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El pulso por dominar el 5G puede dar al traste con el segundo fabricante de 'smartphones'. Encontrar suministros de 'hardware' no es complicado, dar con un sistema operativo de masas sí
Azuzar el miedo contra los enemigos extranjeros con clichés y espacios comunes del imaginario colectivo. Cersei Lannister ya lo hizo en 'Juego de tronos' poniendo sobre la mesa la imagen de irracional bestialidad de los dothrakis antes de que Daenerys Targaryen decidiese cruzar el gran mar con sus dragones. Es lo que ha hecho ahora Donald Trump, presidente de Estados Unidos. En su guerra comercial con China, el mandatario se ha ocupado en agitar uno de los fantasmas que mayor estigma han supuesto a las tecnológicas chinas: el del espionaje.
Huawei ha sido empujado en los meses recientes al centro de la polémica. El último episodio saltó la noche del domingo, cuando recibía un misil en su línea de flotación. No era un proyectil cualquiera, era un auténtico 'tomahawk'. Google rompía con la empresa, que se quedará sin acceso a las 'apps' del buscador así como a las nuevas versiones de Android. Este lunes por la noche se hizo público que el Departamento de Comercio de Estados Unidos ha expedido una licencia de 90 días que levanta durante ese periodo el veto a la compañía china y a sus empresas filiales para preparar la transición.
Todo esto ocurre tras la inclusión por parte de la Administración yanqui de la multinacional en una lista negra de empresas. Es decir, o cuentas con el visto bueno del Departamento de Comercio para hacer negocios con ellos o te arriesgas a sanciones millonarias. A la gran 'G' le siguieron Intel y Qualcomm, que cortarán el suministro al que es el segundo fabricante mundial de móviles. Una cadena de hechos que han puesto, de la noche a la mañana, el gremio de la tecnología patas arriba. Si nada cambia, muchos ven que será el fin de los móviles Huawei, tal y como los conocemos. Aunque la de los 'smartphones' pueda parecer la madre de todas las batallas, no es así. Lo que en realidad se está jugando es el liderazgo del 5G, la próxima generación de internet. No hay que olvidar que Huawei parte en la 'pole position', tecnológicamente hablando, para abordar este nuevo paradigma.
Cómo hemos llegado aquí
Desde el principio de su mandato, Trump no ha abandonado su rosario de soflamas contra la economía y las empresas chinas, a las que amenaza constantemente con nuevos aranceles y con medidas para reducir su influencia. Hay que remontarse casi año y medio para ver síntomas de que este conflicto se estaba agravando y de que Huawei era una codiciada pieza de caza. Hay que volver hasta el CES de Las Vegas de 2018, la mayor feria de electrónica de consumo del mundo. Antes de entrar en harina, también hace falta rescatar un dato. En EEUU, nueve de cada 10 terminales se colocan a través de los operadores. Richard Yu, CEO rotario de la compañía, iba a aprovechar la conferencia de la marca en este cónclave para anunciar un acuerdo con la operadora AT&T como vía para entrar en ese apetecible mercado.
Hace año y medio, en el CES de Las Vegas, EEUU ya puso a Huawei en el centro de su pulso con China
Algo que podía haber tenido un efecto similar al de la hormona de crecimiento y dejarles al borde del liderazgo mundial. Pero las presiones gubernamentales, canalizadas supuestamente a través de la FCC, tumbaron este pacto. El argumento: el miedo al espionaje a través de sus 'smartphones'. Sí, se podían comprar a través de Amazon, en el mercado libre, pero eso allí son migajas.
La misma proclama, la de las puertas traseras, ha sido esgrimida por la Casa Blanca en múltiples ocasiones. Ha vetado varias compras y acuerdos con empresas chinas bajo esta excusa. Incluso el pasado verano prohibió el uso a los trabajadores de las agencias gubernamentales de dispositivos de la marca o de otras como ZTE, que ya vivió algo similar a lo que ahora vive Huawei.
Esto es un 'spin off'
Los móviles no son el caballo de batalla principal. Lo que ha pasado estos últimos días es una especie de 'spin off' de la trama principal: el dominio del 5G. EEUU no quiere a empresas chinas dominando el despliegue de la nueva generación de internet, clave para revoluciones como la del internet de las cosas, las ciudades inteligentes o el coche autónomo.
Por eso ha presionado constantemente a sus socios y ha conseguido que países como Japón o Australia tomen su misma decisión. No ha ocurrido lo mismo en Europa, donde Francia, Alemania u Holanda, entre otros, se niegan a vetar a nadie, aunque aseguren mantener una actitud vigilante. El más cercano a los postulados estadounidenses parecía ser Reino Unido. Sin embargo, el ministro de Defensa filtró a los medios —algo que le costó el puesto— que el Gobierno británico se inclinaba por dar luz verde al proveedor chino en el despliegue de estas infraestructuras. ¿Por qué el Viejo Continente no se alinea con Washington? Pues básicamente porque no tiene alternativas a Huawei.
