viernes, 31 de enero de 2020

El fantasma de Singapur

Brexit

Distrito financiero de Canary Wharf, en el este de Londres.  AFP


El peligro es que Londres siga el modelo de la autoritaria ciudad-Estado asiática, pero a lo grande y en las puertas de Europa



Un fantasma amenaza a Europa. Se llama Singapur. Más exactamente, el riesgo estriba en la posibilidad de que el Reino Unido post-Brexit se transforme en el futuro —tras el período de transición que hoy comienza— en un Singapur ultraneoliberal en lo económico.
Es decir, en un semiparaíso fiscal, con impuestos bajísimos. Pero, a diferencia de la autoritaria ciudad-Estado asiática, con un amplio acceso al mercado interior europeo. Sus exportaciones podrían así invadir a los 27 mediante esa aguda competencia desleal. Y obligar a achatarrar fábricas continentales.
No es una hipótesis-ficción. Hace ya tiempo, en julio de 2016, tras el referéndum del Brexit, el canciller del Exchequer británico, el moderado George Osborne, amenazó públicamente con reducir el impuesto de sociedades por debajo del 15%: era entonces del 20% y quedó en el 19%. Esa rebaja de cuatro/cinco puntos ya perjudicaría gravemente a los competidores continentales. Pero sería aún peor si se bajase más, como amenazó el ministro de Finanzas británico, al 12,5% que mantiene Irlanda.
Solo que la república irlandesa carece de la masa suficiente como para representar un grave peligro industrial, aunque sí financiero y fiscal: las triangulaciones para la evasión/elusión mediante el inaudito “doble irlandés”. El Reino Unido, sí.

La polémica sobre la singapurización británica ha seguido desde entonces. En septiembre de 2019 las autoridades financieras de la City mostraron su temor a que la UE acabe poniendo altas barreras a los servicios financieros de Londres. Y no solo quitando a sus bancos, lo que es de cajón, el llamado “pasaporte europeo” por el que pueden instalarse y operar en cualquier rincón del continente con iguales ventajas que sus homólogos. Prometieron adaptarse a las normativas que convengan, “pero no para convertirnos en un centro financiero desregulado”, como resumió una alta responsable de la Corporación de Londres, Catherine McGuiness.
El eventual envite es más grave, pues no solo abarca al Impuesto de Sociedades. Es el conjunto del sistema impositivo el que puede crear desviaciones de comercio e inversiones y distorsionar el mercado europeo. Así, la presión fiscal en Singapur (con IRPF, su suerte de IVA y otras tasas) es, en comparación, ridícula: la recaudación alcanza solo el 11,1% del PIB; por un 34,9% en el Reino Unido y un 40,3% de promedio en la Unión Europea.
Ocurre que el grueso de la fiscalidad (salvo flecos menores) no está armonizada en la UE. Así que Londres podría haberse sumado ya a esa deriva hacia convertirse en semi-paraíso fiscal, de los que además dispone en las islas del Canal. Pero hacerlo desde dentro de la Unión —cuando además esta está pugnando por una cierta armonización de minimis, como en lo relativo a las bases de la imposición sobre sociedades—, habría generado una crisis política de imposible digestión.
Existe un cierto compromiso de que la isla-y-media mantendrá una conducta fiscal razonable. Pero solo es moral. No vincula jurídicamente. Solo figura en la Declaración Política aneja al Acuerdo de Retirada por la cual promete mantener los “altos estándares comunes” en ayudas de Estado, competencia, derechos sociales, medioambiente, cambio climático y fiscalidad. Pero mientras esa promesa no se convierta en una obligación y mientras no concrete que debe atenerse a unos tipos impositivos y a una presión fiscal equiparable al menos a la actual, la retórica será papel mojado.
Cuidado, pues, negociadores europeos. A ver si resulta que repetimos el error masivo cometido cuando la globalización financiera: que se suprimieron fronteras pero no se armonizó la fiscalidad. Así se generó una carrera internacional a la baja en los impuestos, y por tanto en la calidad y calidad de las políticas públicas, con riesgo especial para el Estado del bienestar. Que no ampliemos aquella catástrofe permitiendo un Singapur no ya en el estrecho de Malaca, sino aquí al lado, en el Canal de la Mancha. Alerta, ciudadanos.

