En dos mares y siete archipiélagos griegos hemos buscado algunos islotes con nombres mitológicos, cuya belleza te hipnotizará para siempre
Hay tantas islas en Grecia que no he encontrado ninguna información fiable de saber cuántas hay con exactitud. Si observas detenidamente un mapa, parece que la parte sur del continente griego se haya deshecho en miles de pedazos que flotan sobre el mar. Se calcula que entre islas e islotes deben de haber unas seis mil, de las cuales – esa cifra sí que es exacta – hay 227 habitadas. Es decir, si tienes que elegir cuál es la que mejor encaja con tu forma de viajar, paciencia: te espera un duro día de trabajo.
Hay que tener en cuenta que el país heleno cuenta con dos mares, el Jónico y el Egeo. El primero está al oeste de Grecia, al este de Sicilia y al sur del Adriático, y el segundo es la parte del mar Mediterráneo situado entre la costa turca y la griega. Tanto uno como en el otro están salpicados por varios grupos de ínsulas (archipiélagos) como el Dodecaneso, las Cícladas, las del golfo Sarónico, Egeas del Norte (las más alejadas), las Espóradas y las Jónicas.
Cómo llegar a las islas Griegas
Hace unos años, para llegar a cualquiera de estas islas lo más habitual era en viajar en avión hasta el aeropuerto de Atenas y, desde allí, en ferry a cualquier islote. Actualmente muchas de estas islas cuentan con aeropuerto propio, lo que permite acortar los trayectos en barco. Por ejemplo: Creta para ir a la parte más al sur; Mikonos en las Cícladas; Rodas en el Dodecaneso; o, por último, Corfú para alcanzar las islas del Jónico. Todo dependerá de si reservas el vuelo con antelación o no, y luego porque se puede ir directamente a Atenas y más tarde volar a alguna de las islas citadas anteriormente, o bien directamente con vuelos a aeropuertos como el de Mikonos, Creta o Corfú.
Los acantilados de Leucada en el archipiélago de las Jónicas
Lo primero que hay que decidir si uno tiene la intención de embarcarse a la aventura de las islas griegas, es escoger en qué mar: ¿el Jónico o el Egeo? Son distintos, pero ambos tienen un denominador común: los paisajes de ambos son de una hermosura incontestable. Sin embargo, las islas del Jónico, por norma general, son más agrestes, montañosas y se caracterizan por tener un litoral abrupto con aguas de un color turquesa más intenso que en el Egeo.
El Jónico está ubicado en la zona noroccidental de la Grecia continental. Algunas de sus islas más famosas son Corfú, Paxos, Ítaca, Cefalonia, Citera y Zante. Pero si tuviéramos que elegir una, esa sería Leucada, Lefkada o Lefkas. Y sobre todo, nos decantaríamos por el blanco de sus acantilados - su nombre se relaciona con leukós, que significa ‘blanco’ - , en la costa oeste, recortados sobre el azul zafiro de sus aguas. Cuenta la leyenda que allí se suicidó, tirándose al mar desde una roca, la poetisa Sapfó cuando su amor por Faón no se vio correspondido. Lefkada (en griego antiguo) también es conocida por sus vinos, aceites y por los bordados de fino encaje. Muy cerca podemos desembarcar en la isla de Skorpios, donde está la fastuosa mansión del desaparecido magnate Onassis.
La foca monje de Alónnisos en las islas Espóradas
Y del Jónico saltamos al Egeo, concretamente al archipiélago de las Espóradas, cuyo significado tiene que ver con la disposición dispersa de sus islas (como esporas), y en cuyo paisaje reina el verde de sus pinos y olivares, y sus playas son de guijarros. Son once islas mayores en total, de las cuales solo Skiathos, Skópelos (por cierto, allí se rodaron muchas secuencias de la película Mamma Mía), Esciro y Alónnisos están habitadas. Y nos gustaría destacar esta última por su dedicación al turismo responsable.
Después de Skiathos y Skópelos, Alónnisos es el tercer miembro de la Espóradas del norte. Como explicaba antes, esta isla es perfecta para aquellas personas que disfruten observando fauna marina en estado salvaje. Intentan proteger a especies en vías de extinción. Tanto es así, que al norte de la isla cuentan con uno de los parques marinos más grandes de Europa (parque nacional Espóradas del Norte), donde se pueden avistar gaviotas de Audouin, cormoranes moñudos y las focas monje, de las que solo quedan un centenar de ejemplares en todo el Mediterráneo. Para desembarcar aquí hay que pedir una autorización, pero puedes adentrarte con una excursión en barco en la que, con suerte, te acompañará un grupo de delfines.
