martes, 31 de agosto de 2021

Los países que no alcancen el 60% de inmunidad tendrán pérdidas de 2.300 millones, según The Economist

Foto: Dreamstime.


  • La revista urge a los gobiernos a replantear su estrategia contra la covid1-19
  • "Las vacunas son importantes pero no una solución mágica", señala
  • Critica los modelos de Australia o Nueva Zelanda de confinamientos estrictos



A la par que los Gobiernos de todo el mundo tratan de aumentar el ritmo de vacunación, con el fin de detener por completo al coronavirus, las últimas variantes surgidas han provocado duros reveses en la guerra contra la covid-19. Más en el caso de Delta, quien dada su peligrosidad, provocará que la estrategia tenga que ser revisada, tal y como asegura The Economist, pues de lo contrario se podría volver a desencadenar una situación dramática de infecciones y fallecidos con las respectivas pérdidas económicas masivas.

Un grupos de expertos a cargo de la unidad de ciencia de la revista The Economist han llegado a la conclusión de que las autoridades de todo el mundo deberán replantearse su modus operandi para acabar con la covid-19. Todo tras ver cómo está actuando la variante Delta en diferentes regiones, con una peligrosidad nunca antes vista hasta el punto de hacer perder efectividad a las vacunas.

"Las vacunas son un primer paso crucial contra la covid-19, pero no son la solución mágica que los gobiernos esperaban", asegura la publicación en un claro síntoma de que será imposible conseguir la inmunidad de grupo bajo esta estrategia. 

Con mayor mortalidad, índice de hospitalización y transmisión generalizada, Delta ha supuesto un duro revés en la idea de "convivir con el virus". "Suprimir la enfermedad no es posible", destaca The Economist, mandando un mensaje para optimizar las políticas económicas en todo el mundo, poniendo de ejemplo a Reino Unido.

El modelo de Reino Unido ocasiona menos pérdidas económicas a largo plazo que el de Australia

"Las políticas de Australia o Nueva Zelanda son una oportunidad económica perdida", remarcan haciendo énfasis en la búsqueda de los cero casos covid que han llevado estos países, lo que provoca que ante un solo contagio realicen confinamientos muy estrictos. Además, en esta línea define que aquellos países que a mediados de 2022 no hayan inmunizado al 60% de su población, tendrán pérdidas por un total de 2,3 billones de dólares entre 2023 y 2025.

"A fines de agosto, alrededor del 60% de la población de los países de ingresos más altos había recibido al menos una dosis de la vacuna contra el coronavirus", señala el estudio añadiendo que "por el contrario, las campañas de vacunación avanzan a un ritmo glacial en las economías de menores ingresos. En el mismo momento, solo el 1% de las poblaciones más pobres había recibido al menos una dosis de una vacuna".

Una situación que originará estar pérdidas masivas, con un mayor enfoque en Asia, quien será con mucha diferencia el continente más afectado. "Los países ricos han administrado 100 veces más vacunas que los estados más pobres", sentencia en una llamada a un reparto más solidario de las dosis por todo el mundo.


Cómo el ejercicio físico puede ayudarnos a crear nuevas neuronas y a mejorar la memoria



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Hace tiempo se pensaba que en el cerebro no se podían generar nuevas neuronas. Éste se entendía como una entidad estática e invariable que, simplemente, degeneraba a medida que envejecíamos o debido a lesiones cerebrales.

No obstante, a partir de los experimentos de la bióloga de la Universidad de Berkeley (Estados Unidos) Marian Diamond, se demostró en 1964 que el cerebro adulto era plástico y adaptativo.

Ese estudio fue pionero en identificar cómo las características del entorno afectaban directamente al desarrollo y crecimiento cerebral.

El experimento realizado contaba con una jaula grande y espaciosa con doce ratas que crecían en un ambiente enriquecido (elementos para jugar o correr en la rueda giratoria, compañía, alimentación diversa), así como con otras doce ratas que se encontraban en una jaula pequeña, aisladas, sin estímulos sociales o de juego.