¿Es WhatsApp seguro? La ONU pide a sus funcionarios que no lo usen

¿Es WhatsApp seguro? La ONU pide a sus funcionarios que no lo usen

La aplicación de mensajería está en el ojo del huracán (iStock Unreleased)


La aplicación de mensajería está en el ojo del huracán desde que se ha destapado el caso de espionaje a Jeff Bezos


Una de las cosas que hicieron que WhatsApp fuese denostado durante mucho tiempo por los expertos en seguridad era que sus mensajes podían ser leídos muy fácilmente. En el pasado bastaba con transmitir mensajes por una red Wi-Fi abierta para que pudieran ser interceptados con el software apropiado.
Pero a partir de la primavera de 2016 eso cambió. WhatsApp implantó un sistema de cifrado de mensajes de extremo a extremo. ¿Qué quiere decir eso? La web de WhatsApp lo explica de esta forma: “asegura que solo tú y el receptor puedan leer lo que se envía, y que nadie más, ni siquiera WhatsApp, lo pueda hacer. Tus mensajes se aseguran con candados y solo tú y el receptor cuentan con los códigos especiales para abrir y leer los mensajes. Para mayor protección, cada mensaje que envías tiene sus propios candado y código únicos”. También las llamadas y el resto de la información que transmitimos por WhatsApp usan esta técnica de seguridad.
Altos funcionarios de la ONU tienen prohibido usar WhatsApp por seguridad desde el pasado mes de junio

El problema es que WhatsApp ha demostrado tener vulnerabilidades. Como ha delatado el caso del hackeo a la cuenta de WhatsApp de Jeff Bezos, propiedad de Amazon, supuestamente por parte de Arabia Saudí. En el caso Bezos fue un archivo de vídeo el que dio acceso una vez recibido en el teléfono de este empresario a los datos que almacenaba. Facebook, propietaria de WhatsApp, incluso ha denunciado a la empresa israelí NSO por explotar vulnerabilidades de su plataforma de mensajería.

Pero el cifrado puede no ser suficiente. Tanto es así que tal y como informa Reuters los altos funcionarios de la ONU tienen prohibido usar WhatsApp por seguridad desde el pasado mes de junio. Según esta información el sistema de cifrado que usa WhatsApp es propiedad de Signal, una empresa especializada en el cifrado de información, que tiene su propia aplicación de mensajería, y cuya tecnología es recomendada por el propio Edward Snowden.

El jefe de comunicaciones de Facebook, Nick Clegg, ha sido muy criticado por negar las acusaciones sobre la seguridad de WhatsApp


El jefe de comunicaciones de Facebook, Nick Clegg, ha sido muy criticado por negar las acusaciones sobre la seguridad de WhatsApp que han realizado algunos expertos en una entrevista con la BBC. En Twitter explicó mejor sus palabras, dando a entender que incluso el problema que tuvo Bezos pudo deberse a un vulnerabilidad de iOS. El sistema operativo del iPhone.
Pero lo cierto es que la lista de fallos a los que se ha enfrentado WhatsApp es larga. Desde aquellos en los que una simple llamada permitía insertar datos maliciosos, en otra ocasión era fácilmente eludible saltarse los controles de seguridad biométricos para acceder a la aplicación e incluso fingir que los mensajes son escritos por otra persona. Son tres ejemplos de una lista mucho más amplia.


Well, lots going on here. My take:

1) We don't know that MBS hacked Bezos at all. The FTI report is deficient in several important ways[1].

2) WhatsApp has had multiple flaws that allow for remote code execution. Such a flaw in mp4 parsing existed at the relevant time[2].
https:// tus/1220631511101210630 

Para el común de los mortales estas amenazas no suelen ser demasiado importantes si se hace un uso privado de la aplicación, aunque lo cierto es que incluso en ese ámbito pueden ser una fuente de problemas. Dónde pueden llegar a provocar graves quebraderos de cabeza es en entornos laborales. Existen técnicas que permiten aumentar las medidas de protección. Una de ellas es hacer que sólo podamos entrar en la aplicación mediante nuestra huella digital o mediante el reconocimiento del rostro.
Una de las medidas más efectiva para reforzar la seguridad es activar la verificación en dos pasos. Esto pone un muro para que sea mucho más complejo acceder a nuestra cuenta de WhatsApp. Sobre todo para que no se pueda sustraer información de nuestros contactos.Tengamos en cuenta que muchas veces el problema de privacidad que puede existir con WhatsApp es que quien acceda a nuestra cuenta también accede a datos de nuestros contactos.


