en lugar de que ellos nos paguen a nosotros", dice Edmunds.
El plan a largo plazo es incinerar residuos para generar electricidad, pero para ello faltan algunos años.
El gobierno chileno abrió un nuevo hospital en la isla en 2012, pero el alcalde dice que está mal financiado y que no ha hecho mucho para mejorar la atención sanitaria.
"Es un edificio espectacular, como un hotel de ocho estrellas, ¿pero el servicio? No es malo, es atroz", dice. "Le pusieron un smoking y un moño a un cerdo, pero sigue siendo un cerdo".
Leo Pakarati, director del periódico digital de la isla, El Correo del Moai, dice que los médicos y los dentistas no vienen a la isla para trabajar en el hospital público porque pueden ganar más en el sector privado en otros lugares.
"Hay que esperar un par de meses para una cita en el hospital", dice.
 
 

Espacio limitado

Con el auge de la industria turística de Isla de Pascua, muchos chilenos se han trasladado desde el continente a vivir aquí, y abrir hoteles hoteles, bares y restaurantes.
 
Ahora ya son más numerosos que los rapanui, los pobladores originales de ascendencia polinesia.
Eso ha creado tensiones.
Pakarati describe a los isleños como "víctimas de la inmigración indiscriminada" de Chile que, culturalmente, tiene poco en común con la isla.
"No hay espacio suficiente para todos, suficiente agua potable, suficiente combustible", dice. "Se trata de sostenibilidad y calidad de vida".
Al igual que otros rapanui, Pakarati dice que el número de inmigrantes residentes debe limitarse y la gente debería tener más participación en cómo se administra la isla.
"Nuestro conflicto no es con los chilenos, es con el ineficiente Estado chileno", señala. "Los rapanui son una tribu grande y nuestro territorio nos debe pertenecer".
 

Espectáculo inolvidable

Pakarati cita a las Islas Galápagos como un ejemplo que la Isla de Pascua podría seguir.
Allí los turistas extranjeros pagan un impuesto de entrada de US$100 para visitar áreas protegidas y el gobierno ecuatoriano ha hecho algunos esfuerzos para frenar el crecimiento de la población y gestionar el número de turistas.
 
"Actualmente recibimos cerca de 80.000 turistas al año. Los estudios sugieren que si esa cifra se eleva por encima de 100.000, las consecuencias podrían ser desastrosas", explica Pakarati.
El exceso de pesca también es un problema. El atún y la langosta de la isla son muy apreciados en los restaurantes de Santiago.
Edmunds culpa a las flotas pesqueras extranjeras de saquear las aguas de la isla y dice que el sur del Pacífico está "lleno de piratas".
Isla de Pascua es un lugar impresionante. Los tradicionales moai, las estatuas talladas en piedra entre los años 1250 y 1500, son un espectáculo inolvidable.
Pero está claro que es una isla con problemas.
Si no se resuelven, podrían poner en peligro el futuro de uno de los lugares más singulares del planeta.

Gideon Long   BBC, Hanga Roa, Isla de Pascua   Última actualización: Lunes, 28 de abril de 2014

Un informe describe el pavoroso futuro al que nos aboca la innovación

 
 
El 47% de los empleos actuales están en situación de alto riesgo y probablemente desaparezcan

 
La evolución del modelo postindustrial generado por las nuevas tecnologías va a transformar nuestra sociedad de una manera radical. El paso de la sociedad de la producción a la de la innovación, que ha puesto en primer plano la gestión del talento, tendrá enormes repercusiones socioeconómicas en los próximos veinte años, afirma el Informe España en el mundo 2033, dirigido por Javier Solana para PWC, realizado a partir de la investigación desarrollada por Ángel Pascual Ramsay y Álvaro Imbernón, director e investigador del programa de Global Risks de Esade-Geo Center for Global Economy & Geopolitics, y que ha contado con la colaboración del equipo de Crecimiento Inteligente de PWC.
 
En su apartado «La innovación como base de todo», señalan que situar a ésta en el lugar central va a dar paso a una sociedad muy distinta. Aunque los investigadores no señalen esta tendencia como algo negativo (más al contrario) lo cierto es que su descripción asusta, y mucho.
 
Según el informe, el mapa laboral, y con él, el geográfico, se concentrará en centros o polos de empresas donde concurrirán los trabajadores altamente cualificados. Estos nodos de innovación acapararán la mayor parte del crecimiento económico, actuando como catalizadores de desarrollo, y se situarán en las áreas urbanas de los grandes mercados. En ese contexto, y aunque la innovación disruptiva de alto contenido tecnológico pueda aglutinarse en países como Israel, Singapur, Suecia o Finlandia, serán las principales ciudades económicas del planeta las que atraigan la mayor parte del crecimiento.
 
 
Los que piensan y los que sirven
 
Estas zonas captarán también a ese pequeño porcentaje de la mano de obra que genere mucho valor añadido, y a su alrededor florecerá un potenciado mercado de servicios culturales, gastronómicos y deportivos orientados a satisfacer las necesidades de esta clase innovadora. El resto, como señala Richard Florida, que será la mayor parte de la fuerza laboral, tendrá que dedicarse a la parte menos llamativa del sector servicios, asegurándose de que esta clase creativa pueda centrarse en realizar correctamente su trabajo mientras los demás realizan las tareas menores.
 
 
Los puestos intermedios lo tendrán muy difícil
 
Esta nueva estructura, además de a los trabajadores de la producción, que desaparecerán de los países desarrollados, también podrá borrar del mapa a los estratos intermedios, que lo van a pasar muy mal en los nuevos tiempos. Según señala el informe, las nuevas tecnologías de fabricación y automatización como la robótica o la impresión 3-D revolucionarán los patrones laborales, lo que afectará especialmente a los trabajadores semicualificados.
 
 
La mano de obra será sustituida por las nuevas tecnologías
 
Muchos analistas creen que este proceso tendrá mayores dimensiones de las esperadas, y que las nuevas tecnologías van a causar un cambio estructural de grandes proporciones. Según el  informe The future of employment, realizado por los profesores de la Universidad de Oxford Carl Benedikt Frey y Michael A. Osborne, el 47% del empleo total está en situación de alto riesto, “ya que muchas de sus ocupaciones son susceptibles de ser automatizadas en una o dos décadas”.  En una primera fase, la mayoría de los trabajadores del sector del transporte y de la logística, así como los administrativos y, en general, todos los relacionados con la oficina, y los vinculados a los procesos de fabricación y producción, “son susceptibles de ser sustituidos por el capital informático”.
 
El sector profesional de alto valor añadido tampoco se librará de estos procesos y está sufriendo ya, y de manera sensible, los embates de la informatización. Incluso sectores en teoría poco susceptibles de ser reemplazados por máquinas, como los diseñadores de chips de ordenador, los asesores fiscales o los arquitectos están viéndose afectados por los programas de software.

El informe de PWC señala que otros sectores profesionales se verán afectados por la mejora de procesos, como la generalización de la prefabricación en el caso de la construcción, donde las tecnologías de additive manufacturing –que permiten fabricar productos capa por capa, en lugar del proceso habitual de hacerlo a partir de la sustracción de material de una gran pieza– pueden ser fundamentales. Además, el perfeccionamiento de los bots –programas informáticos que imitan el comportamiento humano y son capaces de ejecutar tareas automatizadas a altísimas velocidades–, podrá reducir sustancialmente la mano de obra en varios sectores.
 
Las posibilidades de la automatización cambiarán seguro el mundo del trabajo y la única duda es si nos conducirá a un desajuste laboral estructural. Según apunta el informe, no es descartable que un subconjunto significativo de trabajadores sufra una degradación de la calidad de sus empleos y de su remuneración. Si en el pasado el cambio tecnológico no se tradujo en un paro masivo gracias a la creación de nuevas profesiones que respondían a nuevas necesidades, no parece que en este caso el progreso vaya a ser positivo para la igualdad de ingresos o para las condiciones laborales de la mayoría de la población. De hecho, concluye el estudio, el cambio probablemente exacerbará las desigualdades salariales y perjudicará fundamentalmente a los trabajadores semicualificados.
 
