martes, 31 de diciembre de 2019

¿Qué roban los huéspedes de hoteles 5 estrellas?


Piano de cola
GETTY IMAGES


¿Cómo consiguieron robar un piano de cola en un hotel de Italia?

Si algo caracteriza a los alojamientos de lujo es el espacio y el equipamiento de sus habitaciones. A un buen hotel de cinco estrellas no suele faltarle de nada y hay poco que no se pueda pedir prestado en el mostrador de recepción.
Además, el personal de estos establecimientos de máxima categoría suele atender todo tipo de peticiones. Lo mismo si se requiere una plancha o un adaptador de enchufes, que una toalla extra o algún botecito de jabón más.
Eso sí, esperan que a la hora de dejar la habitación, los clientes partan sin peso extra y todo aquello que contribuyó a su comodidad quede allí donde estaba.
Pero no siempre es así.
La página web sobre turismo de lujo Wellness Heaven les preguntó a 1.157 hoteleros cuáles fueron los artículos más robados en sus establecimientos.
En la lista hay jabones y bolígrafos, pero también otros objetos que, seguramente, te sorprenderán más...

Los más clásicos

Baño de hotelDerechos de autor de la imagenGETTY IMAGES
Image caption¿Los jabones de baño están para usarse solo en la habitación o podemos llevárnoslos?
En lo más alto de la lista se sitúan las toallas, seguidas de los albornoces de baño y las perchas.
Para estos tres artículos, parece que los amigos de lo ajeno siempre encuentran espacio en la maleta.
También lo hallan para los bolígrafos o los productos de higiene, pero el asunto se pone un poco más extraño cuando los clientes deciden llevarse las baterías del control remoto, los cuadros de la pared o las cobijas.
Sin embargo, la encuesta puso al descubierto imaginativas formas de robo que fueron más allá de estos objetos cotidianos.
De asientos de inodoro y tuberías...
Sin duda, los huéspedes que consiguieron llevarse de un hotel de Berlín casi todos los accesorios del baño tenían ciertas habilidades para el bricolaje.
De la habitación desaparecieron desde el cabezal de una ducha de lluvia, a una con hidromasaje, un asiento de inodoro, una tubería de desagüe o incluso un lavabo completo.
Hotel en la playaDerechos de autor de la imagenGETTY IMAGES
Image captionLas toallas de playa suelen "extraviarse" fácilmente en los destinos costeros.
También en Alemania, el propietario contó que todo el sistema de música del spa había desaparecido.
Otra vez se puso de manifiesto una pericia inusual de los ladrones: aparentemente desmantelaron todo el equipo de sonido durante la noche y lo cargaron en su automóvil antes de partir.
... hasta ¿colchones?
Pero desde Italia se reportó el robo de una de los objetos más complicados de esconder: un piano de cola.
"Una vez cruzado el vestíbulo del hotel, noté que faltaba algo, y poco después me enteré de que tres desconocidos vestidos con monos se habían llevado el piano de cola que, por supuesto, nunca volvió aparecer", relató el gerente del hotel de lujo.
Habitación de hotelDerechos de autor de la imagenGETTY IMAGES
Image captionLas "suites", las habitaciones más lujosas de un hotel, siempre están muy bien equipadas.
Incluso los colchones de lujo, que a menudo valen varios miles de dólares, no son inmunes a la desaparición.