Otra recomendación importante es solicitar a la aplicación que no almacene los archivos que recibimos. Como vídeos. Eso probablemente hubiera evitado el problema que tuvo Bezos al ejecutar el vídeo que recibió y que provocó el hackeo de su teléfono. También conviene mantener a raya las sesiones de WhatsApp que tengamos abiertas en un navegador web o en una tableta con una aplicación de terceros.
Dejar activa una sesión de WhatsApp en un ordenador conlleva un grave riesgo de que alguien acceda a nuestra información. En cualquier caso WhatsApp en su web da algunos consejos para mantener a raya la privacidad de nuestros datos y de los usuarios con los que mantenemos conversaciones.

Telegram suele contar con funciones más seguras que WhatsApp


Aunque en el mundo de la seguridad informática no hay nada completamente seguro, Telegram es conocido por contar con funciones más seguras que WhatsApp. Por ejemplo, no hay que hacer una copia en el dispositivo de los mensajes que almacenamos, y a la que no sería demasiado complicado acceder por un experto. Además cuenta con funciones pensadas para el anonimato. Como crear conversaciones que se eliminan al cabo de un tiempo.

Pero tenemos que tener en cuenta que incluso aplicaciones de mensajería que hacen hincapié en la seguridad, como Telegram o Signal, han sufrido vulnerabilidades. Aunque sobre todo en el caao de Signal estas son bastante extrañas. Por otra parte WhatsApp sufre con sus vulnerabilidades algo similar a lo que sucede con el malware para Windows.
Aunque Mac OS y otros sistemas operativos son susceptibles de ser atacados, aunque sea algo más complicado que en Windows, la enorme base de usuarios de Windows, además de las antipatías que este sistema operativo despertó durante décadas en la comunidad hacker, hacen que sea más proclive a los ataques. Por eso en gran medida los problemas de seguridad de WhatsApp se deben a que, con diferencia, es la plataforma más universal de mensajería. Lo que multiplica las tentaciones de acceder a sus datos.

En gran medida los problemas de seguridad de WhatsApp se deben a que, con diferencia, es la plataforma más universal de mensajería

¿Por qué los países nórdicos se rebelan contra el salario mínimo?

¿Por qué los países nórdicos se rebelan contra el salario mínimo?
Trabajadores de la cadena sueca Ikea (EP)


Los escandinavos temen que su sistema de negociación colectiva se acabe con una medida a nivel europeo


La propuesta de Bruselas de establecer las bases de un salario mínimo interprofesional (SMI) para todo el espacio comunitario ha hecho saltar las alarmas en los países nórdicos, especialmente en Dinamarca Suecia, que ven pe­ligrar su genuino modelo de re­laciones laborales, basado exclusivamente en la negociación colectiva entre empleadores y empleados.
Gobiernos, sindicatos y patronales han levantado la voz contra la iniciativa, temerosos de que acabe con un sistema de más de cien años de antigüedad que ha llevado a estos países a gozar de algunos de los salarios más elevados de la UE. Dinamarca se situó en el 2018 en lo más alto del ranking: los trabajadores daneses ganaron de media 37,40 euros por hora, mientras que en Suecia, en el cuarto puesto, la media fue de 24,75 euros, según datos de Eurostat –España está a media tabla, rozando los 16 euros–.

Ninguno de los países nórdicos (SueciaDinamarcaFinlandiaNoruega Islandia) cuenta con un SMI establecido por ley, y los gobiernos desempeñan un papel muy restringido en la cuestión, limitado a la legislación laboral. De esta forma, es la negociación entre los sindicatos y las patronales la que acaba determinando los salarios y las condiciones de trabajo. Los acuerdos firmados entre los interlocutores sociales son vinculantes para ambas partes y sus miembros, aunque existe el principio de que el convenio debe aplicarse a todos los empleados de la empresa, estén sindicados o no.
Alrededor de un 70% de los trabajadores suecos está afiliado a algún sindicato, pero aproximadamente el 90% está cubierto por un convenio colectivo, unos porcentajes similares a los de Dinamarca.
La primera ministra de Finlandia, Sanna Marin, y su homólogo sueco, Stefan Löfven
La primera ministra de Finlandia, Sanna Marin, y su homólogo sueco, Stefan Löfven (Claudio Bresciani / Efe)


