sábado, 31 de diciembre de 2011

¡¡¡¡¡FELIZ AÑO NUEVO A TODOS .... y que la vida os regale su sonrisa !!!!



Hoy
31/12/2011
es el último día del año

…y hoy
31/12/2011
es también el último día de publicación de:

 “La foto olvidada de ayer” 


Quiero agradecer a todas aquellas personas que han estado conmigo durante este tiempo dándome apoyo y razones para seguir publicando. 


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Ha sido para mí una experiencia increíble, un gran éxito personal y muy difícil de olvidar.

Estoy empezando ahora otra etapa de mi vida. No podré dedicar más tiempo a este "formidable" blog que poco a poco se ha dado a conocer en los rincones más recónditos del mundo entrando en las casas más sorprendentes e inesperadas.

Mi deseo es que esto no sea un “HASTA SIEMPRE”, más bien un “HASTA PRONTO” y espero que un día pueda retomar lo que hoy me veo obligado a dejar.


¡Un fuerte abrazo a todos!!!!

ME VOY


Roberto

La reinvención del mundo


Foto from entretenimiento.es.msn.com


Los acontecimientos se precipitaron. Debemos hacernos a la idea de que la vieja estructura del mundo ha sido sacudida a fondo y las alianzas de antes ya no sirven. La historia comenzó a escribirse en las calles como un tsunami, empezando por la 'primavera árabe' . Todo indica que ha terminado mucho más que una época.
Las cifras de 2011 serán famosas. Los años son como los seres humanos: hay muchos anodinos y grises y solo unos pocos consiguen permanecer en las memorias. Este que ahora termina ha hecho todos los méritos para conseguir el recuerdo, con tanto o incluso mayor merecimiento que el que le precedió en envergadura, que fue 1989, el año de la caída del muro de Berlín y punto final al mundo bipolar y a la guerra fría.
Las imágenes emblemáticas de este año son las de los tiranos caídos, entre las que destacan la de Mubarak enjaulado y Gadafi detenido, linchado y sumariamente ejecutado. Los álbumes de fotos de los derrocados no pueden ser más sorprendentes, porque tuvieron las mejores compañías y amistades del universo y en un parpadeo se han visto arrastrados al exilio, la cárcel o la muerte. Nada simboliza más plásticamente el tumbo que ha dado este año: celebrados como parte de un paisaje inmutable todavía hace 12 meses y ahora ya no están. Pero ninguna de estas imágenes de desposesión y deshonra consigue captar por sí sola el tamaño del cambio que alcanza a todo el planeta. Algo más se aproximan las escenas del fin del mundo que nos proporcionó el tsunami de Japón, en el que centenares de cámaras nos ofrecieron un despliegue icónico nunca visto de humanos, casas, enseres y coches arrastrados y tragados como hormigas por las olas gigantes. El símbolo mayor y más abstracto de esa crisálida naciente es que Standard & Poor's, una de las denostadas agencias de rating, haya quitado la máxima clasificación triple A a la deuda de EE UU.
Así es como este 2011 emula y supera a 1989 por todos los lados. Una oleada revolucionaria ha quebrado los cimientos del poder y de las alianzas en toda la geografía árabe. El renacimiento nuclear que se esperaba ha quedado ahogado por el tsunami y la catástrofe de Fukushima. Las generaciones conformistas habituadas a los años de abundancia se han convertido en agitadores indignados que han ocupado calles y plazas desde España hasta Estados Unidos como no se había visto desde 1968. Europa ha reaccionado al fin a su crisis fiscal, pero a costa de dejar atrás a los británicos en una ruptura de consecuencias históricas, la mayor en las tormentosas relaciones entre Reino Unido y el continente europeo desde su integración en 1973.
Y más. Estados Unidos ha ido dando una y otra vez con los límites de su fuerza, aun con la presidencia menos arrogante de su reciente historia: interiormente, en un bloqueo institucional que impide recortar su déficit astronómico e impulsar la creación de puestos de trabajo; exteriormente, en una obligada autolimitación de su poder, que abre huecos estratégicos y conduce en Libia a la primera guerra librada por la OTAN pero sin su liderazgo. Dirigir desde atrás: así ha quedado rotulada esta nueva conformación a una potencia más acotada.
Más acotada no quiere decir impotente. Osama bin Laden, el jefe terrorista que lanzó su desafío hace 10 años, cayó abatido por los soldados enemigos desembarcados en su escondite paquistaní, en una acción que refleja la derrota del yihadismo, descabezado de sus jefes y desbordado por la acción pacífica del islamismo político triunfante en las urnas: Washington se impone límites, pero sigue teniendo dientes, y vaya si sigue enseñándolos cuando conviene.
Por una extraña inversión entre Norte y Sur, en el mismo momento en el que mengua el terrorismo de la Media Luna, que había atemorizado a las poblaciones europeas y americanas durante una década entera, resurge un terrorismo blanco y europeo, fruto de la siembra populista y xenófoba: jóvenes socialdemócratas fueron las víctimas de la matanza de Utoya en Noruega, y trabajadores inmigrantes, turcos sobre todo, los asesinados por una red de criminales neonazis alemanes; objetivos ambos privilegiados del odio y la denigración verbal por parte de la extrema derecha convencional europea.
