miércoles, 30 de septiembre de 2020

El bitcóin, ¿se parece más al euro o a un tulipán?




Es difícil saber si la criptomonedas están sobrevaloradas como los bulbos del XVIII o son injustamente atacadas como las locomotoras del XIX


En agosto el bitcóin ha llegado a superar la cotización de 10.000 euros, en marzo estuvo por debajo de 5.000, ¿cómo se justifican esos valores? Precisamente en el Boletín de Estudios Económicos correspondiente a este pasado mes de agosto se publica un interesante artículo que firma mi buen amigo y prestigioso catedrático de la Universidad Autónoma de Madrid, Prosper Lamothe, junto con su hijo homónimo, también economista, sobre la valoración del bitcóin. Sin entrar ahora en el trabajo de los Lamothe, el tema es de candente actualidad, así nos podemos preguntar: ¿es el bitcóin, y otras criptomonedas, realmente una moneda, como lo son el dólar o el euro? Sin duda tienen algunas similitudes, pues se pueden utilizar para comprar en algunos mercados, pero tienen importantes diferencias, yo señalaría tres: detrás del bitcóin no hay un Gobierno soberano que obligue a aceptar el bitcóin como medio de pago; su valor tiene una enorme variabilidad, con lo que tampoco sirve para atesorar una riqueza estable y, precisamente por esa variabilidad, tampoco es muy útil medir el valor de otros activos en bitcóins.

Si el bitcóin se asemeja a una moneda, pero no tiene todas las características de una moneda, ¿cómo lo podríamos clasificar? Tal vez lo podríamos catalogar como mercancía virtual que, previo acuerdo de las partes, puede usarse como medio de pago; y también como una inversión altamente especulativa a la espera de su revalorización.

El gran economista inglés John Maynard Keynes, en su Teoría General publicada en 1936, defiende que, para muchos, los activos en Bolsa valen por lo que la gente quiera pagar por ellos. Y eso ocurrió en la famosa tulipanmanía en la Holanda de la primera mitad del siglo XVII: los tulipanes alcanzaron precios desorbitados, pero luego cayeron en picado. ¿Puede ocurrir que el actual precio del bitcóin esté tan justificado como el de los bulbos de tulipán de hace cuatrocientos años? Burbujas especulativas ha habido muchas, a posteriori suelen ser fáciles de explicar, lo complicado es detectarlas desde dentro, y las cosas nuevas pueden ser propensas a crear burbujas, ¿nos acordamos de la burbuja de las puntocom de hace veinte años? Pero también ha ocurrido lo contrario; los seres humanos somos escépticos, con frecuencia, ante las grandes novedades: recordemos cómo entre los médicos del siglo XIX muchos consideraban peligroso para la salud viajar en ferrocarril a más de 30 kilómetros por hora. El rechazo al bitcóin que mantienen bastantes expertos en finanzas ¿puede estar tan fundado como el de aquellos médicos de hace menos de doscientos años?

Que en un futuro, y no lejano, se generalizará el uso de algo parecido a las actuales criptomonedas es bastante probable; pero es difícil saber si las actuales, con el bitcoin a la cabeza, están sobrevaloradas como los bulbos de tulipán del siglo XVII o son atacadas injustamente como las locomotoras del XIX: ¿son bulbos o locomotoras?

El ascendente precio del bitcóin puede tratar de fundarse en su creciente coste de producción: producir nuevos bitcóins es cada vez más caro. Pero este argumento no acaba de parecerme sólido. Me recuerda cuando un bodeguero riojano, alumno mío en un postgrado, iba a comprar una bodega y el vendedor, para subir el precio, le argumentaba que la zona noble tenía grifería de oro. Es indudable que este hecho había aumentado el coste de construcción de la bodega, pero difícilmente aumentaría su precio de venta, más allá de lo que se podría ganar sustituyéndola por una grifería normal.

Además, el enorme coste energético de producir bitcóins, hace pensar que tal negocio es difícilmente sostenible: ¿no deberíamos buscar otro modelo más compatible con el medio ambiente?

Volviendo a la cotización del bitcóin, el artículo antes citado de los Lamothe trata de fundamentarla con la teoría cuantitativa del dinero o la economía de redes. Ambos caminos nos ayudan a entender mejor su valor, pero no llegan a justificarlo. Sí es cierto que su escaso número (no pueden pasar de veintiún millones), puede invitar a atesorarlos esperando su revalorización, y que esto subiría su precio, o que si aumenta su uso, aumentará su valor. También su opacidad puede hacerlos más apreciados. Pero yo sigo sin saber si su valor es razonable.