Resultados


El modelo de convenios tiene más de 100 años y ha llevado a salarios mínimos más altos

El éxito de este sistema se debe a la larga tradición de interlocución social en Escandinavia y a la fuerza de los sindicatos, que han recibido la propuesta de la Comisión Europea con recelo. Uno de los temores es que un criterio unificado para fijar los sueldos podría alentar a los empresarios a cuestionar los acuerdos colectivos y optar por rebajar los salarios cumpliendo con las indicaciones de la directiva. Sin embargo, también las asociaciones empresariales han salido en defensa del modelo nórdico y han rechazado injerencias.
En Suecia, los representantes de los dos principales sindicatos (LO y PTK) y la mayor patronal (Svenskt Näringsliv) han firmado un artículo de opinión conjunto en el diario Dagens Nyheter en el que se posicionan “fuertemente en contra” de cualquier iniciativa legal en cuanto a políticas salariales, argumentando que pueden “perturbar gravemente los sistemas de negociación colectiva autorregulados”. “El modelo de negociación colectiva corre el riesgo de ser reemplazado a largo plazo por un modelo de mercado laboral controlado por Bruselas”, alertan. En el mismo texto, piden al Gobierno sueco actuar “rápidamente y de forma clara” para frenar la propuesta comunitaria.
Billetes de coronas suecas, noruegas y danesas, en una imagen de archivo
Billetes de coronas suecas, noruegas y danesas, en una imagen de archivo (Bob Strong / Reuters)

El primer ministro sueco, el socialdemócrata Stefan Löfven, se refirió brevemente a la cuestión en un debate parlamentario la semana pasada, a preguntas del líder de la oposición. “Otros países quieren mejores condiciones en sus mercados de trabajo, pero esto no debe ser a expensas del modelo sueco”, dijo el mandatario, y consideró que no se deberían implantar directivas europeas en ­este área.

La visión


Los agentes sociales perciben la propuesta como una ingerencia y una amenaza

El Gobierno danés, también socialdemócrata, ha sido el más contundente contra la propuesta de Bruselas, y ha pedido garantías por escrito de que no se modificará el modelo de relaciones laborales de Dinamarca. “No es ningún secreto que somos unos grandes opositores y, por lo tanto, es algo que nos preocupa mucho”, afirmó el ministro de Trabajo, Peter Hummelgaard. “Debemos reconocer que existen diferentes tradiciones en Europa, y tenemos que luchar no sólo para proteger, sino también para reforzar la tradición que tenemos en los países nórdicos con nuestro modelo de acuerdos colectivos”, agregó.
Ante las protestas de Escandinavia, la Comisión está estudiando la fórmula para excluirlos de una eventual directiva. El Ejecutivo comunitario ha asegurado que no impondrá un salario mínimo legal a los países que tienen “un alto grado de negociación colectiva y donde la fijación de los salarios se organiza únicamente a través de este sistema”. Aun así, Dinamarca desconfía y asegura que mirará con lupa hasta el último detalle.
Una limpiadora en una feria
Una limpiadora en una feria (Ana Jiménez)


Finlandia, la menos combativa


Finlandia, el otro país nórdico socio de la UE, no se ha mostrado de momento tan combativo contra la propuesta. El Gobierno socialdemócrata aún no tiene una posición oficial, a la espera de ver la propuesta concreta de Bruselas. Sin embargo, coincide con sus vecinos en que cualquier iniciativa “debe respetar las tradiciones nacionales”.
En Finlandia, los salarios también se fijan mediante la negociación colectiva, aunque con una diferencia: algunos convenios (actualmente hay 160) son “universalmente vinculantes”, es decir, que se aplican en todo su sector. Este sistema funciona también en Noruega e Islandia, fuera de la UE.