Amorgos y “Le Grand Bleu” en las Cícladas
Al norte de Creta, en el mítico Egeo, las Cícladas están compuestas por 220 islas. La mayoría de turistas se lanzan sin pensárselo hasta las playas de Santorini, o a pasarlo bien en la noche de Mikonos, pero pocos conocen el discreto encanto de Amorgos. Se trata de una de las islas de mayor tamaño pero, también, es de las que tienen menos habitantes por metro cuadrado. Es decir, la densidad es verdaderamente baja. Hay muy pocos turistas. Casi no llegan ni cruceros ni ferris a sus puertos. Las playas son íntimas, y hay diversos pueblecitos típicos griegos de casitas blancas con puertas azules donde nunca pasa nada, solo sopla la brisa del mar y se el ambiente está lleno de olor a pescado a la brasa.
Lo recomendable es, una vez allí, es alquilar una moto y moverse libremente por la isla. El tamaño es muy manejable, tiene forma alargada y las distancias no superan los 40 kilómetros. El objetivo es ir de playa en playa, de cala en cala, y dejarse llevar por la brisa marina. Las posibilidades son muchas, pero es aconsejable conducir hasta la parte oeste, junto a Katapola y Potamos. Las playas de Agios Pavlos, Maltezi o Kalotaritissa al sur valen mucho la pena. También hay que acercarse a la playa de Agia Anna, donde se rodó la sensacional película Le Grand Bleu (El gran Azul), del director Luc Besson. Y es cierto, el color azul de sus aguas es todavía más inverosímil al verlo en vivo y en directo.
Solo en burro por Hydra en las Sarónicas
Las islas Sarónicas, en el golfo Sarónico, son las preferidas por los atenienses cuando se trata de escaparse los fines de semana. El motivo es que están muy cerca de la capital. Por ejemplo, el trayecto en ferry desde El Pireo (puerto de Atenas) y la isla de Hydra no supera las dos horas (incluso menos si te decides por uno rápido). De entre las principales islas sarónicas – Salamina, Egina, Angistri y Poros – destacamos precisamente Hydra, en el Peloponeso.
Hydra es una isla única. No hay otra como ella. Se respira una atmósfera que seguramente no se encuentra en ningún otro lugar. Casi no hay ruido y el relax es absoluto. Y la causa es que no está permitida la circulación de coches y motos – solamente admiten los camiones de basura - , que son reemplazados por burros o bicicletas. Calles empedradas y empinadas, senderos rurales, puertos pesqueros y aguas limpias son sus cualidades, pero la escasez de turistas se debe a que no hay playas de arena fina sino de guijarros.
La cueva Azul de Kastellorizo en Dodecaneso
Aunque su nombre diga lo contrario, las islas del Dodecaneso no son doce, sino bastantes más. Su ubicación en el sureste del Egeo, casi tocando la costa turca, lo convierte en el archipiélago más oriental. La gran y mítica isla de Rodas es su capital. También Cos, a unos tres kilómetros de Turquía, y la diminuta isla de Symi son muy conocidas entre los turistas más avezados. Sin embargo, desde aquí nos gustaría recomendar Kastellorizo o Megisti, al este de Rodas.
Kastellorizo cuenta una gran atracción turística, la cueva Azul, toda una aventura si viajas a las islas Griegas. La experiencia es de esas que no se olvidan. La única manera de acceder a su interior - de unos 50 metros de largo por 30 m de ancho y 25 m de altura - es en barca, y lo aconsejable es hacerlo pronto por la mañana, cuando el sol ilumina su interior creando increíbles destellos de color azul. El efecto simula como si las estalactitas danzaran al son de los rayos solares.
La isla verde de Tasos en las Egeas del norte
En la parte septentrional del mar Egeo. Al sur se encuentran las islas del Dodecaneso y, al oeste, las Cícladas y Espóradas. Hay algunas islas que pertenecen a Grecia y otras, como la isla Conejo, son propiedad de Turquía. En el mar de Tracia, pegadas a la costa norte, se ubican Samotracia y Thasos (o Tasos). Esta última es nuestra elegida, y se la conoce como la ‘Isla Verde’ a causa de la gran cantidad de bosques de pinos que le confieren ese color característico. Darse un baño rodeado de verde ofrece una sensación de naturalidad.
Es curioso el escaso turismo que desembarca en su puerto. Casi todo nacional. Está situada a 12 km del puerto de Keramoti, y se puede llegar en ferry fácilmente desde la hermosa ciudad de Kavala. Los paisajes son asombrosos, de una extraordinaria singularidad, no solo por el abundante verdor, sino también por las rocas de mármol blanco que contrasta con el verde de las playas. Su forma es casi redonda, y de punta a punta no hay más de 100 kilómetros, lo que la convierte en un viaje muy asequible. Cabe destacar Giola, una de las lagunas naturales más fabulosas del planeta. Y claro, también hay playas fascinantes como la playa Dorada – a 12 kilómetros de Limenia - o Skala Potamia.
Hay tantas islas en Grecia que no he encontrado ninguna información fiable de saber cuántas hay con exactitud