 
Nuevo paradigma: el ganador se lo lleva todo
 
Según el informe, cada vez más sectores económicos tenderán a asemejarse a mercados globalizados como el musical, con un número reducido de artistas acaparando la mayor parte de los ingresos mientras el resto lucha por sobrevivir. Habrá opciones reducidas para que quienes se centren en la hiperespecialización –buscando el valor añadido–, o en las economías de escala –para reducir precios–.  
 
 
Adiós a las pymes
 
Como durante los cinco últimos años el valor de las 100 mayores empresas por cotización bursátil ha aumentado un 45%, alcanzando los 14,32 billones de dólares, el informe asegura que es muy probable que los países con mayor número de pymes tengan más problemas para competir en este mercado. Ese contexto obligará a los gobiernos de los países desarrollados a fomentar empresas de gran tamaño, por lo que, aseguran, los recursos que ahora destinan a las pymes preferirán emplearlos en apoyar la creación de grandes compañías. Las únicas pymes que tendrán opciones serán las de base tecnológica, las especializadas en servicios a grandes conglomerados y las que ocupen un nicho muy específico siguiendo el modelo de long tail.
 
 
Los salarios seguirán bajando
 
La competencia de los mercados emergentes y el desarrollo tecnológico son las teóricas causas, asegura el informe, de que la remuneración de los asalariados como porcentaje de la renta nacional en los países desarrollados haya ido perdiendo peso hasta situarse en mínimos históricos. Y eso es también lo que nos espera en el futuro: los sueldos seguirán bajando en la mayoría de los empleos, al mismo tiempo que el aumento de productividad no terminará por materializarse en subidas salariales en la mayoría de los empleos.
 
 
Adiós a las clases medias occidentales
 
Mientras que las clases medias de los países desarrollados continuarán su declive, ya que sus ingresos y expectactivas laborales están retrocediendo, y las nuevas clases medias de llos países emergentes, como China e India, siguen en ascenso gracias al proceso de globalización, el sector definitivamente ganador de esta época ha sido ese 2% de la población que se ha hecho más rico, en el que quedan incluidos los multimillonarios de EEUU, Reino Unido, Japón, Francia y Alemania y los de países emergentes como Rusia, China, Brasil o Sudáfrica, que acaparan ya la mitad de la riqueza mundial. En las economías más desarrolladas, avisa el informe, también es posible leer este fenómeno en clave generacional. Según Naciones Unidas, los mayores de 50 años acumulan más de la mitad de los ingresos disponibles en EEUU, Japón y la Eurozona.
 
 
Estado del bienestar, poco
 
Como los próximos años Occidente va a destinar el dinero de sus ciudadanos a pagar la deuda y a afrontar el envejecimiento de la población, el informe asegura que el papel redistributivo del Estado va a quedar atenuado, lo que podría relanzar conflictos sociales. Asimismo, es posible que, como afirma un número creciente de economistas, la desigualdad perjudique el crecimiento económico y haga menos estables las expansiones económicas. También perjudicará el crecimiento a largo plazo la incapacidad del Estado y de la sociedad civil para proporcionar educación de calidad a los menos afortunados. Como muestra, la brecha entre los resultados escolares de ricos y pobres en EEUU, que ha crecido más de un 30%. En Asia, el incipiente Estado del bienestar se desarrollará progresivamente aunque en una escala muy inferior al europeo, mientras que en América Latina seguirá siendo objeto de debate político.

  

Los genes dan la cara

Con solo 20 genes se obtiene un boceto de la cara. / Bernardo Pérez

 

Desarrollados los primeros programas que deducen el rostro a partir del ADN

Pueden beneficiarse desde la antropología a los forenses


La estrella de la 150ª temporada de la popular serie CSI, cuando se filme, bien podrá llamarse Grissom. El nombre será un homenaje al más famoso jefe de la policía científica de Las Vegas, pero este Grissom será un ordenador con una capacidad especial: la de ofrecer el rostro de un sospechoso o víctima a partir de un pelo —o de otros materiales menos nobles—, con tal de que tengan suficiente ADN bien conservado en él. A lo mejor los productores, siempre deseosos de captar audiencia, ni siquiera esperan a que sea una realidad. En las series basta la verosimilitud, y esta ya está aquí. Lo demostró a finales de marzo un equipo dirigido por Peter Claes, de la Universidad de Leuven (Bélgica), que publicó en PLOS Genetics un trabajo en el que se relacionaban los genes con los rasgos faciales de un grupo de voluntarios.
 
En verdad, el trabajo se hizo al revés, de la cara a los genes: para ello se convocó a 592 voluntarios de orígenes europeos y del oeste de África de Cabo Verde, Brasil y Estados Unidos. Se limitó su edad a que tuvieran entre 18 y 40 años para no añadir un factor de estudio más, como puede ser el envejecimiento, con sus efectos en el aspecto. Se tomaron imágenes tridimensionales de sus caras y se construyeron modelos en los que se establecieron 7.000 puntos de referencia.
 
Por otro lado, se tomaron sus genomas, y se buscaron las variaciones en una sola letra de la cadena (los SNP), sobre todo en genes que ya se sabía que estaban relacionados con la forma de la cara, por ejemplo porque tuvieran mutaciones que se supiera que causaban deformidades. En total, se centraron en 24 mutaciones de 20 genes. El resultado, como señalaban desde el mismo título, era un mugshot, la foto que nunca se parece de verdad al detenido que se toma en las comisarías de EE UU. O, para ser más exactos, una especie de retrato robot.
 
Luego le tocó el turno a la informática. Una vez establecidas las mutaciones y el aspecto que tenían los mutantes (todos lo somos de alguna manera; si no seríamos todos iguales) se escribió un algoritmo informático que lo relacionaba. Cuestiones como la altura de los pómulos, la separación de los ojos o el ancho de la nariz fueron codificados.
 
Otros rasgos no hizo falta trabajarlos tanto: ya se sabe cómo son los genes que determinan el color de los ojos o el pelo. Curiosamente, los científicos se niegan a hablar de razas. Ellos solo indican antecedentes, antepasados. La globalización y el mestizaje no permiten hacer una clasificación sistemática de los rasgos; ni siquiera del color de la piel. Y esto era algo que sabían bien los autores del ensayo.
 
Lo resalta Ángel Carracedo, profesor de Anatomía Patológica y Ciencias Forenses en Medicina Genómica de la Universidad de Santiago. “El artículo lo conozco muy bien por conocer a todos los autores. Su punto fuerte está en la utilización de la población de Cabo Verde que tiene la ventaja de tener una mezcla reciente, lo que favorece el análisis y el encontrar SNP asociados a rasgos tan complejos como los que trata el artículo. Allí es muy fácil ver mulatos rubios y de ojos verdes por ejemplo”, señala.
 
Si en lugar de una serie sobre crímenes como la propuesta al científico, se trabajara con la enésima entrega de Indiana Jones —o de su hijo o nietos—, el robot mencionado al principio de este artículo podría llamarse Svante Pääbo, en un homenaje al paleogenetista más famoso, capaz de obtener el ADN de neandertales de hace 30.000 años. Y también para este campo las posibilidades de este tipo de estudios, aún incipientes, sería clara. Carles Lalueza, del Instituto de Biología Evolutiva de Barcelona, colega de Pääbo, también señala el éxito de usar un grupo de voluntarios de distintos orígenes. El estudio “toma una ventaja clarísima al usar individuos de ancestralidad mixta africano-europea, que tienen, de origen, rasgos muy similares”, afirma. “Hacen bien, empiezan por lo más fácil. Por eso les ha bastado con mirar unas decenas de genes”, para obtener información de rasgos característicos como “la nariz o la diferencia orbital”.
 
Que el trabajo es prometedor lo destaca el paleoantropólogo Antonio Rosas. “Es muy interesante. Es de las primeras veces que se combinan dos metodologías tan potentes y tan diferentes: la secuenciación genética y la morfometría geometría, que es la manera de aprehender la forma de la cara y relacionarlo con la información genética. Ahí está su potencial de futuro”, apunta.
 
