HASTA 7 GRADOS EN CIERTOS MOMENTOS DEL AÑO
Por si faltaban argumentos para tomar decisiones urgentes en la Cumbre del Clima de Madrid, un estudio que publica la revista científica Science Advances alerta de que el ritmo al que se están calentando los polos es muy superior al del resto del planeta. En particular, la temperatura del Ártico ha subido 0,75 grados centígrados solo en la última década. La cifra es espectacular si se piensa que el calentamiento de la Tierra en su conjunto es de 0,8ºC, casi lo mismo, en los últimos 137 años.
La investigación, liderada por la Universidad de California en Davis, alerta de que este ritmo puede resultar catastrófico en el contexto del cambio climático previsto. Si en el conjunto de la Tierra parece ya inevitable alcanzar los 2ºC de aumento de la temperatura con respecto a los niveles preindustriales, este incremento puede significar hasta 7ºC más en el Ártico durante ciertos meses del año. Los datos de la Antártida no son tan extremos, pero los dos grados globales podrían llegar a tres en zonas cercanas al polo sur.
A diferencia de otros cambios climáticos, como el conocido como Pequeña Edad del Hielo (periodo frío entre los siglos XIV al XIX), que afectó principalmente al hemisferio norte, “el calentamiento actual es global y sincrónico, está teniendo lugar en todo el planeta al mismo tiempo, pero siempre hablamos de una media, no en todos los sitios tiene la misma intensidad”, comenta para Teknautas Andreu Escrivà, ambientólogo y divulgador especializado en cambio climático. Así, por ejemplo, “el Mediterráneo se está calentando más que otras partes de Europa, y es más vulnerable”.
Con el Ártico pasa lo mismo, su calentamiento “va mucho más rápido que el resto del planeta”, explica el experto, que no ha participado en esta investigación. En parte, esta aceleración de la subida de la temperatura en torno el polo norte se debe a las dinámicas atmosféricas, a la circulación del aire y de los océanos.
El deshielo se retroalimenta
Pero además, hay un elemento clave que lo complica todo: la presencia de hielo y nieve y su influencia en el albedo, es decir, la cantidad de radiación solar que es devuelta a la atmósfera tras chocar con la superficie terrestre. Así, es fenómeno que se retroalimenta, si se derriten la nieve y el hielo, que son blancos y reflejan la luz, la tierra o el mar que quedan en la superficie absorben más energía, están más calientes y, a su vez, contribuyen a derretir aún más nieve y más hielo.
“Ya hemos aumentado más de un grado de media en el planeta, pero existen lugares en los que se han alcanzado los dos grados y, según este estudio, pueden superarse de forma permanente muchísimo tiempo antes que en el resto del planeta”, destaca Escrivà.
25 años antes
En concreto, las conclusiones de la investigación –firmada por un total de 15 autores de varias instituciones de Estados Unidos, Reino Unido, Dinamarca, Finlandia y Suecia– indican que el extremo más septentrional de la Tierra podría alcanzar los 2ºC de incremento de temperatura hasta 25 años antes que el resto del mundo. Las previsiones apuntan a que el planeta llegará a esa cifra dentro de 40 años.
Al contrario de lo que a veces se insinúa, “el cambio climático ha ido siempre por delante de las previsiones que se habían hecho”, afirma Escrivà, que alerta de la gravedad de la situación que anticipa este estudio. Aunque se cumpliese el objetivo ya utópico del Acuerdo de París de mantener el incremento de temperatura por debajo de 1,5ºC, un polo norte con temperaturas muy superiores a esa media nos abocaría a un escenario dramático.
“El Ártico funciona como un refrigerador, como un aire acondicionado que hace de regulador planetario”, destaca. Esto significa que si se desestabiliza, puede actuar como “un acelerador del cambio climático” que va a hacer mucho más difícil mantenerlo bajo control en el resto del mundo.
“Estamos en el umbral de un nuevo Ártico”, afirma Para Eric Post, profesor de Ecología del Cambio Climático de la Universidad de California y autor principal del estudio. “Muchos de los cambios de la última década son tan dramáticos que hacen que uno se pregunte qué traerán los próximos 10 años de calentamiento”, añade en declaraciones difundidas por su universidad.
Efectos en todos los ámbitos
El trabajo examina los efectos generalizados del calentamiento en el Ártico y la Antártida sobre la vida silvestre, los medios de vida humanos tradicionales, la vegetación de tundra, la liberación de metano y la pérdida de hielo marino y terrestre.
Los autores destacan que el alcance irá mucho más allá de las regiones polares, sobre todo porque el rápido derretimiento del hielo en los polos se traducirá en el aumento del nivel del mar. Ese efecto se produce por el hielo terrestre, que acabará en los océanos, pero también por el hielo marino debido a la dilatación térmica del agua, ya que el volumen que ocupa el agua aumenta por el hecho de que haya más superficie del mar expuesta a temperaturas más altas.
Otro de los coautores del estudio, Michael Mann, profesor de Ciencias Atmosféricas de la Universidad Estatal de Pensilvania, resume la cuestión diciendo que “lo que sucede en el Ártico no se queda en el Ártico". En particular, destaca el impacto que puede tener el deshielo en la corriente en chorro. Los científicos llaman (jet stream, en inglés) a fuertes corrientes de aire que se concentran a unos 10 kilómetros de altura en las que el viento alcanza grandes velocidades.
¿De qué se burla Trump?
“La explicación a algunas olas de frío puede estar en que se debilita la corriente en chorro de algunas latitudes por la inestabilidad del polo norte”, comenta Escrivà. Así pudo ocurrir el pasado invierno en Estados Unidos, cuando se alcanzaron temperaturas negativas récord y Donald Trump aprovechó para burlarse del calentamiento global.
Por eso, algunas de las consecuencias del cambio climático sobre el Ártico pueden ser “contraintuitivas”. Otro ejemplo sería que el derretimiento del hielo “podría hacer que hubiese muchos más icebergs y que llegasen mucho más al sur”.
No obstante, el estudio publicado en Science Advances también habla de un mayor riesgo de que se produzcan olas de calor letales y grandes incendios forestales, sobre todo en el hemisferio norte.
Esto no va de osos polares
“El icono del cambio climático es el oso polar”, recuerda el experto, “los divulgadores hemos utilizado mucho los símbolos del Ártico, pero hemos explicado muy poco cómo afecta el deshielo que se produce allí a nuestra realidad cercana”.
Por eso cree que la gente no es consciente de las repercusiones: “No podemos hacernos la ilusión de que los cambios que se producen ahí arriba afectan sólo a lo que vive ahí arriba. Si crees que la consecuencia del deshielo solo es que el oso polar se muere, reduces tu imaginario sobre el cambio climático a una línea imaginaria a partir de 60º norte y te parece que aquí no sucederá nada, pero no es así”.
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