Como decía antes, es probable que alguna de las actuales criptomonedas, o varias, vea su uso generalizado. O tal vez sea una nueva que todavía no ha aparecido: ¿qué pasará entonces con los actuales tenedores de bitcóins? Si pierden su dinero, por favor, que no nos pidan que los rescatemos, como tampoco han compartido hasta la fecha sus enormes ganancias.


FERNANDO GÓMEZ-BEZARES     29 SEP 2020 - 06:35 https://cincodias.elpais.com/cincodias/2020/09/28/opinion/1601306814_745453.html

El 'top manta' crece en Internet y el lujo falsificado factura 121.000 millones

 

Foto: Dreamstime


  • Círculo Fortuny y la patronal europea exigen control en las plataformas digitales
  • Las falsificaciones suponen ya el 6,8% del total de las importaciones en la Unión Europea


El sector del lujo se une contra las falsificaciones y reclama a la Comisión Europea que obligue a las plataformas online a adoptar medidas proactivas que detecten y eviten las mismas en Internet, así como su posterior reaparición. Esta solicitud, realizada por ECCIA (European Cultural and Creative Industries Alliance) como representante de la industria europea de la alta gama y que aglutina a más de 600 marcas de lujo, se enmarca dentro de la consulta pública sobre la Ley de Servicios Digitales (Digital Services Act, por sus siglas DSA) lanzada por Bruselas.

Con esta propuesta, a la que España se ha unido a través del Círculo Fortuny, el sector quiere frenar la proliferación de falsificaciones online, teniendo en cuenta que un 6,8% de todas las importaciones europeas de terceros países son productos falsificados y pirateados, con un valor de 121.000 millones , según cifras de la OCDE. Además, las falsificaciones online suponen un riesgo creciente para su propia seguridad y bienestar, ya que los consumidores se vuelven cada vez más vulnerables a las estafas online.

Según datos de Bain & Company, se estima que en tan solo 5 años el 30% de las compras de artículos de lujo y alta gama se realizarán de forma online. Por ello, la industria está virando hacia un nuevo entorno, en el que el consumidor pasará del entorno físico al digital de forma automática. "En este contexto, es imprescindible construir un ecosistema sostenible, donde los consumidores y las marcas puedan operar de forma segura", aseguran desde el Círculo Fotuny. La próxima revisión de la Directiva de Comercio Electrónico (ECD), una de las piedras angulares de la futura directiva, supone así, para el sector, una oportunidad para crear un marco legal basado en el principio de "lo que es ilegal offline, es ilegal online". El objetivo es garantizar que los productos ilegales no lleguen a estos portales web, y al mismo tiempo, abordar el gran número de ofertas existentes de los mismos que existen hoy en día.

Además, ECCIA propone en sus conclusiones ampliar el alcance de directiva a todos los proveedores de servicios dirigidos a los consumidores europeos, independientemente de donde se establezcan, armonizar el procedimiento de notificación por parte de terceros fiables -como los propietarios de la marca- y eliminar las ofertas de falsificaciones que se detecten. En su escrito plantea también obligar a las plataformas online a verificar los datos de sus proveedores y compartirlos con las marcas para que puedan emprender acciones legales, en caso de ser necesario, o notificar al comprador que ha comprado un producto falsificado.

Según Círculo Fortuny, "la proliferación de las falsificaciones online es uno de los efectos no deseados del auge de Internet y el marco legal existente no permite a los propietarios de marcas proteger eficazmente sus derechos online".

Preocupa la directiva de pagos

Los comercios españoles, en plena batalla contra la pandemia, podrían perder más de 20.000 millones de euros en sus ventas online el próximo año si no se amplía el plazo para adaptarse a los sistemas de autenticación reforzada destinados a reducir el fraude con tarjetas de crédito y débito, según se desprende de una investigación publicada por la consultora independiente CMSPI, especializada en sistemas de pago.