Con nocturnidad y alevosía

La forma exacta en que los artículos voluminosos desaparecen sigue siendo un misterio para los hoteleros.
Cuando Wellness Heaven preguntó por los robos de este tipo, algunos hoteles explicaron que ocurren en mitad de la noche y que los ladrones usan ascensores que conducen directamente al estacionamiento subterráneo.
Otro de los robos más desconcertantes fue el de los bancos interiores de una sauna de madera.
Esto le pasó a un hotel cerca de Salzburgo, una ciudad de Austria, cercana a la frontera con Alemania.
Solo cuando un huésped posterior criticó la ausencia de bancos ("¿Dónde debería sentarme en la sauna? No puedo relajarme mientras estoy parado"), el hotelero notó el robo.
Sauna en hotelDerechos de autor de la imagenVW PICS
Image captionSe llevaron los bancos de madera del interior de la sauna.
La "sauna privada" se encuentra en la terraza de una suite. Los bancos estaban hechos de fragante madera de pino, lo que probablemente despertó el deseo del huésped.
En el caso de un alojamiento en Inglaterra, fue también otro cliente el que alertó de un robo.
Como no podía encontrar su habitación, bajó a la recepción para que le ayudaran a buscar su puerta.
Fue entonces cuando el personal se dio cuenta de que faltaba algo esencial: habían desaparecido los números de la puerta de la habitación.
Pillado 'in fraganti'
En un hotel en Francia, un huésped fue atrapado tratando de robar la cabeza de un jabalí que adornaba una pared.
Tuvo que dejarla, obviamente, pero más tarde sus amigos le compraron la pieza al hotel y se la dieron como regalo de bodas.
Hotel de lujoDerechos de autor de la imagenSAM MELLISH
Image captionLos hoteles de lujo cuidan hasta el más mínimo detalle.
Por nacionalidad
Al clasificar a los delincuentes por nacionalidad, resulta, por ejemplo, que los huéspedes de hoteles alemanes y británicos siguen un comportamiento de robo bastante "normal".
Además de las toallas y albornoces, se centran principalmente en los cosméticos y los artículos de tocador.
En contraste, explica Wellness Heaven, los austriacos están más orientados al placer: los platos y las máquinas de café aparecen en lo más alto de su clasificación de robos.
Para los estadounidenses, las almohadas y las pilas aparecen como los principales objetos del deseo.
Según la encuesta, los italianos prefieren llevarse las copas de vino como recuerdo de un hotel, mientras que el secador de pelo ocupa un lugar destacado en el ranking suizo.
Por su parte, los franceses roban de una manera más espectacular: se sienten atraídos principalmente por los televisores y los controles remotos.
Los huéspedes holandeses son los más prácticos de todos: sus favoritos incluyen bombillas y papel higiénico.

«Poseer las prendas ya no es el objetivo»: así será la compra del mañana

«Poseer las prendas ya no es el objetivo»: así será la compra del mañana

¿Cómo consumiremos moda en el futuro? FOTO: ANA REGINA GARCÍA

La ciencia, el mercadeo responsable y las transacciones sostenibles marcarán la agenda del consumo de moda de los próximos años.


Buscar alternativas al consumo de moda tal y como lo conocemos es la única salida razonable si hablamos de sostenibilidad real. A estas alturas del partido medioambiental, que vamos perdiendo, puede decirse que ya lo hemos probado todo en términos de aplicaciones tecnológicas orientadas al consumo textil. O casi. De la impresión 3D a las colecciones virtuales (ropa que no existe en el plano físico, como la que puso a la venta la cadena noruega Carlings en 2018), pasando por el e-fitting (probarse la ropa a través de filtros de Instagram o aplicaciones de realidad aumentada) poco queda que avanzar, si no es el traje de Capitana Marvel que permita alterar los colores y estampados a golpe de sensores para poder estrenar modelo personalizado cada día.