Curiosamente, los forenses parecen más reacios a opinar sobre lo que se perfila como una herramienta fundamental. Y, entre ellos, los que utilizan estas aproximaciones en la práctica, como la policía, son más elusivos aún. Porque pese al revuelo causado, de momento este tipo de aproximaciones tiene mucho de potencial, y poca utilidad práctica. “El estudio es todavía muy preliminar y no se puede aplicar en la práctica forense aún pero abre la vía para encontrar genes candidatos que deben ser aún replicados en otras poblaciones y pasar, además, otros estudios de validación forense”, indica tajante Carracedo.
 
“Aún tenemos una caja negra, desconocemos cómo funciona el desarrollo. Solo se ha trabajado con 20 genes, y no basta con cuatro cambios en ellos para explicarlo todo”, abunda el paleoantropólogo Rosas.
El primer paso está dado, pero queda el ajuste fino. “Si quisiéramos extrapolar a individuos europeos, en vez de decenas de genes necesitaríamos centenares o miles”, apunta Lalueza. “Los modelos probabilísticos deben de ser mejorados y seguramente aparecerán otros estudios con más genes y, como en las enfermedades comunes habría que ver interacción gen-gen y con el ambiente (la epigenética también jugará un papel). Pero proporciona las bases para que se pueda conseguir”, opina Carracedo.
 
Los propios autores del trabajo que ha suscitado el debate son conscientes de sus limitaciones. “Aunque hace falta mucho trabajo antes de que podamos saber siquiera cuantos genes habrá que estudiar para calcular la forma de una cara de una forma útil, y habrá que estudiar a muchas más poblaciones antes de que sepamos cómo de generalizables son estos trabajos”, afirman en su artículo, pero no le quitan valor: “Estos resultados ofrecen tanto el ímpetu como el marco analítico para estos trabajos”.
 
“De momento, con SNP se puede hacer en genética forense, además de identificación de un individuo, la predicción del origen biogeográfico y ancestralidad (lo que da una probabilidad enorme para grandes grupos continentales y cada vez afinamos más). La primera vez que se aplicó este enfoque fue en el 11-M. También tuvimos éxito al utilizarla en la operación Minstead del Reino Unido donde ayudamos a ver la ancestralidad y algunas características físicas lo que ayudó a la policía británica a descubrir al agresor sexual (seguramente el que cometió más agresiones sexuales en serie de la historia durante 18 años)”, señala Carracedo.
 
Una prueba de lo difícil que es establecer una relación entre la apariencia y los genes es el estudio de la estatura. “Se han relacionado centenares de genes, y con ellos no se explica más que el 10%. Eso da idea de la complejidad”, indica Lalueza.
De hecho, en una especie de salto temporal, el estudio de nuestros ancestros está aportando mucha información sobre las posibilidades —y limitaciones— de la genética forense. Un artículo de hace una semana, precisamente de Svante Pääbo, hacía un ejercicio similar al comparar forma y genes, pero, en este caso, no se fijaba en las caras, sino en el cuerpo. No se trataba de descubrir la forma a partir de los genes, sino de identificar qué material genético se conserva, y, a partir de él, ver qué rasgos se mantienen, pero la idea es la misma.
 
En cualquier caso, como saben todos los genetistas actuales, conocer el ADN implicado de una manera o de otra en un proceso biológico —sea la forma de la cara o una enfermedad, que es donde más se han estudiado— es solo la primera parte. Como dice Antonio Rosas, “dar el salto entre información genética y apariencia”.
 
Y aquí entra el proceloso mundo de las ómicas, las otras ciencias que, tras la descripción del genoma humano a principios de este siglo, se encargan de explicar, en primer lugar, por qué con eso no basta. Denominadas así por el sufijo que las forman, la proteómica y, sobre todo, la epigenómica tienen mucho que decir al respecto.
 
“Necesitamos saber el algoritmo genético”, dice Rosas. El mecanismo por el que unos genes actúan sobre otros, activándolos o inhibiéndolos. El paleantropólogo cree que, en ese sentido, el artículo sobre el cuerpo del neandertal u otro publicado en febrero y publicado también en PLOS One sobre el epigenoma de esta especie de homínidos va incluso “un paso más allá en la misma dirección: acotar el conocimiento que relaciona la anatomía macroscópica y la base genética que la genera”. Lo que estamos haciendo es “aproximar el fenotipo al genotipo”, indica Rosas.
 
El epigenoma es el sistema de señalización de los genes, lo que hace que en una célula se activen las instrucciones para que se comporte como una neurona o un cardiocito. Pero, además, si modificar el genoma es complicado, hacerlo con el epigenoma no lo es tanto. Factores como la alimentación o la contaminación tienen su efecto —por eso el tabaco o algunas dietas están relacionadas con el cáncer, una enfermedad de clara base genética ya que actúa al nivel de los procesos básicos de las células—. Así que probablemente esos robots de película, el Grissom y el Pääbo que hemos usado como ejemplos, tendrán que ir más allá y no solo leer las bases químicas, sino que deberán tener en cuenta su sistema regulatorio.
 
Después de este primer paso, hay ideas variadas sobre los futuros. Manuel Pérez-Alonso Director del Instituto de Medicina Genómica de Valencia, cree que todavía “no se ha hecho una búsqueda sistemática de los genes” relacionados con el aspecto. “Hasta ahora buscábamos los de las enfermedades”, dice. “Aunque no es una realidad que a día de hoy podamos reconstruir una cara a partir del ADN, podemos vaticinar que cuando se terminen de encontrar las causas genéticas de las enfermedades, los estudios puedan dedicarse a estos aspectos”, opina Pérez-Alonso.
 
Lalueza no duda tampoco del potencial de estas técnicas, aunque les ve otro problema. A medida que se quiera obtener más información, hará falta que las muestras genéticas sean mayores y estén en mejor estado. “Cualquiera sabe lo difícil que es genotipar muestras degradadas”, afirma. Probablemente habrá que construir bases de datos casi país a país. “En Europa la variabilidad no es muy grande”, afirma, y esto es una dificultad añadida. Esta especie de uniformidad en lo más íntimo es un problema añadido. En vez de 20 genes, habrá que estudiar sutiles diferencias en cientos o miles, lo que implica tener un material biológico de primera calidad.
 
Rosas no es tan escéptico. “La verdad es que en 5 o 10 años las cosas van tan deprisa que no nos sorprendería que con este planteamiento estemos avanzando una barbaridad”, comenta optimista.
Lalueza pone como ejemplo el estudio que se acaba de hacer sobre la sangre supuestamente conservada de Luis XVI de Francia, cuya autenticidad se ha descartado. “A partir de su genoma hemos llegado a cuanto podíamos saber, como el color de los ojos y el pelo” del individuo cuya sangre se guardó en aquella calabaza. Ha sido la comparación con sus descendientes —es lo que tienen las monarquías, que se basan en la trazabilidad genealógica— la que ha llevado a descartar que esa sangre sea la del rey ejecutado en 1793. Es una muestra del estado de la ciencia actualmente, y, también, de su potencial futuro.
 
Como en otros muchos asuntos, en ciencia que algo se pueda hacer implica, casi como un axioma, que alguien lo va a hacer. Y, en este caso, el proceso de relacionar genes con aspecto tiene una derivada casi comercial: el día que se sepa qué condicionantes del ADN determinan la forma de la cara, surgirá la tentación de seleccionar embriones para que presenten ciertas variantes. Por ejemplo, nacer con el hoyuelo de Kirk Douglas o los ojos de Lauren Bacall, si es que la barbilla de papá o la mirada de mamá no son suficientes o se trata de progenitores cinéfilos.
 