Tras ochenta días, Diamond analizó sus cerebros y descubrió que el córtex cerebral se había modificado en el grupo del ambiente enriquecido.

En estos, la corteza cerebral era más extensa, debido al crecimiento de las espinas dendríticas de las neuronas, se observó angiogénesis —mayor número de vasos sanguíneos—, se vió incrementado el nivel del neurotransmisor acetilcolina, así como el del factor neutrófico derivado del cerebro, conocido por sus siglas en inglés BDNF, una proteína que se expresa especialmente en la corteza cerebral y el hipocampo, áreas fundamentales para procesos como aprendizaje y memoria.

Estos datos han generado un sinfín de estudios dirigidos a analizar el papel de cada uno de los elementos que componían ese ambiente enriquecido.

Neurogénesis y ejercicio físico

Desde los estudios pioneros de neuroplasticidad, múltiples han sido las evidencias científicas que demuestran cómo factores tales como la dieta, la actividad cognitiva diversa, el ambiente social, la novedad y el ejercicio físico son elementos que favorecen indiscutiblemente este fenómeno.

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El ejercicio físico regular puede contribuir a la neurogénesis.

Centrémonos en el ejercicio físico.

Los múltiples beneficios del ejercicio físico regular se han demostrado ampliamente en modelos humanos y animales. Sabemos que puede contribuir a la neurogénesis, así como poseer un rol importante para revertir y reparar el daño neural existente, tanto en mamíferos como en peces.

Comprender cómo se produce este proceso, y qué factores lo ponen en marcha, puede resolver el rompecabezas para mejorar la pérdida de memoria relacionada con la edad y tal vez prevenir enfermedades neurodegenerativas, incluido el Alzhéimer.

El cerebro promedio contiene alrededor de 100 000 millones de células cerebrales, la mayoría de las cuales se formaron antes del nacimiento. En las primeras etapas de la infancia se siguen generando nuevas células cerebrales a un ritmo acelerado.

Con los años, la neurogénesis disminuye gradualmente, pero el proceso no se detiene ni durante la vejez. Los factores neurotróficos ayudan a estimular y controlar este proceso, siendo el BDNF el más importante.

Entre 700 y 1.500 nuevas por día

Eso es especialmente cierto en el giro dentado del hipocampo, a pesar de que hay otras regiones cerebrales que también producen nuevas células cerebrales.

Recientemente, un equipo de investigación de la Universidad de Harvard, liderado por Rudolph Tanzi, ha encontrado que el hipocampo puede producir entre 700 y 1.500 nuevas neuronas cada día.

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El ejercicio consigue acelerar la maduración de células madre a células adultas totalmente funcionales.

Quizás esto pueda no parecer mucho si tenemos en cuenta la vasta galaxia de neuronas que poseemos, pero incluso este pequeño número tiene valor, ya que mantiene activas muchas conexiones neurales ya existentes.

Así, si bien la mayoría de los cerebros puede desarrollar nuevas células, el objetivo de la ciencia ahora es encontrar las mejores maneras de hacerlo.

La idea sería que, si se puede aumentar el número de neuronas aún más a través de la neurogénesis, se podría intensificar la función principal del hipocampo y mejorar la forma en que las personas aprenden nueva información y acceden a la memoria a corto y largo plazo.

Los resultados de este estudio respaldan el vínculo entre ejercicio y neurogénesis.

Se encontró que el ejercicio aeróbico durante ocho semanas puede doblar la ratio de generación de nuevas neuronas en el hipocampo, en relación a aquellos sujetos que no realizan ejercicio.

Además de producir BDNF, el ejercicio aeróbico podría ayudar a aumentar la producción hepática de una enzima (Gpld1), que también puede ayudar con la neurogénesis.

Sabemos que el ejercicio consigue acelerar la maduración de células madre a células adultas totalmente funcionales y fomenta el principal mecanismo celular existente para el aprendizaje y la memoria, denominado aprendizaje a largo plazo. Todos estos elementos son clave para fomentar el aprendizaje y la memoria.

¿Cómo reducir el riesgo de enfermedades como el alzhéimer?

