Imagen generada con IA
La humanidad podría estar dirigiéndose hacia un fracaso absoluto, no por un solo desastre, sino por la acumulación de errores, negligencias y problemas estructurales, según ChatGPT.
La inteligencia artificial ya no sirve solo para generar textos, responder preguntas o crear imágenes. Su capacidad de procesar patrones la convierte en una herramienta apta para proyectar escenarios futuros. Por eso decidí preguntarle directamente, ¿Está la humanidad cerca de un colapso?
Cabe señalar que la respuesta fue muy inquietante, ya que dijo lo siguiente: "Será gradual, lento e irreversible". No se trata de una profecía sensacionalista, sino de una advertencia basada en el análisis de múltiples tendencias actuales.
Según ChatGPT, el verdadero riesgo reside en un deterioro progresivo que, al no ser percibido como una amenaza inmediata, será aún más difícil de frenar. Lo que hoy parecen crisis separadas —clima, empleo, geopolítica, tecnología— forman, en realidad, una cadena de errores acumulados que se retroalimentan.
Cambio climático y biodiversidad: el planeta ya está alertando
El colapso no será un meteorito ni una guerra nuclear, comenzará, si no lo ha hecho ya, por el entorno. Los informes actuales del clima ya no apuntan a evitar el desastre, sino a minimizar el daño. Por ejemplo, el deshielo en el Ártico bate récords, los incendios forestales arrasan millones de hectáreas cada año y la pérdida de biodiversidad se acelera.
Para la inteligencia artificial, esta degradación ambiental representa uno de los pilares del derrumbe global, no solo por su impacto ecológico directo, sino por la incapacidad política y social para afrontarlo a tiempo. La disponibilidad de agua dulce disminuye, la agricultura se ve amenazada o los ecosistemas colapsan mientras seguimos discutiendo si actuar o no.
La automatización y el avance de la IA generativa están redibujando el mercado laboral a una velocidad sin precedentes, donde millones de empleos desaparecerán sin que existan alternativas reales para reabsorber esa mano de obra.
En este contexto, la IA advierte que esta transformación no se está gestionando bien, y eso derivará en un sistema donde el esfuerzo individual deje de tener valor tangible para una gran parte de la población.
La desigualdad aumentará, no solo en términos económicos, sino en acceso a derechos básicos. Lo que antes ofrecía estabilidad —trabajo, salario, seguridad social— empieza a fallar. Sin una red de protección efectiva, el colapso será silencioso, pero profundo.
Una de las reflexiones más duras que plantea la IA no tiene que ver con la tecnología, sino con la psicología colectiva. Los gobiernos siguen actuando con tiempos y estructuras del siglo XX, mientras los desafíos actuales requieren velocidad, coordinación y transparencia.
En paralelo, la sociedad permanece atrapada en la inmediatez, saturada de estímulos, noticias, así como plataformas que dificultan la atención sostenida. Esta desconexión entre los problemas reales para afrontarlos es, según el chatbot, uno de los factores que aceleran el colapso. Sabremos que algo iba mal cuando ya no quede margen para corregirlo.
El colapso ya está en marcha
Aunque no haya una tercera guerra mundial declarada, las tensiones geopolíticas ya están escalando. La inteligencia artificial advierte de un riesgo creciente: que el próximo gran conflicto no estalle por ideología, sino por necesidad.
Agua, tierras cultivables, energía, minerales estratégicos… recursos cada vez más limitados en un planeta sobreexplotado, por lo que la competencia por asegurarlos puede romper equilibrios frágiles entre potencias.
La sobrepoblación, así como el cambio climático no solo agravan esta pugna, también convierten en inhabitables regiones enteras, provocando migraciones masivas, crisis humanitarias y conflictos que pueden desestabilizar países enteros.
Es importante mencionar que la respuesta de la IA fue clara: "el colapso no llegará con sirenas ni titulares, sino como una secuencia de fallos acumulados que dejarán de ser corregibles". Lo más alarmante no es que suceda, sino que muchos no lo percibirán hasta que sea demasiado tarde.

Pero el peligro no es solo la crisis climática, la automatización o las guerras, el verdadero catalizador será la indiferencia. La humanidad ha construido un sistema tan complejo que ya no necesita una gran catástrofe para caer, bastará con seguir ignorando lo que está ocurriendo poco a poco, cada día.
La inteligencia artificial es capaz de hacer este tipo de análisis porque ha sido entrenada con millones de documentos, informes científicos, modelos climáticos, proyecciones económicas y patrones históricos. A diferencia de los humanos, no se ve afectada por sesgos emocionales ni por la inercia del optimismo.
Su capacidad para detectar correlaciones entre variables —como el avance del cambio climático, la automatización del empleo o la escasez de recursos— le permite proyectar escenarios complejos a largo plazo.
Si bien no predice el futuro, si identifica tendencias que, si se mantienen sin corrección, apuntan a un desenlace preocupante. Por eso, cuando responde que el colapso será gradual, lento e irreversible, no es una exageración, sino el resultado que ha visualizado a través de la tendencia actual.