Estudios recientes certifican que la sostenibilidad marcará definitivamente la agenda consumista en breve: el sondeo que la Cámara Nacional de la Moda Italiana realizó durante sus terceros encuentros a propósito del tema, a principios de 2019 en Milán, anuncia que los compradores de mecas como Barneys y Saks en Estados Unidos, Printemps en Francia o La Rinascente en Italia doblarán sus gastos –del 23% al 40%– en productos respetuosos con el planeta en los próximos cinco años. Sin embargo, todos intuimos que en realidad es posible extraer otra conclusión: podríamos intentar comprar esa ingente cantidad de ropa que ya está en circulación, en lugar de adquirir prendas de nueva factura. Consumir, sí, pero sin ‘gastar’.
Dos modelos de prendas virtuales de la marca danesa Carlings. FOTO: INSTAGRAM @CARLINGS
«La moda satisface las necesidades psicogénicas de los consumidores. Cualquier solución de compra al respecto tendrá que reconocer –y mantener– esos beneficios», expone Mark Summer, profesor de la University School of Design de Leeds, en Fixing Fashion, el capítulo indumentario del Comité de Auditoria Medioambiental instaurado por el Parlamento británico. He ahí el quid del asunto: que no queremos renunciar al compulsivo ciclo de la inmediatez, al ansioso lo veo-lo quiero-lo compro, así que ya pueden ir haciéndonos la terapia sostenible, que no necesitamos más cargos de conciencia.
Los estudios dicen que aquello que compramos al satisfactorio tuntún apenas lo vestimos tres veces. «Este es un modelo caduco. Las marcas sin estrategias sostenibles tienen un serio problema», concede la consultora y predictora de tendencias británica Geraldine Wharry, que asegura fundamentar su pronóstico simplemente en observar la evolución de los actuales comportamientos sociales. Goeff Ruddell, analista de la asesoría internacional Morgan Stanley, aseguraba por su parte en un reciente comunicado que «los consumidores han alcanzado su techo de felicidad comprando moda. Ya poseen demasiada». ¿Otro cambio de paradigma a la vista?
Mientras, los científicos locos de la moda juegan en sus laboratorios. Ya hay programas que permiten realizar prendas de muestra en realidad virtual sin necesidad de producirlas en bucle hasta dar con el patrón adecuado. Otros están experimentado con fórmulas de vestir personalizadas y de cero impacto medioambiental que vaya usted a saber cuándo, cómo y por cuánto se comercializarán (escaneado corporal 3D para ‘confeccionar’ prendas a medida según la necesidad, artilugios de realidad aumentada con los que compartir en comunidad nuestros nuevos looks digitales, inteligencia artificial y tecnología 5G que convierten la ropa en una interfaz). Sin embargo, existen varias soluciones de consumo apañadas que no tienen nada de ciencia ficción. Véase la fulgurante ascensión del mercado de moda de segunda mano. Desde hace un par de años se está expandiendo a un ritmo 24 veces más rápido que el de la industria de nueva confección, alcanzando un valor de casi 24.000 millones de euros en 2018, según informa ThredUP, el mayor portal de venta de ropa usada del mundo. La cuestión es tan seria que su crecimiento para el próximo decenio se augura 1,5 veces mayor que el de la moda rápida, superándola en volumen para 2028.
«Poseer las prendas ya no es el objetivo». FOTO: GETTY
Vestir sin consumir

Ante semejantes datos, no es de extrañar que la boutique electrónica Farfetch haya puesto en marcha una versión ad hoc, Farfetch Second Life, donde vende ropa de segunda mano –franca competencia para las ya veteranas Vestiaire Collective y The RealReal–, o que algunas marcas estén empezando a gestionar tamaño negocio por cuenta propia. Movimientos proartesanía, colecciones a base de reciclaje creativo y regreso al viejo ‘hazlo tú mismo’ aparte, la jugada se redondea con el no menos ascendente servicio de alquiler de ropa virgen, que garantiza al usuario libertad, flexibilidad de armario y mínima huella ambiental, a decir del informe ¿El final del sentido de la propiedad para los productos de moda?, presentado por McKinsey, la consultora de referencia del mundo del lujo, el pasado febrero.

Junto a populares iniciativas digitales, tipo Rent the Runway, ya desfilan por la misma senda cadenas y marcas como Banana Republic, Ann Taylor, Urban Outfitters o H&M (que ofrece esta opción en su línea sostenible, Conscious, en la tienda que inauguró en Palma de Mallorca a finales de 2019). «Poseer, tener en propiedad una prenda, un bolso o unos zapatos ya no es el objetivo final», expone Rachel Sttot, analista de la consultora The Future Laboratory. «De la misma manera que acudimos a canales de suscripción para escuchar música o ver series, tarde o temprano veremos un acercamiento igual a la moda, proporcionado por la inteligencia artificial. La gente podrá suscribirse a distintos servicios y alquilar prendas por un tiempo determinado en función de sus necesidades indumentarias».
Ahí está: tecnología y consumo consciente, trabajando unidos para no acabar volviendo al medievo de las modas. Aunque si la visión de este futuro les va producir pesadillas de estilo, piensen que una de las imágenes más emblemáticas y aún tan relevantes como influyentes de la moda del último medio siglo, la de la portada del álbum Horses de Patti Smith (1975), salió de una tienda de ropa de beneficencia.
Uno de los looks de la colección Resort 2020 de Stella McCartney. FOTO: CORTESÍA DE STELLA MCCARTNEY

RAFA RODRÍGUEZ

Artículo actualizado el 30 diciembre, 2019 | 08:29 h

https://smoda.elpais.com/moda/actualidad/como-compraremos-en-el-futuro/

Siete claves para proteger nuestros dispositivos electrónicos en el aeropuerto

Escenas en el Aeropuerto Internacional de Denver

Escenas en el Aeropuerto Internacional de Denver
Los cibercriminales no descansan por navidad y los aeropuertos son el principal foco de robo de datos estos días. Además, este año viajamos más en avión, concretamente un 15% más que el año pasado