Aunque estos hallazgos provienen de estudios en animales, las personas podrían obtener los mismos beneficios cerebrales a través del ejercicio aeróbico. En este momento, no hay sustituto para el ejercicio regular para ayudar con la neurogénesis.

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Cualquier ejercicio físico que aumente la frecuencia cardíaca es ideal.

Sin embargo, no está claro qué tipo de ejercicio aeróbico funciona mejor, ni cuánto tiempo y cuánto es suficiente. Existen datos que sugieren entre 120 y 150 minutos recomendados de ejercicio de intensidad moderada por semana.

Estudios apuntan a la natación como uno de los deportes más completos. Promueve un claro beneficio cognitivo (mejoras en procesos atencionales, flexibilidad cognitiva, memoria) tanto en jóvenes como en personas mayores.

No obstante, cualquier ejercicio físico que aumente la frecuencia cardíaca, como usar usar una cinta de correr, andar en bicicleta o caminar con fuerza, son ideales. El cerebro en movimiento aprende más rápido.




Redacción BBC
30/08/2021
https://www.bbc.com/mundo/noticias-58369448

John Paulson, sobre el bitcoin: "Cuando la liquidez se seque, las criptomonedas caerán a cero"

John Paulson, gestor de fondos americano, durante un partido de tenis. Reuters

  • "No recomendaría a nadie invertir en criptomonedas"
  • "Yo diría que las criptomonedas son ahora mismo una burbuja"
  • Pese a todo, Paulson no ejecutará una gran apuesta contra las criptomonedas


Desde que John Paulson acertase de lleno apostando contra el mercado inmobiliario de EEUU hace más de una década, el resto de inversores y el público en general sigue preguntándose cuál será su próxima gran operación y si tendrá el mismo nivel de acierto. Parece que Paulson tiene claro qué mercado caerá, aunque no se atreve a apostar con él. 

Paulson está cada vez más preocupado por el aumento de los precios de los activos, según reveló en un episodio de Bloomberg Wealth. La oferta monetaria se encuentra en rápida expansión y podría impulsar las tasas de inflación muy por encima de las expectativas actuales, aseguró el inversor.

Además, Paulson se ha mostrado muy crítico con las inversiones más candentes de esta era. Por un lado, este experto ha asegurado que las SPAC, de media, serán una apuesta perdedora, mientras que las criptomonedas son una burbuja que "eventualmente demostrará no tener valor".

No a las criptomonedas

"No recomendaría a nadie invertir en criptomonedas", aconseja Paulson en Bloomberg TV. Este inversores cree que las criptomonedas no tienen valor intrínseco, además están demostrando ser un activo muy volátil y que se mueve a golpe de tuit o de rumores en el mercado, lo que deja entrever que sus pilares son de barro.

Paulson asegura que no cree en este tipo de activos, "yo diría que las criptomonedas son una burbuja. Los describiría como un suministro limitado de nada. Entonces, en la medida en que haya más demanda que oferta limitada, el precio subiría. Pero en la medida en que la demanda caiga, el precio bajaría. No hay valor intrínseco para ninguna de las criptomonedas, excepto que hay una cantidad limitada".

Pese a todo, Paulson asegura que no va a apostar contra las criptomonedas como lo hizo contra el mercado inmobiliario: "La razón por la que pusimos en corto en las subprime con tal intensidad fue porque era asimétrico: ponerse en corto en un bono a la par que tiene una duración limitada que cotiza con un diferencial del 1% a los bonos del Tesoro. Por lo tanto, no se puede perder más que el margen en la duración. En las cripto puede haber pérdidas ilimitadas (un activo puede subir hasta el 'infinito'). Entonces, aunque podría tener razón a largo plazo, a corto plazo, me aniquilarían", sostiene.

Mucha volatilidad

Las criptomonedas se han convertido en uno de los activos de moda durante la pandemia del covid-19. Su componente digital y las expectativas de una economía ligada a la blockchain han disparado el precio de estos activos que llevan cotizando más de una década.

El bitcoin, el rey de las criptodivisa, ha llegado a superar los 60.000 dólares por unidad, para caer después en pocas semanas por debajo de los 30.000. Ahora, este criptoactivo cotiza de nuevo cerca de los 50.000 dólares.