  

jueves, 30 de enero de 2020

"Somos menos felices y menos productivos que nunca porque somos adictos"


Retrato de Marta Peirano.
ALVARO MANGUITO



La periodista Marta Peirano se especializa en tecnologías de vigilancia y manipulación masiva.
"Te ha llegado un correo, un mensaje, un hechizo, un paquete. Hay un usuario nuevo, una noticia nueva, una herramienta nueva. Alguien ha hecho algo, ha publicado algo, ha subido una foto de algo, ha etiquetado algo. Tienes cinco mensajes, veinte likes, doce comentarios, ocho retuits. Hay tres personas mirando tu perfil, cuatro empresas leyendo tu currículum, dos altavoces inalámbricos rebajados, tres facturas sin pagar. Las personas a las que sigues están siguiendo esta cuenta, hablando de este tema, leyendo este libro, mirando este vídeo, llevando esta gorra, desayunando este bol de yogur con arándanos, bebiendo este cóctel, cantando esta canción."
Así rapta tu cerebro, tu voluntad, tus horas de sueño, de amor y de paseo "la economía de la atención" de la que habla la periodista española Marta Peirano en su último libro revelador: El enemigo conoce el sistema.
Así también sus dueños se enriquecen, como cuenta en sus páginas. Y tienen trabajando a los mejores cerebros del mundo para aumentar las ganancias mientras les entregamos todo. "El precio de cualquier cosa es la cantidad de vida que ofreces a cambio.", dice.
Desde los noventa, en que descubrió la escena Hacker en Madrid, hasta hoy, no ha dejado de mirar la tecnología con ojo agudo, crítico y pensante. Su libro relata desde los inicios libertarios de la revolución digital hasta su temible y potencial dictadura, que avanza a pasos agigantados, sin que nos demos mucha cuenta.
Marta Peirano es una de las protagonistas de los diálogos del Hay Festival Cartagena.
Dices que la economía de la atención nos roba horas de sueño, de descanso, de vida social, ¿cómo la explicarías?
La economía de la atención o el capitalismo de vigilancia gana dinero consiguiendo nuestra atención. Es un modelo de negocio que depende de que instalemos sus aplicaciones, para tener un puesto de vigilancia en nuestras vidas. Puede ser una smart tv, un móvil en el bolsillo, un altavoz inteligente, una suscripción a Netflix, a Apple.
Y quiere que las uses el mayor tiempo posible, porque así estás generando datos que los hacen ganar dinero. Mientras más generas, más valioso es su banco de datos.
TeléfonoDerechos de autor de la imagenGETTY IMAGES
¿Qué datos se generan mientras veo una serie, por ejemplo?
Netflix tiene muchos recursos para lograr que en vez de ver un capítulo a la semana, como hacíamos antes, veas toda la temporada en una maratón. Su propio sistema de vigilancia sabe cuánto tiempo pasamos viéndola, dónde la paramos para irnos al baño o hacernos la cena, cuántos episodios somos capaces de ver antes de quedarnos dormidos. Eso les ayuda a refinar su interfaz.
Si llegamos al capítulo cuatro y nos vamos a la cama, saben que es el punto de desconexión, entonces llaman a 50 genios para que lo resuelvan y en la siguiente serie nos quedemos hasta el capítulo siete.
¿Los mayores cerebros del mundo trabajan para lograr que perdamos la voluntad?
Todas las aplicaciones que existen se basan en lo que hasta ahora era el diseño más adictivo, el de las tragaperras (tragamonedas) que hace que un sistema produzca la mayor cantidad de pequeños acontecimientos inesperados en el menor tiempo posible. En la industria del juego se llama event frequency. Cuanto más alta es la frecuencia, más rápido te enganchas, pues es un loop de dopamina.
Cada vez que hay un evento, te da un chute de dopamina, cuantos más acontecimientos encajas en una hora, más chutes, que es lo que te genera adicción.
Portada de "El enemigo conoce el sistema".Derechos de autor de la imagenMARTA PEIRANO
Image caption"El enemigo conoce el sistema" es el libro sobre el que hablará Marta Peirano durante el Hay Festival en Cartagena.
¿Cada tweet que leo, cada posteo de Facebook que llama mi atención, cada persona de Tinder a la que doy like, es un evento?
Son eventos, y en la psicología del condicionamiento existe el condicionamiento de intervalo variable, en el que no sabes lo que va a pasar. Abres Twitter y no sabes si vas a retwittear y te vas a convertir en la reina de tu pandilla durante los próximos 20 minutos.