La idea de cambio queda corta para expresar lo sucedido este año en el que todo cambia. Y en el que todo sucede a la velocidad de la luz, como si un acelerador hasta ahora desconocido estuviera impulsando cada una de las acciones que pretenden modificar la realidad. En 12 meses se han acumulado tantos acontecimientos como en 12 años. Conocíamos estos acelerones de la historia, pero no podíamos sospechar hasta ahora que la aceleración pudiera tener explicaciones tecnológicas. Es lo que sostienen muchos expertos, apoyados en el papel que han jugado los teléfonos móviles y las tecnologías digitales en estos terremotos políticos.
Las redes sociales, Twitter y Facebook sobre todo, han estallado en 2011 en número de usuarios y en relevancia en todos los ámbitos, pero han destacado como instrumentos de organización y comunicación vírica en los movimientos de los indignados y en las revueltas árabes. También ha sido el año de la transparencia, algo que puede tener relación con la celeridad de los acontecimientos.
Aunque la publicación de los papeles del departamento de Estado por Wikileaks y sus cinco socios periodísticos, EL PAÍS entre ellos, se inició el año anterior, el 29 de noviembre, sus efectos y secuelas, incluidos los que ha tenido sobre la primavera árabe, pertenecen a 2011. Como sucede con los papeles de Palestina, la filtración protagonizada por la cadena de televisión catarí Al Yazira que dinamitó lo poco que quedaba del proceso de paz entre israelíes y palestinos. Un mayor acceso a las informaciones y un incremento de la conectividad, debidos ambos a la tecnología, no pueden pasar sin consecuencias. El mundo de 2011 es especialmente reacio a la intermediación en cualquier actividad, política, económica o cultural. Los efectos eléctricos sobre las opiniones públicas y las nuevas generaciones, los nativos digitales ante todo, son fulminantes.
Nunca ha sido neutra la tecnología. Puede servir para hacer revoluciones y para sofocarlas, para mejorar la democracia o para liquidarla. Una guerra silenciosa y subrepticia, que puede suceder y vencerse sin que nadie lo perciba, se ha ido situando este año en el centro de la actividad militar. Los aviones teledirigidos y sin tripulación, los famosos drones o zánganos, se han convertido en los protagonistas en Afganistán, Yemen, Somalia, Gaza o Irán. Sirven para vigilar las instalaciones nucleares iraníes o para liquidar a un dirigente de Al Qaeda en los desiertos de la península Arábiga.
Estados Unidos, mientras completa su retirada de tropas de Irak y prepara la salida de Afganistán, incrementa su actividad sigilosa en la región, incluida una guerra secreta contra Irán para obstaculizar su ascenso armamentístico y sus ambiciones atómicas.
El despliegue tecnológico y el repliegue geoestratégico son la cara y la cruz de la superpotencia americana, desgastada por el decenio de guerra global contra el terror y carcomida por el peso de la deuda y del déficit públicos, en buena medida fabricados por la fracasada ambición neocon de cambiar el mundo por la fuerza de los ejércitos.
Este es el año en el que se ha concretado la debilidad de EE UU en Oriente Próximo después de la pasada década de intensa presencia militar. Su geometría de alianzas ha quedado debilitada, ya sea por desaparición del socio, como en Egipto, ya sea por enfriamiento de la amistad, como Arabia Saudí. Por no hablar de la quiebra con apariencia definitiva de sus difíciles relaciones con Pakistán, el único país musulmán que cuenta ya con el arma atómica.
Los jeques saudíes del petróleo no pueden estar más insatisfechos con el viejo amigo y aliado americano, al que reprochan todos los males que se les vienen encima: por un lado, las ambiciones de hegemonía del chiismo persa, que cuenta con capacidad de influencia en toda la región del Golfo; por el otro, las revueltas árabes, que ponen en peligro sus coronas y emiratos. No les falta razón: con la guerra de Irak que Washington organizó se abrió el mapa de Oriente Próximo a la irradiación chiita; y con la oleada revolucionaria, que Washington no impidió, las poblaciones de todo el Golfo reciben el mensaje inequívoco de que las tiranías caen y EE UU no está siempre detrás dando su apoyo a los regímenes en plaza.
Así, después del reproche por su altiva hegemonía, llegan ahora los reproches por su humilde deferencia. Todos los árabes, no tan solo los saudíes, reprochan a Barack Obama que no haya sido capaz de traducir en hechos las buenas palabras de sus discursos a los iraníes, los turcos y los árabes con las que tendió la mano para el diálogo y ofreció la paz y los dos Estados conviviendo en el respeto mutuo y en fronteras seguras para israelíes y palestinos. Nada queda del proceso de paz, salvo el resentimiento de las partes. Israel se halla enclaustrado en un aislamiento menos espléndido de lo que fingen sus dirigentes. Y la Autoridad Palestina se encuentra en un callejón sin salida después de su infructuosa petición de reconocimiento internacional en Naciones Unidas.
Benjamín Netanyahu, habilísimo jugador de dos tableros, el Congreso estadounidense y la Kneset (el Parlamento israelí), ha desconcertado a todos los adversarios con su canje histórico negociado con Hamás, la maldita organización terrorista que reina en Gaza: un hombre solo, el soldado Gilad Shalit, por mil prisioneros palestinos. Clausurado el proceso de Oslo, las posiciones cambian a ambos lados de la disputa. Unos creen solo en el fortín cercado y en la guerra permanente; otros, en la creación de un solo Estado laico y sin identidad étnica alguna, pero democrático y para todos. Cada vez son menos los que todavía tienen fe en la fórmula de los dos Estados. El cambio de época es tangible en este proceso enquistado y todo se traduce en incertidumbre sobre el mañana en la tierra más disputada del mundo entre el Jordán y el Mediterráneo.