“Esa posibilidad está ahí, por supuesto”, indica Pérez-Alonso, “aunque las leyes españolas prohíben la selección de embriones salvo por causas médicas. Desde un punto de vista ético, moral y legal está prohibido”, insiste.
El debate ya surgió con los diagnósticos preimplantacionales, y en la inmensa mayoría de los países se llegó a la determinación de que solo se puede elegir sexo de un bebé si es para evitar una enfermedad genética. Pero ni siquiera esta postura es monolítica. En Bélgica, recuerda Pérez-Alonso, ya se puede decidir si se quiere implantar un embrión masculino o uno femenino sin tener que justificarlo. En cambio, en otros países como India o China las autoridades intentan que los padres no sepan el sexo del bebé antes del parto —prohibiendo las ecografías que no sean estrictamente necesarias, por ejemplo— para evitar el aborto selectivo de embriones femeninos, lo que ha llevado a un desequilibrio poblacional preocupante.
 
Pero la posibilidad estaría ahí. Elegir un bebé rubio o con ojos azules, por no salirse del tópico ibérico, ya es posible, aunque no se hace. En este caso, los robots científicos se usarían a partir de una célula del embrión, y serviría para seleccionar los rasgos que va a tener la descendencia. Una aparente frivolidad que seguro que tendría muchos adeptos.
Sea para identificar cadáveres o delincuentes, o para determinar qué nos hace guapos o feos, la ciencia ha dado el primer paso. Con las posibilidades de la informática actual, las películas sobre Grissom o Pääbo, dentro de muy poco, no serán ciencia ficción.


martes, 29 de abril de 2014

¿Vasos de papel o de poliestireno? el dilema ecológico de las multinacionales de alimentos

 
 
A Stephanie Falk y su esposo le gustan los batidos de la cadena estadounidense Jamba Juice. Pero la pareja que vive en San Diego, California, boicoteó a la cadena durante varios meses el año pasado porque servía bebidas en vasos de plástico de poliestireno.
 
"Es el factor biodegradable. No hay excusa. Todos lo saben", dijo Falk, que como su marido es fotógrafa de bodas.
 
Ahora Jamba Juice Co. y otras cadenas de alimentos están comenzando a servir las mismas bebidas en vasos de papel. A Falk le gusta: su bebida se mantiene igual de fría en el nuevo vaso de doble papel de la cadena de batidos y jugos, dijo.
 
A la industria de papel también le gusta mucho. La producción de papel blanco de copia y otras formas de papel "sin revestimiento" cayó alrededor de 38% desde 1999, mientras la demanda de vasos de papel crece hasta 5% al año, según analistas de la industria. Las inquietudes de los consumidores sobre el medio ambiente y nuevas prohibiciones al poliestireno en más ciudades de EE.UU. están llevando a las cadenas de alimentos a hacer el cambio.
 
Jamba Juice afirmó el año pasado que adoptará vasos de papel para sus batidos y otras bebidas "para mejorar nuestra huella ambiental". McDonald's Corp. está reemplazando los vasos de poliestireno por vasos de papel de McCafe en sus 14.000 locales de McCafe en EE.UU. Dunkin' Brands Group Inc. está probando vasos de papel.
 
Estas empresas se suman a Starbucks Corp. y otras cadenas que usan vasos de papel desde hace años. La producción de papel que se usa para fabricar los vasos aumentó alrededor de 16% en los últimos cinco años en EE.UU., según el grupo de la industria American Forest and Paper Association.
 
Con la esperanza de sacar ventaja de la mayor demanda, International Paper Inc. planea duplicar el tamaño de una fábrica de vasos de papel que tiene en el estado de Ohio. La empresa está ideando nuevos diseños —como un vaso que ya está en producción y es completamente biodegradable— y promociona los beneficios del papel.
 
La producción de vasos y platos de papel es equivalente en volumen a alrededor de un cuarto del mercado de papel de copia en EE.UU., según Fisher International Inc., que se especializa en datos sobre la industria de la celulosa y el papel.
 
Los defensores del medio ambiente afirman que el papel es más amigable para la ecología que el poliestireno porque el segundo tiende a quebrarse en los rellenos sanitarios y los animales lo confunden con alimento. El poliestireno es difícil de reciclar si no se mantiene limpio y separado de otros plásticos y no es biodegradable.
 
Ese tipo de temores llevaron a San Francisco en 2007 y Seattle en 2009 a prohibir el poliestireno, en lugar de exigir que los vendedores de comida brindaran contenedores al paso para composta o reciclaje. Otras ciudades de la costa este de EE.UU. siguieron el ejemplo. El Consejo de la ciudad de Nueva York votó en diciembre prohibir los contenedores de poliestireno si la industria no puede probar que es reciclable.
 
Las empresas de poliestireno disputan la noción de que este material sea menos amigable al medio ambiente, y la atribuyen a una falta de información. "Creo que hay muchos malentendidos en relación al poliestireno versus el papel", dijo Keith Christman, director gerente de mercados de plásticos del Consejo Estadounidense de Química, que representa al sector. El poliestireno está "compuesto en 95% de aire, así que se usa menos material para fabricarlo". Eso también implica un menor uso de energía y menos volumen de desechos, agregó.
 
Los vasos de papel no serían tan beneficiosos para el medio ambiente como parecen. Sólo alrededor de 11% de las plantas de reciclaje en EE.UU. los puede reciclar, según la American Forest and Paper Association, porque suelen estar recubiertos en plástico o tener residuos de bebidas. Los vasos de papel son un par de centavos de dólar más caros que los de poliestireno. Agregados tales como paredes dobles para aislar la temperatura lo encarecen.
 
 
By  April 27, 2014 1:35 p.m. ET

¿Es Francia el mercado más sobrevalorado del mundo?

 
 
La economía está estancada, el paro sigue siendo crónico, la competitividad empeora y el sistema político se hunde. Ningún país en el mundo desarrollado se enfrenta a unos problemas tan graves como Francia ni necesita más reformas y dinamismo.

Y, aún así, hasta ahora los mercados le han dado vía libre. El mercado bursátil prospera, subido a una ola de entusiasmo por los títulos europeos, los rendimientos de los bonos siguen siendo bajos y la confianza todavía no se ha hecho añicos.
 
Pero eso no puede durar. Francia está mucho peor que Alemania o incluso España (y casi tan mal como Italia). Por desgracia, no se atisba ninguna reforma política en el horizonte y las únicas alternativas son peores incluso que el sistema fallido actual. Tarde o temprano, los inversores se darán cuenta y empezarán a llevarse el dinero. El desencadenante podrían ser las elecciones europeas de finales de mayo.
 

Noticias deprimentes

Las noticias económicas que llegan de Francia son deprimentes desde hace tres años y no hacen más que empeorar. Desde 2011, el crecimiento ha promediado apenas el 0,8%, frente al 1,6% de su rival tradicional, Alemania. En el primer trimestre del año, sólo logró un mísero crecimiento del 0,1%, pese al contexto de recuperación de la economía mundial.
 
El instituto de estadística, INSEE, no prevé más de un 0,3% para el segundo trimestre. El desempleo subió un 0,9% en el último mes y ha aumentado casi un 5% durante el año pasado, hasta superar los 3,3 millones de personas (a pesar de la que podría ser la fase más sólida de recuperación internacional, con descensos bruscos del paro en países como Gran Bretaña, Alemania y Estados Unidos).
En el fondo, la competitividad se ha erosionado progresivamente desde que el país se incorporó al euro. El balance comercial ha pasado de un excedente del 1% del PIB en 1999 a un déficit del 3% del PIB (para un gran país manufacturero como Francia, es una señal clara de que algo está yendo mal). El coste de la mano de obra ha ascendido al ritmo más rápido de las grandes economías de la eurozona desde 2000 y mucho más deprisa que en Alemania, pero no se ha visto compensado por la producción.
 
Según la consultora londinense Capital Economics, el PIB por hora trabajada apenas ha subido un 16% en Francia entre 2000 y 2013, frente al 18% de Alemania, el 19% de Gran Bretaña o el 25% de Suecia. El país está lastrado por un aparato burocrático que castiga a las empresas y obliga a los empresarios a huir a Londres. El Foro Económico Mundial sitúa a Francia en el puesto 71 de 148 países en términos de eficiencia del mercado laboral, y el 144 en contrataciones y despidos. En la encuesta de facilidad para hacer negocios del Banco Mundial, que engloba a 180 países, Francia ha caído del 31 al 38 entre 2009 y 2013, mientras que otros países como Grecia, Italia o España han mejorado su clasificación.
 