Para los países europeos, no hay una alternativa al 5G de Huawei solvente
EEUU no tiene una oferta competitiva en esta materia y los otros dos grandes actores, Ericsson y Nokia, no tienen ni los recursos ni el conocimiento necesarios para reemplazar el papel que ahora mismo desempeña la compañía asiática. Las propias compañías de telecomunicaciones reconocen en privado este punto. Otra de las ventajas competitivas de la compañía es que por su naturaleza tiene un ecosistema único —tiene bajo su marca toda la cadena, desde las antenas hasta los 'routers'— para hacer las procesos de implementación de esta tecnología. Dejarla fuera del tablero generaría un retraso tan notable que las instituciones comunitarias no contemplan. A día de hoy, es la empresa que más grandes contratos comerciales de despliegue de 5G tiene entre manos, como publicó el 'Financial Times': 23 de sus contratos son para Europa, 10 para Medio Oriente, seis para Asia y uno para África. Salvo en Hong Kong, no tiene ningún encargo en la China continental, donde únicamente ha puesto en marcha redes experimentales.
ZTE fue el aperitivo
ZTE fue el aperitivo. En abril de 2018, este fabricante, también involucrado en el negocio de las redes y también excluido de repartos y encargos gubernamentales relacionados con el despliegue del 5G, recibió el castigo de EEUU. Todo tras infringir supuestamente el programa de sanciones de Irán. Seprohibió a la firma importar chips de Qualcomm, entre otros ingredientes necesarios para sus terminales. La compañía recurrió a Mediatek, un proveedor taiwanés. Aquello no llegó a cuajar, así que cuando estaba al borde de entrar en barrena, se arrodilló. Pagó una millonaria multa a las autoridades estadounidenses, despidió a los funcionarios señalados y aceptó las reglas impuestas por Trump.
Después de este capítulo, el conflicto aminoró la marcha. No llegó a punto muerto, pero las muestras públicas de hostilidades fueron bastante menos sonadas. Sin embargo, todo saltó por los aires con la detención en Canadá, a instancias de EEUU, de la directora financiera de Huawei, hija del fundador de la marca. Permanece allí detenida, bajo arresto domiciliario, a la espera de que se resuelva su juicio de extradición. Este episodio, unido a los diferentes vetos en contratos de 5G, llevó a la multinacional asiática a presentar una denuncia ante los tribunales por todas estas trabas para participar en una "competencia justa". Las pruebas en su contra no han visto en ningún momento la luz, al considerarse información reservada y clasificada.
Móviles, una división desbocada
La venta de móviles se encuadra en un departamento que Huawei bautiza como 'Consumo'. Se incluyen ahí los 'smartphones' (vendieron la friolera de 206 millones de terminales el pasado curso), pero también los ordenadores, tabletas y otros aparatos electrónicos, como relojes inteligentes o auriculares. Esta división es una división desbocada. En 2018 se convirtió, por primera vez, en su principal negocio. Y lo hizo gracias a un 45,1% de crecimiento respecto al ejercicio anterior. Casi uno de cada dos euros que entraron en las arcas de la compañía fue gracias a esta actividad. De los 95.400 millones de euros que ingresaron, 46.200 fueron de 'Consumo' y 39.000 de redes. El monto restante correspondía a 'Empresas', que incluye soluciones de 'cloud computing' e inteligencia artificial, entre otros productos.
Huawei, simplemente por tamaño y volumen, no es un caso como el de ZTE, aunque ambos sean dos daños colaterales de esta guerra comercial. La instrumentalización que ha hecho Trump de Google a través de los decretos aprobados la última semana —lanzó una "emergencia nacional"— supone, en caso de mantenerse estas medidas en el tiempo, un freno a las aspiraciones de una compañía que pretendía ponerse al nivel de Samsung este año y superarlo, a nivel mundial, en 2020. Ya lo han hecho en España en número de unidades, que no en valor.
Existe un buen número de proveedores fuera de EEUU a los que Huawei puede recurrir
Mientras ZTE tenía una enorme dependencia de una firma como Qualcomm para sus procesadores, Huawei no se ve en el mismo brete. Desde hace tiempo, fabrican y diseñan muchos de sus chips en casa, a través de su filial HiSilicon, encargada de dar forma a sus Kirin, que mueven sus teléfonos y los de su marca blanca Honor. Este movimiento también lo llevó a cabo en su momento Samsung, con sus Exynos. Esta singularidad, la de hacer sus propios procesadores, da algo de margen de actuación a la compañía. Otras como Xiaomi, Oppo o OnePlus enfrentarían un problema mayúsculo si fuesen objeto de las iras de Trump, ya que dependen en un alto grado de Qualcomm.