Es un momento de redefinición. Muchos conceptos útiles hasta 2011 no sirven a partir de ahora. De ahí que sea un año lleno de quiebros, súbitos cambios de políticas, sorpresas geoestratégicas, inversiones de alianzas, bruscas mutaciones en los mapas. En los colores, sobre todo: Europa, teñida toda entera de azul conservador; el mundo árabe, virando del gris policial al verde islámico. También cambios en los mapas: en mitad del año y de África, de la costilla de Sudán, país musulmán que era hasta ahora el de mayor extensión territorial de toda África y de toda la geografía árabe, ha nacido otro país, Sudán del Sur, mayoritariamente cristiano, situado entre los más pobres de la Tierra y de dudosa viabilidad futura. La mayor paradoja es que se trata del único cambio de fronteras que se ha producido durante el año de las revoluciones árabes, aunque nada tenga que ver con una primavera que ni siquiera ha rozado a los sudaneses.
Ya no es tiempo de emergencias: se han producido en los años recientes; es tiempo de emergidos. África entera crece porque China invierte. Hay que contar con los emergentes para cualquier cosa. Las potencias de antaño puede que sean todavía necesarias, pero es bien claro que son insuficientes. Crujen las cuadernas de la vieja arquitectura internacional, pésimamente adaptadas a los cambios que este año han tomado forma a la vista de todos, gracias a la nula capacidad de adaptación de quienes construyeron sus edificios. Nada expresa mejor las contradicciones de la deficitaria gobernanza mundial que el funcionamiento tanto de Naciones Unidas como del G-20, el grupo ampliado de los países más ricos y decisivos del planeta, que ha venido a sustituir al G-8 desde que la Gran Recesión empezó a instalarse entre nosotros en otoño de 2008.
El Consejo de Seguridad, viejo escenario de todos los vetos y bloqueos a cargo de las superpotencias surgidas de la II Guerra Mundial, consiguió este año, ante los desmanes de Gadafi acosado por su población, la insólita gesta de avalar por primera vez una acción militar en aplicación de la responsabilidad de proteger incorporada desde 2006 en la Carta de Naciones Unidas. Puede que sea el canto del cisne del nuevo derecho internacional humanitario, como podría demostrar la incapacidad internacional para frenar a continuación la represión del régimen de Bachar el Asad contra los manifestantes que quieren echarle del poder. Pero constituye en todo caso un antecedente que puede valer en el futuro.
Basta con observar el pésimo sendero de las negociaciones en torno al Protocolo de Kioto sobre cambio climático para tener la medida de las dificultades del multilateralismo. El carbón está de nuevo en alza, los países emergidos quieren seguir emergiendo y por eso avanzan sin miramientos, y la mayoría parlamentaria republicana que reina en Washington jamás ha estado para estas cosas. La conferencia de Copenhague en diciembre de 2009, en la que China se entendió con Estados Unidos a espaldas de Europa, fue la primera señal tajante de este nuevo mundo de difícil gobierno; y la de Durban, ahora dos años después, confirma que solo hay consenso cuando lo que se decide es aplazar la toma de resoluciones.
No es solo el gobierno del mundo lo que no funciona, ese G-20 casi siempre sin capacidad resolutiva en sus cumbres, sino los gobiernos a secas que antes funcionaban. Funciona China, donde sus ciudadanos apenas tienen noticias del Gobierno, ni buenas, ni malas. Funciona Rusia, a pesar de la incipiente desafección electoral contra Putin captada en unos comicios sin garantías. Pero no funciona la Unión Europea, ni funcionan los Estados Unidos de América, donde el veto y el bloqueo, la polarización y el radicalismo conducen a la inacción y al fatalismo. La crisis galopa a caballo de las transacciones especulativas fulgurantes y la política anda cansina a paso de hormiga.
El Tea Party, organizado para frenar los ímpetus reformadores de Obama, se ha convertido en el paradigma de un rampante populismo anarcoide de derechas que prolifera en todas partes. Primero sugirió que no habría nuevo mandato de Obama en 2012, pero ahora ya sugiere que no habrá tampoco candidato republicano útil capaz de vencer a un Obama desgastado y sin pulso, pero todavía vivo. En Europa, en cambio, ha bastado la ruptura de la UE de 27 socios para que los 23 que lo desean empiecen a construir el gobierno posible del euro: el Reino Unido euroescéptico, con la prensa ultraconservadora del australiano Rupert Murdoch como cheerleader, era nuestro Tea Party antes de que se inventara el Tea Party.
Todo indica que ha terminado mucho más que una época. Quizá una edad o un eón geológico. El tiempo que se está yendo pedía a gritos nuevas ideas, nuevas esperanzas, formas distintas de hacer las cosas. Sarkozy, el más gallardo de todos, quería refundar el capitalismo. Nada como un buen consenso para no hacer nada o para decidir la fecha en la que decidiremos algo. Llegó 2011 y los deberes estaban por hacer. Y así fue como el mundo empezó a reinventarse a sí mismo. Sin avisar, que es como suceden estas cosas.