Esta navidad viajamos más y más lejos. En 2019 ha aumentado la demanda de vuelos de larga distancia durante el periodo navideño. El 57% de los españoles que eligen el avión se desplazan a destinos de corto y medio alcance mientras que el 43% selecciona destinos más lejanos, lo que supone un 15% más que el año pasado. Los destinos internacionales más populares en estas fechas son Buenos Aires, Londres, Roma, Bucarest y París. Para llegar a estos destinos es inevitable pasar por los aeropuertos, lugares donde el riesgo de sufrir un ciberataque se ha multiplicado en los últimos años.
Estos riesgos se producen por el aumento de dispositivos de Internet Of Things de la propia infraestructura aeroportuaria, el uso de smartphones para acreditaciones y geolocalización personalizada, los sistemas de información conectados del propio aeropuerto o la digitalización de los servicios ofrecidos por las aerolíneas. El aumento de personas concentradas en un mismo lugar produce despistes y robos tanto físicos como virtuales. Los cibercriminales no descansan en navidad así que debemos tener en cuenta algunas claves para proteger nuestros dispositivos durante los trayectos.
Lo primero: si ha impreso el billete, no lo tire
¿Qué seguimos haciendo muchas veces? Imprimimos el billete en papel por si tuviésemos algún problema con el billete electrónico. Aunque no ahorremos papel somos precavidos. ¿Problema? Una vez pasamos el control de seguridad y vemos que tenemos batería y que el móvil funciona, tiramos este papel. No lo haga. Y menos en estas fechas. En el billete figura el localizador y este puede usarse o cambiar el nombre o hacer cualquier gestión por internet. Evite sustos.
  • Un clásico: la conexión wifi del aeropuerto
Aunque los hay, cada vez son menos los pasajeros que leen un libro mientras esperan en el aeropuerto. Lo primero que hacemos es conectarnos a la red WIFI pública. Los expertos en ciberseguridad aseguran que siempre suponen un riesgo, (no solo en los aeropuertos, sino en cualquier lugar público). Las herramientas de spoofing o suplantación, son la manera más efectiva para suplantar direcciones IP. Los cibercriminales imitan un punto de acceso WiFi publicando un nombre de red o SSID conocido, para que los usuarios desprevenidos se conecten y expongan sus datos. Las herramientas de seguridad pueden detectar estos puntos de acceso no autorizados, expulsarlos de la red y bloquear el acceso a los datos. Sin embargo, siempre debemos estar alerta, principalmente en aeropuertos de países donde no conozcamos el idioma.
  • Y cuidado con las estaciones de carga USB
Si se conectan dispositivos, cables, maliciosos a la estación de carga, su smartphone o tablet será vulnerable a posibles infecciones o al robo de sus datos. Existen dispositivos que pueden proteger esta conexión y, en la gran mayoría de los smartphones actuales, también es posible configurar el modo de acceso USB para evitar la transferencia de datos. “No obstante hay que tener precauciones y verificar la zona, igual que en un cajero miramos si hay cámaras, podemos observar si ha habido alguna manipulación”, explica Eusebio Nieva, director técnico de Check Point en España y Portugal. “Además, siempre es preferible cargar la batería portátil en vez del dispositivo móvil”, añade Nieva.
  • El bluetooth, más de lo mismo
Igual que los smartphones, las tablets y los ordenadores portátiles, el uso de la tecnología bluetooth ha ido ampliando el abanico de opciones de uso. Hemos pasado de la transferencia de archivos entre dispositivos, allá en los primeros móviles, a llegar a disfrutar de nuestra música o controlar nuestra casa inteligente. Los expertos advierten desde que comenzamos a utilizarlo que no debemos conectarnos a ninguno desconocido. Ni en un aeropuerto ni en cualquier parte. A través de nuestro usuario pueden robar toda la información de nuestro teléfono, incluyendo cuentas bancarias, contraseñas…