Quizá, la principal carga sea un Estado que parece haber crecido sin control. El gasto público ya representa nada menos que el 57% del PIB. Este año superará a Dinamarca como un supuesto país capitalista con el mayor gasto estatal del mundo. Sin duda, Francia se acerca a unos niveles en que debería redefinirse como una economía socialista, con un pequeño sector privado. Cada vez se parece más a Cuba, donde el Estado representa el 78% del PIB.
 
Es extraordinaria la relajación de los mercados ante un panorama económico tan tóxico. Al contrario, reciben cualquier mala noticia de Francia con un encogimiento de hombros decididamente galo. El índice CAC-40 de referencia ha subido de 3,600 hace un año a 4,400. Comercia con un índice de ganancias de precio de 19 y ha aumentado de acuerdo con el DAX alemán y el resto de las grandes bolsas de la eurozona. El mercado de bonos está igual de tranquilo, aunque el país no alcanzará su objetivo de déficit este año y la deuda ya se está acercando al 100 por ciento del PIB. Los bonos a diez años rinden por debajo del 2 por ciento, apenas por encima de Alemania. Se valora como si no pasara nada fundamentalmente mal ni hubiese diferencias reales entre el panorama económico de Francia y Alemania.
 

Un gran error

Al final, será un gran error. Muchos países se hunden en un desbarajuste económico y salen poco a poco de él. Alemania lo hizo hace una década y España lo está haciendo ahora. En Francia, sin embargo, aunque muchos reconocen los problemas, nadie ofrece soluciones reales. El desventurado presidente François Hollande anunció un giro de 180 grados en su programa anti-empresas a principios de año pero sólo se ha traducido en un par de descuentos fiscales engorrosos.
 
Algunos comentaristas entusiastas lo han comparado con la llegada de Mitterrand como el nuevo presidente socialista a principios de los ochenta. Pero es una lectura equivocada. Mitterrand heredó una de las economías más fuertes del mundo, se pasó varios años destrozándola con un programa de nacionalizaciones y después lo dejó. Hollande ha heredado una economía débil y necesita idear cómo arreglarla.
 
Sin embargo, las alternativas son peores todavía. El clima político lo compone Marine Le Pen, líder del Frente Nacional extremista. Podría ganar las elecciones europeas el mes que viene y no deja de aumentar su base electoral. Aunque su partido haya descartado el antisemitismo que le caracterizaba, su programa económico sigue siendo insano. Salir del euro, imponer barreras comerciales, obligar al Banco de Francia a imprimir dinero para financiar el déficit presupuestario y bajar la edad de jubilación a los sesenta es una combinación extraña de izquierdas y derechas que recuerda al nacionalismo económico de los años treinta.
 
Es fácil entender por qué la gente está enfadada. El empleo escasea, la calidad de vida empeora y el país se deja adelantar por sus rivales. En realidad, Hollande no sabe qué hacer con Francia y sus oponentes tampoco. Al final, la confianza de los inversores en el país se derrumbará y un triunfo de Le Pen podría ser el desencadenante.


Matthew Lynn  7:00 - 28/04/2014

¿Se acerca el final de la gran arquitectura?

 

Los profesionales abogan por un cambio en la manera de construir

Primero fueron los palacios, luego las viviendas y ahora se diseñan edificios pensando en la habitabilidad


“Afortunadamente, en la agenda de los políticos ya no está hacer edificios monumentales. Pequeñas acciones para activar las ciudades y sus espacios públicos son la solución que reclama la sociedad civil”. El que habla es el mexicano Mauricio Rocha, un arquitecto excepcional porque, con proyectos como la Escuela de Artes Plásticas de Oaxaca, ha sido capaz de abrir una vía de futuro aunando la arquitectura humilde del adobe con la monumental de las grandes proporciones. Aunque puede pecar de optimista y a pesar de que el equilibrio que representa su obra es frágil, el proyectista no está solo en su defensa de un cambio en la manera de construir. Y es que, entrado el siglo XXI, la arquitectura está llegando a ámbitos pobres y alejados del poder donde nunca estuvo presente. Ese nuevo campo de actuación agita el debate mezclando motivaciones sociales y culturales.
 
Muchos de los últimos reconocimientos, como el reciente Premio Pritzker al japonés Shigeru Ban —autor de arquitecturas de emergencia— o el de hace dos años al chino Wang Shu —que levanta edificios reutilizando los escombros de otros—, reconocen el valor y la oportunidad de una arquitectura que antepone la utilidad a cualquier otro factor. También lo han hecho instituciones como el MoMA de Nueva York, que montó la exposición Small Scale Big Change despreocupándose, por primera vez en su historia, de la carga formal que representaban los edificios expuestos.
 
Así, el reconocimiento a otra manera de construir y pensar la arquitectura se extiende. Sin embargo, esa misma puesta en valor siembra de dudas la crítica especializada y los programas de las escuelas donde se forman los futuros proyectistas. ¿La atención a las pequeñas arquitecturas terminará con los grandes proyectos? ¿El aplauso a los trabajos realizados con escasez de medios desactivará el despliegue técnico y presupuestario necesario para levantar edificios emblemáticos?
 
Tradicionalmente asociada al poder por su enorme dependencia económica (es evidente que sin dinero no se puede construir), la arquitectura del siglo XX ya rompió un molde. Por primera vez en la historia, sus creadores se interesaron por algo que hasta entonces había permanecido paradójicamente ajeno a su disciplina: la construcción de las viviendas de buena parte de la humanidad. Con más arquitectos y más ciudadanos, ya no había palacios (ni catedrales, estaciones o museos) para todos los que podían proyectarlos. Al mismo tiempo, con una población mayor asentándose en las ciudades, la autoconstrucción (la vía tradicional para hacerse una casa) quedó descartada. Fue así como los proyectistas comenzaron a diseñar viviendas unifamiliares (para unos pocos) y bloques de pisos (para casi todos). En términos generales, los arquitectos del siglo XX solucionaron parcialmente ese problema. Sin embargo, en su mayoría desaprovecharon el componente cultural de su aportación. Es decir, parchearon el problema sin asentar una cultura del hábitat. La suya fue una ocasión perdida porque solo un número limitado de bloques de pisos logró, además de dar cobijo a sus habitantes, mejorar su vida, facilitar su convivencia y mejorar la ciudad donde fue construido.
 
El profesor de la Escuela de Arquitectura de A Coruña Carlos Quintáns opina que “aunque las catedrales y los palacios no siempre tuvieron un coste aceptable económica y humanamente, en los últimos años la voracidad económica ha llenado territorios inútilmente para conseguir más dinero en menos tiempo con el mínimo esfuerzo”. Así, a veces por el riesgo que implican los experimentos, otras por impericia y casi siempre por anteponer los intereses económicos a cualquier otro factor, arquitectos y sociedad perdieron la oportunidad de aportar cultura con la construcción de viviendas. Eso ocurrió en el siglo XX. En el XXI la oportunidad es otra.
 
Según una reciente encuesta elaborada por el Sindicato de Arquitectos, en España el número de profesionales se ha multiplicado por tres en 30 años (de 10.600 a 60.000). En ese tiempo, el país casi ha doblado su número de pisos. Con semejante parque de viviendas construido —3,4 millones vacías—, parece llegado el momento de plantear cuál puede ser el futuro de la arquitectura. Y de los arquitectos. La respuesta más optimista es que ahora que ha dejado de ser un negocio muy lucrativo para unos pocos, esta disciplina podría acercarse adonde puede conseguir un poder transformador, a las necesidades urgentes. El peaje es caro, exige un cambio de prioridades y una transformación de la propia disciplina. A su vez, abre el debate de si se separarán definitivamente dos tipos de arquitectura: la humilde y la grandiosa.
 