"Las criptomonedas, independientemente de dónde se negocien hoy, eventualmente demostrarán no tener valor. Una vez que la exuberancia desaparezca o la liquidez se seque, caerán a cero. No recomendaría a nadie que invierta en criptomonedas", sentencia el célebre inversor. 


EL FIN DE LA CIVILIZACIÓN MODERNA: Un nuevo estudio demuestra que una tormenta solar podría iniciar el Apocalipsis



Imagen de una eyección solar captada por el Solar Dynamics Observatory de la NASA


Nuevos estudios advierten sobre la vulnerabilidad de la civilización humana ante una gran tormenta solar que podría acabar con internet y provocar el colapso de la sociedad moderna




La civilización tal y como la conocemos podría acabar con una tormenta solar extrema. Un evento contra el que ahora mismo no hay defensa posible y que, según un estudio recién publicado, derribará internet de un plumazo durante meses. Y lo que es aún peor: hay una entre ocho probabilidades de que esa tormenta ocurra antes de que acabe la década.

Un estudio que acaba de publicar Sangeetha Abdu Jyothi — una profesora adjunta del departamento de ciencias de la computación de la prestigiosa Universidad de California, Irvine — en la conferencia internacional de comunicaciones SIGCOMM 2021.

Su aviso es el último de una larga lista de alertas sobre este tipo de eventos astrofísicos. Varios científicos ya han dicho en repetidas ocasiones que la actividad solar extrema puede provocar el colapso de estructuras clave que garantizan el funcionamiento de la vida moderna. Pero — como con la amenaza de una pandemia global, el impacto de un asteroide o el cambio climático — nadie con poder para evitarlo parece tomárselo en serio. Así nos ha lucido el pelo en 2020, con el Covid, y así nos está luciendo con el cambio climático, que ya parece imparable.


Consecuencias impredecibles

Como Abdu Jyothi apunta en Wired, “lo que realmente me hizo pensar sobre esto es que, con la pandemia pudimos ver que el mundo no estaba preparado. No hubo un protocolo para gestionarla de manera efectiva y es el mismo caso con la resiliencia de internet”, la capacidad de la red de redes de resistir los efectos de un evento de esta magnitud.


Una erupción solar (NASA)


El mensaje del estudio es muy claro: las partículas emitidas durante una tormenta solar de gran intensidad afectarán gravemente a los cables transoceánicos que conectan internet, provocando el colapso de la red global. Aunque esos cables son de fibra óptica, hay repetidores electrónicos cada varios kilómetros. Y esos repetidores, afirma, no son a prueba de una reacción geomagnética como la que causaría una gran tormenta solar.

El estudio publicado en la conferencia SIGCOMM asegura que la columna vertebral de internet se vería afectada durante meses aunque pudiéramos restablecer el suministro eléctrico al cabo de varios días o semanas. Si es que se puede, claro, porque una vez sonaran los primeros compases, las consecuencias en el comportamiento de la población son impredecibles (más sobre esto último al final del artículo).

Y es que, aunque Abdu Jyothi afirma en su estudio que la infraestructura de redes locales de fibra se podría salvar de la catástrofe, las consecuencias de la parada en seco de los sistemas electrónicos de la humanidad durante semanas o meses tendrá un efecto global sin precedentes. Y cuanto más dependa una zona o un país de estos sistemas — como Europa, China o Estados Unidos — más grave podría ser el efecto.


No es inusual

Lo que hace el aviso de Abdu Jyothi mucho más urgente es que, al contrario que el impacto de un gran asteroide, la probabilidad de una gran tormenta solar no es ni mucho menos remota. Según los expertos en el astro rey, el ciclo solar es ineludible y se nos acaba el tiempo. Ahora mismo calculan que hay una probabilidad entre ocho de que haya una tormenta solar de gran magnitud antes de que acabe la década.