El que no sepas si vas a tener premio, castigo o nada, hace que te enganches más deprisa.
La lógica del mecanismo provoca que sigas intentando, para entender el patrón. Y cuanto menos patrón hay, más se atasca tu cerebro y sigue, como las ratitas de las cajas de Skinner, que fue quien inventó el condicionamiento de intervalo variable. La rata le da a la palanca de manera obsesiva, tanto si sale comida como si no.
Los adultos pueden entenderlo, pero ¿qué pasa con los niños que llegan a tener síndrome de abstinencia cuando no están enganchados a Instagram, YouTube, Snapchat, Tik Tok?
Las redes sociales son como máquinas tragaperras, que están cuantificadas en forma de likes, de corazones, de cuánta gente ha visto tu post y genera una adicción especial, porque es lo que dice tu comunidad, si te acepta, si te valora. Cuando esa aceptación, que es completamente ilusoria, entra en tu vida, te vuelves adicta, porque estamos condicionados para querer encajar en el grupo, nuestra vida depende de que se nos acepte y se nos valore.
Han conseguido cuantificar esa valoración y convertirla en un chute de dopamina. ¿Se enganchan los niños? Más rápido que nadie y no es que no tengan fuerza de voluntad, es que ni siquiera entienden por qué puede ser malo para ellos.
No dejamos que nuestros hijos beban Coca Cola y coman gominolas, porque sabemos que el azúcar es dañino, pero les damos pantallas para que se entretengan, porque así no tenemos que interactuar con ellos.
¿Y qué podemos hacer?
Interactuar con ellos. Un niño que no tiene una pantalla se aburre. Y un niño aburrido, molesta, si tú no estás dispuesto a interactuar con tu hijo, porque a lo mejor prefieres estar haciendo otras cosas.
Ciudad asiática son símbolos de localización.Derechos de autor de la imagenGETTY IMAGES
Image caption"Si ahora mismo desactivas todos los sistemas de geolocalización de tu móvil, te van a seguir geolocalizando".
¿Mirando tu propia pantalla, por ejemplo?
Vemos familias enteras pegadas al móvil y lo que está pasando es que cada uno está gestionando su propia adicción. Todo el mundo sabe que las tragaperras son malas, que la heroína es mala, pero con Twitter, con Slack, con Facebook, no lo saben, entre otras cosas, porque también se han convertido en herramientas de productividad.
Entonces yo, que soy periodista, cuando veo el Twitter es porque necesito estar informada. La peluquera en el Instagram estará mirando cómo se lleva el pelo, hay una excusa para todos.
La adicción es la misma, pero cada uno juega distinto y nos decimos que no es una adicción, sino que estás al día y que eso aumenta tu productividad.
¿Nos podríamos calificar como adictos tecnológicos?
No somos adictos a la tecnología, somos adictos al chute de dopamina que ciertas tecnologías han infiltrado en sus plataformas. Esto no es un accidente, es deliberado.
Hay un señor que da clases en Stanford a quienes montan startups para generar ese tipo de adicción.
Hay consultores en el mundo que van a las empresas para explicar cómo provocarla. La economía de la atención utiliza la adicción para optimizar el tiempo que pasamos delante de las pantallas.
Esto también ocurre con la comida, como cuentas en el libro, nos manipulan con los olores, los ingredientes y nos culpamos por carentes de voluntad y de auto control…
Es casi un ciclo de maltrato, porque la empresa contrata a 150 genios para crear un producto que te produce adicción instantánea.
Te hackean el cerebro para que la combinación exacta de grasa, azúcar y sal le genere bienestar, pero como no aporta nutrición a cuerpo, nunca se te pasa el hambre y tienes una especie de cortocircuito: tu cerebro te está diciendo dame mas, esto es bueno, pero el resto de tu cuerpo dice tengo hambre.
Mujer mirando su móvil en la calle.Derechos de autor de la imagenGETTY IMAGES
Image caption"Tu adicción no tiene que ver con el contenido de las aplicaciones.
Como el anuncio de Pringles, "Once you pop you can't stop", (Cuando haces pop, ya no hay stop) lo cual es absolutamente cierto, porque abro un frasco y hasta que no me lo he comido entero, no puedo pensar en otra cosa.
