miércoles, 22 de mayo de 2019

Más de 650 empresas utilizan productos químicos fuera de control

Más de 650 empresas utilizan productos químicos fuera de control
Un pintor en la puerta del FNAC de Barcelona (Xavier Cervera)


Más de 650 empresas europeas emplean 41 productos sin los datos de seguridad requeridos, según una investigación que detecta un masivo incumplimiento del reglamento REACH de control de la UE


El control sobre las sustancias químicas que emplea la industria europea hace aguas. Una indagación desarrollada por Amigos de la Tierra (Bund) en Alemania –a partir de información del gobierno federal- concluye que existe un masivo incumplimiento del reglamento europeo encargado del control de estas sustancias (REACH, en sus siglas en inglés).
El reglamento europeo obliga a que las sustancias químicas que se pongan en el mercado sean previamente registradas en la Agencia Europea de Sustancias Químicas (ECHA, por sus siglas en inglés).
Tal registro debe ir acompañado de informes sobre sus propiedades y estudios que evalúen si estos productos pueden ser cancerígenos, tóxicos para la reproducción, persistentes o bioacumulativos. Sin embargo, el descontrol es tal que el asunto tiene visos de ser un ‘dieselgate’ de la industria química.
La investigación identifica las sustancias y empresas que incumplen la normativa REACH. Y concluye que las principales empresas europeas productoras de cosméticos, alimentos, medicamentos y plásticos utilizan millones de toneladas de productos químicos sin completar importantes pruebas de seguridad, según un análisis de archivos gubernamentales alemanes.
La propia Agencia Europea de Sustancias Químicas (ECHA, por sus siglas en inglés) ya reconoció en su día que dos tercios de las 700 sustancias químicas que ella misma investigó incumplen importantes aspectos en la regulación en materia de seguridad química.

Cerco


Amigos de la Tierra indagó a partir de la información que le facilitó el gobierno alemán

Ahora, Amigos de la Tierra (Bund), tras invocar el derecho al acceso a la información, ha obtenido los detalles de una investigación realizada por el Gobierno alemán del 2014 y en la que se concluyó que 940 sustancias y cerca de 7.000 empresas no cumplían con los estándares de seguridad del reglamento REACH.
La falta de transparencia ha impedido a Amigos de la Tierra verificar si la mayoría de estos productos químicos siguen sin estar conformes en la actualidad. Pero un total de 41 dossieres de sustancias se mantuvieron sin cambios (hasta el 13 de abril de 2019), lo que ha permitido confirmar que estas sustancias continúan en el mercado a día de hoy sin la información básica de seguridad requerida por la ley.
Este análisis indica que 654 compañías europeas (de 26 países) están identificadas en estos 41 expedientes; y, según la investigación del Gobierno alemán, están infringiendo la normativa.
El país con mayor número de incumplimientos es Alemania (169), mientras que el Reino Unido tiene 80, Países Bajos 68, Francia 56, Italia 49, España 42 y Bélgica 38.
La investigación señala a algunas de las principales empresas químicas, e interpela a BASF, Dow Chemical, ExxonMobil así como a Henkel, Solvay, L’Oréal o Merck.

Larga investigación


Alemania ya detectó fallos en la Agencia Europea de Sustancias Químicas (ECHA)

El reglamento REACH obliga a las empresas que comercializan sustancias a realizar pruebas de seguridad, pero esta normativa no se está cumplimiento debidamente.
La Agencia de control ECHA se ha negado sistemáticamente a identificar los sustancias o empresas no conformes con la normativa, a pesar de las múltiples solicitudes de las oenegés y los europarlamentarios. El resultado es que decenas de miles de fabricantes están utilizando productos químicos sin aportar información sobre su seguridad
Anualmente, se están utilizando en Europa entre 12 y 121 millones de toneladas de estas 41 sustancias químicas. Algunas se encuentran en productos industriales y de consumo, incluyendo juguetes o materiales en contacto con alimentos.
Entre estas sustancias, están el dibutil ftalato, utilizado como plastificante, sospechoso de reducir la fertilidad; el acetato de metilo, usado como producto de recubrimiento, y que puede causar irritación en los ojos; o el tricloroetileno, de uso industrial, que puede causar somnolencia y mareos.
La verdadera escala del problema puede ser mucho mayor, pero las dificultades de transparencia han impedido a Amigos de la Tierra verificar el estado de cumplimiento de unas 700 de los 940 productos químicos identificados en la investigación alemana o la identidad de más de 5.000 de las casi 7.000 compañías responsables.
Todo este asunto se inició a raíz de una investigación de la Agencia de Medio Ambiente de Alemania y llevada a cabo por el Instituto Federal de Evaluación de Riesgos (BfR).
El estudio verificó las 1.814 sustancias de elevado volumen de producción (por encima de las 1.000 toneladas por año) registradas por las compañías ante Agencia Europea de Sustancias Químicas (ECHA) en marzo de 2014.