"Los minoristas españoles están trabajando lo más rápido posible para implementar estas nuevas e importantes medidas de seguridad, pero la pandemia ha desviado muchos recursos y solo algunos emisores de tarjetas españoles están listos para llevarlo a cabo", asegura el Jefe de Aprobaciones y Fraude de CMSPI, Toby McFarlane. "Esto hace muy difícil hacer las pruebas para asegurar que el sistema funcionará correctamente, y España aparece en nuestro informe como uno de los países con una mayor cuota de ventas en riesgo".

"La proliferación de las falsificaciones online es uno de los efectos no deseados del auge de Internet", Círculo Fortuny

A partir de enero, los bancos emisores de tarjetas de pago en España y la UE, deberán poner en marcha sistemas de autenticación reforzada de clientes (SCA en sus siglas en inglés), como establece la directiva europea de servicios de pago (PSD2) destinada a dotar de mayor seguridad los pagos online, y que comenzará a utilizar el 3D-Secure Versión 2.0, un protocolo de autenticación desarrollado por los principales sistemas de pago. Los comercios que acepten pagos online con tarjeta deberán admitir el uso de 3DS2.

Sin embargo, el Informe de Evaluación del Impacto Económico de la SCA "agrega una importante fricción innecesaria a la experiencia del comercio online". Aunque los bancos pueden estar satisfechos de que el protocolo 3DS2 sea compatible con los requisitos de autenticación reforzada de clientes, "los comercios europeos necesitan soluciones que sean compatibles y cómodas para el consumidor", indica el informe.


Madrid
 

Qué es la "regla del silencio incómodo" que utilizan famosos emprendedores como Tim Cook o Jeff Bezos


Tim Cook, Apple
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Tim Cook, director ejecutivo de Apple, es conocido por hacer largas pausas antes de responder una pregunta.

Cuando nos apresuramos en dar una respuesta, las cosas pueden salir mal, y por eso no sería extraño que más de una vez te hayas arrepentido de hablar sin haber pensado lo que ibas a decir.

Hay una estrategia que conocidos emprendedores como Tim Cook, director ejecutivo de Apple, y Jeff Bezos, fundador de Amazon, han puesto en práctica, precisamente para concentrar toda su atención en sus palabras.

Se trata de la "regla del silencio incómodo", un concepto desarrollado por Justin Bariso, consultor y autor del bestseller "EQ Aplicado, Guía para la Inteligencia Emocional en el Mundo Real".

Consiste en que cuando te enfrentas a una pregunta desafiante, en vez de responder de inmediato, haces una pausa y piensas profundamente cómo quieres responder.

¿Por qué es incómodo?, porque la pausa puede ser de 10 segundos, 20, o incluso más tiempo, haciendo que el interlocutor se sienta desconcertado, si no está acostumbrado a este tipo de interacciones.

En diálogo con BBC Mundo, Bariso cuenta que Tim Cook es conocido por hacer largas pausas que, en el contexto de un diálogo, se pueden volver muy incómodas.

También lo hace Jeff Bezos, aunque su estilo -agrega Bariso- sigue una manera metódica: al principio de las reuniones se toma un tiempo largo para leer informes en silencio antes de iniciar el diálogo.

"Mentes inteligentes como Tim Cook o Jeff Bezos acogen la regla del silencio incómodo", dice Bariso.

Jeff Bezos
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Jeff Bezos, fundador de Amazon, también utiliza largos intervalos de silencio al inicio de las reuniones, explica Justin Bariso.

"Esta regla siempre ha sido una herramienta valiosa de la inteligencia emocional, porque te permite equilibrar el pensamiento y la emoción, en vez de reaccionar basado solo en los sentimientos".

El silencio de Steve Jobs

Tim Cook y Jeff Bezos no son los únicos directores de empresas que han utlizado la regla del silencio incómodo.

En una ocasión, Steve Jobs se tomó cerca de 20 segundos en contestar un ataque personal, entregando una respuesta contundente.

Era 1997 cuando Jobs -que recién había regresado a Apple- participaba en una conferencia con desarrolladores.

Una persona del público lo atacó diciéndole, "no sabes de lo que estás hablando".

Lo primero que hace Jobs es quedarse sentado en silencio. Y pensar.

Steve Jobs
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En 1997 Steve Jobs, respondió a un ataque en público utilizando la regla del silencio incómodo.

En un tiempo que seguramente parecía una eternidad para la audiencia en el contexto del ataque y la esperada respuesta, Jobs tomó un poco de agua y cerca de 10 segundos, comenzó a responder.