Por LLUÍS BASSETS   from elpais.com   24/12/2011

2011: ¡Stop! No cabe más Historia


Foto from archivo wordpress.com


Hay dos tipos de noticias trascendentes: las que salen en televisión y las que no. Las segundas no existen; entre las primeras aparecen numerosas divisiones determinadas por los intereses, la suerte y la ausencia de otras noticias.
Cuando el año agoniza y despunta el siguiente, un asunto de ordenación lleno de disputas políticas y religiosas, los medios de comunicación preparamos resúmenes con las noticias más importantes, las mejores fotografías, los muertos más ilustres.
Es algo subjetivo y cultural: mientras que para el mundo desarrollado o en desarrollo fue relevante la muerte de Steve Jobs, en cualquier aldea de Níger lo importante fue el precio del maíz, su alimento básico. Es la frontera entre el siglo XXI y la supervivencia.
Para Al Yazeera, la noticia del año son las revueltas del norte de África, la primavera que tanto ayudó a difundir y extender con sus imágenes en directo. Lo llama "el despertar árabe". A la información general repleta de vídeos añade otras individualizadas en Túnez, Egipto, Libia, Siria, Yemen y Bahréin.
Su segunda noticia del año es el triple desastre de Japón: terremoto, maremoto y la accidente nuclear de Fukushima. La muerte de Osama bin Laden ocupa el tercero y la sequía y hambruna en el cuerno de África, el cuarto (el único gran medio que la incluye). Después: el ajuste europeo y "we are the 99%" OccupyWallStreet y así hasta un total de 10 noticias. El analista de la cadena, Danny Schchter, echa de menos "la noticia del año que no está teniendo cobertura": los abusos económicos y financieros.
The New York Times aprovecha sus recursos para una revisión multimedia del año. Elige las primaveras árabes como la primera noticia (en esto hay unanimidad); Irak y la retirada estadounidense tras ocho años y medio de ocupación es la segunda seguida de la muerte de Osama bin Laden, el desastre nuclear de Fukushima en Japón y el año del euro, con la crisis europea de fondo.
Jon Lee Anderson escribe en The New Yorker sobre las guerras de 2011 que tienen posibilidades de protagonizar 2012. Establece cinco categorías:
1) Los que casi seguro empeorarán: Siria, Pakistán, Sudán, Afganistán. 2) Países con conflictos sin resolver: Irak, Yemen, Bahréin, Israel-Palestina, Libia, Sudán, Somalia. 3) Países con posibilidades de convertirse en un conflicto a gran escala de impacto internacional: Irán, Pakistán, Israel-Palestina, Siria, Sudán, Somalia; 4) Países en los que puede reanudarse el conflicto de manara súbita: Líbano, Israel-Palestina, Egipto, Sudán, Somalia. 5) Países con posibilidades de vivir una primavera árabe: Arabia Saudí, Jordania, Argelia, Sudán.
La lista de Jon Lee no es fija, sino abierta y cambiante, como este año repleto de sorpresas. Podríamos incluir Rusia, pese a su aparición tardía, el 4 de diciembre. El todo atado y bien atado del sistema político organizado por Vladímir Putin y sus camarilla, empieza a tener una creciente contestación en la calle. No es una revolución ni una revuelta, todavía, pero aparecen las primeras grietas en el castillo. Todo empezó en un blog que conectó con la hartura popular, la crisis, la falta de oportunidades y de horizontes, el amiguismo. La excusa: la manipulación de los resultados de las elecciones legislativas.
Tampoco está México, sobre el que escribe Alma Guillermoprieto en El Puercoespín. Ni Marruecos entre los candidatos a primavera. Los conflictos son como las selecciones de fútbol, cada persona lleva dentro un entrenador. Yo añadiría Bosnia-Herzegovina, que en abril se cumplen 20 años del inicio de la guerra. No hay peligro de recaída, pero no se han superado los odios que la hicieron posible. Dos libros para entender Bosnia: Café Titánic y Un puente sobre el Drina, ambos de Ivo Andric.
Una de las grandes noticias de 2011 ha sido la crisis de la UE, la peor desde su creación que ha colocado al euro al borde del abismo. The Wall Street Journal ha salido a la calle para recoger los testimonios de las víctimas del desastre. Der Spiegel adelanta soluciones al publicar las declaraciones del expresidente del Deutch Bank, Hilmar Kopper: "El dinero necesita normas".
The Daily Beast elabora una galería con los grandes ascensos y caídas de 2011. The Mail&Guardian sudafricano elige las mejores viñetas de Zapiro, el gran retratista de la sociedad postapartheid.
ProPublica, un sitio de Internet especializado en periodismo de investigación, resume las principales "grietas en la conciencia publica en 2011".
La revista Time eligió a El Manifestante como personaje del año. Niren Tolsi repasa en Mail&Guardian el año de la protesta global: "Es tiempo de ocupar, amigos míos", titula el diario de Johanesburgo.
Pese a la relevancia informativa de este movimiento no aparece en exceso en los recuerdos periodísticos de final de año. Mientras que el Twitter y en el resto de las redes sociales sigue produciendo información abundante, vídeos, opiniones... #OccupyWallStreet; #OWS; #15M; #DemocraciaReal, etcétera.
Para Ari Shavit, articulista de Haaretz, las dos grandes decepciones de 2011 son Barack Obama y Benjamin Netanyahu.
Diez de los principales expertos y pensadores globales explican en el diario Financial Times los retos de 2012.
Der Spiegel ofrece un divertido cuestionario sobre las noticias que uno se ha podido perder.
Business Insider ofrece los 10 términos más irritantes de la jerga empresarial. El décimo es 'internalizar'.
The Guardian reúne las grandes 'meteduras de pata' de 2011, aunque la lista resulte demasiado 'british'.
El homenaje de Vanity Fair a uno de sus colaboradores, el periodista y agitador intelectual, Christopher Hitchens, muerto hace unas semanas como se mueren los buenos: siempre demasiado pronto.
Hay dos tipos de noticias trascendentes: las que salen en televisión y las que no. Las segundas no existen; entre las primeras aparecen numerosas divisiones determinadas por los intereses, la suerte y la ausencia de otras noticias.
Por: Ramón Lobo  from blogs.elpais.com   30 de diciembre de 2011