Desde cosméticos hasta plásticos


Los fabricantes usan las sustancias sin completar las pruebas de seguridad

La indagación buscaba analizar las pruebas referidas a las amenazas a la salud y el medio ambiente de estas sustancias (por sus efectos cancerígenos, mutagénicos, de persistencia, biocumulación o toxicidad reproductiva…)
Hay que tener en cuenta que la Agencia Europea de Sustancias Químicas (ECHA) solo evalúa un 5% de los registros (valorando si la información aportada cumplen con los requisitos legales requeridos), pero el restante 95% no se llega a verificar.
Los funcionarios alemanes anunciaron en 2015 que solo 1 de 1.814 expedientes de sustancias cumplían con todos los requisitos de las pruebas requeridas para cumplir la con la normativa legal. Esto desencadenó una petición de información pública por parte de Amigos de la Tierra (Bund).
En la presentación de su estudio final (2018), el gobierno alemán comunicó que en el 32% de los casos faltaban pruebas obligatorias (recogidas en la normativa) mientras que en otro 37% de los expedientes las pruebas aportadas eran tan complejas que era demasiado difícil de juzgar.
Quedaba ya claro en este momento que la Agencia de registro ECHA no estaba aplicando una regla de oro: si una empresa no aportaba la información requerida, esa sustancia no debería llegar al mercado…
Tras un año y medio desde la solicitud de información de Amigos de la Tierra, en marzo de 2018, el Instituto Federal de Evaluación de Riesgos (BfR) dio a conocer que un total de 940 sustancias químicos habían sido evaluadas como “no conformes” con el reglamento europeo.
Camino por recorrer

No se pudo identificar el estado de cumplimiento de otros 700 productos químicos

Sin embargo, el referido instituto se negaba a nombrar o identificar las casi 7.000 compañías involucradas invocando la aplicación un criterio de confidencialidad
Existía el riesgo de que esta información –que databa del 2014- no estuviera actualizada, con lo que Amigos de la Tierra podría incurrir en el error de dar una información incorrecta.
Amigos de la Tierra intentó explorar una vía indirecta para conocer las empresas implicadas. Y lo hizo acudiendo a un registro que identifica el solicitante principal del producto químico, como responsable de las pruebas de seguridad aportadas (aunque a veces lo hace en nombre de un grupo de empresas que lo usan).
(Jelly / Pixabay)
De hecho, la agencia europea ECHA oculta la identidad del solicitante principal de la gran mayoría de estas sustancias (alrededor de 700) pero sí se pudo confirmar que 41 de ellas no tenían la información de su expediente actualizada.
Fue esta manera indirecta como se ha sabido que estas 41 sustancias (empleadas por 654 compañías) siguen a día de hoy incumpliendo con los requisitos legales de información de seguridad química.
“Pero esto es solo la punta del iceberg”, señala Tatiana Santos, directora del área de químicos de la Oficina Europea de Medio ambiente (EEB en sus siglas en inglés), la mayor red europea de ONGs medioambientales.

Declaraciones


“Es la punta de iceberg”, señala Tatiana Santos, directora del área de sustancias químicas de la Oficina Europea de Medio Ambiente

La Agencia Europea de Sustancias Químicas (ECHA) ha sido consciente durante años de las lagunas que existen sobre los datos sobre seguridad de las sustancias químicas registradas.
Una revisión de 10 años sobre 2.000 expedientes químicos que cubren 700 sustancias determinó que en el 70% de los casos faltaban datos de seguridad.
Esta Agencia es la única que otorga el derecho de acceso al mercado a los productos químicos y es la única que puede revocar esa autorización.
Sin embargo, desde que se creó la agencia en el 2007 sólo ha revocado 4 de los alrededor de 20.000 expedientes químicos manejados hasta el 2017
Así, pues, se encarga de velar por que todo cuadre con el reglamento sobre sustancias químicas, pero no publica el estado de cumplimiento de las sustancias en el mercado o las empresas que las utilizan y comercializan, lo cual dificulta que las empresas intermedias evalúen los riesgos y que otras terceras partes, incluido el público en general, analicen la información, contribuyan a la toma de decisiones y, en última instancia, puedan tomar decisiones informadas de consumo o inversión.
Las autoridades nacionales son legalmente responsables de hacer cumplir el REACH; pueden multar a las empresas o incluso cerrarlas en casos graves, como cuando las personas están en riesgo.