Negando esa separación, cada vez son más los proyectistas dispuestos a trabajar con pocos medios y, llegado el caso, a proponer soluciones de emergencia. Son estos arquitectos, en su mayoría jóvenes, los que acaparan la atención internacional y los que dejan entrever un cambio de prioridades en la arquitectura del futuro. Sin embargo, la reivindicación de una arquitectura humilde, que aproveche materiales y recursos locales y la defensa de la reparación por encima de la inauguración no son nuevas. Los británicos Alison y Peter Smithson ya defendieron, hace cuatro décadas, una arquitectura “heroica y cotidiana a la vez”. Instaron a revitalizar lo existente y a aplicar nueva energía a lo cotidiano, por encima de seguir proponiendo renovaciones formales o revisiones conceptuales.
 
“Estamos acostumbrados a encumbrar obras impolutas donde cada detalle está finamente calculado, calibrado, pero ese es un lujo al que muy pocos pueden acceder. El mundo diario de muchos arquitectos es el de las remodelaciones, el reciclaje y las transformaciones. Por eso en la arquitectura, tan o más importante que la idea brillante es la economía de la misma, la velocidad de su ejecución y el máximo aprovechamiento de lo existente”. Esta es la visión del joven arquitecto peruano Aldo Facho Dede, pero incluso un veterano como el chileno Enrique Browne es capaz de ver el cambio: “Hay proyectistas jóvenes capaces de captar el espíritu del mundo de hoy: los problemas de la sociedad mas allá de la arquitectura. Son gente que para diseñar utiliza más información de periódicos que de revistas de arquitectura. Producen una arquitectura posible. Son un germen pero, de difundirse, cambiarán la arquitectura”.
 
Desde Medellín, Martha Thorne, directora ejecutiva del Premio Pritzker, admite que en la arquitectura actual coexisten muchos enfoques y actitudes. “Pero espero que los grandes retos de la sociedad cobren más importancia, ya que la arquitectura y el diseño pueden hacer grandes aportaciones”. En México, Marcelo Rocha lo corrobora. El proyectista está convencido de que “los grandes retos del futuro serán arquitecturas que funcionen como acupunturas transformando la relación entre los espacios urbanos. El gran ganador debe ser lo público”.
 
Esa idea de lo público ha calado en el discurso de numerosos profesionales. Sin embargo, el significado no es siempre el mismo. Zaha Hadid, por ejemplo, considera que el colosal centro cultural Heydar Aliyev que inauguró en Bakú hace unos meses es un gran espacio público, pero salta a la vista que es igualmente grande como anuncio del régimen, más hereditario que democrático, que ostenta el poder en Azerbaiyán.
 
Al otro lado del teléfono, Hadid defiende que “la arquitectura no sigue modas ni ciclos políticos o económicos, sigue la lógica inherente a la innovación tecnológica y el desarrollo social. La actual sociedad se tambalea y, por lo tanto, sus edificios deberán evolucionar”. Hay acuerdo pues en que la disciplina debe cambiar. El desacuerdo está en cómo y hacia dónde. “Lo que de verdad es nuevo hoy son los niveles de complejidad social. Con el 50 % de la población del planeta viviendo en ciudades, el urbanismo debe proponer algo más que repetición y compartimentación para lidiar con la densidad y la complejidad de los nuevos barrios”, continúa Hadid.
 
Carlos Quintáns, fundador de la revista Tectónica, que lleva años abogando por la calidad de la construcción por encima de la plasticidad de las formas, opina, sin embargo, que la gran arquitectura del futuro “no estará en edificios con una capacidad expresiva ilimitada. Nuestro papel vendrá de la mano de construir lo necesario, de corregir lo que se ha hecho mal, y de dotar de sensatez a tanta locura. Haremos arquitecturas que no se peleen sino que se entretejen con lo heredado”. El arquitecto Miquel Adriá, director de la editorial mexicana Arquine, está de acuerdo. “Una de las tareas pasará por reciclar lo construido”, dice. Y recuerda que “hay más ruinas recientes, de los últimos 25 años, que del resto de la historia”. De ahí la idea de Rocha de una arquitectura como acupuntura en favor de lo público. Sin embargo, y con respuestas diametralmente opuestas, Hadid también defiende la importancia de lo público. “Parte del trabajo de la arquitectura es que la gente se sienta bien donde vive o trabaja. No se trata de hacer escenarios en los que la gente sobreviva sino de diseñar lugares en los que nos guste vivir. Si lo que hacemos es considerado icónico es por su calidad, no porque represente algo más. Que nuestros proyectos sean reconocibles no es un objetivo, es una consecuencia de nuestra manera de trabajar”, explica. En ese punto, Quintáns recurre al crítico John Ruskin, que aseguraba que la calidad nunca era una casualidad, y reta a los edificios recientes a hacer la prueba de convertirse en ruina. “Una buena estructura permanece, puede ser reutilizada. ¿Soportaría Dubai la desnudez de convertirse en ruinas?”.
 
Por su parte, Martha Thorne opina que los monumentos “solo tienen sentido si recuerdan algo importante” y argumenta que “una arquitectura concebida no solo al servicio de las élites, sino como agente de cambio —de la calidad de vida en las ciudades, la igualdad social, o la sostenibilidad medioambiental— significará un gran paso hacia delante”. ¿Cómo dar ese paso desde lejos del poder?
 
El reciente premio Pritzker, Shigeru Ban, atiende a EL PAÍS por teléfono desde París para insistir en que, a pesar de que se le tilda de arquitecto humanitario —es famoso por sus estructuras de tubos de cartón reciclado—, a él le interesan todas las escalas de su disciplina. Señala que no se considera un modelo para nuevas generaciones de arquitectos y se muestra molesto cuando se le pide que concrete las prioridades arquitectónicas para este siglo: “Yo sé lo que yo quiero hacer, pero no lo que está disciplina será o dejará de ser”. El japonés, que no cobra por dedicar la mitad de su tiempo a enseñar a construir las viviendas de emergencia que lleva décadas diseñando, está convencido de que “al final, todo se reduce a una elección personal: lo que uno quiere ofrecer u obtener de la vida”.
 
En cuanto al futuro, Adriá ve una vía de esperanza en uno de los frentes que, paradójicamente, más se está cuestionando hoy: la tradicionalmente esmerada, y costosa, formación de los arquitectos. En su opinión es esa amplia educación lo que está permitiendo que quien no puede construir sea capaz de hallar alternativas laborales en otros ámbitos. Por eso insiste en reforzar los estudios. También Quintáns insta a sus alumnos a acostumbrarse a trabajar con condiciones, “no solo las absurdas de las normas, también las de la lógica de la tradición, las del clima o el paisaje”.
 
En la formación y en el conocimiento del pasado están muchas de las claves para adaptarse al futuro. Sin embargo, Adriá cuenta que, recientemente, los lideres de Archdaily —el mayor blog de arquitectura global— decían que los estudiantes preguntan y Google responde. ¿Cómo se hace una vivienda? ¿Cómo se repara una puerta? “Ellos defienden que así se aprende arquitectura, pero yo discrepo”, insiste. “Creo que la buena educación sigue pasando por la construcción del espíritu crítico y la capacidad para formular preguntas inteligentes. Google no resuelve esto. Archdaily tampoco”.
 
 

Reparar o inaugurar

Aunque ahora tiene la ocasión de pasar de ser minoritaria a ser una práctica más extendida, la arquitectura que apuesta por la reparación en lugar de la inauguración no es nueva. En 1996, los franceses Anne Lacaton y Jean Philippe Vassal convencieron al Ayuntamiento de Burdeos de que el mejor proyecto para reformar la plaza Léon Aucoc de la ciudad consistía no en hacer nuevas obras allí sino en invertir en el mantenimiento del entorno. En la Bienal de Venecia presentaron, a su vez, un pabellón vacío con una nota explicando que el dinero lo habían invertido en un puente peatonal en África.