viernes, 30 de diciembre de 2011

Los algoritmos que controlan nuestro mundo


Foto from BBC.co.uk


Los algoritmos, cada vez más influyentes


Si estaba esperando que alguien le avisara cuando las computadoras se volvieran más inteligentes que nosotros, ponga cuidado.
No va a existir ninguna suave voz, como la de HAL 9000 (el ordenador de la nave espacial de la película "2001: Odisea del Espacio"), que nos informe que nuestros servicios humanos ya no son necesarios.
En realidad, nuestros amos electrónicos ya están tomando el control; y lo están haciendo de un modo mucho más sutil que el que sugiere la ciencia ficción.
Su arma: el algoritmo.
Detrás de todo ingenioso servicio web hay un aun más ingenioso código web: desde mayoristas en línea (que calculan qué libros y películas podríamos estar interesados en comprar) hasta el buscador de amigos Facebook y su servicio para etiquetar imágenes, pasando por los motores de búsqueda que guían nuestros pasos en la web.
Son estos procesos computacionales invisibles los que cada vez controlan el modo en que interactuamos con nuestro mundo electrónico.
En la conferencia TEDGlobal del último mes, el experto en algoritmos Kevin Slavin dio una de las charlas más impactantes del evento, en la que advirtió que "las matemáticas que las computadoras usan para decidir cosas" se estaba infiltrando en todos los aspectos de nuestras vidas.
Entre otros ejemplos mencionó los de un robot limpiador que mapea el recorrido óptimo para asear una casa y de los algoritmos financieros utilizados en los intercambios bursátiles en línea, que cada vez más se hacen con el control de Wall Street.
"Estamos escribiendo estas cosas que ya no somos capaces de leer", dijo Slavin.
"Lo hemos vuelto ilegible. Y hemos perdido la noción de qué es exactamente lo que sucede en este mundo que hemos creado".
El libro de los millones
Los algoritmos pueden ser más ingeniosos que los humanos, pero no necesariamente comparten nuestro sentido de la perspectiva: una falla que se hizo evidente cuando el código que asigna precios en Amazon fue a la guerra consigo mismo a comienzos de este año.
"The Making of a Fly" ("La Creación de una Mosca"), un libro sobre la biología molecular de una mosca, desde que es larva hasta que se convierte en un insecto completo, puede ser una lectura interesante, pero ciertamente no merece un precio de US$23,6 millones.
Esa es la cifra que alcanzó por unos instantes, debido a que los algoritmos que Amazon utiliza para fijar y actualizar los precios comenzaron a competir entre sí.
Es una pequeña muestra del caos que puede causar el hecho de que un programa se vuelva lo suficientemente inteligente como para operar sin supervisión humana, cree Slavin.
"Son algoritmos en conflictos, sin un adulto que los supervise", dijo.
A medida que el código se vuelve más sofisticado sus tentáculos van alcanzando todos los aspectos de nuestras vidas, hasta nuestras elecciones culturales.
Los algoritmos del sitio de alquiler de películas Netflix ya son responsables del 60% de las películas que son pedidas por sus clientes, a medida que nos volvemos menos dependientes de nuestras propias capacidades críticas y del boca a boca y más de lo que Slavin llama la "física de la cultura".
¿Cuánto vale esa película?
La empresa británica Epagogoxi está llevando este concepto hacia su lógica conclusión: utiliza algoritmos para determinar si una película será exitosa.
Toma una serie de variables (el guión, la trama, las estrellas que actúan en ella, la ubicación) y las cruza con datos sobre las ventas de otras películas similares para determinar cuánto dinero generará.
El sistema, de acuerdo con el director ejecutivo de la empresa Nick Meany, ha "ayudado a los estudios a decidir si hacer o no una película".
En el caso de un proyecto, al que se le había asignado un presupuesto de casi US$300 millones, el algoritmo estimó que sólo recaudaría unos US$50 millones, por lo que sencillamente no valía la pena iniciar la producción.
Para otra película, determinó que la cara estrella que el estudio había preseleccionado para el rol protagónico no redituaría más que si convocaban a una figura menos conocida.
Este enfoque más bien clínico ha fastidiado a quienes creen que se opone a su idea de que sus películas favoritas han sido hechas de una forma más creativa, orgánica.
Meaney se apura en mencionar que los algoritmos no tienen un rol tan protagónico en Hollywood.
"Las películas se hacen por muchos motivos y se nos asigna más influencia de la que en realidad tenemos cuando se dice que nosotros decidimos qué filmes se producen".