Luego ellos te dicen, bueno, esto es porque tú eres un gocho, tienes gula. ¡El pecado de la gula!. Como no sabes controlar, te voy a vender un producto que puedes comer y comer y no te va a engordar, los yogures cero, la Coca-Cola zero. Ganan por todos lados y la culpa es parte de ese proceso. Ahora mismo en Silicon Valley hay un montón de gente que hace aplicaciones para que pases menos tiempo usando las otras aplicaciones. Ése es el yogur.
Esta toma de conciencia, de comprender cómo funciona, ¿ayuda?, ¿es el primer paso?
Pienso que sí y también darte cuenta de que tu adicción no tiene que ver con el contenido de las aplicaciones.
No eres adicto a las noticias, eres adicto al Twitter, no eres adicto a la decoración de interiores, eres adicto al Pinterest, no eres adicto a tus amigos ni a sus maravillosos hijos cuyas fotos postean, eres adicto al Instagram.
La adicción la genera la aplicación y cuando lo entiendes, empiezas a verlo de otra manera. No es falta de voluntad, están diseñadas ofrecerte loops de dopamina, que te dan una satisfacción inmediata y te arrastran de cualquier otra cosa que no te la da, como por ejemplo jugar con tu hijo, pasar un rato con tu pareja, irte al campo o terminar un trabajo, que requieren una curva, porque hay satisfacción, pero no es inmediata.
De todo lo que cuentas, manipulaciones, vigilancia, adicciones, ¿Qué es lo que más te atemoriza?
Lo que más me preocupa es la facilidad con la que se convence a la gente de que renuncie a sus derechos más fundamentales y que llegue a decir ¿a quién le importan mis datos?, ¿a quién le importa dónde he estado? cuando hace 40 años había gente muriendo por el derecho a reunirse con otros, sin que el gobierno supiera quiénes eran, por el derecho a tener conversaciones privadas en la intimidad, o el derecho de que tu empresa no sepa si en tu familia hay un enfermo de cáncer.
Ciudadanos mirando el teléfono móvil en China.Derechos de autor de la imagenGETTY IMAGES
Image caption"No somos adictos a la tecnología, somos adictos al chute de dopamina que ciertas tecnologías han infiltrado en sus plataformas".
Nos ha costado mucha sangre conseguirlo y ahora lo estamos abandonando con una ligereza que no es natural, es implantada y alimentada por un ecosistema que se beneficia de esa ligereza.
Cuando uno manda un correo sabe que lo pueden a leer, pero es verdad que pensamos ¿a quién le va a importar lo que escribo? ¿Importa de verdad?
Realmente no le importa a nadie, hasta que le importa, porque todo ese material queda almacenado y si está disponible para el gobierno, éste tendrá herramientas para contar cualquier historia sobre ti, sin que lo puedas rebatir.
Puede decir que tales días estuviste con cierta persona y tú no sabes ni dónde estabas, ni quién es esa persona, pero los datos lo cuentan y probablemente son ciertos, pero la historia no lo es.
Si el gobierno te quiere meter presa porque haces un fanzine que no le gusta, puede buscar la manera de vincularte a un terrorista. ¿Cómo? pues a lo mejor vuestros hijos fueron juntos al colegio durante un tiempo y puede demostrar que las matrículas de vuestros coches coincidieron una y otra vez en la misma carretera durante tres años. En ese sentido tus datos son peligrosos.
Dices en el libros que "Cada día se generan 2,5 quintillones de datos, en parte enviando colectivamente 187 millones de correos y medio millón de tuits, viendo266.000 horas de Netflix, haciendo 3,7 millones de búsquedas en Google o descartando 1,1 millones de caras en Tinder", ¿qué pasa con todo eso?
Estamos obsesionados con nuestro dato personal, mis fotos, mis mensajes, pero el valor real es estadístico, porque tus mensajes más los de3.000 millones de personas más, le dicen a una empresa o a un gobierno quiénes somos colectivamente.
Ellos los utilizan, primero, para poner personas susceptibles a disposición de los publicistas. Y segundo, para crear predicciones, porque este es un mercado de futuros.
Saben que cuando en un país de ciertas características sube el precio de la electricidad entre un 12 y un 15%, pasa tal cosa, pero si sube entre un 17 y un 30% pasa otra. Las predicciones sirven para manipular e ir ajustando tus actividades, para saber, por ejemplo, cuánto puedes putear a la población con el precio de las cosas antes de que se te revelen o se te empiecen a suicidar en masa.
