El principal periódico de Chile, El Mercurio, publicó hace unos
años un largo artículo sobre los diez problemas más grandes que enfrentaba la
Isla de Pascua, la remota isla en el sur del Océano Pacífico.
Entre ellos incluía: la fiebre del dengue, la falta de un hospital decente,
una acumulación constante de basura, la pesca excesiva, la llegada de miles de
turistas cada año y el daño a los moai, las estatuas gigantes de piedra que han
hecho famosa a la isla.
Al parecer, Isla de Pascua estaba lejos de ser el paraíso del imaginario
colectivo.
Estamos en 2014 y la isla está abordando algunos de estos temas. Cuenta con
un nuevo hospital y una planta de reciclaje.
Pero todavía es un lugar problemático.
Medio de la nada
Al igual que las Islas Galápagos, las Maldivas y decenas de otras islas pequeñas
en todo el mundo, Isla de Pascua se enfrenta a preguntas difíciles.
¿Cómo desarrollar una industria turística sostenible cuando cada año más
gente quiere visitarla? ¿Hay que limitar el número de visitantes? ¿Cómo asegurar
que la población local no se sienta desplazada? ¿Cómo proporcionar servicios
básicos en un sitio tan remoto?
¿Cómo manejar una isla como esta?
Hasta que uno visita Isla de Pascua, es difícil entender qué tan remota es.
En cierta medida, es el lugar más aislado de la Tierra permanentemente
habitado.
Los vecinos más cercanos viven en las Islas Pitcairn, más de 2.000 km al
oeste. Y América del Sur está a más de 3.500 km hacia el este, un vuelo de cinco
horas.
Y la Isla de Pascua es pequeña: tiene 25 km de un extremo al otro, poco menos
de dos veces el tamaño de Manhattan.
Tiene una población de alrededor de 6.000 habitantes y recibe 80.000 turistas
al año, que traen dinero pero generan una tremenda presión sobre los servicios.
La isla produce 20 toneladas de basura al día y la planta de reciclaje,
inaugurada en 2011, procesa 40.000 botellas de plástico al mes.
Pero gran parte de la basura de la isla no se puede reciclar.
"La ponemos en vertederos y lo único que podemos hacer es aplanarla", dice el
alcalde de Isla de Pascua, Pedro Edmunds.
"No podemos quemarla y no tenemos más tierra. Atrae ratas, mosquitos y perros
callejeros", agrega.
En los últimos años, los isleños han enviado chatarra y cartón al territorio
continental de Chile para reciclaje pero es prohibitivamente caro.
Debido al riesgo de dengue, el envío debe ser fumigado antes de llegar a los
puertos chilenos.
"Hay empresas en Chile que compran cartón, aluminio y plástico, pero el costo
de envío es tan alto que uno termina pagándole a ellos en lugar de que ellos nos
paguen a nosotros", dice Edmunds.
El plan a largo plazo es incinerar residuos para generar electricidad, pero
para ello faltan algunos años.
El gobierno chileno abrió un nuevo hospital en la isla en 2012, pero el
alcalde dice que está mal financiado y que no ha hecho mucho para mejorar la
atención sanitaria.
"Es un edificio espectacular, como un hotel de ocho estrellas, ¿pero el
servicio? No es malo, es atroz", dice. "Le pusieron un smoking y un moño a un
cerdo, pero sigue siendo un cerdo".
Leo Pakarati, director del periódico digital de la isla, El Correo del Moai,
dice que los médicos y los dentistas no vienen a la isla para trabajar en el
hospital público porque pueden ganar más en el sector privado en otros
lugares.
"Hay que esperar un par de meses para una cita en el hospital", dice.
Espacio limitado
Con el auge de la industria turística de Isla de Pascua, muchos chilenos se
han trasladado desde el continente a vivir aquí, y abrir hoteles hoteles, bares
y restaurantes.
Ahora ya son más numerosos que los rapanui, los pobladores originales de
ascendencia polinesia.
Eso ha creado tensiones.
Pakarati describe a los isleños como "víctimas de la inmigración
indiscriminada" de Chile que, culturalmente, tiene poco en común con la
isla.
"No hay espacio suficiente para todos, suficiente agua potable, suficiente
combustible", dice. "Se trata de sostenibilidad y calidad de vida".
Al igual que otros rapanui, Pakarati dice que el número de inmigrantes
residentes debe limitarse y la gente debería tener más participación en cómo se
administra la isla.
"Nuestro conflicto no es con los chilenos, es con el ineficiente Estado
chileno", señala. "Los rapanui son una tribu grande y nuestro territorio nos
debe pertenecer".
Espectáculo inolvidable
Pakarati cita a las Islas Galápagos como un ejemplo que la Isla de Pascua
podría seguir.
Allí los turistas extranjeros pagan un impuesto de entrada de US$100 para
visitar áreas protegidas y el gobierno ecuatoriano ha hecho algunos esfuerzos
para frenar el crecimiento de la población y gestionar el número de turistas.
"Actualmente recibimos cerca de 80.000 turistas al año. Los estudios sugieren
que si esa cifra se eleva por encima de 100.000, las consecuencias podrían ser
desastrosas", explica Pakarati.
El exceso de pesca también es un problema. El atún y la langosta de la isla
son muy apreciados en los restaurantes de Santiago.
Edmunds culpa a las flotas pesqueras extranjeras de saquear las aguas de la
isla y dice que el sur del Pacífico está "lleno de piratas".
Isla de Pascua es un lugar impresionante. Los tradicionales moai, las
estatuas talladas en piedra entre los años 1250 y 1500, son un espectáculo
inolvidable.
Pero está claro que es una isla con problemas.
Si no se resuelven, podrían poner en peligro el futuro de uno de los lugares
más singulares del planeta.
Gideon Long BBC, Hanga Roa, Isla de Pascua Última actualización: Lunes, 28 de abril de 2014
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