El científico que dio nombre al evento Carrington


Del 1 al 2 de septiembre de 1859, por ejemplo, hubo una tormenta tan grande que hubo auroras hasta en el ecuador. Bautizada como The Carrington Event — por el científico Richard Carrington que, junto a Richard Hodgson, detectó el primer flash de luz en la fotosfera solar — esa tormenta es la más grande jamás registrada. En aquellos días, dañó gravemente la infraestructura global de telegrafía. Afortunadamente, en esos años no había más sistemas eléctricos que pudieran sufrir daños.

Hubo otra tormenta menos intensa del 13 al 15 de mayo de 1921 — la más intensa del siglo XX — pero con efectos bastante más notorios. Para esa fecha ya había infraestructura eléctrica aunque todavía la humanidad no dependiera de ellos a escala planetaria. Aquella eyección coronal masiva causó grandes incendios en sistemas eléctricos en Estados Unidos y Europa, dicen las crónicas de la época. Fue especialmente destructiva en la ciudad de Nueva York, donde acabó con sistemas telegráficos y ferroviarios, aunque las luminarias aparentemente se salvaron de la quema, como publicó entonces el New York Times, y sólo sufrieron fluctuaciones en intensidad.

La última fue hace apenas algo más de tres décadas — en 1989 — pero fue una tormenta solar moderada, de muchísima menor intensidad que las dos anteriores. Aún así, fue capaz de derribar la red eléctrica de Québec, en Canadá.


La última línea de defensa

Hubo suerte porque aquel no fue un gran evento solar. Sólo un pequeño eructo del sol. Pero si ahora mismo nuestra estrella sufriera una eyección coronal masiva y la Tierra estuviera en su camino, nuestra suerte sería completamente diferente.


Tránsito de Venus capturado por el observatorio solar de la NASA SDO (NASA)


Los expertos no se ponen de acuerdo en la extensión exacta de los daños en la infraestructura electrónica o en su permanencia. La razón es que no hemos sufrido una gran tormenta durante nuestra sociedad hiperdependiente de los sistemas electrónicos. Sí sabemos que habrá daños seguros en redes de distribución eléctrica a escala local y global (imaginad la situación con las eléctricas tercermundistas españolas). Y que podríamos tardar décadas en recuperarnos.

Excepto los equipos militares blindados para resistir los pulsos electromagnéticos que provocaría una guerra termonuclear global, el resto de dispositivos electrónicos estarían expuestos a este ataque cósmico. Sabemos también que cualquier cosa que esté encendida sufrirá el impacto del fenómeno geomagnético que se desencadenará en el momento en que las partículas solares lleguen a la Tierra. Centros de datos, tu PC, tu teléfono móvil, satélites, aviones, trenes... cualquier cosa que dependa de la electrónica y esté encendida (e incluso aunque no lo estén, dependiendo del dispositivo) se verá afectada.


Se acabó el pastel

En ese momento, si no se toman antes las medidas adecuadas, los sistemas de distribución físicos y electrónicos dejarían de funcionar en todo el planeta. La tormenta duraría por lo menos un par de días, así que todo el globo se vería expuesto a ella debido a la rotación terrestre. De hecho, estudios apuntan a que una tormenta solar menor como la que afectó a Quebec provocaría hoy un impacto global que reduciría el producto interior bruto global de un 3,9% a un 5,6%. Esta vez, el 50% de la reducción del GDP estaría fuera de las principales zonas afectadas.

Pero si el evento es como el 1859, el colapso sería casi total. Todas las industrias y personas se verán afectadas. Fabricación, pedidos, entregas, pagos, datáfonos… todo, absolutamente todo excepto los sistemas militares diseñados para ello, podrían dejar de funcionar durante semanas o meses, dependiendo de las medidas de prevención que estuvieran en marcha en esos momentos.

También afectaría al sistema financiero. Ni aunque tuvieras tu dinero guardado en efectivo en un colchón te podrías salvar de los probables efectos devastadores que un evento así puede tener en la civilización moderna.


