martes, 31 de diciembre de 2019

Siete alimentos que podrían desaparecer con el cambio climático

Siete alimentos que podrían desaparecer con el cambio climático


Se prevé que la producción mundial de trigo se reduzca un 25%

El trigo o el cacao están condenados si las finalidades económicas siguen anteponiendose a las necesidades humanas

El cambio climático se traducirá, entre otras cosas, en un aumento de dos grados en la temperatura global en el año 2050. Esto tendrá –de hecho, ya está teniendo– serias consecuencias sobre los cultivos, la pesca y la ganadería y, por tanto, sobre los alimentos que llegan a nuestra mesa. Si bien es probable que alimentos como el cacao, el café o determinados cereales no vayan a desaparecer por el momento, todo indica que se reducirá drásticamente la producción, lo que provocará un aumento del precio que hará que solo los sectores con mayor capacidad adquisitiva se los puedan permitir.

Esta situación es alarmante cuando hablamos de productos de primera necesidad, ya que “algunos cereales, como el trigo, que se encuentran en peligro, son básicos para el consumo humano”, señala la periodista Esther Vivas, autora de El negocio de la comida (Icaria Editorial, 2014). “Todo indica que en un futuro no tan lejano las personas con poder adquisitivo seguirán teniendo acceso a los alimentos y no así las personas con rentas más bajas: es una consecuencia directa del modelo de agricultura industrial globalizada”, explica la experta.

Alimentos como el trigo


La producción de algunos de los alimentos de primera necesidad descenderá drásticamente y, en consecuencia, su precio aumentará

Sin olvidar que el grueso de la responsabilidad para revertir una situación que va en caída libre debería recaer, por fuerza, en las administraciones, Vivas recuerda que también los consumidores podemos tratar de contrarrestar el hecho de que “un acto cotidiano como es comer se haya convertido en mercancía en manos de unas pocas empresas”. La experta recuerda que “el consumo también es un instrumento para generar cambios, y la ciudadanía puede llevar a cabo algunos que tienen un impacto positivo a nivel ambiental”, que se resumirían en comprar productos de temporada, locales, ecológicos y procedentes de pequeños agricultores. “Comer es un acto político”, resume.

Coincide con ella Daniele Rossi, cofundador de Slow Food Barcelona y copropietario del restaurante Rasoterra. “Desde hace catorce años defendemos el modelo de territorio y proximidad, el único capaz de garantizar la sostenibilidad en términos económicos y de medio ambiente. Si cuidas el medio ambiente y a las personas que cultivan, crían y pescan todo lo que consumimos, el modelo es más sostenible que importar productos desde la otra punta del mundo. ¿Es suficiente? Eso no lo sé”. Pese a que Rossi considera que “la gente de a pie puede aportar su granito de arena”, señala directamente, en este caso, a Europa. “Europa podría tener un papel clave en esta transformación del modelo agroalimentario: tiene cultura, productos y tradición gastronómica. Debería dar un paso al frente y pasar a ser un actor protagonista a la hora de aplicar cambios urgentes”.
Consumir productos de temporada y proximidad ayuda a crear un modelo más sostenible
Consumir productos de temporada y proximidad ayuda a crear un modelo más sostenible

Mientras esto no ocurra, diversos productos de consumo cotidiano, algunos exclusivos y otros de primerísima necesidad, continúan de manera lenta pero implacable su camino hacia la desaparición si no se toman medidas para revertir la situación. La buena noticia es que todo indica que aún estamos a tiempo, y la mala que “se siguen anteponiendo las finalidades económicas a lo que son necesidades humanas”, en palabras de Vivas.

Cacao
Según un estudio de la Universidad de California, la planta de cacao desaparecerá en 2050 –y en 2030 podría ser tan exclusiva como el caviar– a causa de las temperaturas más cálidas y de un modelo de explotación que está acabando con el ecosistema en países como Costa de Marfil. Este país es el principal productor de cacao y responsable del 15% de la producción global, según cifras del Barómetro del Cacao en 2018, y ha perdido más del 80% de sus bosques en los últimos 50 años a causa de la producción masiva de este alimento. Países como Ghana, Brasil, Perú, Camerún o Indonesia también se han visto afectados por esta situación.

El responsable del 15% de la producción global


Costa de Marfil ha perdido el 30% de sus bosques de cacao en los últimos 50 años

Trigo
Pese a lo que pueda parecer a primera vista, dada la abundancia aparente de alimentos, “tenemos un modelo alimentario vulnerable, ya que ha desaparecido hasta un 75% de la diversidad agroalimentaria, lo que significa que nuestra alimentación depende en realidad de muy pocos cultivos”, explica Vivas. En el caso de alimentos de primera necesidad como el arroz, el trigo o el maíz se ha apostado por variedades híbridas, que son mucho menos resilientes y más vulnerables a las alteraciones climáticas, de manera que tienen mucha menos capacidad de resistir ante los diferentes fenómenos meteorológicos”.