Ya en el siglo XXI, tras convertirse en arquitecto en Berlín, el burkinés Diébédo Francis Kéré reunió dinero para levantar la primera escuela de su poblado. Ese colegio en Gando fue su primer proyecto. Un poco más tarde, también en Ecuador los arquitectos de Al Borde lograron levantar en El Cabuyal (Manabí) una escuela con poco más de 600 euros. Fue nombrada Escuela Buena Esperanza.
 
Cada vez son más los arquitectos que se movilizan para llevar su conocimiento donde la arquitectura no ha sabido llegar. Es el caso del estadounidense Michael Murphy, que, tras formarse en Harvard, no solo diseñó una escuela y un hospital para Butaro (Ruanda) sino que logró además financiación para construirlos. Corría el año 2011.
 
Poco después, también el español Xavier Vilalta convenció a sus clientes de Addis Abeba para que, en lugar de un centro comercial con aire acondicionado, le dejasen construir un mercado ventilado por celosías. Parece llegado un tiempo de aire nuevo en la arquitectura.


lunes, 28 de abril de 2014

El sitio web chino donde se rentan novios y algo más

 
 
 
El sitio en internet chino Taobao es una de las páginas web de comercio electrónico más grandes del mundo, una combinación de eBay y Amazon pero más grande. Sus 500 millones de usuarios registrados comercian, en promedio, casi 50.000 productos cada minuto.
 
Taobao tiene dos plataformas: TMall, en la que los propietarios de marcas establecidas venden directamente a los clientes, y Taobao Marketplace, en la que operan compañías más pequeñas y emprendedores incipientes.
 
El 11 de noviembre de 2013, cuando Taobao celebró su día de las grandes ventas (un evento anual), el total de transacciones efectuadas ese día superó los 35 billones de yuanes, lo que equivale a US$5.600 millones.
Con más de 800 millones de productos en sus listas, se puede encontrar casi de todo.
Éstos son algunos de los inusuales productos que se han puesto a la venta en Taobao Marketplace.
 

1. Un drone

En noviembre pasado, los rebeldes en Siria anunciaron que habían derribado un avión no tripulado o drone operado por las fuerzas gubernamentales.
Tan pronto como las fotos del drone aparecieron en internet fue reconocido como un producto vendido en Taobao por una compañía china con sede en Shénzhen.
El DJI Phantom 2 Quadcopter es un dispositivo aéreo a control remoto.
El quadcopter derribado por los rebeldes sirios es vendido en la tienda de DJI Innovations en TMall por 4.999 yuanes, unos US$800.
Las estadísticas de TMall muestran que DJI ha vendido 134 Phantom 2, 80 de ellos el mes pasado.
 

2. Un novio para rentar

Las celebraciones por el Nuevo Año Lunar en China, como la Navidad en Occidente, es una época familiar.
Pero para muchos hombres y mujeres solteras, esas reuniones pueden llegar a ser muy estresantes, porque algunos parientes empiezan a hacer preguntas de índole personal.
Poco antes del Nuevo Año Chino hubo una explosión de listas de hombres que ofrecían sus servicios como novios falsos.
Uno de ellos tenía una lista clara de precios:
  • Viajes a otras ciudades para visitar la familia: US$128 al día
  • Actuar como acompañante de compras: US$24 la hora
  • Ayudar a drenar energía negativa al escuchar quejas o abuso: US$8 por 20 minutos
Las listas de dichos hombres han desaparecido con la temporada festiva, lo cual hace imposible saber quiénes efectivamente fueron contratados.
 

3. Escorpiones vivos

En Taobao, una mercancía muy popular son los escorpiones vivos. Hay más de 800 vendedores ofreciendo desde escorpiones emperadores africanos como mascotas hasta escorpiones de cola de armadura china como un alimento saludable.
Los escorpiones son generalmente vendidos en alrededor de US$1,68 la docena.
Un vendedor que aseguraba ser uno de los principales proveedores en Taobao publicó fotos del embalaje de los animales para garantizarles a los clientes que las criaturas vivas serían empacadas de forma segura dentro de los contenedores y que se adjuntarían instrucciones impresas sobre cómo desempacarlos correctamente una vez lleguen a su destino.
Si un potencial cliente no se siente convencido, siempre está la opción de ordenar escorpiones hervidos o fritos.
 

4. Jabón de leche materna

Un producto que se ha vuelto popular en Taobao son los jabones que sus promotores aseguran son hechos con leche materna de mujeres que recientemente dieron a luz.
Una vendedora explica en su página que ella hace el jabón con su propia leche porque su hijo no se la puede tomar toda.
"Solía verterla toda por el drenaje, pero me parecía que era un desperdicio", escribe.
La mujer publicó una foto en la que se le ve cargando a su hijo así como también imágenes de barras pequeñas de jabones con formas de corazones y flores.
Los jabones son suaves. Pueden ser usados tanto por adultos como por bebés, indica la comerciantes. Ella también asegura que los jabones no son solo buenos para la limpieza profunda de la piel de los adultos sino que también han demostrado ser muy efectivos para combatir la irritación causada por los pañales.
 

5. Agua de luffa

Wang Xiafeng, de 32 años, es conocido por cientos de miles de usuarios de Taobao como el Hermano Tierra.
Tras dejar un exitoso trabajo de mercadeo en Shanghái, Wang ha pasado los últimos tres años construyendo una de las marcas de productos agrícolas más conocidas en Taobao.
"Mis padres estaban realmente preocupados cuando renuncié a mi trabajo en Shanghái", cuenta Wang. "Pero tuve mi primer cliente un par de días después de abrir el negocio y nunca he tenido que mirar atrás".
Wang ahora vende más de 20 variedades de productos agrícolas en su tienda, desde semillas de loto hasta salchichas hechas en casa.
Sus productos estrellas son el vino hecho con arroz cosechado en casa y agua de luffa, la cual muchos creen que tiene propiedades para aliviar irritaciones en la piel y para blanquearla.
El negocio es bueno, dice Wang. Asegura que ahora hace mucho más dinero que cuando trabajaba en una ciudad grande y tiene tiempo para pasarlo con su familia.
"Mi objetivo final es ayudar a otros agricultores a enriquecerse", indica Wang. "Todavía trabajo para lograr eso".
 

6. Talismanes del taoísmo

Por miles de años, la antigua filosofía y religión del taoísmo se ha entretejido con la cotidianidad china.
Hay docenas de tiendas en Taobao dirigidas por Daoshi, el clérigo taoísta, en las que se ofrece Fu, el talismán del taoísmo.
A Fu se le atribuyen poderes especiales. Puede traerle buena suerte a quien lo compra o ayudarle a salir de la mala fortuna.
Un tipo muy popular de Fu es uno que ayuda a calmar a un bebé que llora.
Los símbolos del Taoísmo se escriben en un papel especial y se realizan rituales religiosos para fortalecer sus propiedades calmantes. Posteriormente el Fu se dobla siguiendo un patrón especial, se guarda y se sella dentro de una bolsa.
Se puede colocar dentro de la cuna del bebé o debajo de la almohada.
Los precios de los Fus varían. Actualmente, el más barato en Taobao cuesta menos de US$1, mientras que la versión más costosa asciende a más de US$26.000.
 

7. Marmite

China ofrece un gran abanico de productos alimenticios, pero el Marmite, una pasta para untar elaborada con extracto de levadura, no es algo que se pueda encontrar fácilmente en cada supermercado local.
Sin embargo, para aquellos que tienen una necesidad alimenticia urgente no tienen por qué desesperarse, pues un proveedor de Marmite está disponible en Taobao.
Hay dos tipos de Marmite en oferta: el que se puede conseguir en los supermercados británicos y el que se puede comprar en Nueva Zelanda.
Marmite es comprada en el extranjero y diferentes vendedores tienen diferentes fuentes de suministro: Reino Unido, Canadá, Hong Kong, Nueva Zelanda.
 