"No les decimos cómo tiene que ser la trama. El estudio utiliza nuestros datos como una valiosa información de negocios. Ayudamos a la gente a tomar decisiones difíciles, ¿y por qué no?", dijo.
A pesar de esto, el estudio con que Epagogix ha trabajado por los últimos cinco años pidió no ser mencionado. Meaney dice que es un asunto "delicado".
Una memoria en la red
Si los algoritmos tuvieran un salón de la fama, la principal estrella sería Google.
Su famoso código secreto ha lanzado al gigante de los buscadores a su actual posición como una de las compañías más poderosas del mundo.
Nadie duda de que su sistema ha hecho el acto de buscar algo mucho más fácil, pero sus críticos se preguntan desde hace tiempo a qué costo.
"Conjunto ordenado y finito de operaciones que permite hallar la solución de un problema"
Diccionario de la Real Academia Española
En su libro "The Filter Bubble" ("La Burbuja del Filtro") Eli Pariser se pregunta en qué medida el algoritmo de Google recolecta nuestros datos personales y da forma, consecuentemente, a la web que vemos.
Por su parte, psicólogos de la Universidad de Columbia, Estados Unidos, presentaron recientemente un estudio que muestra que el uso cada vez más frecuente de motores de búsqueda está cambiando el modo en que los humanos pensamos.
"Desde que aparecieron los buscadores estamos reorganizando la forma en que recordamos las cosas. Nuestros cerebros se apoyan en internet como una fuente de memoria, del mismo modo en que nos apoyamos en la memoria de nuestros amigos, familiares o colegas", dijo la autora del trabajo, Betsy Sparrow.
Ella dice que cada vez más recordamos dónde puede encontrarse cierta información en vez de la información misma.
Desplome repentino
En los mercados financieros, los programas informáticos se están volviendo los actores protagónicos, con sus algoritmos que procesan datos para decidir qué comprar y qué vender.
Hasta el 70% de los intercambios de Wall Street son ejecutados por las llamadas black box (cajas negras) o algo-trading (intercambios basados en algoritmos).
Esto implica que junto a los sabios muchachos de la bolsa, los bancos y empresas bursátiles emplean a miles de sabios físicos y matemáticos.
Pero hasta la precisión de las máquinas, alimentada por los humanos magos del código, es incapaz de garantizar que las cosas funcionen sin sobresaltos.
En el llamado Flash Crash (Desplome Repentino) del 6 de mayo de 2010, una caída de cinco minutos en los mercados generó un momento de caos generalizado.
Un operador deshonesto fue acusado de una caída del 10% en el índice Dow Jones, pero en realidad el culpable fue un programa informático que el operador estaba utilizando.
En tan solo 20 minutos el algoritmo vendió 75.000 acciones por un valor de US$4.300 millones, haciendo que otros algoritmos lo siguieran.
Al igual que un miembro biónico puede extender la fuerza y resistencia humanas, el mercado electrónico exhibió su capacidad de exagerar y acelerar pequeñas variaciones.
Nadie ha sido capaz de determinar exactamente qué sucedió, y el mercado se recuperó minutos más tarde.
El caos obligó a los reguladores a introducir interruptores para detener la actividad bursátil en caso de que las máquinas comiencen a portarse mal.
Los algoritmos de Wall Street pueden ser el equivalente cibernético de los yuppies de los '80, pero a diferencia de los humanos no exigen gemelos de plata, cigarros y champagne. Lo que quieren son conexiones veloces.
Spread Networks ha estado construyendo una de esas conexiones de fibra óptica, capaz de reducir en 3 microsegundos el intercambio de información entre las bolsas de Chicago y Nueva York, distantes 1.327km.
Por su parte, un cable de fibra óptica transatlántico, que va desde Nueva Escocia, en Canadá, hasta Somerset en el Reino Unido, está siendo desplegado para que puedan operar los algoritmos bursátiles y será capaz de enviar acciones de Londres a Nueva York en 60 milisegundos.
"Estamos recorriendo Estados Unidos con dinamita y sierras para cortar roca, así un algoritmo puede cerrar un trato tres microsegundos más rápido, todo para un sistema de comunicación que ningún humano jamás tocará", dijo Slavin.
A medida que los algoritmos extienden su influencia más allá de las máquinas y se vuelven capaces de transformar su entorno, puede que se vuelva hora de determinar exactamente cuánto saben y si todavía estamos a tiempo de domesticarlos.
Por  Jane Wakefield  from BBC   23 de agosto de 2011

