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El azúcar que no sabías que estabas consumiendo está a un sorbo.
Ilustración: EC Diseño.
Periodistas del consorcio Pulse han hecho la compra en varios supermercados de la UE. "Nadie espera menos fresa y más azúcar en su yogurt", afirma Piotr Koluch, presidente de la asociación polaca Pro-Test Foundation
Si usted viaja a Atenas, Praga o Sofía este verano y la Fanta de naranja, la Pepsi o el yogurt de fresa que siempre compra saben distintos –aunque parezcan exactamente los mismos— es porque, posiblemente, sean distintos.
La voz de alarma la dio, en 2011, la Asociación Eslovaca de Consumidores cuando, tras realizar pruebas de laboratorio, descubrió que los refrescos y alimentos procesados de las marcas más conocidas no eran exactamente iguales entre un país y otro de la Unión Europea. En mayo de 2017, el primer ministro búlgaro, Boyko Borisov, lo denominó "Apartheid Alimenticio" y convocó una reunión extraordinaria para abordar las desigualdades entre los productos que se venden en la UE, principalmente entre el Oeste y Este de Europa.
Ese año, la Comisión Europea aseguró que la situación cambiaría: "No puede haber ningún consumidor de segunda clase en la UE de iguales", dijo, en su discurso anual sobre el Estado de la Unión Europea, el presidente de la Comisión, Jean-Claude Juncker. En 2021, una comparativa de la red de reporteros ‘Investigative Europe’ volvió a constatar que en decenas de productos aparentemente iguales seguía habiendo diferencias en tipos de aceite –de palma o girasol— variedad de endulzante y cantidad de azúcar, según el país. Al fenómeno se le conoce como "doble calidad" (del inglés ‘dual quality’).
¿Se ha erradicado la doble calidad en los supermercados de Europa? Entre 2024 y 2025, los periodistas de los 12 medios europeos del consorcio Pulse, entre ellos, El Confidencial, han visitado los supermercados y sus páginas web en los países de la UE para comprobarlo. ¿El resultado? Sigue habiendo notables diferencias entre países en cuanto a ingredientes, composición, cantidad de azúcar e incluso calorías de productos de reconocidas marcas.
De España a Chequia: los mil nombres del azúcar
Parece la misma lata de Fanta de naranja, pero las etiquetas muestran que no lo es. En España, Austria, Francia, Dinamarca, Grecia o Italia este refresco contiene azúcar, mientras que, en Bulgaria, República Checa o Hungría, lleva jarabe de fructosa-glucosa, producido a través de la hidrólisis del almidón (de maíz o trigo). Este refresco también difiere significativamente en la cantidad de concentrado de zumo, del apenas 3% en Hungría o 5% en República Checa, al 8% de España o 12% de Grecia.
Los Doritos están más salados en Rumanía y República Checa que en Alemania, Francia, Irlanda y España. En un supermercado checo, los doritos con sabor a chili dulce contienen 1,4 gramos de sal por 100g; los hot corn,1,3g y los de queso, 1,1 gramos. En Rumanía, tienen 1,3 gramos de sal, en el caso de los hot pepper y barbacoa y 1,1 gramos los de queso, al igual que en Austria (1,1 gramos los de queso); mientras que en España, contienen 0,89g de sal los tex mex con queso y 1.1 gramos, los de chili; en Irlanda (0,89 gramos los de queso y 1,1 gramos los originales y chili) y en Francia (0,89 los de queso y 1,1 los de barbacoa, chili o paprika).
"Por curiosidad, acabo de comprobar un ejemplo al azar: el yogur bebible Danone Activia con sabor a fresa y kiwi; no hay que buscar mucho, parecen idénticos, pero los ingredientes y los valores nutricionales difieren", afirma a El Confidencial Piotr Koluch, director ejecutivo de la organización polaca Pro-Test Foundation. "Como pueden ver, la práctica de doble calidad aún existe en nuestro mercado", agrega.
Desde Danone aseguran que este producto contiene la misma receta en todos los países europeos, incluidas las cantidades de ingredientes: "En este caso, 0,4 % de kiwi y 1,6 % de fresa", puntualizan por email. Sin embargo, "no parece que las cosas sean exactamente como describe la empresa", insiste Piotr Koluch, mientras muestra las etiquetas nutricionales del yogurt bebible de fresa y jiwi que ofrecen Carrefour en Polonia e Interspar en Austria: "Por ejemplo, en la versión polaca, el primer ingrediente es leche desnatada, mientras que en la austriaca es yogur. El producto polaco contiene proteínas lácteas, mientras que la versión austriaca no, y así sucesivamente".