Desde el punto de vista del 'hardware', la clave está en cómo logre cubrir sus necesidades con otros proveedores fuera de EEUU. Diversas fuentes se hacen eco de que Huawei inició un proceso de aprovisionamiento de piezas clave cuando estalló la crisis con sus compatriotas como protagonistas.
Firmas como STM Electronics, Infineon o NXP Semiconductors, con sede en Europa, ya han dicho que la prohibición de Trump no les afecta y seguirán trabajando con ellos. Lo mismo ocurre con Samsung, LG, Sony... Hay muchos que tienen fuertes divisiones de componentes móviles a los que pueden recurrir los chinos para cubrir sus necesidades de 'hardware'. Es más, este problema llega en un momento en que este fabricante ha mostrado un grado de madurez muy alto en lo que al 'hardware' se refiere.
EMUI, ¿otro balón de oxígeno?
Lo realmente complicado de superar es quedar expulsado del universo Google. En Huawei, parece que ya preveían este escenario desde tiempo atrás y llevan trabajando en un sistema operativo alternativo desde hace años. Lo ocurrido hoy no afectará inmediatamente a los teléfonos que estén en el mercado, en 'stock' o a los lanzamientos más inmediatos, ya anunciados.
Los rectores de Android se han apresurado a afirmar que brindarán actualizaciones de seguridad y mantendrán el acceso a Google Play a los actuales usuarios de la marca. Desde China, también han asegurado que seguirán dando soporte a sus clientes. Si esto no fuese suficiente, una de sus grandes bazas que tiene Huawei ante su expulsión es implementar mejoras y funciones a modo de parche sobre EMUI, su capa de personalización, para minimizar los efectos del veto.
Eso sí, que nadie cuente con una actualización para la próxima versión de Android Q, presentada oficialmente en la conferencia de I/O. El estreno comercial está programado para otoño, de la mano de los Pixel de cuarta generación. O sea, el Mate 30, que se presenta en la segunda mitad de año, será la primera gran prueba para la compañía.
Los nubarrones no se ciernen sobre todo el negocio móvil de Huawei. En su mercado natal, debido a los vetos gubernamentales a productos de Google como el buscador o su servicio de mapas, comercializan sus teléfonos sin Google Play y sin muchos de estos servicios. Por lo que cambiar de sistema no sería tan traumático. Eso sí, según la consultora Canalys e IDC, sus ventas en China suponen el 50%. El impacto sería importante.
¿Se puede vivir sin Android?
¿Se puede o no vivir sin Android? Esa es la gran pregunta del momento. Los antecedentes pintan mal. Uno de los fracasos más sonados es el Firefox OS, una alternativa basada en Linux e impulsada, entre otros, por la fundación Mozilla y Teléfonica. Fue presentado en 2012. Un año después, se empezaron a ver algunos teléfonos de baja gama, que tuvieron una muy tibia acogida. En 2015, salió su última versión. Pocas noticias a partir de ahí. La denominación Firefox OS cayó en manos de Panasonic (que pretendía utilizar para sus televisiones) mientras que el código quedó en manos de un ejército de voluntarios que no han conseguido hacer nada provechoso con ello.
Samsung también movió pieza en este sentido. Adquirió Tizen en su momento. Es lo que da vida a sus relojes y a sus televisiones. Sin embargo, en móviles ha quedado relegado a un puñado de experimentos comerciales en mercados como India. La clave parece estar en convencer a los desarrolladores, especialmente a los responsables de las 'apps' más populares, de que lancen versiones para una tienda que no sea la App Store o Google Play. Ese ha sido el talón de Aquiles de quienes lo han intentado previamente, incluido Microsoft, que fracasó estrepitosamente con Windows Phone.
El único que lo ha conseguido, a medias, ha sido Amazon en sus dispositivos Kindle Fire. Y lo ha hecho gracias al Android Open Source Project (AOSP). Para el que no sepa qué diantres es esto, hay que decirle que es la parte del código de Android que es libre y que, por tanto, también escapa al veto. El problema es que no cuenta ni con soporte de Google ni con todos sus añadidos, entre ellos, Play Store o sus aplicaciones oficiales.
Amazon ha conseguido montar una tienda en la que ha conseguido que estén algunas de las más populares, que no todas. Entre la oferta, se incluyen muchos programas puente, como gestores de 'mail' y similares, que permiten darte de alta con tu cuenta de Google. Sin embargo, este ejemplo tampoco es el más idóneo. Jeff Bezzos no ha conseguido que las ventas de estos aparatos sean masivas. Son un puñado de islotes inconexos, insuficientes para formar un archipiélago visible. El otro gran proyecto que apostó por AOSP, Cyanogen, también cayó en el olvido. Sí, se puede vivir fuera de iOS y de Android. Pero es una vida que, de momento, no ha ganado muchos adeptos.
AUTOR
MICHAEL MCLOUGHLIN 21/05/2019
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