Como lo que estalló en Chile con una pequeña alza en el metro, pero la gente sigu protestandoe…
A lo mejor el gobierno chileno no lo está procesando de esa manera, pero Facebook lo está haciendo, Google lo está haciendo, porque toda la gente que está en la calle tiene el móvil en el bolsillo. Y lo han llevado durante los últimos años de su vida.
Facebook sabe en qué barrios han pasado qué cosas y por qué, cómo se reúne la gente y cómo se cómo se dispersa, cuántos policías tienen que llegar para que la manifestación se disuelva sin que haya muertos.
Facebook en barra de navegación.Derechos de autor de la imagenGETTY IMAGES
Image caption"Facebook sabe en qué barrios han pasado qué cosas y por qué, cómo se reúne la gente y cómo se cómo se dispersa".
Todos los móviles hablando a la vez permiten saber cómo puedo hacer lo que quiero sin que se levante de la población. Y después predecir lo que pasa, para acallarla lo antes posible.
Pero ¿quién está dispuesto a prescindir del móvil, de internet? ¿cuál es el camino del ciudadano normal?
El problema no es el móvil, no es Internet. Todas las tecnologías de las que somos dependientes son las herramientas de la vida contemporánea, voluntariamente las ponemos en nuestros móviles, pero no requieren de la vigilancia para funcionar, ni necesitan vigilarte para darte un servicio. No tienen por qué, lo que pasa es que la economía de los datos es muy golosa.
¿Es tan jugoso el negocio que lo van a hacer igual aunque intentemos poner límites?
Es muy difícil que un gobierno pare los pies a tecnologías que le facilitan un control tan interesante de la población. Pero la idea es exigir que eso pase, porque no debería ser así.
Si ahora mismo desactivas todos los sistemas de geolocalización de tu móvil, te van a seguir geolocalizando, solo que tú no vas a saber dónde estás, lo único que haces es desactivarlos para ti.
Igual que cuando en Facebook o en Twitter y bloqueas a alguien para que no vea lo que posteas, o lo bloqueas para todos, entonces solo lo ves tú... y Facebook. Lo que pasa en sus centros de datos, pasa para ti y para ellos. No puedes bloquear a Facebook, porque estás en Facebook.
¿Estás planteando que tenemos que rebelarnos y exigir la privacidad?
Pero no contra las empresas. Es natural que aprovechen una fuente de financiación tan barata y gloriosamente efectiva.
Lo que no es natural es que un gobierno que está diseñado para proteger los derechos de sus ciudadanos lo permita. Y es que cada vez más gobiernos han llegado al poder gracias a ese tipo de herramientas, por eso no van a controlarlas, salvo que teman que les quiten el poder con los mismos trucos sucios que usaron ellos.
Marc Zuckerberg durante su testificación ante el Congreso de Estados Unidos sobre el caso de Cambridge Analytica.Derechos de autor de la imagenGETTY IMAGES
Image captionLos gobiernos discuten sobre si es necesario limitar el poder de las empresas que manejan grandes cantidades de datos, como Facebook.
Entonces, ¿qué es lo que hay que hacer? Pienso que empezar a convertir ese tema crucial en un tema político a nivel local y general, es decir, acción colectiva, acción política.
¿Está ocurriendo este debate en alguna parte del mundo?
En las primarias demócratas de la campaña presidencial 2020 de Estados Unidos, está siendo uno de los temas cruciales. Se debate si estas empresas deben ser gestionadas de otra manera o ser divididas, porque además son monopolio.
Sin embargo, en Europa y en Latinoamérica nos hemos hartado de hablar de las fake news, de su efecto, de las campañas tóxicas. En España ha habido tres elecciones generales en tres años y ningún político habla de esto.
¿El sistema es nuestro enemigo entonces?
Estamos integrados y dependemos de sistemas que no sabemos cómo funcionan ni lo que quieren de nosotros. Facebook, Google y otros, dicen querer que nuestra vida sea más fácil, que nos pongamos en contacto con nuestras personas queridas, que seamos más eficientes y trabajemos mejor, pero su objetivo no es ese, no están diseñados para eso, sino para chuparnos datos, manipularnos y vendernos cosas.
Nos explotan, y encima, estamos menos conectados, somos menos felices y menos productivos que nunca, porque somos adictos.