"Tú sabes", le contesta. "Puedes agradar a algunas personas en algunas ocasiones, pero…", Jobs vuelve a hacer una pausa como de ocho segundos.

Luego continúa con su respuesta. "Una de las cosas más difíciles cuando estás tratando de lograr un cambio es que, personas como este caballero tienen razón… en algunas áreas".

Ese es el inicio de una larga respuesta que dejó al público deslumbrado. Pero más allá de las habilidades de Job para responder al ataque y plantear su visión a largo plazo, una de las cosas que destaca Bariso es la duración y efectividad de esa técnica discursiva.

8 beneficios

La inteligencia emocional, agrega, se refiere a la capacidad de entender y manejar las emociones.

Cuando estamos bajo presión, hablamos y actuamos de una manera diferente a cuando tenemos tiempo de analizar las cosas.

"Yo tiendo a hablar demasiado rápido y me he metido en problemas por eso", cuenta el autor.

Imagen de un reloj
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El silencio incómodo suele extenderse por un período de tiempo de entre 10 y 20 segundos.

Esa fue una de las razones por las que Bariso decidió entrar al campo de la inteligencia emocional.

Y cuando practicas la regla del silencio incómodo por un tiempo suficiente, agrega, "dejarás de sentirte incómodo".

Estos son algunos de los beneficios que puede proveer la práctica regular de esta regla, según Bariso:

  • Silenciar el mundo exterior
  • Ejercitar tu pensamiento
  • Llegar a la raíz de los problemas con mayor efectividad
  • Dar respuestas mejor pensadas, más profundas
  • Equilibrar tus emociones
  • Estar en armonía con tus valores y principios
  • Decir lo que realmente quieres decir
  • Aumentar tu confianza

Una de las dudas que genera esta regla es si efectivamente cualquier persona puede implementarla.

No solamente por la capacidad personal de ponerla en práctica, sino porque en contextos formales puede generar un rechazo por parte de las demás personas.

Es decir, no todos somos Cook, Bezos o Jobs. Y lo que en algunas personas puede parecer muy interesante, en otras podría llegar a ser visto como insólito, inadecuado, o completamente fuera de lugar.

"Personas como Cook o Bezos no siempre estuvieron en posiciones de poder", contesta Bariso.

"Una de las razones por las que llegaron donde están, es porque tenían confianza en sus habilidades", agrega. "Seguir la regla te ayuda a desarrollar la autoconfianza".

¿Puede la regla jugar en tu contra?

La regla no es una solución mágica y puede jugar en tu contra cuando enfrentas determinadas circunstancias, como cuando se requiere exactamente lo contrario: una respuesta rápida.

"Siempre habrá escenarios donde tienes que hablar o responder rápidamente", responde Bariso.

"Pero esos escenarios son menores en número de lo que la gente piensa. La mayor parte del tiempo, tomarse 10 o 30 segundos antes de responder, no te hará mal".

Y si los segundos de pausa se te hacen demasiado eternos, el autor recomienda resistirse a la tentación de contestar lo primero que se te viene a la cabeza y al menos dejar un pequeño espacio para pensar antes de hablar.


  • Cecilia Barría
  • BBC News Mundo
  • 29/09/2020
  • https://www.bbc.com/mundo/noticias-54275014

Google asalta la enseñanza universitaria, el urbanismo y la salud

El logo de Google en la central de energía solar de Ivanpah en el desierto de Mojave (California, EE.UU.) (Steve Marcus / Reuters)

El gigante tecnológico se proyecta en servicios sociales básicos que en muchos países son propios del Estado


 Ricardo vive y trabaja en Londres, tiene 49 años, y por su empleo –es director comercial de una empresa tecnológica– es usuario habitual del smartphone, utiliza a menudo el Google maps y mail entre otras app, y lo hace bajo el paraguas del sistema operativo Android, también de Google. Lo que no imaginaba es que sus datos en el Sistema Nacional de Salud británico (NHS en sus siglas en inglés) podrían acabar como ya acaban los de su móvil, en manos de la empresa con sede en Silicon Valley. Pero durante un breve espacio de tiempo, así fue. “Recuerdo la polémica. No fue muy cubierta aquí”, relata a La Vanguardia.

El caso es un ejemplo de lo que este gigante tecnológico toca fuera del radar de su muy popular buscador; de sus tentáculos que ya afectan a cada faceta de nuestro día a día y que buscan reinar incluso en pilares en la base del Estado como la sanidadeducaciónviviendaseguridad transporte público.