  • Phishing y smishing, los principales ciberataques
El estafador o phisher, se vale de técnicas de ingeniería social, para hacerse pasar por una persona o empresa de confianza en una aparente comunicación oficial, por lo general un correo electrónico, o algún sistema de mensajería instantánea o en redes sociales e insertar un virus en el dispositivo del usuario. El smishing es lo mismo que el phising pero la estafa se lleva a cabo mensajes de texto. “El 93% de los incidentes de seguridad comienzan con un email fraudulento”, asegura un informe de ciberseguridad de Sophos. La concienciación de los usuarios y el entrenamiento del sentido común es vital para poder evitar el ser engañados por un falso email o sms de una compañía aérea en la que se nos invita a hacer clic en un enlace o descargar un archivo potencialmente malicioso. Los laboratorios de SophosLabs reciben cada día más de 500.000 nuevas muestras de malware de las cuales, el 75% solamente es visto una vez. Lo que quiere decir que los ciberdelincuentes cambian continuamente sus modelos. ¿Qué puede hacer el usuario? Estar alerta y atento. Las compañías siempre se identifican y nunca piden datos personales a través de un link o correo electrónico.
  • Los códigos QR a veces no son lo que parecen
Imaginemos que viajamos a una feria de navidad. En una marquesina puede haber un anuncio de ese evento con horarios e información. “Llega el usuario, se descarga el código y puede ser un malware. Evitémoslo descargándonos la información desde casa si sabemos que vamos a un lugar concreto”, señala Eusebio Nieva, director técnico de Check Point en España y Portugal. “Debemos estar especialmente alerta en los países de destino donde no conozcamos el idioma. Podemos ser objetivo de cualquier tipo de timo a través de estos códigos”, añade Nieva.
  • No olvidemos los errores humanos
Es evidente que los errores humanos son siempre un riesgo. “Existen numerosos ejemplos de ciberataques en aeropuertos relacionados con errores humanos. El año pasado, los sistemas administrativos del aeropuerto de Bristol sufrieron un ciberataque por el que se desconectaron todos sus paneles informativos, ocasionando retrasos y grandes reclamaciones tanto para el aeropuerto como para las aerolíneas. “Otro de los ejemplos más famosos como el del USB sin cifrar que perdió uno de los trabajadores del aeropuerto de Heathrow y que puso al descubierto, y a disposición de los ciberdelincuentes, miles de documentos sobre los procedimientos de seguridad y sistemas antiterroristas de uno de los aeropuertos más concurridos del mundo” recuerda Brian Schippers, ingeniero de ventas de Sophos. Volviendo a los pasajeros, otro incidente común es el robo o pérdida de dispositivos móviles con todo tipo de información sensible. Por este motivo, es necesario también proteger portátiles y smartphones cifrando los datos que contienen y utilizar contraseñas de bloqueo. Aunque sin duda, y por lo que pudiera pasar “es recomendable hacer un backup (o copia de seguridad) antes de salir de casa”, señala Eusebio Nieva, director técnico de Check Point en España y Portugal. Siempre podemos perder un dispositivo o que alguien nos lo robe, así evitamos perder todos nuestros datos.
“La seguridad de los datos y de la comunicación resulta crucial en espacios tan críticos como son los aeropuertos. Por ello, es necesario contar con soluciones globales e interconectadas de protección que sean capaces de proteger contra malwareexploits o ataques de ransomware de forma predictiva”, concluye Iván Mateos, ingeniero preventa de Sophos en la península ibérica. 


