Foto por corbis from elconfidencial.com
"CUIDADO CON LIARTE CON ALGUNA, QUE LA VERÁS EN LA OFICINA".
Cuando ya parecía que los compañeros de trabajo empezaban a olvidarse del mote que te pusieron el año pasado por estas fechas, ya están aquí otra vez las temidas cenas de empresa. Hace doce meses la cosa se fue un poco de las manos. Era la primera cena que compartías con tus nuevos compañeros, ya que en ese momento sólo llevabas unos meses en el nuevo puesto, e ibas decidido a hacer buenas migas para consolidar la relación con el entorno. Pero la cosa empezó a animarse pronto, incluso antes de que sirviesen el primer plato. Las cervezas del aperitivo, el vino de la comida… y, por supuesto, las copas de después.
La gente empezó a gritar cada vez más, de los temas de trabajo se pasó a tratar otros más subidos de tono y el comedido apretón de manos al jefe derivó en abrazo mientras sonaba Paquito el chocolatero y en una petición de aumento de sueldo. Y te convertiste en todo un experto animando el cotarro, como si fueses el líder de una charanga carnavalera.
Cuando llegó el lunes, las risas y comentarios sobre tu espectacular actuación no pararon de recorrer la oficina. Sí, habías conseguido darte a conocer y hablar con el resto de compañeros. Pero el precio que pagarías en las próximas semanas o, incluso, meses, fue algo inesperado. El jefe te sigue mirando de forma extraña e, incluso, alguna compañera ha dejado de saludarte… como sólo recuerdas la noche por flashbacks, no sabes si le hiciste algún comentario inoportuno, o si te acercaste demasiado a ver si esa noche no dormías solo. Todavía hoy, con la cena de empresa a la vuelta de la esquina, te siguen recordando lo que hiciste y te preguntan con qué les deleitarás este año. Es ahora cuando te planteas si deberías acudir a la cena de este año y, si lo haces, cómo deberías comportarte.
Por suerte o por desgracia, esto no es un hecho aislado y si preguntas a tu alrededor, todo el mundo tiene alguna anécdota de la comida navideña que contar y que ha pasado a formar parte de la historia de la empresa. Así lo confirma el estudio realizado por la empresa de selección de personal online Monster, que asegura que el 37 por ciento de los trabajadores se ha arrepentido en algún momento de su comportamiento en la cena de empresa como beber demasiado u ofender a un compañero o jefe. El 5 por ciento de estos empleados afirma que su comportamiento derivó en ser despedido y otro 5 por ciento opina que esto dañó su carrera profesional.
El problema es, según explica a El Confidencial Abel Ortiz, psicólogo de APEC, que “en cualquier reunión social nos ocurre lo mismo. Desde el punto de vista cultural, todas las celebraciones se mezclan con comer y beber y eso, además del contexto, influye en nuestra forma de comportarnos”.
En el caso de las cenas de empresa, Ortiz asegura que “se pasa de un ambiente estructurado en nuestro centro de trabajo a otro más lúdico en la comida de trabajo, para bien y para mal”. Lo negativo es que muchas veces “tienes que aguantar comentarios impertinentes de tus superiores o conversaciones con personas que no te caen bien. Si además tu autocontrol se ve tocado, acabarás diciendo cosas que no debes a quien no tienes que hacerlo y sobre temas que es mejor que no se mencionen”.
Hay que acudir a las cenas de empresa, aunque no obligados
Sin embargo, el psicólogo de APEC asegura que por muy mal que lo pasásemos el año anterior “hay que ir” a estos actos porque “son una buena oportunidad para reconocer y enmendar errores plantándoles cara”. Además, cree que puede ser una ocasión para “ver que aunque hayan estado bromeando con tu comportamiento, todo el mundo hace su vida” y se olvida de estos detalles. “Es como el instituto, todos hemos pasado vergüenza alguna vez, pero se deja de recordar con el paso del tiempo” y de darle importancia.
Ortiz cuenta que en estas cenas “se tiene acceso a personas con las que normalmente no coincidimos y con las que podemos mejorar las relaciones interactuando en un contexto diferente del que podemos conocer nuevas facetas de nuestros compañeros, lo que mejorará el ambiente de trabajo”.
Verónica Milo, directora de marketing de Monster España, está de acuerdo con Ortiz, pero considera que “las empresas no pueden obligarnos a ir porque es una cuestión personal”. Además, explica que “si queremos tener una buena imagen personal en la empresa debemos ir porque si faltamos, se comentará más que si acudimos”.
Milo alude a que “ir nos puede abrir puertas en el trabajo, facilitar la labor diaria y ayudar a estrechar vínculos, lo que nos vendrá bien”. "Las cenas de empresa son una gran oportunidad para elevar la moral del equipo y el compañerismo entre colegas de trabajo porque nos dan un margen de conocimiento del otro del que podemos sacar provecho. Pero la gente debe tener en cuenta que hay que seguir los códigos habituales de conducta profesional. Es una fiesta, sí, pero que está sucediendo en un ámbito profesional", aclara.
Sentido común para sobrevivir a la cena de empresa
"La recomendación para aquellos que acudan a la cena de empresa es que limiten el consumo de alcohol, uno de los grandes culpables de los comportamientos vergonzosos", asegura la directora de marketing de Monster España y dice que “lo primero que hay que hacer es aplicar el sentido común y comportarse como en la oficina, sin perder el respeto a los jefes y compañeros, para no llegar a una mala situación”.
También hay que cuidar el aspecto físico. “No podemos ir vestidos de cualquier forma, hay que ser decorosos”, alude Verónica Milo, que también recomienda “no hablar de política y religión, mantener una relación cordial y evitar situaciones embarazosas para que no se generen opiniones negativas de nosotros”.
“Sí se puede charlar sobre trabajo, pero si son temas críticos o complicados que no sacamos en reuniones formales de la empresa, es mejor no hablar de ello y tratarlos en el ámbito profesional para centrarnos en ese momento en asuntos del día, por ejemplo”.
Abel Ortiz sí considera que “es un buen momento para hablar de temas laborales, siempre que no sea el único asunto”, pero no cree que sea el momento oportuno para tratar cuestiones de reuniones formales como una subida de sueldo “porque será poco eficaz y daremos una imagen de falta de seriedad”. El psicólogo de APEC también recomienda disfrutar con responsabilidad”. Si tenemos un comportamiento dudoso, será “sano reírnos de nosotros mismos”, aunque si algo nos molesta hay que “manifestar nuestro desacuerdo sin herir al otro”.
En cuanto a las posibles relaciones o líos que puedan surgir en el evento, Verónica Milo especifica que “no es lo mismo liarse con una chica a la que vas a ver todos los días que con una desconocida”. Ahora, “si creemos que puede ser nuestra pareja, no pasaría nada, siempre y cuando haya respeto”. Lo único es que hay que tener en cuenta que “no siempre es sencillo compaginar el trabajo con la vida personal”.
Por Guillermo Moratinos from elconfidencial.com 15/12/2011
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