 

En el Reino Unido la noticia llegó a los titulares cuando se descubrió que una de las empresas filiales de Alphabet , la matriz de Google, tenía un acuerdo con el sistema sanitario del país para la gestión con inteligencia artificial de datos médicos. El objetivo era mejorar su servicio, pero el contrato hizo que los expedientes de más de un millón de personas fueron a parar –sin su consentimiento expreso– a las manos de DeepMind. Las dudas sobre la confidencialidad del paciente y la preocupación por su uso para otros fines (por ejemplo publicitarios) la hicieron caer. Y una polémica similar y con millones de afectados volvió a darse en EE.UU. Google acordó con una aseguradora católica estadounidense, Ascension, el acceso a millones de expedientes médicos en el país.

Uno y otro escándalo ponían así la lupa sobre un cambio que va más allá del gran éxito público de Google sea en el sistema operativo Android o de su buscador en Internet. Porque es tras la punta del iceberg, y tal y como relatan los expertos, que la compañía de Mountain View esconde una especie de nuevo Leviatán, en especial, en Occidente. En general –como explica Andoni Alonso, profesor de la Universidad Complutense especializado en filosofía de la tecnología–, en sectores costosos y de pocos beneficios inmediatos, aunque ámbitos “que son, a largo plazo, muy rentables, porque conforman nuestra vida cotidiana; porque son inelásticos, que dirían los economistas”.


 

Entre los nuevos intereses de Google está, como se ha mencionado, el de la salud, ya sea para aplicar la inteligencia artificial en su gestión a través de DeepMind (la empresa tras el escándalo en el Sistema de Salud británico, pero que se dedica también a otros muchos sectores), para crear en los laboratorios secretos de X lentes de contacto que monitoricen a los pacientes de diabetes y sus niveles de glucosa; o, sobre todo, para, a través de Calico, empresa creada en el 2013, intentar curar la muerte, objetivo al que destina grandes sumas de dinero con el fin de desarrollar tratamientos contra las enfermedades asociadas al envejecimiento, ya sea el cáncer, alzheimer, etc. –y en parte por el interés personal de Serguéi Brin, cofundador de Google y con antecedentes en su familia.

Siete años después de fundarse, Calico sigue en pie aunque no abundan sus publicaciones y sus trabajos continúan bajo un secretismo que lo inunda todo. Sus investigaciones, eso sí, van de la mano de la experiencia científica de su vicepresidenta, Cynthia Kenyon, una mediática profesora que a principios de los años 1990 descubrió cómo ciertas mutaciones en el gen daf-2 duplicaban la vida de un pequeño gusano. Y es que, según José Luis Martínez, catedrático de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED) especializado en biotecnología, “no tengo conocimiento del trabajo de esta empresa, pero en el campo biotecnológico no es sencillo desarrollar nuevas estrategias y son trabajos por lo general a largo plazo. Calico parece estar involucrada en estudios del envejecimiento, y estos son complejos porque es difícil saber si se está ante causa o consecuencia además de que requieren tiempo. Siete años no son tantos, especialmente si el objetivo es terapéutico”.

Google también da el salto a la vivienda través de SidewalkLabs, fundada en el 2015 y orientada a la innovación urbana por medio –cómo no– de la tecnología, ya sea para la edificación, las infraestructuras o el planeamiento urbanístico. Hasta el momento ha desarrollado sobre todo planes piloto pero, más allá, ha participado junto a las autoridades locales en la planificación y el desarrollo de una vasta reconversión de los muelles de Toronto en Canadá; proyecto ahora mismo paralizado por la incertidumbre generada tras la crisis de la Covid-19. La empresa, sin embargo, continúa con su trabajo. Porque como señala su director, Daniel L. Doctoroff, desde esta filial de Google han salido “empresas innovadoras que abordan la construcción con madera, las herramientas digitales de planificación urbana, y seguimos con el objetivo de hacer de los vecindarios un entorno totalmente eléctrico”. La smart city es desde el inicio su bandera.