La NASA ha lanzado varios observatorios solares en los últimos años. El más reciente, viajando en el cohete sobre estas líneas, la sonda solar Parker


Por eso la NASA inició hace años una carrera contrarreloj para poner en órbita sistemas de observación del Sol que den una alerta temprana. La detección de un evento de esta clase nos daría de unas 15 a 18 horas — lo que tardarían las partículas en llegar a la Tierra — para apagar todas las máquinas que podamos y esperar a que los daños en la infraestructura sean los menores posibles. De hecho, la NASA ha desarrollado un modelo que ha sido capaz de predecir siete de las últimas nueve tormentas solares.

Aún con esos sistemas de observación, como dice la ingeniera de la Universidad de California, no estamos preparados. Ahora no hay un protocolo global establecido. Por eso urge — como ya lo han hecho otros en el pasado — a que se realice un estudio y modelado de los efectos en todas las industrias, para saber así realmente cuál sería la escala del impacto y establecer un protocolo mundial para alertar a todo el mundo e intentar minimizar daños.


Erupción solar en varias frecuencias capturada por el SDO de la NASA


Ahora mismo, Abdu Jyothi es categórica sobre nuestro grado actual de defensa: “nuestra infraestructura no está preparada para un evento solar de gran magnitud”. Pues nada. Esperemos que esta vez los políticos y fuerzas económicas globales no ignoren a los incómodos agoreros — como ya hicieron con los que advirtieron de la posibilidad de una pandemia o el cambio climático — y acabemos todos de vuelta en el siglo XIX.


Necesitamos acción urgente

Pocas esperanzas tengo, porque los “agoreros” del cambio climático en 2004 incluyeron al Pentágono, que lo califica como la mayor amenaza mundial para la seguridad de los Estados Unidos. El gobierno americano — después de la crisis del ébola de 2014 — también identificó el riesgo de pandemia como otro peligro urgente y estableció un sistema de detección y un protocolo de control que el nefasto Donald Trump se encargó de desmontar nada más llegar al poder.

La única esperanza para que se haga algo ya es que sufriremos todos, incluyendo los billonarios. Ni tratamientos especiales, ni búnkers en Nueva Zelanda. Como el resto, los billonarios se podrían quedar sin todo su dinero. Y los que sostienen sus vidas tampoco tendrían razones para seguir haciendo su trabajo. En este barco nos hundiríamos todos.


El fin de la civilización podría tener un comienzo así de bonito en todo el planeta


Una gran tormenta solar no nos mataría como un virus o un huracán de fuerza cuatro, pero podría ser un “reset” mundial de toda la humanidad. Como cuando el servicio técnico te dice que tienes que desenchufar y volver a enchufar el cable de alimentación para que te funcione bien el PC.

Excepto que, esta vez, el PC no volvería a funcionar ni aunque hubiera electricidad para arrancarlo.




Por
Jesús Díaz
30/08/2021 - 05:00 Actualizado: 30/08/2021 - 20:46
Un nuevo estudio demuestra que una tormenta solar podría iniciar el Apocalipsis (elconfidencial.com)
www.elconfidencial.com/tecnologia/novaceno/2021-08-30/tormenta-solar-internet-colapso-civilizacion_3255578/

¿Se han hecho los talibanes con un armamento de 85.000 millones de dólares?



Afghanistan crisis - kabul situation


Respuesta corta, no. El congresista republicano Jim Banks asegura que esto es lo que los talibanes han capturado; el analista Jonathan Schroden matiza estas cifras



"Los talibanes tienen acceso ahora a equipamiento militar estadounidense valorado en más de 85.000 millones de dólares. Esto incluye 75.000 vehículos, más de 200 aeroplanos y helicópteros, más de 600.000 armas ligeras. Los talibanes tienen ahora más helicópteros Black Hawk que el 85% de los países del mundo". Con estas palabras el congresista republicano Jim Banks reprendía al Gobierno de Joe Biden por avanzar en el repliegue militar en Afganistán. Y esta misma frase ha sido repetida por muchos políticos y activistas de la derecha más conservadora en España, como el portavoz en el Congreso y vicesecretario de Exteriores de Vox, Iván Espinosa de los Monteros, o el periodista y europarlamentario por la misma formación Hermann Tertsch.