Por
Belén Juárez
29 DIC 2019 - 23:07 CET
https://retina.elpais.com/retina/2019/12/27/innovacion/1577432763_878099.html

Siete alimentos que podrían desaparecer con el cambio climático

Siete alimentos que podrían desaparecer con el cambio climático


Se prevé que la producción mundial de trigo se reduzca un 25%

El trigo o el cacao están condenados si las finalidades económicas siguen anteponiendose a las necesidades humanas

El cambio climático se traducirá, entre otras cosas, en un aumento de dos grados en la temperatura global en el año 2050. Esto tendrá –de hecho, ya está teniendo– serias consecuencias sobre los cultivos, la pesca y la ganadería y, por tanto, sobre los alimentos que llegan a nuestra mesa. Si bien es probable que alimentos como el cacao, el café o determinados cereales no vayan a desaparecer por el momento, todo indica que se reducirá drásticamente la producción, lo que provocará un aumento del precio que hará que solo los sectores con mayor capacidad adquisitiva se los puedan permitir.

Esta situación es alarmante cuando hablamos de productos de primera necesidad, ya que “algunos cereales, como el trigo, que se encuentran en peligro, son básicos para el consumo humano”, señala la periodista Esther Vivas, autora de El negocio de la comida (Icaria Editorial, 2014). “Todo indica que en un futuro no tan lejano las personas con poder adquisitivo seguirán teniendo acceso a los alimentos y no así las personas con rentas más bajas: es una consecuencia directa del modelo de agricultura industrial globalizada”, explica la experta.

Alimentos como el trigo


La producción de algunos de los alimentos de primera necesidad descenderá drásticamente y, en consecuencia, su precio aumentará

Sin olvidar que el grueso de la responsabilidad para revertir una situación que va en caída libre debería recaer, por fuerza, en las administraciones, Vivas recuerda que también los consumidores podemos tratar de contrarrestar el hecho de que “un acto cotidiano como es comer se haya convertido en mercancía en manos de unas pocas empresas”. La experta recuerda que “el consumo también es un instrumento para generar cambios, y la ciudadanía puede llevar a cabo algunos que tienen un impacto positivo a nivel ambiental”, que se resumirían en comprar productos de temporada, locales, ecológicos y procedentes de pequeños agricultores. “Comer es un acto político”, resume.

Coincide con ella Daniele Rossi, cofundador de Slow Food Barcelona y copropietario del restaurante Rasoterra. “Desde hace catorce años defendemos el modelo de territorio y proximidad, el único capaz de garantizar la sostenibilidad en términos económicos y de medio ambiente. Si cuidas el medio ambiente y a las personas que cultivan, crían y pescan todo lo que consumimos, el modelo es más sostenible que importar productos desde la otra punta del mundo. ¿Es suficiente? Eso no lo sé”. Pese a que Rossi considera que “la gente de a pie puede aportar su granito de arena”, señala directamente, en este caso, a Europa. “Europa podría tener un papel clave en esta transformación del modelo agroalimentario: tiene cultura, productos y tradición gastronómica. Debería dar un paso al frente y pasar a ser un actor protagonista a la hora de aplicar cambios urgentes”.
Consumir productos de temporada y proximidad ayuda a crear un modelo más sostenible
Consumir productos de temporada y proximidad ayuda a crear un modelo más sostenible

Mientras esto no ocurra, diversos productos de consumo cotidiano, algunos exclusivos y otros de primerísima necesidad, continúan de manera lenta pero implacable su camino hacia la desaparición si no se toman medidas para revertir la situación. La buena noticia es que todo indica que aún estamos a tiempo, y la mala que “se siguen anteponiendo las finalidades económicas a lo que son necesidades humanas”, en palabras de Vivas.

Cacao
Según un estudio de la Universidad de California, la planta de cacao desaparecerá en 2050 –y en 2030 podría ser tan exclusiva como el caviar– a causa de las temperaturas más cálidas y de un modelo de explotación que está acabando con el ecosistema en países como Costa de Marfil. Este país es el principal productor de cacao y responsable del 15% de la producción global, según cifras del Barómetro del Cacao en 2018, y ha perdido más del 80% de sus bosques en los últimos 50 años a causa de la producción masiva de este alimento. Países como Ghana, Brasil, Perú, Camerún o Indonesia también se han visto afectados por esta situación.

El responsable del 15% de la producción global


Costa de Marfil ha perdido el 30% de sus bosques de cacao en los últimos 50 años

Trigo
Pese a lo que pueda parecer a primera vista, dada la abundancia aparente de alimentos, “tenemos un modelo alimentario vulnerable, ya que ha desaparecido hasta un 75% de la diversidad agroalimentaria, lo que significa que nuestra alimentación depende en realidad de muy pocos cultivos”, explica Vivas. En el caso de alimentos de primera necesidad como el arroz, el trigo o el maíz se ha apostado por variedades híbridas, que son mucho menos resilientes y más vulnerables a las alteraciones climáticas, de manera que tienen mucha menos capacidad de resistir ante los diferentes fenómenos meteorológicos”.