La educación es otro de los pilares en la base del contrato social, y, asimismo, otro de los sectores en los que Google se ha lanzado al ruedo. Según anunció el vicepresidente de la compañía, Kent Walker, el pasado mes de julio, empezará a impartir cursos específicos e intensivos, de apenas unos meses, que se equipararán con los títulos universitarios de cuatro años pero que en total serán a un precio menor a los 1.000 euros. Lo harán en alianza con Coursera, serán totalmente online –como lo son ya muchos títulos por la Covid-19 en la universidad presencial–, sin necesidad de contar con un título previo, y principalmente en inglés (aunque en alguno ya activo existe la posibilidad de realizarlo en otras lenguas, como en español o en portugués).

Google espera que el resto de empresas acepten y valoren sus certificados como lo harán ellos, de tú a tú con el diploma de las universidades tradicionales, lo que marcaría un antes y un después en el sector. Porque su modelo –insisten– es parejo al dominio de la técnica y especialidad profesional (sea en soporte técnico, data analyticsproject management o user experience). Sus intenciones de futuro, con todo, se resumen en su propio nombre: de la mano de Grow with Google (crece con Google) se gestiona lo que en otras partes se llama la Google University.

Por si no fuera suficiente, su abanico de intereses llega incluso al ámbito de la seguridad de la mano de Chronicle Security, su filial centrada en el análisis y aprendizaje de datos de seguridad para prevenir las amenazas y que tiene acuerdos con compañías de toda clase, desde industriales (Quanta), a culturales y de ocio (Aspen Skiing) pasando por empresas en España como ElevenPaths, de Telefónica. También al clásico think tank, con Jigsaw, que desde el 2016 usa tecnología punta para rastrear los dilemas geopolíticos en ámbitos como la censura, el extremismo, el acoso... O cómo olvidarse de Waymo, el proyecto de coches de conducción autónoma de Google que ha firmado acuerdos para complementar el transporte público y así hacer de lanzadera hasta las estaciones de bus y tren en grandes ciudades como por ejemplo Phoenix. Eso sí, las pruebas piloto llegan a decenas de urbes del país.

“Tras 20 años, Google [que se fundó en 1998] ha creado un auténtico tecnofeudo digital, pero no sólo en Internet. Está fuertemente involucrada en empresas militares en EE.UU., y también en financieras; de hecho hace dos años pidió la licencia para operar como entidad financiera global”, resume Javier Echeverría, catedrático del CSIC e investigador Ikerbasque en la Universidad del País Vasco especializado en sociología, tecnología e innovación. Porque “el poder de Google”, sigue, “está en una escala muy superior a la de cualquier Estado europeo, y a la de cualquier empresa europea”.

Todo ello, y desde el 2015, se engloba en Alphabet, una estructura empresarial por encima de Google que acumula decenas de siglas que hacen de esta corporación multinacional un pulpo cada vez más grande. El repaso a todas, divididas en las unidades propiamente de Google y las que lo hacen en las calificadas como de otras apuestas del grupo, poco o nada tienen que ver así con el popular buscador e incluso con Internet. Su ambición es “cambiar el mundo y para ello aplican la innovación en todo lo que se les ocurra. Llevan la tecnología a las manos de la gente de la manera más sencilla. Y ante los desafíos, plantean soluciones radicales. No están hechos para ganar dinero”, explica a este diario Enrique Dans, profesor de Innovación y Tecnología de IE Business School. Con todo, y como recuerdan los expertos, Google es una de las dos empresas del mundo con mayor capitalización en bolsa y sus presupuestos anuales por ejemplo para I+D, son superiores a los de Estados como Francia, y, de eso, hace años.

Es así que vivimos rodeados de tecnología y dependemos en gran medida de ella. Pero de todas las grandes tecnológicas, es Google la que se lleva la palma: reúne siglas y siglas que la hacen algo parecido a un Estado por el que todos pasamos, en el que todos estamos y también del que todos dependemos –aunque, a menudo, ni se sepa. Algo así como el nuevo Leviatán que empezó como un simple buscador digital, pero ya escapa de él. “Por cierto, el futuro pinta muy mal para la democracia. Tiene un poder político considerable, pero su poder económico y social es mucho mayor, sobre todo sobre los jóvenes. Y dicho poder es creciente, a diferencia del poder de los Estados, que es menguante. Ahora bien, ocurre que casi ninguno de los tecnofeudos informales es una organización democrática…”, concluye Echeverría.


  

martes, 29 de septiembre de 2020

El plan de China para 'independizarse del mundo' y ser un fortín económico en la Era del Desorden

    Contenedores de exportaciones forman la bandera de China. Imagen: Alamy.

