martes, 20 de diciembre de 2011

Que no me obliguen a ser feliz en Navidad


Foto por corbis from elconfidencial.com


Navidad. Poner el árbol, el Belén, reunir a la familia, los Reyes… Época de alegría, felicidad… Bueno. Un inciso, dirán algunos, ¿quién ha dicho que en navidades tengamos que ser felices? Es verdad. La felicidad no puede forzarse, aunque estemos en Navidad.
“A mí no me gustan las navidades”. Cada vez más personas emiten frases parecidas. Y si preguntamos por qué, ¿podríamos adivinar sus respuestas? Por supuesto. Todos los estudios recogen datos similares: gasto excesivo, regalos, comilonas, aglomeraciones, tráfico, tensión con la familia… Tienen razón. Con frecuencia todo ello va asociado a la Navidad, y esto hace que para muchos estas fechas acaben convirtiéndose en un duro trance.
Pero hay algo peor: la presión de la felicidad. Anuncios de bombones, de turrón... Pero ¿y si yo no me siento feliz en Navidad? Muchos afrontan las fiestas con secuelas de un año donde tuvieron que ajustar la economía, sobrevivir al trabajo… A otros simplemente no les gusta.
Cambiar de golpe y predisponerse para ser feliz. ¿Es posible? Algunos se esfuerzan y desarrollan rutinas navideñas con ánimo muy positivo…Pero a veces son difíciles de mantener. El trabajo y la falta de tiempo nos lleva a sacar minutos de donde no los hay. Pero además hay que comprar, cocinar, atender a los niños lo más seguro es que lleguemos a cualquier celebración cansados y con estrés.
Un paciente mío me contó algo esta semana (y con su permiso lo reproduzco): “(…) mi suegra, cuñados a los que no aguanto, besugo de cena (en mi casa comía cochinillo) y lo que es peor, siempre recibo un montón de consignas que siempre olvido: ‘no se te ocurra decir a mi madre…, no pongas caras a mi cuñado…' ¡Socorro! ¿Y eso como lo hago?”.
Las situaciones de la Navidad desencadenan el estrés
Con sentimientos así es imposible. Definitivamente. A muchos las Navidades les suponen un coste excesivo y gran cantidad de estrés, que surge cuando nuestro organismo se pone en alerta ante factores externos y considera que debe protegerse a sí mismo. Y, ¿cuáles son esos factores? En general están relacionados con la sensación de falta de control, muy dañina para la psiquis. La clínica ha definido algunas situaciones que funcionan habitualmente como estresores: cambios bruscos en la rutina, excesivas demandas, falta de tiempo, conflictividad familiar… Momentos como estos pueden ser desencadenantes del estrés.
¿Y no nos suenan? Pues la verdad es que sí. Los estresores que apunta la psicología reinan en la Navidad. Pero no es grave. Un poco de ansiedad no es malo. Nuestro organismo está preparado. Goza de mecanismos biológicos que fortalecen la capacidad para afrontar periodos como estos. Pero hay grandes demandas para nuestra psiquis y muchos no están preparados.
Así que no es de extrañar que muchos sucumban y prefieran odiar la Navidad. Pobre Navidad. No es su culpa. Lo que pasa es que nos cuesta emplear recursos eficaces para disfrutar de ella. Hay otros más concretos que echan la culpa a la familia. Pero, entonces, ¿por qué en el estudio del Instituto de la Felicidad de Noviembre de 2011 casi la mitad de los españoles encuestados (48,48%) declaró que con quien eran más felices era con su familia? ¿No es la Navidad una época para nuestros allegados? Otros echan la culpa a las compras, pero en el mismo estudio se refleja que ir de compras consigue hacer feliz a un 36% de los encuestados. Algo no casa…
En el fondo puede que para una gran mayoría la Navidad no sea tan mala. Lo que pasa es que algunos fuerzan mucho la máquina. Y otros muchos todavía no emplean recursos adecuados para sobrevivir a su cara más estresante. Aunque parece que esto está cambiando y cada vez más personas deciden realizar planes al margen de la tradición navideña. Es un síntoma.
Humanizar la felicidad
Pero, ¿se puede ser feliz en Navidad? Pues hay muchas personas que lo consiguen, cualquiera que se predisponga y trabaje en ello puede ser feliz. Lo ha demostrado la ciencia de forma repetida. Y es que por encima de todo, la felicidad es una actitud. ¿Y cómo lograrla? Generando vivencias y acciones concretas que nos aporten placer y nos hagan disfrutar. Y en Navidad se puede conseguir. Claro que se puede.
Así que nunca es tarde para tomar el control de nuestra vida. ¿Hemos pensado en el tipo de Navidad que queremos? ¿No? Pues eso es lo primero. Lo segundo es pasar a la acción. Porque existen muchas claves para hacer de estas fechas un tiempo placentero.
¿Eres de los que desea salir de la dinámica navideña? ¿Crees que disfrutarás más? Pues adelante. Para ello es necesario contemplar gustos y necesidades de aquellos con los que vivimos, transmitir el deseo de cambio y buscar opciones con las que todos se sientan satisfechos. Transmitirlo a la familia extensa a veces es lo más difícil, pero los estudios avalan la importancia emocional que supone disfrutar del tiempo libre. Así que si hay acuerdo, cambiar será la mejor opción para el bienestar de la familia. A la vuelta compensaremos con una comida post navideña. Con doble ración de gambas. Las habilidades sociales son la clave.
Pero todavía son muchos los que prefieren disfrutar de la Navidad en su modelo tradicional. Hay algunos que sí disfrutan de las fiestas, ¿quiénes? Muchos creyentes y en el fondo cualquiera que esté predispuesto a ello. Según diversos estudios sobre el tema, lo tienen más fácil los que están acostumbrados a eventos familiares, los que disfrutan con las compras, los que planifican con tiempo, los que delegan, los que se dan premios y relax tras periodos de mucha actividad… y sobre todo los que tienen hijos. Navidad y niños… ¡Para algunos todavía existe la magia! La psicología orienta a estas acciones. Y a tener hijos… Quien quiera.
Así que ser feliz está en nuestra mano. Tanto si eres de los que te gustan las fiestas, como si eres de los que no, no desaproveches estos días para disfrutar. ¿A qué estás esperando? Puede que llegue enero y muchos hayan evitado integrar la lista de separados y estresados que todos los años se publican tras las fiestas. Puede incluso que el año que viene sean muchos más los que digan “me gusta la Navidad”. Quién sabe.

Por  Rocío Mayoral  from elconfidencial.com  19/12/2011

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