¿Qué tiene de cierta esta afirmación? Estados Unidos ya reconoció, tras la toma de Kabul, que "una buena cantidad de armas" que habían sido destinadas para las fuerzas de seguridad afganas habían caído "en manos de los talibanes". "No tenemos una imagen completa de dónde ha ido a parar cada artículo de material de defensa, pero la realidad es que buena parte ha caído en sus manos. Obviamente, no tenemos la sensación de que nos lo vayan a entregar", aseguró el asesor de Seguridad Nacional estadounidense, Jake Sullivan, en una rueda de prensa.




Con la salida de otros Ejércitos, como el británico, es de asumir que otros suministros militares quedan en suelo afgano. "Evidentemente llegamos [a Afganistán] con equipamiento", explicaba el secretario de Defensa británico, Ben Wallace. Londres tuvo que enfrentarse al reto de valorar cuánto tiempo necesitaba para sacar a los británicos y a los afganos que habían colaborado con ellos del país y cuánto material se podría sacar del país o, por el contrario, cuánto se quedaba en el terreno, "abandonado o destruido". La semana pasada, los talibanes dieron la orden, a todos los exfuncionarios del Gobierno depuesto, de entregar todos los bienes y armas de servicio público al Emirato Islámico, en un plazo de una semana, amenazando con "procesar o dar tratamiento legal" a quien no cumpla esta orden.

El director del Programa para Contrarrestar Amenazas y Desafíos (CTCP) de la organización de análisis e investigación en seguridad estadounidense CNA, Jonathan Schroden, ha explicado que las cifras que se están manejando —material militar por valor de 85.000 millones de dólares— no son reales. "Este número es, según la Inspección General Especial para la Reconstrucción de Afganistán (SIGAR) [un organismo estadounidense que supervisa al Gobierno en la reconstrucción del país], la suma total de los fondos asignados (no todos los que se gastaron) para la reconstrucción de la seguridad (en su mayoría, las fuerzas de seguridad afganas) desde 2003", ha señalado.


Los talibanes montan guardia cerca del aeropuerto Hamid Karzai, donde el atentado de la semana pasada dejó cerca de 200 muertos (EFE)


De hecho, tal y como señala la SIGAR en su página web, el Gobierno estadounidense asignó cerca de 145.000 millones de dólares para ayuda y reconstrucción en el país desde 2002, de los cuales 88.610 millones iban destinados a seguridad —de los cuales, 4.600 millones se fueron para iniciativas antinarcóticos—. "Parte de ese dinero iba destinado a armas y equipamiento militar, pero un factor de coste importante para las fuerzas de seguridad afganas fueron los salarios: esto significa que una buena parte de esos 88.000 millones de dólares se disipó en forma de nóminas en la economía afgana (o fue robado a través de cuentas 'offshore' por parte de líderes corruptos de la seguridad de Afganistán)", señala.

"No se tiene una estimación sólida del nuevo arsenal en manos de los talibanes"

Schroden, quien ha estado en numerosas ocasiones en Afganistán, añade que mucho de ese dinero "se gastó en mantenimiento de los equipos comprados y armas (que se hace normalmente a través de contratistas)". "Para ver una muestra del desglose de gastos, puedes consultar los presupuestos del Departamento de Defensa", añade. "Además, gran cantidad del dinero también fue gastado en consumibles, como gasolina. Por último, muchas armas y equipos comprados por Estados Unidos fueron destruidos en el transcurso de los combates, mientras que otros fueron robados y vendidos en el mercado negro por miembros corruptos del Gobierno".

¿Quiere decir esto que no hay armamento militar estadounidense en manos de los talibanes? No, en absoluto. Pero "si bien no se tiene una estimación sólida del nuevo arsenal en manos de los talibanes", Schroden se atreve a decir que "definitivamente no está valorado en 88.000 millones", sino que "probablemente" sea solo "una pequeña fracción" de esta cantidad. No obstante, las cifras van acompañadas, especialmente en los últimos días, de informaciones acerca del equipamiento militar que presuntamente haber caído en manos de los talibanes: 22.174 Humvees, 8.000 camiones, 634 vehículos militares tipo MIII7, 155 vehículos a prueba de minas de tipo MxxPro, 16.035 lentes de visión nocturna... De nuevo, no exactamente correctas.