  • China pretende reducir su dependencia del exterior y producirlo todo
  • La tensión con EEUU le obliga a intentar ser casi autosuficiente
  • Commerzbank: "China ha iniciado un camino hacia la autarquía"


Queda menos de un mes para la próxima reunión del Comité Central del Partido Comunista de China, que tendrá lugar a principios de octubre. La crisis global provocada por el covid-19 y los rebrotes del virus copan toda la atención mediática, dejando en un segundo plano el cónclave en el que se dirimirá la dirección que toma la segunda economía más importante del mundo. Todo hace indicar que se va a producir un giro en el país que puede perjudicar a Europa y, en especial, a Alemania en el medio plazo. China está preparando una estrategia para reducir la dependencia de su economía del exterior, a través de un plan que lleve al país a acercarse a la autosuficiencia para blindarse ante la nueva 'era del desorden'. Este cambio puede suponer una seria amenaza para los grandes socios comerciales del 'gigante asiático'. 


Alicia García Herrero (Natixis): "El antiguo 'reequilibrio' consistía en reducir la dependencia de China de sus exportaciones. Por el contrario, el impulso a este plan llamado 'circulación dual' tiene que ver con reducir la dependencia de las importaciones y aumentar la autosuficiencia"

De confirmarse, será un cambio de rumbo tras años de integración. Las reformas aperturistas llevadas a cabo en China a partir de 1978 crearon una economía totalmente dependiente de la demanda exterior (exportaciones) de bienes de bajo valor añadido. Poco a poco, el tejido productivo chino fue escalando hacia la fabricación de bienes de mayor valor añadido (chips, teléfonos, dispositivos médicos...) que generasen un mayor beneficio y redujesen la dependencia del exterior de algunos de estos bienes con clave para el desarrollo militar o la inteligencia artificial.

Más allá de esa tendencia, que ha continuado a medida que los costes laborales aumentaban y aumentaba la especialización de la economía, las autoridades chinas presentaron una nueva estrategia tras la crisis global de 2008 que incluía la expansión de la demanda interna para lograr un crecimiento más sólido y sostenible en el tiempo. Esto ha llevado a que China consuma millones de bienes y servicios extranjeros, apoyando el crecimiento de otros países. Los datos oficiales revelan que el consumo interno en China supuso un 57,8% del PIB (40% consumo de los hogares y 17% consumo público) el año pasado, en comparación con el 35,3% en 2008. La composición del PIB de China se parece ahora mucho más a la de un país desarrollado, donde el consumo privado tiene un gran peso.

Este incremento de la demanda interna ha provocado una drástico descenso del superávit por cuenta corriente, que ha pasado de rondar el 9-10% del PIB en 2008 al 1% actual. China se ha convertido en un gran importador de bienes intermedios de calidad, beneficiando a Alemania, Japón, Corea del Sur o EEUU. Esto es lo que parece estar en peligro con la nueva estrategia que pretende adoptar el país a partir de octubre, conocida como 'circulación dual' (dual circulation). China quiere empezar a producir una mayor parte de todos los bienes y servicios de elevado valor añadido que ahora importa, un giro hacia dentro (similar a lo que pretende o pretendía Trump en EEUU) que reduzca la dependencia exterior del país, sobre todo ahora que las relaciones con EEUU y sus aliados son cada vez más tensas.

Peter Dixon y Jörg Krämer, economistas de Commerzbank, lo han catalogado como 'el camino de China hacia la autarquía'. Es cierto que Pekín puede tomar ese camino, pero resulta imposible de creer que logre alcanzar la meta en un mundo todavía globalizado y en el que China todavía necesita importar, por ejemplo, vastas cantidades de petróleo. Sin embargo, países como Alemania o Corea del Sur sí deberían estar preocupados. China no puede extraer petróleo de donde no lo hay, pero sí puede empezar a producir los bienes y servicios que hoy compra a esos países.

Los expertos del banco alemán explican que el país asiático ha tomado este camino con el fin de reducir la vulnerabilidad de su economía respecto al conflicto comercial con EEUU: "China se esfuerza por lograr una mayor independencia de la economía global, centrándose en el mercado interno. Sin embargo, esta estrategia plantea riesgos importantes para China y para las economías industrializadas occidentales". El conflicto con EEUU es una de las características que definen la nueva era en la que está entrando la economía, denominada la 'era del desorden' por el economista de Deutsche Bank Jim Red.