En la página web de la marca en España, se indica que este yogurt contiene más fresa (2,4%) que en Polonia (1,6%). El de Polonia también es más graso (1,2 gramos), pero tiene menos azúcar (9,9 gramos de azúcar y 62 calorías, frente a los 0,9 gramos de grasa, 10,6 gramos de azúcar y 66 calorías del yogurt en España). Danone asegura que eso se debe que el producto ha sido descatalogado y la página no está actualizada.
"El producto polaco contiene proteínas lácteas, mientras que la versión austriaca no"
En Polonia, solo se ha realizado una investigación al respecto, en 2018, cuando la Oficina de Competencia y Protección del Consumidor, con fondos de la UE, comparó 37 pares de productos de Polonia y mercados occidentales. "Desde entonces, nadie ha seguido el tema, lo cual es una pena", afirma. El presidente de Pro-Test dice que, en ese momento, las empresas no respondieron al estudio, "pero, en general, siempre dan la misma explicación, que la composición depende de las preferencias del consumidor en cada país". "Para nosotros, esto es un disparate, nadie espera que lo discriminen con menos fruta y más azúcar en su yogurt".
Preguntado por dichas diferencias para este artículo, un portavoz de Coca Cola en Europa responde: "En cumplimiento con las normativas locales y europeas, adaptamos nuestras recetas para obtener ingredientes de la cadenas de suministro locales, seguir las regulaciones locales y en consonancia con los productos comparables en cada mercado". Desde la empresa aseguran que siguen "los mismos rigurosos procesos globales, así como los estándares de producto e ingredientes, en cada país en el que operamos".
En la web de Fanta, la empresa especifica por qué "el contenido de zumo puede variar según el país". Justifican que esto "refleja en gran medida productos similares disponibles localmente y también las normativas locales vigentes". A su vez, aseguran que están trabajando para reducir el contenido de azúcar en sus bebidas, "por lo que la combinación de edulcorantes y azúcar del producto puede variar según el país".
En respuesta a las investigaciones sobre este asunto, la Comisión Europea introdujo la denominada Directiva Ómnibus, que modifica la lista de prácticas comerciales desleales en la Directiva 2005/29/CE y califica como engañosa "cualquier comercialización de un producto, en un Estado miembro, como idéntico a un producto comercializado en otros Estados miembros, cuando dicho producto tenga una composición o características significativamente diferentes, a menos que se justifique por factores legítimos y objetivos", explica a El Confidencial la abogada especializada en derecho alimentario de Italia, Laura Carrara, que ha escrito sobre el tema de la llamada "Doble Calidad" en la UE.
Koluch recuerda que la Fundación Pro-Test trabajó en este asunto con la eurodiputada Róża Thun, vicepresidenta de la Comisión de Mercado Interior y Protección del Consumidor. Y, tras la aprobación de la directiva por el Parlamento Europeo, expresaron opiniones críticas sobre la laguna legal que dejaba la nueva ley a los productores, "como la posibilidad de utilizar ingredientes diferentes debido a variaciones regionales o estacionales", puntualiza.
Desde la Comisión Europea aseguran a El Confidencial que siguen "tomando muy en serio la preocupación por la doble calidad en el mercado único". Y recuerdan que propusieron nuevas normas de protección del consumidor y más estrictas en la última revisión de la legislación general de la UE en materia de protección del consumidor en 2018, lo que dio lugar a la adopción de la Directiva para la Mejora de la Aplicación y la Modernización en 2019.
Entre 2018 y 2023, el doble rasero entre productos se ha reducido del 31% al 24%, puntualizan desde la Organización del Consumidor Europea (BEUC). La organización cita una investigación del Centro Común de Investigación (JRC) de la Comisión Europea, que evaluó la composición y la presentación de 128 productos alimenticios de la misma marca en 19 países de la UE. En el 22% de los casos, el envoltorio era algo diferente y en un 9% de los casos, era exactamente el mismo envoltorio para distinta composición de ingredientes. Dos años después, en 2021, las diferencias se habían reducido en un 7%. Además, en un 50% de los productos estudiados, los expertos notaron diferencias en el sabor o textura de las versiones. "Mientras los márgenes legales sigan abiertos, la igualdad real para los consumidores europeos aún está lejos de alcanzarse", advierten.
Azúcar por todas partes
Una de las diferencias más presentes en la comparativa es el uso de distintos tipos de endulzantes. Por ejemplo, la Coca Cola con sabor original contiene azúcar en España, Francia o Austria, pero en Bulgaria, República Checa y Hungría lleva jarabe de glucosa y fructosa.