La experta señala que se estima que alrededor de 2050 la producción mundial de trigo se reduzca hasta en un 25%, una cifra alarmante teniendo en cuenta que hablamos de “un alimento básico para el consumo humano”. Rossi, por su parte, señala que uno de los compromisos del movimiento Slow Food es, de hecho, “ayudar a agricultores a recuperar variedades antiguas de cada zona, apostando por ellas frente a las superfoods de moda que a menudo llegan desde la otra punta del planeta”.
Café
Los principales países productores de café consumen de forma generalizada café soluble, paradójicamente
Los principales países productores de café consumen de forma generalizada café soluble, paradójicamente

El modelo agroeconómico actual hace que se den paradojas como que en uno de los principales países productores de café en el mundo, como es el caso de México, se tome de forma generalizada café soluble. Según un estudio del Real Jardín Botánico de Kew (Reino Unido), publicado en Science Advances, el 60% de especies de café están amenazadas, según los criterios que establece la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). Otro estudio, en este caso del Instituto de Climatología de Australia, advirtió de que el cambio climático podría provocar la desaparición del café en el año 2080. La investigación señala que “el aumento de las temperaturas, la falta de precipitaciones y los fenómenos climáticos extremos podrían ir erosionando progresivamente la calidad del café y, en consecuencia, aumentando los precios”.

Vino
Un estudio de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM), con la colaboración de investigadores de la Escuela Técnica Superior de Caminos, Canales y Puertos y la Escuela Técnica Superior de Ingeniería Agronómica, Alimentaria y Biosistemas, señala que el cambio climático afectará directamente al cultivo de uva en España. Esto se debe no solamente a un aumento global de las temperaturas, sino, en palabras de Vivas, “a la emergencia de plagas que hasta hace un tiempo no existían, que afectan directamente a la producción y destrozan la biodiversidad”.

No solo a nivel economicen y alimentario


La desaparición de pilares fundamentales de la dieta mediterránea como el vino o el aceite de oliva también tiene consecuencias a nivel cultural

Aceite de oliva
Para Rossi, el hecho de que productos como el vino o el aceite de oliva, otro de los damnificados por el cambio climático, estén en peligro de desaparición tiene consecuencias no solo a nivel económico y alimentario, sino también cultural. “Tanto el vino como el aceite son pilares fundamentales de la dieta mediterránea, que están en peligro porque estamos sobrecalentando el planeta”, explica, de manera que con su desaparición se perdería también un legado cultural que ha dado lugar a un tipo de alimentación declarado Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO. Un ejemplo de esta situación es, para Rossi, que “mientras el olivo se va desplazando poco a poco hacia climas más frescos, se están empezando a cultivar frutas tropicales en los climas más cálidos, desde la papaya al aguacate. Esto era impensable hace 20 años”.

Aguacate
Es solo un ejemplo de lo que ocurre cuando un alimento se pone de moda. Aparte de la huella de carbono que supone transportar alimentos a miles de kilómetros (estos viajan una media de 5.000 km, señala Vivas), en el caso del aguacate se necesitan 2.000 litros de agua para producir un kilo, según datos de Water Footprint Network, es decir hasta cuatro veces lo que necesitan las naranjas y diez veces los tomates. Si a esto añadimos la aparición del llamado escarabajo ambrosía, que afecta ya a zonas de Estados Unidos y Nueva Zelanda, es fácil augurar un futuro difícil para el aguacate.
Productos como la quinoa o el aguacate generan una sobreproducción al ponerse de moda
Productos como la quinoa o el aguacate generan una sobreproducción al ponerse de moda

En este grupo, Vivas incluye también productos de moda que van “desde la quinoa a las bayas de Goji, que generan una sobreproducción en los países del sur”. Todos ellos son responsables “de la deforestación y pérdida de masa forestal para abrir nuevos suelos agrícolas para estos nuevos cultivos”. Para Rossi, de hecho, debería existir un compromiso unánime por parte del sector de la restauración a la hora de no abusar de determinados productos. “Nos define más lo que no usamos que lo que usamos: en Rasoterra nos negamos a utilizar superalimentos, semillas y frutos tropicales que llegan de otras partes del mundo”.
Carne roja

Vivas señala que el 14,5% de los gases de efecto invernadero están producidos por un modelo ganadero que supone “desde el uso intensivo del suelo para producir herrajes a la deforestación, las necesidades hídricas y la producción para dar de comer a los animales”. Por no hablar de “los gases que emiten los propios animales, ya que se ha demostrado que las flatulencias de las vacas generan gas metano, uno de los principales responsables del cambio climático”. La experta insiste en diferenciar “la ganadería intensiva de la que se da a pequeña escala, que contribuye a mantener en subsuelo”, y alerta, además, de los peligros de los monocultivos, como es el caso de la cría de cerdos en algunas zonas de España. Esta da lugar “a la contaminación de acuíferos a través del purín, además de que buena parte del producto se acaba destinando a la exportación”.