Amigos de la Tierra en Alemana


“Las compañías químicas han estado haciendo caso omiso de la ley durante años y saliéndose con la suya”

“Sin embargo, a pesar de la advertencia del reglamento REACH de que el incumplimiento puede causar daños a la salud humana y al medio ambiente, las sanciones más suaves prevalecen, generalmente consejos verbales o escritos”, concluye la Oficina Europea de Medio Ambiente. Los países nórdicos más duros ven un mayor cumplimiento.
Los activos de la industria química están valorados en 500.000 millones de euros en Europa y está controlada por algunas de las personas más ricas y poderosas.
Sus portavoces afirman que la seguridad es una prioridad, pero suele ser común la queja de que los costos de las pruebas de seguridad son muy altos.
Un solo registro cuesta a la industria alrededor de 80.000 euros, mientras que el reglamento ahorra a los contribuyentes 50.000 millones en euros en costos de atención médica y otros 50.000 millones de euros en costos ambientales, según la Comisión Europea.
Manuel Fernández, responsable de sustancias químicas de Amigos de la Tierra en Alemania, indicó que “las compañías químicas han estado haciendo caso omiso de la ley durante años y saliéndose con la suya, vendiendo sustancias que podrían causar cánceres hormonales, trastornos cerebrales y otros problemas de salud graves”.
“Como consumidores, nos mantienen en la oscuridad, sin saber si los productos de uso diario son seguros o no. Las autoridades nacionales y de la UE deben mejorar la situación urgentemente”, afirmó.

Más transparencia


Las oenegés europeas creen que se debería imponer “una barrera más estricta para que estas sustancias entren en el mercado”

“Todo esto debería preocupar tanto a los inversores como a las empresas usuarias o a los ciudadanos. Miles de empresas están manejando sustancias que podrían causarles problemas importantes en su imagen de marca o financieros”, señala Tatiana Santos. “Hemos señalado la punta del iceberg –insiste–. Ahora, debe ser la ECHA la que haga el resto”, añade Santos. “Tenemos derecho a saber si los productos químicos son seguros o no. El reglamento REACH es la mejor y más ambiciosa regulación química del mundo y nos hizo sentir orgullosos de ser europeos cuando se creó por primera vez. Pero eso cuenta poco si no se toma en serio, se aplica y se refuerza”.
Las oenegés reunidas en la Oficina Europea de Medio Ambiente reclaman que la ECHA identifique claramente todos los expedientes de sustancias no conformes y las empresas responsables en su base de datos principal.
“La ECHA debe verificar retrospectivamente los expedientes no conformes identificados por el BfR para comprobar que estén completos, así como mejorar, aumentar y acelerar sus controles de cumplimiento”, señalan sus portavoces. “Las autoridades nacionales deberían aumentar la transparencia e imponer sanciones más severas, incluyendo multas, denunciar públicamente a los infractores o ejecutar procedimientos penales sin demora”, añade..

Incidencia preocupante


La exposición diaria a una mezcla de sustancias tóxicas contribuye a las crecientes tasas de cáncer, trastornos reproductivos, según apuntan los expertos

Esta entidad sostiene que millones de toneladas de sustancias peligrosas se utilizan de forma poco segura en los productos de consumo y otros productos y acaban en el medio ambiente. Los funcionarios pueden tardar más de una década en protegernos, en gran parte porque “las empresas no ofrecen suficiente información de seguridad”, señala.
“Está claro que el sistema de la UE permite que los productos químicos entren al mercado con demasiada facilidad y luego se dificulta su retirada cuando se prueba que son inseguros. Debería imponerse una barrera mucho más alta para que las sustancias químicas ingresen al mercado y también rechazar el acceso al mercado si se encuentra que sus datos son incorrectos o insuficientes, como suele ser el caso. Las elecciones de este año son una oportunidad de oro para que la UE se tome en serio la protección de la exposición a sustancias químicas”, añade Tatiano Santos.
La exposición diaria a una mezcla de sustancias tóxicas contribuye a las crecientes tasas de cáncer, trastornos reproductivos, enfermedades metabólicas como la diabetes y la obesidad, y el daño al desarrollo neurológico, entre otros problemas de salud.
Los productos químicos están omnipresentes en los alimentos, el agua, los productos de consumo, los hogares, los lugares de trabajo y se encuentran incluso en los entornos más remotos. Entran en nuestro cuerpo principalmente por ingestión, pero también a través de la piel y los pulmones, generalmente a través del polvo y el vapor.
Más de 300 sustancias químicas industriales se encuentran en humanos hoy en día que no estaban presentes en nuestros abuelos.

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