Sin embargo, "incluso si usan una receta diferente, ninguno de los ingredientes es mejor para la salud", puntualiza tajante Ingrid Kragl, directora de Información de la asociación Foodwatch en Francia, quien recuerda a El Confidencial que los azúcares libres y añadidos "se conocen con diversos nombres, pero los efectos sobre la salud son los mismos", como la EFSA aclaró en 2022. A esto, hay que añadir que "la naranja de la Fanta no es naranja; es concentrado, lo cual también es azúcar libre", continúa Kragl. Así que lo importante "es la suma de azúcares libres y añadidos, independientemente de su forma", añade.
En el caso de Fanta, las diferencias en cantidad de azúcar y calorías varían entre países. También es el caso de Coca-Cola, con más azúcar y más calorías en Bulgaria, Croacia y Hungría. Y de Pepsi, que contiene un 50% más de azúcar en Austria, Bulgaria, Grecia, Polonia o Rumanía, que en otros países, con un aporte de 7 gramos de azúcar y 28 calorías.
Foodwatch también pide prestar atención en los alimentos etiquetados como "bajo en azúcar", porque "pueden ser más grasos o más salados que otros". La OMS también advierte que sustituir los azúcares libres por edulcorantes artificiales no ayuda a controlar el aumento de peso a largo plazo y varios estudios advierten que, a largo plazo, el consumo de sustitutos del azúcar podría estar asociado con un mayor riesgo de diabetes tipo 2, enfermedades cardiovasculares y mortalidad en adultos.
Los tipo de edulcorante utilizados en las latas de conocidos refrescos también son distintos. Por ejemplo, en España, aunque la Fanta de naranja lleva menos azúcar que en otros países, lleva aspartamo, "que en ningún caso es mejor", puntualiza Ingrid Kragl. "El aspartamo debería prohibirse", sentencia. El Aspartamo (E-951) es 200 veces más dulce que el azúcar y ha sido clasificado por la OMS como "posiblemente cancerígeno" (Grupo 2B), aunque la EFSA y otras agencias mantienen que es seguro en las dosis habituales (IDA: 40 mg/kg/día), explica a El Confidencial, el doctor Iñaki Elío, director del Grado en Nutrición Humana y Dietética de la Universidad Europea del Atlántico. Con motivo del Día contra el cáncer, Foodwatch lanzó una petición en 11 países para presionar a las instituciones europeas para prohibir este aditivo.
Otro de los edulcorantes usados en refrescos es el Acesulfamo K (E-950), que no aporta calorías ni eleva la glucosa, por lo que es apto para diabéticos, pero "puede dejar regusto amargo en altas concentraciones, motivo por el que suele combinarse con otros edulcorantes", continúa el doctor Elío. A su vez, la sucralosa, es 600 veces más dulce y no afecta la glucemia. Su único contra es que "algunos estudios sugieren que podría alterar la microbiota intestinal, aunque la evidencia en humanos es limitada", explica Elío y, a su vez, puede modificar la percepción del dulzor, favoreciendo la preferencia por alimentos muy dulces. Por último, el E-959 es hasta 1.800 veces más dulce que el azúcar y se usa para enmascarar sabores amargos en refrescos y otros productos. En dosis muy elevadas puede causar molestias digestivas, "pero no se alcanzan con el consumo normal", concluye Elío.
Etiquetas, colores y falta de acuerdo
Para un consumidor, es prácticamente imposible descifrar estas diferencias en la letra minúscula del etiquetado. Por lo que las asociaciones de consumidores, entre ellas Foodwatch, defienden que al menos, se informe con etiquetas nutricionales visibles en la parte frontal del envase, resaltadas con los colores del semáforo.
La introducción de un sistema obligatorio de semáforo en toda Europa fracasó en 2010 "debido a la gran resistencia de la industria alimentaria", cuestionan desde Foodwatch. Actualmente, está presente solo en algunos productos de siete países de la UE, incluido España. Por lo que habrá que seguir fijándose en la letra pequeña.
Por
Lola García-Ajofrín
Nacho Alarcón
Fran Sánchez Becerril
Datos: Ana Somavilla
Ilustración: EC Diseño
PULSE
Este reportaje ha sido realizado junto a diversos periodistas de 12 medios europeos de la red PULSE: Kim Son Hoang (Der Standard, Austria), Krasen Nikolov (Mediapool, Bulgaria), Petr Jedlička (Denik Referéndum, República Checa), Emma Louise Stenholm (Føljeton, Dinamarca), Evangelia Papadopoulou (Efsyn, Grecia), Gyorgy Folk (HVG, Hungría), Maria Delaney (The Journal. Irlanda), Lorenzo Ferrari (OBCT. Italia), Justė Ancevičiūtė (Delfi, Lituania), Michal Kokot (Gazeta Wyborcza, Polonia), Sebastian Pricop (Hotnews, Rumanía) y Francesca Barca (Voxeurop, Francia).