Los falsificadores se expanden a los artículos de primera necesidad


Foto from WSJ.com


Las compradoras de carteras de diseñador saben detectar las falsificaciones demasiado buenas para ser ciertas, tal como quienes buscan reducir lo que gastan en medicamentos pueden asumir que los e-mails en su casilla de correo no deseado anunciando Viagra con descuento son, en el mejor de los casos, píldoras azucaradas. Pero los expertos afirman que incluso los consumidores atentos a los engaños podrían comprar sin darse cuenta algunas de las más recientes falsificaciones que aparecen en categorías inesperadas.
Aunque las carteras de imitación y los medicamentos falsos constituyen desde hace tiempo un mercado en auge, las falsificaciones volvieron a llamar la atención de las autoridades luego de una reciente serie de confiscaciones en EE.UU.
A fines de noviembre, el Consejo Nacional para la Prevención del Crimen en EE.UU. lanzó una nueva campaña de servicio público que se centra en las falsificaciones. Y el mercado se está extendiendo con rapidez a otros ítems del hogar como pilas, máscara para pestañas y protector solar.
La diversificación es patente: en 2008, el comercio internacional de alimentos que violan la ley ascendió a entre US$460.000 millones y US$645.000 millones, según el grupo Business Action to Stop Counterfeiting and Piracy (Acción Empresarial para Detener la Falsificación y la Piratería). Para 2015, estima el grupo, el valor de los bienes falsos en el mercado podría ascender a US$1,7 billones (millones de millones). "Si ve algo con una marca característica, lo más probable es que ya lo estén falsificando", afirma Richard Halverson, jefe de la unidad de relaciones con la comunidad y capacitación del Centro Nacional de Coordinación de Derechos de Propiedad Intelectual de EE.UU., una división del Departamento de Seguridad Nacional de ese país.
A pesar de los esfuerzos gubernamentales, expertos afirman que dependen en gran medida de los compradores reconocer y evitar las falsificaciones. Se debe prestar atención a productos con fuertes descuentos y etiquetas o empaques diferentes a lo habitual, como un código de barras fuera de lugar o residuos pegajosos, entre otros, afirma Joseph LaRocca, vicepresidente de prevención de pérdidas de la Federación Nacional de Minoristas de EE.UU. Si el sabor, olor o textura de un producto son sospechosos o los compradores en línea lo han señalado en sus reseñas, es una señal clara de que el producto no es original.
El precio de comprar falsificaciones puede ser alto, ya que muchas de las versiones más básicas pueden acarrear problemas para la salud y riesgos de seguridad. "Los criminales quieren hacer dinero, así que se concentran en que el producto se vea lo más cercano posible al real", dice Halverson. "Gastan más dinero en el empaque que en el producto mismo".
A continuación, algunos artículos del hogar para prestar atención.
Juguetes
Los juguetes auténticos son "probados por el fabricante y el minorista para que sean apropiados para la edad y el tamaño", afirma LaRocca. No es así en el caso de los falsificados, lo que podría significar que sus piezas podrían causar asfixia, que la construcción no sea firme, o que tengan bordes demasiados filosos. "Nadie quiere que un niño pequeño mastique una pieza plástica suelta de un juguete falsificado barato", sostiene. Además, los juguetes pueden ser fabricados con materiales con altos niveles de plomo y otros materiales tóxicos.
Champú
No sólo las costosas marcas de los salones de belleza más famosos corren el riesgo de ser falsificadas. Las marcas que se venden en la farmacia también han captado la atención de los falsificadores, señala Alina Halloran, vicepresidente de protección de marcas en línea de OpSec Security, una firma de consultoría anti falsificación. Algunos son poco más que agua, fragancia y un agente para espesar, pero nada que pueda sustituir al champú real. La policía de Beijing confiscó más de 2.000 cajas de botellas de champú falso en noviembre, contaminadas con mercurio, azufre y otros metales pesados. Eso es demasiado fuerte para un producto que va directo a su cuero cabelludo y que posiblemente gotee sobre sus ojos, afirma. (Y olvídese de cualquier otro efecto prometido en la etiqueta como volumen o anti-caspa)
Miel
Pruebas recientes llevadas a cabo por Food Safety News (Noticias para la Seguridad de Alimentos) descubrieron que 75% de la miel de las tiendas de EE.UU. no es miel en realidad. Sí, proviene de las abejas, pero el polen fue quitado, probablemente para evitar que la miel se cristalice, pero expertos en seguridad de alimentos afirman que posiblemente también sea para esconder su origen, afirma el reportero Andrew Schneider. Muchos reguladores no consideran que la miel sea un alimento si no tiene polen. El tema del origen podría ser más preocupante. Aunque los compradores no noten una diferencia en el gusto, distintas pruebas encontraron que un tercio de la miel falsa importada de Asia estaba contaminada con plomo y antibióticos.
Pasta dental
La Administración de Alimentos y Medicamentos de EE.UU. (FDA) les advirtió a los consumidores sobre cierta pasta dental fabricada en China en 2007, al decir que contenía un veneno usado en el anticongelante. Es un adulterante común, y no conviene ponerlo cerca de la boca, mucho menos ingerirlo, advierte Halloran. También podrían usarse otros químicos que no son seguros para consumo, ya sea para que la pasta sea blanca o para crear la consistencia adecuada, sostiene. Las pastas también podrían carecer de fluoruro, o estar contaminadas con bacterias.
Cables de extensión
"Los cables de extensión probablemente sean una de las falsificaciones más peligrosas", sostiene LaRocca. Las falsificaciones que afirman ser marcas respetables podrían no estar selladas de forma adecuada, o usar el mismo cable de alto grado eléctrico. De cualquier forma, es un peligro de incendio. "Si los cables eléctricos se calientan, pueden quemarse, y pueden hacer saltar su circuito", indica. En esta época del año, los compradores también podrían encontrar luces navideñas falsas.
Fórmula para bebés
El gusto a tiza podría de hecho ser tiza, que se usa comúnmente como una forma de rellenar la fórmula para bebés falsa para darle la consistencia adecuada, afirma Halloran. Por supuesto, tampoco es probable que la fórmula falsa tenga los niveles recomendados de proteínas y otros nutrientes. Ambos factores pueden ser problemáticos: en 2004, más de 60 niños chinos murieron luego de ingerir comida para bebés falsa. La FDA advierte que los infantes podría no tolerar esos ingredientes y podrían "experimentar serias consecuencias adversas para la salud".
Protector solar
Los protectores solares falsos pueden afectar a la gente dos veces: primero, al momento de pagar, y luego en la playa. Las falsificaciones a menudo contienen aditivos químicos, pero también podrían ser cremas para la piel baratas, que no brindan ninguna protección UV. "Es fácil que un falsificador logre que algo parezca crema, sin contener los ingredientes costosos por los que alguien los compra", señala Halloran. (La misma advertencia se aplica a cremas y lociones contra el envejecimiento, que son otra categoría común de falsificación.)