La experta señala que se estima que alrededor de 2050 la producción mundial de trigo se reduzca hasta en un 25%, una cifra alarmante teniendo en cuenta que hablamos de “un alimento básico para el consumo humano”. Rossi, por su parte, señala que uno de los compromisos del movimiento Slow Food es, de hecho, “ayudar a agricultores a recuperar variedades antiguas de cada zona, apostando por ellas frente a las superfoods de moda que a menudo llegan desde la otra punta del planeta”.
Café
Los principales países productores de café consumen de forma generalizada café soluble, paradójicamente
Los principales países productores de café consumen de forma generalizada café soluble, paradójicamente

El modelo agroeconómico actual hace que se den paradojas como que en uno de los principales países productores de café en el mundo, como es el caso de México, se tome de forma generalizada café soluble. Según un estudio del Real Jardín Botánico de Kew (Reino Unido), publicado en Science Advances, el 60% de especies de café están amenazadas, según los criterios que establece la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). Otro estudio, en este caso del Instituto de Climatología de Australia, advirtió de que el cambio climático podría provocar la desaparición del café en el año 2080. La investigación señala que “el aumento de las temperaturas, la falta de precipitaciones y los fenómenos climáticos extremos podrían ir erosionando progresivamente la calidad del café y, en consecuencia, aumentando los precios”.

Vino
Un estudio de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM), con la colaboración de investigadores de la Escuela Técnica Superior de Caminos, Canales y Puertos y la Escuela Técnica Superior de Ingeniería Agronómica, Alimentaria y Biosistemas, señala que el cambio climático afectará directamente al cultivo de uva en España. Esto se debe no solamente a un aumento global de las temperaturas, sino, en palabras de Vivas, “a la emergencia de plagas que hasta hace un tiempo no existían, que afectan directamente a la producción y destrozan la biodiversidad”.

No solo a nivel economicen y alimentario


La desaparición de pilares fundamentales de la dieta mediterránea como el vino o el aceite de oliva también tiene consecuencias a nivel cultural

Aceite de oliva
Para Rossi, el hecho de que productos como el vino o el aceite de oliva, otro de los damnificados por el cambio climático, estén en peligro de desaparición tiene consecuencias no solo a nivel económico y alimentario, sino también cultural. “Tanto el vino como el aceite son pilares fundamentales de la dieta mediterránea, que están en peligro porque estamos sobrecalentando el planeta”, explica, de manera que con su desaparición se perdería también un legado cultural que ha dado lugar a un tipo de alimentación declarado Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO. Un ejemplo de esta situación es, para Rossi, que “mientras el olivo se va desplazando poco a poco hacia climas más frescos, se están empezando a cultivar frutas tropicales en los climas más cálidos, desde la papaya al aguacate. Esto era impensable hace 20 años”.

Aguacate
Es solo un ejemplo de lo que ocurre cuando un alimento se pone de moda. Aparte de la huella de carbono que supone transportar alimentos a miles de kilómetros (estos viajan una media de 5.000 km, señala Vivas), en el caso del aguacate se necesitan 2.000 litros de agua para producir un kilo, según datos de Water Footprint Network, es decir hasta cuatro veces lo que necesitan las naranjas y diez veces los tomates. Si a esto añadimos la aparición del llamado escarabajo ambrosía, que afecta ya a zonas de Estados Unidos y Nueva Zelanda, es fácil augurar un futuro difícil para el aguacate.
Productos como la quinoa o el aguacate generan una sobreproducción al ponerse de moda
Productos como la quinoa o el aguacate generan una sobreproducción al ponerse de moda

En este grupo, Vivas incluye también productos de moda que van “desde la quinoa a las bayas de Goji, que generan una sobreproducción en los países del sur”. Todos ellos son responsables “de la deforestación y pérdida de masa forestal para abrir nuevos suelos agrícolas para estos nuevos cultivos”. Para Rossi, de hecho, debería existir un compromiso unánime por parte del sector de la restauración a la hora de no abusar de determinados productos. “Nos define más lo que no usamos que lo que usamos: en Rasoterra nos negamos a utilizar superalimentos, semillas y frutos tropicales que llegan de otras partes del mundo”.
Carne roja

Vivas señala que el 14,5% de los gases de efecto invernadero están producidos por un modelo ganadero que supone “desde el uso intensivo del suelo para producir herrajes a la deforestación, las necesidades hídricas y la producción para dar de comer a los animales”. Por no hablar de “los gases que emiten los propios animales, ya que se ha demostrado que las flatulencias de las vacas generan gas metano, uno de los principales responsables del cambio climático”. La experta insiste en diferenciar “la ganadería intensiva de la que se da a pequeña escala, que contribuye a mantener en subsuelo”, y alerta, además, de los peligros de los monocultivos, como es el caso de la cría de cerdos en algunas zonas de España. Esta da lugar “a la contaminación de acuíferos a través del purín, además de que buena parte del producto se acaba destinando a la exportación”.

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