8. Poesía para el alma

La Tristeza de un Poeta de 50 centavos es el nombre de una tienda que pone a la venta poemas 45 poemas cortos de cuatro poetas.
El mensaje es contundente: "La nuestra es la era en la que los poetas se mueren de hambre. Nuestros poemas son gratis. Si piensas que son buenos, a nosotros no nos importaría una donación de 50 centavos".
De acuerdo con estadísticas del sitio, la tienda fue establecida en agosto pasado y sólo ha recibido dos donaciones.
 

9. Almuerzo "Combo del Presidente"

Cuando en diciembre, el presidente de China, Xi Jinping, se detuvo en el restaurante Qingfeng -en el corazón de Pekín- para almorzar, no se llegó a imaginar que el platillo que escogió se convertiría en el combo más vendido por el establecimiento.
El lugar se ha convertido en una atracción turística y cientos de personas solo van para pedir lo que se conoce como el "Combo del Presidente".
Pero si no puede ir a Pekín, todavía puede saborear el platillo con la ayuda de Taobao.
La comida consiste en seis dumplings de cerdo y puerro, dos acompañantes hechos con mostaza de hoja (Brassica juncea) y un guiso a base de hígado e intestinos de cerdo.
El precio en el local es de poco más de US$3. Pero en Taobao llega a los US$11.
 

10. Créditos de videojuegos

Los juegos online son un gran negocio en China. De acuerdo con estadísticas oficiales, la nación tuvo 190 millones de jugadores en internet en 2012 y los ingresos del sector ese año fueron millonarios.
Taobao es una plataforma importante para el comercio que efectúan los jugadores. Pueden comprar créditos virtuales que venden los operadores de los juegos o pagarle a otros jugadores por objetos virtuales que sólo existen en los juegos.
Algunos jugadores, presionados por el tiempo o quizás por la falta de paciencia, prefieren pagar para evitar la tediosa tarea de subirle de nivel a un avatar.

Debra Xu   Servicio chino de la BBC   Última actualización: Domingo, 27 de abril de 2014

Casi una quinta parte de tierra cultivable de China está contaminada

 
 
 
Casi una quinta parte de la tierra cultivable en China está contaminada con polución orgánica o inorgánica, según los resultados de un estudio sobre contaminación del suelo llevado a cabo por los ministerios estatales y dado a conocer el jueves.
 
"La situación del suelo nacional en general no permite el optimismo", señalaba el informe del Ministerio de Protección del Medio Ambiente y el Ministerio de Tierras y Recursos. "En algunas zonas, la contaminación del suelo es relativamente grave. Las condiciones de la tierra cultivable son preocupantes y el problema de la contaminación de la industria y la minería es particularmente preocupante".
 
El estudio de siete años, basado en pruebas realizadas a 6,3 millones de kilómetros cuadrados de tierra, encontró que cerca del 16,1% del suelo del país y el 19,4% de la tierra cultivable sufrían algún tipo de contaminación. Algo más del 1% de la tierra en China está muy contaminada, según una copia del informe fechada el jueves y publicada en la página web del ministerio.
 
Estas estimaciones parecen confirmar las peores previsiones de los investigadores vinculados al Estado, que habían dicho anteriormente que entre el 8% y el 20% de la tierra cultivable china podría estar contaminada con metales pesados.
 
 
By   Por    April 17, 2014 1:59 p.m. ET      

Gamificación o cómo lograr que los empleados hagan un trabajo extra gratis

 
 
 
LA NUEVA TENDENCIA EMPRESARIAL
 

Gamificación es el nuevo término de moda empresarial. Hasta agosto de 2012 no existen búsquedas de esta palabra en Google, pero desde entonces se han disparado. Esta práctica consiste en usar la dinámica de juegos en el ámbito corporativo para lograr una mayor fidelización de los clientes, incremento de ventas, ahorro de costes e implicación de los trabajadores. Y los expertos creen que cada vez se usará más. ¿Jugamos?
 
Correos consiguió poner a sus empleados a hacer un trabajo extra que, si lo hubiera contratado con una consultora externa le hubiera costado miles de euros y varios meses de trabajo. ¿Cómo lo hizo? Les propuso un juego. La tarea consistía en revisar las más de 160.000 páginas de su web para renovarla. El plazo: 13 días. El reto: los empleados debían hacer propuestas de mejora y a cambio obtenían puntos. El premio: 700 regalos, desde una tableta a un llavero y la recompensa que supone ganar a los compañeros y ver materializadas sus ideas en la nueva web. El ahorro que logró la empresa fue del 70%. Se presentaron más de 50.000 propuestas de mejora en un tiempo récord y se aplicaron el 29%.
 
La clave del éxito de la gamificación es el convencimiento por parte de la empresa, que debe presentar la propuesta con entusiasmo para lograr la implicación de empleados, clientes o quien quiera que sea el objetivo del juego. El juego, explica Inma Marín, consultora experta en la materia, “no reside tanto en la actividad en sí, sino en la actitud del que juega. Es algo voluntario, gratuito y necesita una motivación”. “Jugando se refuerzan los vínculos, se crean emociones, se gana confianza”, añade.  
 
Aunque el juego no es nuevo, esta práctica aplicada a la empresa es muy reciente. El término se empezó a generalizar Estados Unidos hace apenas cuatro años. En 2011 hay numerosos artículos publicados en revistas como Forbes o Bloomberg Businessweek. En España, aunque hay empresas como BBVA que empezaron a aplicarlo ya hace tres años (Game BBVA, para lograr que los clientes se ‘digitalizaran’ y utilizasen más la web), el término se ha popularizado hace apenas un año. Como se puede ver en el gráfico, antes de septiembre de 2012 apenas se buscó esta palabra en Internet.
 
 
 
 
BBVA reclama que aplicar la gamificación en el banco ha sido todo un éxito. Los clics en su web se han multiplicado por tres y la satisfacción de los clientes, por dos. En estos tres años han aprendido que el juego hay que plantearlo con pasión por parte de la empresa. A cambio, “los resultados son espectaculares”, asegura Bernardo Crespo, responsable de Marketing Digital de la entidad. También han sacado otra lección: no valen todas las acciones para todo el mundo, hace falta tener en cuenta el público objetivo y no saturarlo, no aplicar siempre las mismas técnicas y dinámicas. Ahora han empezado a segmentarlo para diferenciar al público joven. Un dato: quienes más han jugado son los hombres (dos tercios de quienes jugaron) y personas de entre 35 y 50 años.
 
El éxito del que habla BBVA  y la satisfacción con la experiencia que cuenta Correos parecen algo común a otras empresas que han optado por jugar con clientes y empleados. En Estados Unidos Domino’s Pizza creó la aplicación Pizza Hero y consiguió incrementar los ingresos en un 30% permitiendo a los clientes crear su propia pizza con esta aplicación. Playboy también hizo un juego para sus lectores, de los cuales el 85% jugó más de una vez y consiguió un retorno del 50%, con lo que los ingresos crecieron un 60%. Adobe, por su parte, cuadruplicó la ratio de conversión de personas que utilizaban la prueba gratuita a clientes. Quien lleva tiempo utilizando la gamificación con gran acierto para ganarse a los clientes es Coca Cola, señala Juan Carlos Lozano, presidente de la Asociación de Gamificación y Marketing Digital.
 
La gamificación va a ir a más, asegura Lozano. “Tiene un potencial enorme”, afirma. Gartner, empresa estadounidense de consultoría e investigación en nuevas tecnologías, espera que en 2015 más del 40% de las multinacionales utilicen la gamificación como mecanismo para transformar las dinámicas empresariales. Y según Markets and Markets se espera que en 2018 la gamificación genere 5.500 millones de dólares y tenga una tasa de crecimiento anual del 67,1%. 
 
Y no sólo para fidelizar clientes e incrementar el compromiso de los trabajadores, cada vez más se están empezando a usar dinámicas de juego en los procesos de selección. “En media hora de juego podremos descubrir más a una persona que en un año de conversación”, dijo Platón. Y es que como explica Inma Marín, “cuando jugamos de verdad -y decidimos implicarnos en esa actividad- nos mostramos como somos”. “Con un juego se puede descubrir si una persona es más agresiva o más analítica”, añade.