"Veo infografías como ésta pululando por ahí que pretenden mostrar cuántas cosas han capturado los talibanes. Son inexactas. Por ejemplo: esta parece mostrar la suma total de los equipos que Estados Unidos suministró a las fuerzas de seguridad afganas", apunta Schroden, señalando que muchas de ellas ya no existen, bien por estar en mantenimiento fuera del país, bien por haber sido dadas de baja, bien porque sus pilotos escaparon del país ante el avance talibán. "Como ejemplo, según la SIGAR, esta es la cantidad de aviones que había en realidad había en Afganistán a finales de junio", escribe, en un detallado hilo publicado en la red de 'microblogging' Twitter, mostrando una imagen oficial donde se ve el material de aviación disponible en esta fecha. Según la infografía a la que hace referencia, elaborada por 'The Times', del nuevo arsenal talibán forman parte, por ejemplo, cuatro aviones C-130, si bien ese es el total de aviones de este modelo autorizado en el país, donde en junio "solo había tres" y "uno de ellos estaba fuera del país por mantenimiento". Es decir, los talibanes solo podrían haberse hecho con dos.


¿Saben utilizar todo este material?

En este contexto, Schroden apunta a dos investigaciones que podrían estar más 'ajustadas' a la realidad: una, publicada por Stijn Mitzer y Joos Oliemans en un blog llamado 'Oryx', y otro, el elaborado por Vikas Pandey y Shadab Nazmi para la 'BBC', unos números mucho menores, ya que por ejemplo, dos docenas de helicópteros, incluidos MI-17, MI-25, Black Hawks y varios aviones de ataque ligero A-29 y C-208, han sido luego detectados, gracias a imágenes por satélite, en el aeropuerto Termez de Uzbekistán. Presuntamente, sacados del país por los propios pilotos, que huyeron tras la caída de Kabul en manos de los talibanes y la orden de rendición del gobierno afgano.

Ahora bien, ¿qué pasa si tienen todo este material? Según Schroden, los talibanes no saben cómo utilizar la mayor parte del equipamiento militar que han 'secuestrado': "No saben, por ejemplo, cómo pilotar un Black Hawk, o un C-130. Y es poco probable que lo averigüen. Podrían llegar a coaccionar o cooptar a un piloto afgano entrenado para hacerlo, pero de manera natural no van a saber cómo hacerlo".

Esto no quiere decir que no sean capaces de utilizar nada del material militar que ha quedado en sus manos: "Ya han demostrado que saben utilizar M-16,M-4 y otras armas ligeras, o dispositivos de visión nocturna, morteros y obuses D-30". Si bien algunos vehículos son fáciles de utilizar ("Si yo fui capaz de conducir una vez un MRAP en Irak, cualquiera puede hacerlo", dice Schroden), para otros tendrán que buscar a alguien con experiencia, especialmente en lo que a aviones se refiere. "Los talibanes tienen un arsenal considerable, pero no vale 88.000 millones de dólares, no es tan grande como dice la gente, no pueden usarlo todo pero pueden usar mucho, y además pueden mantener la mayor parte", resume.

"Ahora lucharán con aviones de fabricación estadounidense. Pero incluso sin ellos, todavía son una fuerza mucho mejor equipada y más efectiva contra un adversario interno que no tiene poder aéreo. Esto les ayuda mucho. Lo que pueden usar lo usarán y lo que no, probablemente lo venderán", finaliza Schroden su explicación, no sin antes advertir de que dadas las redes de contrabando que existen en la región y las relaciones de los talibanes con muchos otros grupos terroristas de zonas próximas, "también es probable que veamos este material aparecer en Cachemira, el sudeste asiático, Oriente Próximo...".




Por
T.F.
30/08/2021 - 16:02 Actualizado: 30/08/2021 - 18:10
¿Se han hecho los talibanes con un armamento de 88.000 millones de dólares? (elconfidencial.com)
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