Por Por KELLI B. GRANT   from Wall Street Journal   28/12/2011

La última generación que jugó en la calle


Foto from lainformacion.com


LOS 80 SON NUESTROS.
Quién no se acuerda de las ‘chapas’, las ‘canicas’, la ‘comba’ o la ‘goma’. En la actualidad, los niños pasan casi todo su tiempo libre delante de la televisión y las calles se quedan vacías sin sus risas.
La generación que creció en los 80 fue la última que jugó en la calle. Los niños llegaban del cole, dejaban las mochilas, cogían la merienda y salían corriendo a jugar con los amigos. Los juegos terminaban cuando las mamás les llamaban desde el balcón, hasta entonces la diversión estaba asegurada. Volvían con las manos sucias y las rodillas magulladas, después de haber vivido un sinfín de aventuras.

El 'pilla pilla', los 'cromos', las 'canicas' o la 'peonza' son algunos de los juegos que triunfaban en aquella época. Muchos de ellos se han ido transmitiendo de generación en generación hasta llegar a nuestro tiempo. Las canicas, juego infantil por excelencia, no conoce épocas ni fronteras. Los primeros antecedentes de los que se tiene noticia se remontan al antiguo Egipto y la Roma precristiana. Existe una auténtica cultura infantil entorno a este juego. Las hay de todos los tipos y colores y ofrecen una cantidad impresionante de posibilidades.

Otro caso de un juego que viene del pasado es la rayuela, o el tejo, como se le conoce en algunos sitios, consistía en una serie de casillas pintadas con tiza en el suelo y por las que había que pasar a la pata coja. Se cree que fue inventada por un monje español que quería simbolizar el comienzo de la vida, con sus dificultades y alternativas y al final la muerte, simbolizada en el cielo. También se piensa que pueda tener su origen en las civilizaciones griega o romana, es decir, hace mucho, mucho tiempo.

Algunos juegos permanecen, pero otros prácticamente han desaparecido. Es el caso de las ‘chapas’, uno de los más típicos de la calle. Sólo se necesitaban unas cuantas chapas de botellas y ganas de pasárselo bien. Se organizaban carreras en las que si alguien conseguía golpear tu chapa y la sacaba del circuito, pintado con tiza en la acera, se la quedaba.

‘Campos medios’ era uno de los juegos estrella: se formaban dos equipos, uno de ellos se colocaba en los extremos y los otros, pobrecitos, se quedaban en medio. El equipo de los extremos tiraba el balón tratando de golpear a los incautos del otro equipo que no eran lo suficientemente rápidos como para poder esquivar el balón.

Pero lo mejor era que no hacía falta que los padres se dejaran todo el sueldo para que los niños disfrutarán. Con una goma o unas chapas los chavales se lo pasaban estupendamente. La imaginación es un arma poderosa y a los niños no les falta.

Otro cambio importante son las canciones. Jugando al corro, las palmas o la comba se cantaba mucho. Algunas de esas canciones provenían de historias muy antiguas como la de la Reina Berenguela, esposa de Alfonso IX Rey de León, famosa por ser Consejera Real y conseguir que Fernando III uniese para siempre los Reinos de Castilla y León. Otras canciones no eran tan antiguas y simplemente provenían de series infantiles como La Abeja Maya: “En un país multicolor, para ti, par mi para los dos, nació una abeja bajo el sol….”

Por    Bárbara Lorenzana  from lainformacion.com   22/08/2011