Si los desacuerdos sobre tecnología siguen empeorando durante esta década, los efectos repercutirán en todo el mundo, asegura Jim Red. Este experto cree que la competencia entre China y EEUU "resultará en un 'muro tecnológico' que reducirá la interoperabilidad o interacción entre plataformas de Internet rivales, redes de comunicación satelital, infraestructuras de telecomunicaciones, arquitectura de CPU, sistemas de pago... Las empresas y los países tendrán que elegir un bando o implementar dos estándares de comunicación y redes diferentes para garantizar la interoperabilidad", explica este experto. Si China quiere competir por el dominio de las redes debe tener capacidad para fabricar bienes tecnológicos de mucha calidad.


Un obstáculo para los países que exportan a China estos bienes

"Lo que importa para los socios extranjeros de China es que la llegada de la estrategia 'circulación dual' parece ser un paso para reducir la dependencia de las importaciones, particularmente de insumos y equipos de fabricación de alta gama", destaca Alicia García Herrero, economista de Natixis y una de las mayores expertas en economía china.

"Aunque esto es una reacción al movimiento de Estados Unidos para desacoplar las cadenas de suministro globales, la iniciativa de Pekín, seguramente, generará nuevas preocupaciones para Japón, Corea del Sur, Alemania y otros países que se han beneficiado de la exportación de bienes intermedios a empresas chinas", señala la experta en una nota publicada por el banco francés.

Al igual que la estrategia puesta en marcha en 2008 pretendía estimular la demanda interna (lo que incrementó las importaciones y redujo el déficit exterior), este nuevo plan pretende hacer lo mismo pero con el objetivo de que "la producción nacional logre satisfacer esa demanda, en lugar de las importaciones. En este sentido, la estrategia de 'circulación dual' es una derivada del programa anterior Made in China 2025 del gobierno para mejorar las capacidades tecnológicas de China, haciendo posible sustituir los productos de alta gama gracias a los avances en sectores clave", señala Herrero.

Con la estrategia anterior, Made in China 2025, el país puso los pilares adecuados para escapar de la trampa de ingresos medios e intentar convertirse en una economía orientada hacia la producción de tecnología y bienes de alto valor añadido. Ahora, los dirigentes del país quieren dar el paso final para producir este tipo de bienes, cuya demanda era satisfecha, en gran parte, con importaciones de los países que producen estos bienes.

Por ejemplo, la semana pasada se publicó que con una cuota de exportación del 9%, China se había convertido (tras la zona euro) en el mercado de exportación más importante de Alemania en el segundo trimestre de 2020 adelantando por primera vez a EEUU. Alemania exporta a China principalmente vehículos, piezas de coches, de aviones, máquinas y equipamiento industrial. El plan de China es reducir la importación de este tipo de productos así como las de circuitos electrónicos integrados, partes de teléfonos y otros dispositivos electrónicos. Poco a poco y tras años de mucha inversión, China está siendo capaz de producir estos bienes para cubrir su propia demanda.

El descenso del superávit muestra que China depende más de las importaciones que en 2008

"Dicho de otra manera, el antiguo 'reequilibrio' consistía en reducir la dependencia de China de las exportaciones. Por el contrario, el impulso a este plan llamado 'circulación dual' tiene que ver con reducir la dependencia de las importaciones y aumentar la autosuficiencia", comenta Herrero.

Esta economista creen que la estrategia servirá para proteger a la economía china de la volatilidad que podría provenir del extranjero y, al mismo tiempo, beneficiarse de las ventas en los mercados extranjeros. China no quiere dejar de vender su productos al exterior, simplemente quiere reducir lo que su economía compra al extranjero. Esto en términos de PIB puede ser positivo si las empresas chinas logran producir lo que ahora importante con una buena relación calidad/precio. El resultado es que China producirá mucho más, tanto para atender su demanda doméstica como para exportar. El resultado puede ser un PIB mucho más grande.

"La estrategia de reequilibrio (China consumiendo e importando más) fue una gran noticia para el resto del mundo, ya que impulsó las exportaciones de la mayoría de los países hacia China. Esta vez, los países que se beneficiaron probablemente se sentirán decepcionados, en particular los que exportan productos finales de alto valor añadido que China ahora puede producir por sí misma", sentencia Alicia Garcia Herrero.